Hizo bien el presidente en señalar que no postulará el próximo año; ha abierto así el debate sobre la realización de las elecciones del 2021. De lo que se trata es de garantizar el inicio de un nuevo mandato presidencial y parlamentario el 28 de julio del 2021. Todo lo demás se debe articular alrededor de esa fecha. Rumbo a ese objetivo, los 25 millones de electores debemos ser convocados hasta en tres oportunidades: para las elecciones primarias y las dos vueltas electorales, entre octubre del 2020 y mayo del 2021. Pero ¿es esto posible sin poner en riesgo la participación y seguridad ciudadanas?
Por eso se hace necesario y urgente ordenar y modificar el proceso electoral como nunca antes se ha hecho, con el propósito de salvarlo y adecuarlo al riesgoso contexto en el que se debe organizar. Esto exige modificar la fecha de la elección para alejarla lo más posible del día de hoy pero lo más cerca del cambio de mando. Pero ¿se deben mantener los tres procesos electorales delante de una pandemia que recién estaría siendo aplacada? Si es un problema ordenar a la ciudadanía en mercados y establecimientos comerciales, ¿no lo sería en decenas de miles de locales de votación?
Una salida, lamentablemente, sería postergar las elecciones primarias de los partidos para las elecciones regionales y municipales del 2022. Asimismo, previo a un acuerdo político, para esta oportunidad las elecciones presidenciales se pueden realizar en una sola vuelta y no en dos. Así ocurrió en 1980: se suspendió la segunda vuelta a través de una disposición transitoria. Es decir, una elección en una sola vuelta, con mayoría relativa, como hubo en el Perú entre 1931 y 1980. Se podría, en este formato de una sola vuelta, introducir dos votos, uno positivo y otro negativo, para la elección presidencial, y ganaría quien tuviera la mejor diferencia. Hay varios métodos en el sistema electoral que se pueden explorar. El resultado sería que solo seríamos convocados una sola vez y no dos o tres. Podría ser en el tercer domingo de junio. Esto permite ganar mucho tiempo y aumentar la seguridad sanitaria.
Pero si bien no habría primarias, los partidos no deberían hacer su selección de candidatos como siempre lo han hecho. No debe ser una excusa para realizar elecciones internas cuestionadas, que fue una de las razones para plantear las elecciones primarias. Las elecciones internas deben ser organizadas por la ONPE, a inicios del próximo año. Estas deben ser por medio del denominado voto electrónico no presencial (VENP), que no es otra cosa que el voto por Internet. La ONPE ya tiene experiencia en esta modalidad y se garantizaría, eso sí, una amplia participación de los miembros de los partidos.
Ya teniendo cuadradas las fechas y modalidades de elección, se debe modificar la forma cómo se gestiona y administra. Para la campaña electoral, los mítines, caravanas, caminatas y todo evento de concentración de gente probablemente esté limitado, por lo que se hace necesario ampliar la franja electoral tanto en días como en horas, para que los partidos puedan tener la posibilidad de ofrecer información y publicitar sus propuestas. Para dar mayores garantías de seguridad, es posible hacer las elecciones en dos días (sábado y domingo), extender el horario de votación de ocho a al menos 10 horas, distribuir a los votantes por bloques de horarios a lo largo del día, ampliar el número de locales y mesas de votación y cambiar la modalidad de los miembros de mesa, no seleccionándolos por sorteo, pues ello ocasiona ausencia y sacrificio no reconocido, sino con la participación de los trabajadores de la administración pública y la educación, como ocurre en Colombia, Uruguay, entre otros países, que se retribuirá con dos días libres por cada día trabajado. Deben, asimismo, asignarse los recursos económicos oportunamente, para que la planificación sea óptima y la organización exitosa. Pasar de tres elecciones a una es un ahorro enorme para el erario, tan necesitado para destinar fondos a otros sectores.
Todo lo anterior exige debate, exploración, conocimiento y también audacia; pero, sobre todo, demanda acuerdo político. No serán las elecciones del bicentenario deseadas, pero sí pueden ser las que den inicio a un nuevo y novedoso proceso electoral (El Comercio, jueves 16 de abril del 2020).