Entre sus impulsores se encontraban Javier Alva Orlandini, Eduardo Orrego Villacorta, Carlos Cabieses López, y los hermanos Javier y Manuel Velarde Aspíllaga.
Entusiasmados por la buena votación de 1956, aunque sin conseguir el triunfo, Belaúnde trasforma el Frente de Juventudes, en el Partido Acción Popular (AP), el 7 de julio de 1956, quedando constituido su Comité Nacional con Fernando Belaúnde Terry, Celso Pastor de la Torre, Mario Samamé Boggio, Sandro Mariátegui Chiappe, Mario Villarán Rivera y Julio Mayta Ramírez. Fue elegido en el primer Congreso Partidario realizado el 1 de junio de 1957.
Acción Popular se organizó fundamentalmente en sectores medios, sobre la base de la figura carismática y señorial de Fernando Belaúnde Terry, cuyo pensamiento renovador y pragmático permitió, al igual que la DC, conformar un partido electoral, pero sin la coherencia ideológica del anterior y sin la disciplina del aprista; no obstante, con la suficiente amalgama interclasista como para captar adeptos de variada raíz social.
El Tercer Congreso Partidario reunido en 1962, en Iquitos, proclamó a Fernando Belaúnde Terry candidato a la presidencia para los comicios de aquel año. Lo acompañaron Edgardo Seoane y Fernando Schwalb en los cargos de vicepresidentes, siendo elegido Mario Villarán Rivera nuevo secretario general.
Acción Popular representaba a los sectores modernos urbanos ostensiblemente contrarios a la estrechez oligárquica; buscaba diseñar una política nacional de reformas que cada vez aparecían como necesarias para una sociedad que se remecía desde sus cimientos.
Acción Popular se presentaba como la fuerza reformista, al igual que la DC, en las accidentadas elecciones de 1962. Tras un estrecho resultado que favoreció a Haya de la Torre, y que fue impugnado por AP, sobrevino el golpe institucional de las fuerzas armadas, que instauró un gobierno transicional de un año.
En 1963, AP vuelve a presentarse, logrando el triunfo electoral en alianza con la DC, derrotando a las fuerzas pro-oligárquicas encarnadas en las candidaturas del APRA y la UNO. Se instauraba así el régimen de la alianza AP-DC, que dominando el ejecutivo, tuvo la cerrada oposición de la Coalición APRA-UNO, que se convirtió en el principal obstáculo ante cualquier intento de mellar el ya debilitado edificio oligárquico.
Por las características de un partido electoral poco cohesionado ideológicamente, en su interior germinaban dos corrientes que se manifestaron en el enfrentamiento entre el ejecutivo y al parlamento. Así muchas expectativas de los sectores reformistas al interior de AP, circunscritos especialmente en su juventud y en Cooperación Popular, sufrieron una gran frustración que tendría sus implicancias en la posterior lucha interna partidaria y el fracaso del primer gobierno acciopupulista.
(El Peruano, 14 de Agosto de 1998)