Hasta en el desaire creas ,
y recreas los besos que le diste,
ponte el alma como diría Vallejo
y sal a caminar hasta quedarte sin herraduras,
pasos descalzos de la fe,
que ahora danzan alrededor de esta fogata.
mis palabras te buscan en el olvido
nenúfar de mi estanque,
te extraño tanto y tonto.
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Herejes del destino tierno,
fuerza espinal que nos domina
transportas cada palabra en la libertad de su sino
elegidas para su transformación en la nada.
Repliegues del manso fuego
tratemos de llenarnos de alegrías,
que en este día calicanto
dentro del sol hay espinas .
Si tengo que estar aquí
debo empezar a conversar con el oriente
y en la calidez de tu voz
cobijarme como un niño.
¿Qué tanto debe tener el espíritu?
¿A dónde crees que puede ir una flor?
tropiezos de tristeza que atardecen
en la calma de tus manos,
guión medieval y hechicero
en el eterno ritual de las palabras,
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Qué latir interrumpido
en el saltar de lagartijas.
Remolino anclado en la esperanza,
mi sangre te dibuja entre pieles de recuerdos
y al caer,
el beso se diluye como ángel,
yo traigo en las manos tan poco,
y tú ofreces el corazón.
Donde la luz del alto perfil destila
a trastear colmena de zafiros gigantes
que iré contigo a donde vayas
ojos del recuerdo eterno
siempre mi voz
canto y espejos
Trátame como a tu sombra
y seré fuego incontenible del infierno.
Guíame,
ya no retengas al silencio en tu gesto.
Ahora canta en ese tiempo que ya no tienes…
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Niña de blanca tez,
suave menear del oleaje,
se acomodan mis palabras
para tus oídos.
Aventurera al mar que la captura
acrispada ley, puño cerrado,
se acumula pena en los cajones
se transporta el tiempo en un carruaje.
Niña de ojos grandes,
que coloreas el infinito.
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déjame tenerte un segundo en blanco,
olvidarme del propio peso
y recoger un beso
de tus cabellos.
déjame tenerte un segundo en blanco
y te daré palabras infinitas
te envolveré de caminos
y no soltaré nunca tu mano
sabré escucharte, y escribiré tu nombre
en la bulla y el silencio…
Adormitado en las mañanas expando mis cansinos dedos
hacia tus mares de atlántico.
Y en esa calma puedo hablarte sin que tú lo prohíbas,
acercarme un poco a ti,
regresar el texto , corregir.
adormitado en las mañanas, de codos, te traigo de vuelta
a mis tardes de otoño
y en ese andar puedo hablarte
ya como a hermanita
volver a vivirlo un poco
retroceder el tiempo ,volver a sentir.
Ciudad de invierno,
anciana edad en las pupilas
para ti las palabras son los pétalos de ayer
de alguna flor que aún no germina.
Digamos que eras
como la siembra de lo poniente
que creciste entre mis manos
hasta hacerte árbol que sueña
digamos que eras algo así como lo todo
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