Wikullo

Un domingo, muy temprano por la mañana, fuimos a escondernos al cerro Wikullo para comprobar con nuestros propios ojos; la increíble historia contada por Lito ayer en la la fogata.
Estuvimos casi dos horas en la espera por verlo, pero no fue en vano. Pasò justo por nuestro lado aquel viejecillo mitad hombre, mitad alma: tenìa los ojos joviales en medio de esa piel amarillenta y arrugada, era pequeño, de un metro y poco, tenìa el cabello totalmente blanco , vestìa como cualquier anciano del pueblo: Camisa blanca pantalòn azul y sombrero marròn , la barba de largos dìas completaban en èl un aspecto
de misticidad .

Se desplazaba, y esto era lo que no creìamos hasta verlo, levitando a pocos centímetros del suelo y a velocidades sorprendentes para lo que le salìan unas pequeñas alas rojas que le remolinaban al final de la basta del pantalòn; aunque para estarse en tierra le salìan unas enormes patas de cabra adaptadas al terreno.

Tenìamos que acercarnos sin miedo dijo Lito, que no iba a pasar nada -tengo su media sonrisa grabada en la memoria- y como para ello habìamos esperado tanto en aquel alejado cerro, pues fue justamente lo que hicimos.

-Señor buen dìa, dijimos Rubèn y yo a la vez. El anciano, aunque se sorprendiò al inicio, no tardò en cambiar el semblante por una sonrisa franca, que nos transmitiò tranquilidad.

-Buenos dìas jóvenes, ustedes parecen ser amigos de lito, nos dice miràndonos a los ojos.
-Sì señor, èl mismo nos enviò, nos contò que usted tiene la habilidad de poder hablar con los muertos, que levita por que murio a medias, me refiero a que volviò de la muerte y que por ello posee algunas habilidades ya conocidas en los que logran volver de allà y hemos venido desde muy lejos a pedirle un gran favor; en ese momento interrumpe el anciano:

-Pues sì y no, dice miràndolos incrèdulo aunque a ver si con esta pequeña confesiòn les ayudo: yo cambiarìa todas estas habilidades por la màs mundana; ya que es terrible estar vivo y solo poder hablar con los muertos.

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Comentarios

  1. Yo conocí al viejo, lo recuerdo a medias, era joven pero ya estaba muerto. Se llamaba Victor Manuel Calines, vive en Mollendo.

    Publicado por Miguel Angel Salinas el día
  2. …Aunque para estarse en tierra, le salían unas enormes patas de cabra adaptadas al terreno….. genial!!!!

    Publicado por Ktym el día

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