Ya no quiero té

He encontrado un camino al fin,

ya desentona cualquier amago de risa,

ya descubrimos el papel marfil.

 

Y las cuentas del alma

las apagaron tus gestos

tu forma exagerada de vivir.

 

Ya no quiero té

ni lonche, ni espera,

ni tortillas de tomate.

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Para leerlos en un minuto.

El jefe

Todo este tiempo estuvimos con esa idea en la cabeza, pero no se la podíamos decir temíamos herir de alguna manera su orgullo además él significaba tanto para el grupo que decirle algo así sería tal vez un error, era esa nuestra disyuntiva.

A lo que voy es a que no vamos jamás a decirle de una y a secas las cosas por que simplemente no sabríamos luego ni qué cara poner, además cómo esperar su respuesta y qué hacer después, todo sería muy confuso así que será mejor hacerlo como les digo.

Vamos a decírselo pero de a pocos y esta vez empezaré yo.

 Me arrodille, limpié un poco el mármol que lucía su gran nombre,  me persigné y empecé…

La capilla cerrada

Jacinto ponía los puros encima de las rendijas y el polvo maquillaba todo de melancolía,

ese día había estado gris desde el amanecer, eso había hecho mella en el semblante de Jacinto que ahora barría cetril en el fondo de la bodega.

Algo pesaba en el ambiente, había algunas moscas rodeando unos mendrugos de pan,

iban a dar las seis de la tarde cuando la maldición ocurrió, y digo maldición porque este hecho lo predijeron los abuelos de nuestros abuelos y qué bueno que quedé yo para poder contarlo.

Sí, fue tal cual lo contaban los abuelos, hubieron luces que salían del suelo, el día estuvo extrañamente gris y en el ambiente pesaba como un olor a sangre, eran tiempos de cambios era momento tal vez de regresar a los orígenes.

Todo en el pueblo quedó destruido después de la maldición o terremoto como lo llamaron, todo el pueblo quedó hecho ruinas murió Don jacinto y con él muchos más.

Y no es que nuestras viviendas fueran muy fuertes pero se cayeron todas y la maldición como también lo predijeron los abuelos de nuestros abuelos fue precedida por una lluvia torrencial, y el único lugar construido con material noble y adornado como nada en este pueblo, estaba con un candado inmenso y enrejado, las llaves se las había llevado consigo a la muerte el párroco del pueblo.

Es imposible no ser irónico con lo que sucedía, desde niños nos inculcaron que este lugar era para la salvación y en el momento en que realmente lo necesitábamos estaba cerrado. Algunos intentaron vanamente subir por las paredes pero rodaban ante la fuerte lluvia, el viento también hacía lo suyo, no nos quedaba más que tratar de cubrirnos y esperar que todo pase.

Y pasó, llegó ayuda de la capital y hasta se voceo que venía el mismo presidente a nuestro pueblo cosa que jamás ocurrió para tristeza de nosotros que queríamos preguntarle tantas cosas, poco a poco fuimos recuperándonos del trauma de la destrucción, poco a poco volvió a renacer nuestro pueblo como nos contaban las leyendas  y también llegó la transformación. Una patria nueva nacía, eran tiempos de cambio como lo decía, hemos aprendido todos a leer y a escribir en el pueblo sin ayuda ni la espera de nadie, trabajamos la tierra que nos da de comer y gracias a ella no nos falta el alimento, el Presidente no sé si sepa de esto pero sé que estaría muy orgulloso como lo estoy yo de mi pueblo.

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Según cuentan mis abuelos…

Según cuentan mis abuelos, los días lunes siempre fueron extraños para la familia,

recordaba al tío Rodolfo que despertó ese día con la mala espina que lo acoge a veces.

Si dejar la puerta abierta me sirve lo haré dijo con voz quejumbrosa…

Estoy sentado sobre esas piernas que son tus ojos de marfil oloroso recalcitrante y antiguo.

Estoy reposando las mismas calmas, extravío de navíos, torpeza inimaginable, abandono del sueño, ruptura con lo deseable, con el anhelo sutil ya sin cosecha.

Las frases ya fueron dichas y los paporreos se descalcifican , se descalcifican.

Acaso no rompe el llanto cada vez que te veo en silencio?

No sabes lo que produce tu ausencia presente,

Estás sin ti en algún lado de este planeta,

Y hablo de mí, de mi historia, un poco también exasperante, como diría julio ramón, un  poco suplente.

Cada vez que el otoño se acerca me recuerda que hacía yo mientras ella bailaba.

Cada vez que el otoñó se acerca me despido de los albores de los aires del río que habla.

La actitud frente al esclavo es dejarlo libre, la actitud frente al esclavo debería ser dejarlo libre.

Supongamos que la razón se ha extraviado y que los peros ahora los pone el corrector,

Dejemos un poco también a la imaginación, artista virtual, incógnita planta del Amazonas.

Los cuervos no dejarán de graznar

Los cuervos no dejarán de graznar

Y te señalarán diciendo yo lo conocí , cuando en realidad nunca estuviste ahí, solo evadías,

Desaparecías.

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