Siempre el humo,
Esta terapia digna de lanzar
Es el contacto diario con la tierra,
Es la ternura del timo,
Es la sombra de un árbol robusto
En un camino rodeado de flores
Junto al río crecido en una mañana.
El recuerdo es la lágrima de un bostezo
Que pulirá los versos
En esa añorada coherencia,
Mejor entonces cambiar dolores por delirios
En el concierto finito de la vida,
Ese engranaje de sincronicidad,
Ese nefasto espejo de virtudes
O esa increíble forma de nonada.