Ya con la hoja en blanco, la desición era irrevocable , era sólo seguir hacia adelante, esta vez aún sin algún personaje o algún verso que pueda llevar a la acción el hacer o el crear. Pero no, eso no será impedimento para poder escribir algo lógico, “lógico”, esa palabra! desde cuándo y por qué buscamos lo lógico, rápidamente se me ocurre por el natural miedo a lo desconocido y pues desde siempre, tal vez sea que anhelamos siempre lo aristotélico, lo ortodoxo, lo similar o algo con tufillo, detesto esa palabra, a conocido, de ahí se colige el refrán mejor lo conocido que lo por conocer.
Por eso ya con la hoja en blanco no queda más que tejer, de una manera amateur, la unión de palabras para que, cual tejido meticular, este pueda ser visto desde arriba y se encuentre una forma y un estilo, cosa que a mí se me hace imposible porque como lo dijo Ribeyro cuando la primera puntada del tejido es errónea todo el tejido luego es malo. Pero en mi tonta filosofía lo único que queda es seguir tejiendo, ya que el acto de tejer tranquiliza y nos pone en una sintonía de la que podemos disfrutar tan básicamente como natural es el acto de respirar. Así entonces el teclear que es el tejer causa los mismos efectos que espero cause en mí esta media lámina que tengo bajo la lengua ahora.
Se me ocurre que estos tejidos mal empezados o mal continuados deberían ir a parar a algún lado y no me refiero a la basura, deberían ir a parar a algún lugar en los géneros literarios sería algo así como un antigénero. Por qué ser apátridas, me refiero, por que no han de tener una patria si la patria es la misma de la que salen las demás creaciones que es de la mente, la mente crea también los cuentos bien pensados, bien estudiados, adecuados y trabajados a cinceladas claves y necesarias en todo cuento o poema, pero esto, esto que sólo es el fluir del boligrafo como decíamos antes del estallido, qué es? A qué forma parte este ilógico relato?