Escrito por Carla Navarro, Milagros Rodríguez y Sebastián Luján
La violencia contra la mujer es una de las temáticas más preocupantes para nuestra sociedad, incluso durante la cuarentena. Según datos brindados por la directora ejecutiva del Programa Nacional para la Prevención y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Nancy Tolentino, se registraron al 5 de mayo 12 feminicidios y 226 denuncias por violación, siendo 132 de estas hacia menores de edad (Gimeno, 9 de mayo de 2020). Dentro de estos casos, sólo 65 víctimas, entre mujeres y menores, fueron reubicadxs en los albergues especiales acondicionados por el MIMP (Gimeno, 9 de mayo de 2020). A estas cifras se suman las historias locales, como en Junín, donde una mujer fue golpeada con un fierro por su esposo e hijo ebrios en pleno toque de queda; e internacionales, como el caso de la enfermera italiana asesinada por su novio durante la cuarentena ¿Qué nos dicen estos casos de violencia contra la mujer? ¿Por qué han aumentado?
Uno de los modelos explicativos para entender estos casos de violencia de género es el Modelo Piramidal de Bosch, Ferrer, Ferreiro y Navarro (2013). Ellos proponen que gran parte de la violencia se genera por los modelos y roles de feminidad y masculinidad, promovidos por la cultura patriarcal, que producen expectativas de control o comportamiento por medio de un proceso de socialización por el cual se adquieren identidades de género que se incorporan a la individualidad y subjetividad de la persona, conocido como socialización diferencial.
Sin embargo, ¿qué pasa cuando estos factores convergen en una situación crítica como el aislamiento social generado por la pandemia del COVID-19 en una cultura machista como la nuestra?
Bosch et al. (2013) destacan que uno de los últimos actos que contribuye al estallido de la violencia son los eventos desencadenantes, tales como eventos personales, sociales y/o políticos. Actualmente en Perú, esta pandemia ha generado eventos estresantes como frustración laboral, problemas económicos, aumento de enfermedades, y toda una política que aísla a la mujeres dentro del hogar junto con sus posibles o potentes perpetradores o feminicidas. Esto, enmarcado en un contexto con políticas de género “en desarrollo” no hacen más que aumentar la cantidad de víctimas.
¿Qué ocurre dentro de los hogares de las mujeres víctimas de violencia de género? El aislamiento social ha logrado explicitar la analogía de la mujer como perteneciente al ámbito doméstico, además de poder afectar también el rol de proveedor económico del hombre con masculinidades hegemónicas. Ello, sumado a previas situaciones de violencia, podría generar un ambiente hostil que aumente las probabilidades de violencia. O que perpetúe la inequidad respecto a compartir roles domésticos dentro de la familia, no solo para las mujeres sino también para las niñas, pues estas últimas son comúnmente asociadas a la imagen infantilizada, débil, pura y virginal que promueve la sociedad patriarcal.
Por otro lado, las cifras expuestas junto al feminicidio de la enfermera italiana revelan un concepto importante para entender la violencia de género: la interseccionalidad. Este modelo de análisis toma en consideración contextos, características y experiencias que sirven para exponer la desigualdad entre individuos; en el caso de las mujeres, características como la edad, nivel socioeconómico, educación, origen étnico, orientación sexual, identidad sexual, etc. suelen posicionarlas en un estado de mayor vulnerabilidad (Symington, 2004). Por tanto, el feminicidio de la enfermera por posible contagio a su novio, exacerbó su riesgo a sufrir violencia y aumentó la estigmatización de la enfermedad. Como lo menciona el Fondo de Población de Naciones Unidas (2020) en sus recomendaciones para contrarrestar el COVID-19 con enfoque de género, se debe proteger a las mujeres y niñas durante épocas de crisis, debido a un mayor riesgo de violencia intrafamiliar, y al ser las mujeres el 70% de la fuerza laboral en el sector social y de salud en el mundo, se debe prevenir que su entorno laboral las exponga a actos de discriminación. Mostrando entonces que las mujeres no solo se encuentran vulnerables en sus hogares sino también en el ámbito laboral.
Para combatir esta problemática en nuestro país, la Línea 100 sigue vigente y operando las 24 horas para atender cualquier caso de violencia familiar y sexual. Sin embargo, es necesario reforzar las estrategias y tomar en cuenta otras alternativas que optimicen la cantidad y velocidad en la recepción de emergencias. Por ejemplo, en otros países de la región, como Colombia, la “línea púrpura” se complementa con dos vías adicionales: una línea nueva en donde, según el caso, se deriva a la víctima con psicólogxs o abogadxs; y un número de Whatsapp. Otra iniciativa a tomar en cuenta es el caso de España. A través de un sistema de ayuda presencial, las mujeres violentadas pueden acercarse a una farmacia y pedir una “Mascarilla-19”, lo que alertará al personal de esta para que envíen ayuda (Calderón, 26 de marzo de 2020). En este sentido, resulta importante abordar esta temática desde distintos enfoques como el educativo, preventivo y, más importante, de género.
Nos quedamos con una frase: “El coronavirus no acaba con el patriarcado y si no ponemos las medidas adecuadas, esta pandemia puede suponer un gran retroceso en los derechos de mujeres y niñas” (Unión de Asociaciones Familiares, 3 de abril, 2020); y con el recordatorio de que, aunque la cuarentena llegue a su fin el próximo 24 de mayo, muchas de las condiciones respecto al aislamiento seguirán vigentes, continuando entonces la violencia.
Referencias:
Bosch, E., Ferrer, V., Ferreiro, V. y Navarro, C. (2013). La violencia contra las mujeres: el amor como coartada. Anthropos.
Calderón, L. (2020, 26 de marzo). Kathe Soto: “Hay mujeres en cuarentena sobreviviendo violencia familiar”. Perú 21. https://peru21.pe/lima/coronavirus-en-peru-kathe-soto-hay-mujeres-en-cuarentena-sobreviviendo-violencia-familiar-noticia/?ref=p21r
Fondo de Población de Naciones Unidas (2020, 20 de marzo). COVID-19: Un Enfoque de Género. Proteger la salud y los derechos sexuales y reproductivos y promover la igualdad de género. Fondo de Población de las Naciones Unidas. https://www.unfpa.org/sites/default/files/resource-pdf/COVID-19_A_Gender_Lens_Guidance_Note.docx_en-US_es-MX.pdf
Gimeno, F. (2020, 9 de mayo). Doce feminicidios y 226 violaciones deja la cuarentena por el COVID-19 en Perú. Agencia Efe. https://www.efe.com/efe/america/sociedad/doce-feminicidios-y-226-violaciones-deja-la-cuarentena-por-el-covid-19-en-peru/20000013-4242478
Symington A. (2004). Interseccionalidad: una herramienta para la justicia de género y la justicia económica. Derechos de las mujeres y cambio económico, 9, 1‐8. https://www.awid.org/es/publicaciones/interseccionalidad-una-herramienta-para-la-justicia-de-genero-y-la-justicia-economica
Unión de Asociaciones Familiares (2020, 3 de abril). Desigualdades de género, derechos sexuales y reproductivos en tiempos de pandemia. https://unaf.org/saludsexualparainmigrantes/desigualdades-de-genero-derechos-sexuales-y-reproductivos-en-tiempos-de-pandemia/