En los días de verano Santiago y sus “amigos de la calle” jugaban largas horas del día a las canicas con la menor despreocupación de la gente que iba y venia, tan solo concentrados en los movimientos de los dedos de los adversarios y sus vidreosas y coloridas posesiones rodando por el suelo. Una mañana se cruzo por la calle un vagabundo, al que tildaban de loco por los arapos y aspecto sucio y comportamiento uraño que tenía, en realidad hubiera pasado desapercibido pero por alguna razon incomprensible los niños en manada hacen gala de una cruelda innecesaria para con sus diferentes y debiles pares, desencadenada una situación de rechazo contra el pequeño se genero un barullo, que hizo salir a más de un adulto a la puerta de sus casas a ver que era toda esa jarana de gritos, entre ellos la Sra. Lupe la madre de Santiago, quien lo tenía a él como su mayor bien por ser hijo único, al ver esa tremenda injusticia la Señora decidio enseñarle una lección a su hijo, invitó al vagabundo a pasar a su casa, lo baño, vistio con ropas de Santiago y alimento para luego despedir a un niño que llevaba consigo una sonrisa a flor, la misma que quedaria en la mente de Santiago por toda su vida. Sigue leyendo
La Oración de la rana 5
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