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El verdadero equipo del pueblo

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El mito más grande que existe respecto a los dos principales equipos de fútbol peruano es el referido al supuesto enfrentamiento entre “negros y blancos”, “discriminados y discriminadores”, “pobres y ricos”, “desfavorecidos y privilegiados”, debido ello a que no se han revisado y analizado detalladamente los factores y hechos respecto del surgimiento y la formación de la identidad de tales equipos y sus seguidores.
Para demostrar lo que señalamos, trasladémonos al año 1918 en Argentina, escenario donde los estudiantes de la universidad nacional de Córdoba enarbolaron la lucha por la reforma universitaria, la cual tenía como finalidad cambiar para mejor a la universidad pública, así como replantear su relación con la sociedad y sus conflictos.
Un año después, estos pensamientos fueron importados por los estudiantes universitarios peruanos, quienes demandaron por la libertad de cátedra, la autonomía universitaria, la cátedra paralela y la necesidad de vincular a las universidades con la realidad nacional, reclamos suscitados en el mismo año en que Augusto B. Leguía ascendía al poder bajo el concepto de “Patria Nueva” , quien supuestamente se identificó con los reclamos de los estudiantes y de la clase trabajadora e incluso apeló al nacionalismo de muchos sectores de la población, al decir que recuperaría Arica y Tarapacá.
Sin embargo, la ilusión de cambio para mejor se transformó en desazón, pues a lo largo de su mandato, atentó contra la libertad de prensa, suprimió los gobiernos locales, acabó con la oposición en el Congreso, encarceló a muchos de los críticos de su gobierno-algunos incluso fueron asesinados-se firmó el desastroso laudo de París para los intereses del Estado, se cedió a perpetuidad los ferrocarriles a la empresa inglesa “Peruvian Corporation”, entre otros. Para 1924, reformó la Constitución para así poder reelegirse hasta 1929, año en el cual nuevamente la reformo a fin de ser reelegido para un tercer periodo.
En base a lo dicho, la dictadura de Leguía estuvo marcada por la sucesión de rebeliones por motivos que iban desde impedir su reelección, sacarlo del poder o las que organizaron los indígenas de distintas regiones en contra de la Ley de Conscripción Vial y el enorme abuso que representaba el gamonalismo.
Fueron años turbulentos, en los cuales el descontento por parte de muchos sectores sociales era notorio, siendo uno de ellos los estudiantes universitarios a nivel nacional, lo cual se vio reflejado en el primer clásico del fútbol peruano.
Se habla que quienes conformaban al equipo merengue eran los ricos, los blancos, los llamados “pitucos”, los cuales se enfrentaban a los negros, los pobres, los humildes; léase los de arriba contra los de abajo, la aristocracia contra el pueblo. Justamente es esta última palabra la que queremos analizar puesto que desde las ciencias sociales y en el habla popular se ha tomado el concepto “pueblo” de forma sesgada. La Real Academia de la Lengua Española señala al respecto, lo siguiente:
1) Población de menor categoría
2) Gente común y humilde de una población
Son estas dos definiciones las que son acogidas por mayoría, siendo que para el presente escrito optamos por una tercera, también ofrecida por la institución:
Conjunto de personas de un lugar, región o país.
Siguiendo esta definición, todos conformaríamos el pueblo, independientemente de la clase social, raza u otra diferenciación que sea pertinente
En base a la definición aprehendida, volvamos a la historia. El equipo crema fue fundado por la Federación de Estudiantes del Perú que congregaba, valga la redundancia, a estudiantes de Arequipa, Cuzco, Ayacucho, la Libertad y Lima, los mismos que al estar influenciados, tal como señalamos en líneas precedentes, por la reforma universitaria producida en Argentina, buscaban para Perú un cambio para mejor a todo nivel, empero la dictadura no lo permitiría, provocando y consolidando en los jóvenes idealistas, una enorme ojeriza hacia Leguía y lo que él representaba.
En este contexto, para la fecha del primer clásico del fútbol nacional, se enfrentaba un equipo que deseaba mantener el orden de las cosas y uno que quería subvertirlo. Alianza Lima fue enormemente favorecido por Focion Mariátegui, asesor y hombre clave del entonces dictador Augusto B. Leguía, tal como el mismo reconoció en una entrevista realizada por Cesar Miro con ocasión de los cincuenta años de fundación del equipo blanquiazul, entrevista en la cual señaló textualmente: “fundado el club, los muchachos se apersonaron a mí manifestándome que había sido nombrado presidente honorario. Acepté gustoso el cargo y me dediqué íntegramente a laborar por el club consiguiéndoles una serie de cosas útiles” (1), siendo claro ejemplo de ello el hecho de interceder para que pueda acceder al futbol formal a pesar de tratarse de un equipo barrial
Lo que venimos diciendo, es de particular importancia puesto que históricamente son las clases dominantes, los de arriba, lo que se alían con el poder de turno a fin de lograr que se mantengan sus privilegios; empero también muchos gobiernos autoritarios han recibido el apoyo de las clases populares con quienes desarrollaron el clientelismo político concediendo favores, dádivas y o regalos nimios a cambio de incondicional apoyo, ejemplo de ello lo encontramos con Pinochet en Chile, Chávez en Venezuela y Fujimori en Perú.
Por tanto, la rígida dicotomía se desvanece al constatar que el equipo que era auspiciado por el detentador del poder era Alianza Lima; así Focion Mariátegui, viene a ser una especie de padrino, que no ayudaba sin condiciones como la figura presupone, sino a cambio de favores mutuos, teniendo en consideración la forma de gobernar de quien se hacía llamar “El gigante del Pacifico”. En base a ello, para el primer clásico del fútbol peruano, la entonces Federación Universitaria de Fútbol, sabía a quién se enfrentaba, no al equipo de los afros carentes de recursos económicos que representarían al pueblo, tal como hasta ahora se cree, sino al equipo auspiciado por una cruel dictadura.
Llegamos aquí a otros de los tantos mitos que se mantienen respecto al equipo blanquiazul: su ligazón e identificación con la cultura afroperuana. En el libro “200 clásicos de historia”, Eduardo San Román en su artículo “La creatividad les viene de raza” señala a fojas 152 en el acápite “Alianza de Blancos” (2): “Que circunstancias y factores pudieran contribuir a que Alianza y Universitario se convirtieron en los protagonistas del más apasionante choque futbolístico del Perú. Hay quienes afirman que el inventado racismo de aquella época pudo ser el que dio origen al clásico. Sin embargo, es oportuno precisar que Alianza Lima en sus primeros años de existencia no fue el club de gente morena. Una fotografía de 1913 probablemente la más antigua que existe del club victoriano, que por añadidura no nació en la Victoria sino en la calle Cotabambas, demuestra que los integrantes de aquel equipo no eran negros”
Tengamos en cuenta que el Perú es un país multirracial, plurietnico, multilingüe, léase un país diverso, por lo que la diferenciación negro – blanco es a todas luces razonablemente ilusoria y esto se ve plasmado en la alineación del primer clásico del fútbol peruano donde el equipo aliancista tuvo la siguiente formación, Segala , Rostaing y Soria ; los García y Quintana, Rostaing II, Montellanos , Villanueva , Bulmes y Sarmiento.
De las fotos de aquel día, se aprecia que se trata de un equipo (al igual que el de Universitario) conformando por distintas razas. Así tenemos los casos del arquero Segala, el zaguero Soria o el “Gato” Bulmes. Esto se vería reforzando en los años siguientes con jugadores como Enrique Landa, Oscar Espinar, Isaac Angulo, Guillermo Janneau, etc, quienes también eran mestizos.
Por su parte el equipo crema, aquel 23 de setiembre, no estaba conformado por gente blanca o caucásica, sino mestiza, como es la mayoría en Perú, pues parafraseando al gran Carlos Iván Degregori: “No hay país más diverso”. Así tenemos el caso de Pablo Pacheco, Tito Denegrí, Arturo Sabroso, Pedro Ruiz, etc.
Por tanto ¿podría hablarse realmente de un enfrentamiento de negros contra blancos en un país donde el mestizaje era y es la regla? Consideramos que se trata de un mito, de una tradición muy bien resguardada a fin de dotar de identidad al equipo de Juan Valdivieso, para asociarlo al “pueblo” y dentro de este al más desfavorecido. Coadyuva a este propósito, el persistente racismo existente en nuestro país, el cual si bien es multidireccional, sigue siendo cruento hacia la población afroperuana.
El mito también se basó en la generalización de la imagen y características físicas de los principales referentes de ambos equipos como fueron Alejandro Villanueva por parte de Alianza Lima y Lolo Fernández por parte de Universitario, lo cual continuo en años posteriores con las figuras de Teófilo Cubillas y Percy Rojas y que se vio acentuado en la década de los 90 con jugadores referentes como Waldir Sáenz , Juan Jayo o “Kanko” Rodríguez en el equipo victoriano y José Carranza , Roberto Martínez o Juan Carlos Zubzuck en el caso del equipo merengue.
Las tradiciones se crean y se recrean y pueden ser utilizadas para beneficio de propios y extraños. En el presente artículo hemos demostrado cuan dañinos pueden ser los prejuicios al momento de catalogar a los demás y más aún cuando se trata de escribir la historia. Una vez superado el mito, vemos que para el primer clásico, en aquella tarde primaveral de 1928 se enfrentaba el equipo de estudiantes universitarios contestatarios contra el equipo que no quería o podía ver más allá de sus propios intereses, el equipo inspirado en ideas de cambio y mejora para la universidad y el país contra el equipo auspiciado por una dictadura que pisoteaba los derechos fundamentales, el equipo que luego de jugar al fútbol tenía que ir a cultivarse intelectualmente contra el equipo que prolongaba la diversión del campo a través de la bohemia infructífera, el equipo que tiene como ídolo a alguien que era feliz jugando por dos soles cincuenta contra el equipo de un jugador con una vida desordenada y sin objetivos; el equipo del pundonor y la garra, contra el equipo del corazón que se puede alquilar y vender en determinados contextos.
Según muchos historiadores la historia es cíclica y repetitiva, lo cual parece cumplirse en el tema que nos ocupa. Más de ochenta años después, otro dictador, Alberto Fujimori, igualó el oncenio de Leguía, destruyó la democracia y violó los derechos fundamentales de miles de personas, siendo Teófilo Cubillas, una de las figuras más importantes del equipo íntimo, quien lo apoyo y legitimó al desempeñarse como presidente del Instituto Peruano del Deporte en 1999; más aún en 2002, otro asesor y hombre clave de Fujimori, Vladimiro Montesinos, señaló ante los tribunales de justicia que al apodado “Nene”, se le pago tres mil dólares y se le concedió una serie de favores judiciales a cambio de respaldar al otrora dictador. (3)
El club nacido en Juan de la Coba 106 se personifica entonces como el verdadero equipo del pueblo, de ese pueblo que lucha contra la adversidad y contra sus propias limitaciones así como contra el enemigo que se aprovecha, que lo explota y que lo oprime, ese pueblo que saca la garra y se levanta contra la injusticia y la corrupción.
Universitario de Deportes por tanto, se reafirma como un sentimiento, tomando las palabras de Vargas Llosa, tras del cual se han unido peruanos de todas las regiones, de todos los sectores, de todas las etnias, de todas las tradiciones y creencias (4); tal como se corroboraba en una vieja banderola colgada en el estadio “Lolo Fernández” a inicios de la última década del siglo pasado donde en crema y guinda se proclamaba:
“Universitario, un sentimiento sin clases”

(1) Miró, César, (1998). Los íntimos de La Victoria, Lima; p. 24
(2) Villanueva, Lorenzo, (1988). La creatividad les viene de raza, Lima; p.152
(3) Diario “La República”, (2002). Portal web
(4) Parte del discurso pronunciado por el nobel de literatura en la “Noche Crema” de 2011.

Hincha de nada

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La identificación con un determinado equipo de fútbol obedece a diversas causas que van más allá de lo estrictamente futbolístico. Estos factores pueden ser sociales, culturales, geográficas, raciales, etc., además, no son excluyentes, pues se entrelazan y mezclan entre sí para formar y afianzar el hinchaje de una persona para con un club deportivo. En esta línea de hechos, consideramos que la variable geográfica es la primigenia en la aprehensión de una persona por un equipo, lo cual se relaciona directamente con el país del cual el individuo es nacional; así, un ciudadano peruano podría ser hincha de Universitario de Deportes, uno colombiano del Millonarios, un español del Real Betis y un francés del Paris Saint German por citar algunos ejemplos.

Sin embargo, en los últimos años, sobre todo a partir de la masiva emigración de jugadores peruanos a equipos extranjeros así como el conocimiento inmediato de otras realidades futbolísticas debido a los medios de comunicación masivos, el factor geográfico señalado en líneas precedentes se ha visto opacado, desplazado y/o antepuesto por otros debido al mediocre campeonato local que trae como consecuencia que muchos aficionados hayan volteado la mirada hacia otros torneos, ya sea, porque un jugador peruano se desenvuelve en una determinada liga, caso de Paolo Guerrero en Brasil, o porque las competiciones son mas atractivas a causa del mayor nivel deportivo.

Si bien la identificación de ciudadanos peruanos para con equipos extranjeros puede rastrearse con los primeros compatriotas que fueron contratados por poderosos clubes de Europa (ejemplo de ello es Víctor Benítez quien triunfó en Milán, aquella se tornó más intensa a finales de los años noventa del siglo pasado, con el pase en 1997 de Nolberto Solano a Boca Juniors de Argentina, equipo en el cual jugaba también, según muchos, el mejor futbolista de todos los tiempos, Diego Armando Maradona.

Durante el tiempo que jugó Solano en el equipo argentino, pude apreciar a gente de todas las edades, razas, clases y demás portar las camisetas “azul y oro”, tanto dentro, como fuera de un estadio de fútbol, por lo cual surgió la obligada interrogante: ¿los connacionales se identificaban con el compatriota que juega en un equipo popular y exitoso o solamente con este último?, ¿con ambos a la vez?

Si bien podríamos ensayar diversas respuestas; el que una persona peruana porte la camiseta de Boca en aquel momento, se explica por la relación que existiría, aunque de una manera lejana y hasta forzosa, con el cuadro xeneize, léase “mi compatriota juega en Boca, por tanto, lo apoyo por ser peruano como yo y apoyo al equipo en el cual se desenvuelve”. Esta endeble identificación llegó a límites insospechados con el exjugador aliancista Claudio Pizarro quien junto al equipo alemán Bayer Munich ganó la Champion League en 2013. Luego de conquistado el título, muchos hinchas aliancistas, tanto por medios físicos (banderolas) como virtuales (a través de las redes sociales) llegaron a afirmar que Alianza Lima era campeón de la Champion League, trasladando el éxito del ex jugador blanquiazul a la de todo el equipo intimo .

En el caso del ahora asistente técnico de la selección, más allá de lo forzado que pueda resultar la argumentación realizada, existen vestigios de racionalidad en la misma, amparadas en la procedencia geográfica o nacionalidad del jugador; sin embargo, a raíz de la mayor difusión, conocimiento e interés por los diversos campeonatos en que participan los más reconocidos equipos europeos, muchos paisanos se han tornado, por así decirlo, “hinchas” de algunos de estos equipos compartiendo hinchajes múltiples hacia diversos clubes de los más diversos países. En estos casos, la supuesta identificación con equipos ajenos al original se funda, en la enorme mayoría de los casos, en la fama, popularidad y éxito de los mismos, a causa de lo cual podemos apreciar a multiplicidad de personas que dicen amar a un club peruano en específico mientras a la par, ventilan abiertamente sus desvaríos por otros clubes; así reiteramos que ante la mediocre realidad del fútbol peruano, muchos se refugiaron en equipos que ofrecen un juego más vistoso, rápido , emocionante y de mayor nivel o que tienen superestrellas en sus formaciones como Messi o Cristiano Ronaldo; tal es el caso de Melquiades, quien es hincha de Cienciano-por tradición y porque nació en Cusco, según me refiere- pero también del Lazio italiano, pues quedó cautivado con su juego cuando ganó la Recopa de 1999 como también de Real Madrid, por la gran cantidad de cracks que habían alternado desde inicios de siglo. El “cariño” es tan intenso que incluso entonaba los cánticos de la barra cusqueña “Furia roja” con una camiseta de Cristiano Ronaldo y a postear en Facebook ¡Hala Madrid! después de cada triunfo del equipo español y casi a la par de las continuas derrotas de su equipo original. Este repentino “amor” por clubes foráneos más que malo nos parece ridículo y nos parece bastante peligroso cuando no sabes a quien o que alientas.

Tal como señalamos, todo equipo de fútbol representa mucho más que once jugadores tras un balón; en nuestro país los dos equipos más populares se encuentran asociados a modos de entender y de posicionarse ante la vida. El equipo blanquiazul sería el equipo del pueblo, de la gente pobre, de los marginados, institución que se identificaría en un momento determinado de su historia con los afroperuanos, que tendría como su máximo antagonista a los “pitucos”, los “blanquitos” de la “U”, equipo vinculado a la garra y a la lucha constante.

Lo antedicho, aunque suene a perogrullada decirlo, ocurre también en otras realidades futbolísticas, equipos que surgen en un contexto específico, influenciados por variables políticas, sociales, económicas, culturales y demás. Ejemplos de ello hay de sobra como el equipo del ex jugador aliancista Jefferson Farfan, el Schalke 04, institución que estuvo fuertemente relacionada al genocida Adolf Hittler, club que dominó en la década del treinta del siglo pasado (no perdió ningún juego del 35 al 39) y cuyos jugadores e hinchas apoyaban abiertamente al régimen nazi; el Zenit St Petersburgo, equipo ruso que prohibió en su plantel a jugadores afro. En el 2008, se le impuso una multa de 44 mil euros porque muchos integrantes de su hinchada imitaron sonidos de monos y lanzaron plátanos al campo de juego para intimidar a jugadores del Olympique de Marsella.

Consideramos por tanto que si alguien va a tener el atrevimiento de hinchar por varios equipos, por lo menos, tenga la elemental diligencia de investigar sobre la historia del club a la par del pensamiento y accionar de su hinchada, tal como lo hizo Melquiades quien luego de averiguar sobre la filiación del Real Madrid con el franquismo de Lazio, con el fascismo, así como de las actitudes xenófobas y racistas de ambas hinchadas (las cuales, incluso, ondean banderas nazis) ha decidido volver a su amor original y portar la camiseta de colección numero 9 que usara German Carty en el 2003.

Como reflexión final, quedémonos con las palabras de Francella en la magistral película “El secreto de sus ojos” quien luego de escuchar a “Platón” sobre las vicisitudes del Racing argentino, dirige a Ricardo Darin una cita para la historia del cine y para los que jamás podremos traicionar a nuestro único amor:

“El tipo puede cambiar de todo, de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios, pero hay una cosa que no puede cambiar; no puede cambiar de pasión”

En base a ello, formúlate la pregunta: ¿es realmente pasión lo que sientes?