Archivo del Autor: Pavel Muñoz Ayona

Nuestra bandera

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Si bien ya sabía de su importancia, tome conciencia de su valía el 14 de mayo de 1988, recuerdo ,aun siendo niño, ver como las vendían en miniatura para ser agitadas conforme el paso del entonces Papa Juan Pablo II por la avenida Venezuela, rumbo a cumplir con su agenda político-pastoral. Al flamearlas o intentar hacerlo, pues muchas de ellas eran de plástico, percibí un doble empoderamiento por parte de los concurrentes; uno al empuñar la bandera y otro al sentir que teníamos en nuestro territorio a una especie de salvador ante un país que se caía a pedazos. Para aquella época, el conflicto armado interno se había intensificado de forma notoria, es así que justamente, el mismo día de la llegada del Papa, en horas de la mañana se produjo la masacre de decenas de campesinos en Cayara (Ayacucho) por parte del Ejército peruano. Ese mismo año, cuando flameaban las banderas por 28 de julio, el Comando Rodrigo Franco hace su mediática aparición reivindicando el asesinato del abogado Manuel Febres quien meses antes había decidido patrocinar legalmente a uno de los cabecillas más importantes de Sendero Luminoso, Osman Morote. Para esa fecha, los errores del entonces (parafraseando a Evo Morales) más delgado y aparentemente antiimperialista Alan García, se hacían más evidentes, más palpables; es así que como parte de la “revolución en democracia”, el anuncio de la estatización de la banca, producida exactamente un año antes, el 28 de julio de 1987, como forma de intentar controlar la inflación que para aquella fecha ya resultaba agobiante produjo el rechazo de gran parte de la población pero principalmente de los grupos de poder marcando la aparición política del ahora nobel Mario Vargas Llosa. Es sintomático que en respuesta a esta medida la bandera se agitara en tres frentes distintos, tanto simbólica como fácticamente pues el mismo día y a la misma hora en que Vargas Llosa conmovía a los seguidores del movimiento “Libertad”, flameaba también a pocas cuadras en el Sétimo Congreso de la Confederación Campesina, así como a 10 minutos de este evento, donde Alan García defendía las medidas adoptadas en un mitin eminentemente aprista. Tres discursos diferentes, tres ideologías claramente diferenciadas, tres formas de percibir un mismo suceso y una misma protagonista: la bandera peruana, la misma ya sea tomada por una postura neoliberal, izquierdista o el extraño hibrido que significaba y significa el aprismo, buscaba enarbolar su verdad, anulando las otras, el símbolo patrio como sinónimo de postura política-económica que nos sacaría del atraso, de la pobreza, del caos, del terror.

Cargar la bicolor puede tener infinidad de significados y simbolismos, dependiendo de quien la ostente así como del contexto político-social en el cual nos situemos; rememoremos así que en décadas pasadas y a partir de la migración del campo a la ciudad al producirse las ocupaciones (comúnmente llamadas invasiones), las personas que las realizaban colocaban una bandera al lado de sus improvisadas viviendas como sinónimo de legitimidad, de que lo realizado se transformaba en una especie de conquista de un determinado espacio, en busca de una nueva y mejor vida en la “gran ciudad”. En los noventas, una imagen paradigmática: 6 de abril de 1992, un día después del autogolpe de Estado por parte del naciente dictador Alberto Fujimori, en las afueras de la casa de Roberto Ramírez del Villar, un grupo de diputados y senadores hacían causa común con el entonces presidente de la Cámara de Diputados denunciando el inicio de un gobierno de facto. La arremetida de la policía contra los allí presentes, muestra la imagen de un joven Aurelio Loret de Mola (quien años más tarde como ministro de Defensa fuera sindicado como responsable de la muerte de un estudiante y de los heridos en Puno en un estado de emergencia) al lado de otros tres diputados tomados de los brazos, mostrando una bandera mientras intentaban mantenerse en pie ante un rochabus que los empapaba. La blanquiroja, mojada también, quería evocar entonces el reclamo por el retorno al Estado de Derecho, a la democracia; aquella era sinónimo de rebelión frente a un Gobierno que se presentaba como dictatorial.

No pasaría mucho tiempo para que la misma ondeara en todo el Perú y básicamente en Lima. 13 de setiembre del mismo año, muchas casas amanecieron embanderadas como sinónimo de esperanza, de búsqueda de justicia, de anhelos de paz y sobretodo del fin, o comienzo del fin, de la angustia, de la permanente tensión, del terror. Un día antes, uno de los mayores genocidas de la historia republicana, Abimael Guzmán había sido capturado marcando el principio del fin de Sendero Luminoso. La colocación de las banderas surgió de la misma sociedad civil, fue un acto espontáneo por el cual se daba a entender que el Perú le ganó a la muerte, a la sangre inocente, al terror, el estandarte se tornaba así más blanco que rojo al asemejar a la bandera de la paz.

A inicio de un nuevo siglo, en 2000 y luego de realizada la segunda vuelta electoral en unos comicios descaradamente fraudulentos, el 29 de mayo, en la Plaza Mayor de Lima se llevó a cabo un hecho bastante significativo: el lavado de la bandera peruana. Es así que por iniciativa de diversos colectivos, todos los viernes a partir de esa fecha, todo aquel que quería participar ,provisto de bateas, detergente y, obviamente, de banderas peruanas, se apostaba frente a Palacio de Gobierno para protestar simbólicamente frente al ilegal continuismo de un proyecto cargado de corrupción, abiertamente antidemocrático, antipolítico, como señalara el maestro Carlos Iván Degregori, y violatorio de los derechos fundamentales concretizado en la figura de Fujimori, Montesinos y en el movimiento “Perú 2000”. La bandera como símbolo de un país azotado por los males históricos en el inicio de un nuevo milenio personifica ese estado de cosas por lo que era imperioso su lavado, lavado mediante el cual se buscaba quitarle las terribles manchas ocasionadas por el Gobierno y sus aliados de turno, se quería recuperarla de las manos de quienes le habían faltado, de quienes a través de su comportamiento, la habían violado, flagelado, deshonrado; se buscaba entonces que aquella volviera a las manos de quienes se oponían a lo oprobioso, a las manos del pueblo organizado que tenía como gran objetivo la purificación de la misma.

Podríamos seguir citando decenas de casos en los cuales se quiere identificar a este símbolo patrio con una causa en particular, así de un acto como el anterior se pasó a la confrontación directa en la marcha de los Cuatro Suyos, el 28 de julio de 2000. Aquella fecha, mientras Fujimori juramentaba ante un Congreso parcialmente vacio, las banderas se agitaban en el espectacular enfrentamiento con la policía antimotines, entre el agua lanzada por los rochabuses, los gases lacrimógenos, y las arremetidas constantes de las fuerzas del orden, la bandera personificaba a la rebelión, al levantamiento, a la insurgencia frente a una injusticia legalizada, la bicolor flameba casi invisibilizada, además de por los medios de comunicación, por el humo producto de los incendios en lo que ahora es la Corte Superior de Justicia de Lima, así como la desgracia que significó lo ocurrido en el Banco de la Nación. En esos momentos Lima era una sucursal del infierno, la bandera que se enarbolaba entonces era de búsqueda de la justicia a través de la desobediencia ciudadana.

Cinco años más tarde, contra el organizador de la marcha se “sublevaría” Antauro Humala, hermano del ahora presidente de la Republica. Banderas flameaban reclamando una supuesta traición, increpando el “robo de la democracia” por parte del Gobierno personificado en la figura de Alejandro Toledo. Una rebelión, ilegal y percibida como ilegitima por casi toda la población; sin embargo para muchos pobladores de Andahuaylas no lo fue tanto, sumidos históricamente en la pobreza, carestía y el olvido por parte del Estado, además de la indiferencia y discriminación por parte de sus compatriotas (especialmente los capitalinos), la bandera teñida de sangre por el homicidio de cuatro policías, personificaba para ellos la rebelión contra el olvido, el grito eterno de los marginados en pos de igualdad, de progreso, de reconocimiento.

A fines de la década, la bandera quedaría ensangrentada nuevamente. 5 de junio de 2009, 33 compatriotas muertos, de ellos 24 eran policías y 09 nativos, más de 100 heridos como consecuencia de la aplicación de decretos legislativos que disponían de la propiedad de la tierra de los pueblos amazónicos en clara violación de los artículos 2º, 3º, 4º, 5º y demás del Convenio Nº 169 de la OIT de 1989 referido a los Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes. El denigrante spot publicitario propalado días siguientes a los hechos por parte del Gobierno quedaría corto ante las palabras del entonces presidente García : “Esas personas no son ciudadanos de primera clase que puedan decir, 400 mil nativos a 28 millones de peruanos, tú no tienes derecho a venir por aquí; de ninguna manera eso es un error gravísimo, quien piensa de esa manera quiere llevarnos a lo irracional y al retroceso primitivo”, palabras que sacan a relucir el eterno enfrentamiento entre dos países dentro de uno mismo. Por un lado, el Gobierno portando la supuesta bandera de la modernidad, del progreso, del crecimiento; del otro, los comuneros defendiendo sus tierras, su hogar, su modus vivendi los cuales sentían les serían arrebatados. Quedan en la memoria las terribles imágenes de los enfrentamientos y de las victimas de ambos lados así como un postal en especial, previa al enfrentamiento: las fuerzas del orden frente a los pobladores en el puente de Corral Quemado, aquellos con la bandera peruana en el uniforme, estos portando una bandera “oficial” pues tenía el escudo nacional en el medio, bandera como reclamo, como lucha ante el despojo legalizado, contra la violencia física y moral por parte de un Gobierno que los visibiliza sólo para discriminarlos, para denigrarlos.

Observo banderas flamear en todo el vecindario, la mayoría de ellas colocadas por incuestionada costumbre o por temor a una multa, es 2012 y dicen que más que nunca hay motivos para celebrar las fiestas patrias, que debemos estar orgullosos de ser peruanos, que se crece en lo económico, que nuestra comida conquista al mundo, que una marca con el nombre de un país por quién lucharon miles de personas a lo largo de la historia, muestra lo mejor de nosotros al orbe. Por más que lo intento no logro entender, pareciera que los interlocutores de lo señalado vivieran en un mundo paralelo, me cuesta entender que no se logre o se quiera percibir que precisamente en el mes patrio se produjo la muerte de varios compatriotas a causa del Proyecto Conga, victimas entre las cuales se encontraba Cesar Medina Aguilar quien falleció 6 días antes de su cumpleaños, precisamente su desconsolada madre declaraba: “Me hubiese quedado con él. Mi hijo ha sido bien noble y ha estado pasando con su mochila por ahí a recoger el cuaderno de su amigo y ahí le han dado su balazo, le ha caído en la sien y lo matan a mi hijo. Él ha sido mi hijito el mayor. Quiero que se haga justicia para un muchacho inocente, mi hijo no ha sido callejero ni malo con nadie, y ahora dónde lo tenga diosito en sus manos, en su presencia. Me lo mataron, me lo quitaron, me lo llevaron como si hubiese sido cualquier cosa”. Cesar tenía 16 años, era 8 años mayor que Javier Ríos Rojas, niño asesinado por el Grupo Colina en la masacre de Barrios Altos hace 20 años al intentar proteger a su padre con quien murió abrazado, grupo cuyos integrantes se han visto beneficiados recientemente por un fallo ilegitimo de la Corte Suprema de Lima, incluso uno de ellos Alberto Pinto obtuvo su libertad hace unos días, enunciando cuando salía de prisión que no se arrepentía de nada. Es un mes particularmente sombrío, al constatar también como la Iglesia sigue teniendo un inmenso poder en el país ejemplificado en el retiro de sus títulos a la mejor universidad del país, decisión comunicada un viernes 20 de julio, viernes elegiaco para muchos (en especial para los que pertenecemos a esta casa de estudios) en el cual sin embargo se produjo, después de mucho tiempo, el lavado de la bandera nacional, lavado que buscaba limpiarla de la injusticia institucionalizada, de la ausencia de memoria colectiva, de asesinos sin misericordia como el grupo paramilitar referido; un símbolo patrio que nuevamente busca ser purificado para que así flamee como muestra de respeto por la vida, de justicia verdadera, de dignidad real para todos, de inclusión, de tolerancia, de aprecio por los demás, de reconocimiento en el otro, bandera que debe lucir a media asta, porque más allá de los sueños de cambio y la esperanza en un mejor porvenir, hoy, al igual que ayer, estamos de luto, hoy 28 de julio de 2012 al igual que en el no tan lejano 14 de mayo de 1988, y a menos de una década del bicentenario, no hay nada que festejar.

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junio 25

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Vendas de vitoreo y gras, vendas de pasion y desenfreno; ellos nos insultan, nos humillan, ellos nos anuncian el colofon, proclaman el triunfo del Estado-Nacion.
Excedemos la decena, postal de rigor, numeracion impar; solamente que no tenemos un aliento permanente, que desde las gradas nos halaguen, con una patria que nos respalde.

Bajo un falso equilibrio aguardamos por la liberacion mental, la liberacion carnal, ansiamos compulsivamente la eterna invisibilidad. Relampagos que anuncian el inicio de una infinita lluvia,una que trascendera el tiempo, las fronteras, las memorias. Maxima pena. Siento lava en mi ser mientras escucho tibiamente pedidos de clemencia, alaridos ensordecedores, ideales que se desintegran, sueños de cambio que se alejan.

Recupero la vision, una distinta, una pristina, una testimonial, una real. Los observo: se abrazan, celebran, festejan, lloran de alegria.
El rival naranja ahora se aprecia rojo, increiblemente rojo, posee una tonalidad tan fuerte que hace sangrar aun mas a mis cansados ojos. El coro delira. Violacion sistematica de la razon, detencion y desaparicion del corazon. Sigue leyendo

Dub

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En el cuarto de la desolación veo tu sombra, tu sonrisa y aquella imagen que me juzga, me vigila y me atormenta; esa imagen que me destruye de a pocos.

Instalada estratégicamente en el núcleo de los sueños extraviados, sabe de antemano que el proceso será extremadamente lento,cansino, casi hipnótico.
Por ello está ahí, para hacerme reconocer que lo prístino termino,que el limbo reapareció, que esa ilusión que creía eterna se destruyo. Sigue leyendo

TRAS LAS HUELLAS DEL CENTRO

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Tantas veces temido como olvidado, exagerando sus defectos y falencias, mirándolo con prejuicio o siendo desvalorado en forma sistemática, el Centro Histórico de Lima es una muestra a menor escala de lo que es el Perú. Es así que lo que conocemos comúnmente como el “Damero de Pizarro” viene a cumplir de manera idónea uno de los diez criterios de selección dados por el Comité del Patrimonio de la Humanidad en 2005: “Testimoniar un importante intercambio de valores humanos a lo largo del tiempo o dentro de un área cultural del mundo, en el desarrollo de la arquitectura o tecnología, artes monumentales, urbanismo o diseño paisajístico”. En base a esto, lo que queremos dejar en claro es el hecho que más allá del enorme valor arquitectónico traducido en el arte desarrollado en diversas etapas de la vida colonial y republicana, el Centro de la ciudad condensa lo que fuimos, somos y seremos como país. Es así que no debemos percibir de una manera superficial a las construcciones, monumentos, plazas, palacios, etc., contenidos en ella; sino ver más allá y lograr constatar lo que representan cada una de aquellas desde una perspectiva social.

Tomemos unos pocos ejemplos paradigmáticos para describir lo señalado; así la Plaza Mayor condensa de mejor manera lo que queremos dar a entender, fundada en enero de 1535 por Francisco Pizarro, en la misma se ha suscitado la barbarie traducida en las ejecuciones de los condenados por la Santa Inquisición o las terribles corridas de toros, pero también se proclamó la independencia de nuestro país del sometimiento español, hecho que si bien fue simbólico, ya que supuso la continuación de las estructuras del orden colonial, en el imaginario popular significó un nuevo inicio teniendo a Lima como la cabeza político–legal del mismo. Por otro lado, Palacio de Gobierno, aposento de diversos mandatarios portadores de ideologías de las más diversas pero cuyo accionar ha tendido en la mayoría de ocasiones hacia el autoritarismo más que hacia el consenso, ya sea durante regímenes militares o democráticos; destruido durante la guerra con Chile pero posteriormente remodelado a los 5 años del centenario de la independencia. Otro edificio de sucesos contradictorios es la Catedral de Lima, la misma que fue edificada en el lugar donde estuvo el adoratorio inca del Puma Inti y el Palacio del príncipe cuzqueño Sinchi Puma, descendiente directo de Sinchi Roca, imponiendo una nueva religión, ubicándose en aquella una serie de capillas que demuestran el sincretismo religioso y cultural del Perú, ya que coexisten la de los Santos Peruanos presidida por la imagen de Santa Rosa, primera santa de América, junto con la de San Martín de Porres y otros, pero también podemos encontrar la cripta de Francisco Pizarro, cubierta por completo con mosaicos alusivos a la invasión de nuestro país (lo que algunos llaman conquista). Apreciamos, además, la Capilla de la Virgen de la Candelaria, patrona de la ciudad de Puno, asociada al culto a la Pachamama, el lago Titicaca, las minas y el trueno; a su vez, de simbolizar la pureza y la fertilidad. Sin embargo, en el frontis de la Catedral se produjo recientemente un acto por parte de la comunidad gay en contra de la homofobia llamado “Besos contra la homofobia” lo cual fue fuertemente criticado por el propio Cardenal quien señaló textualmente a los participantes a través de los medios de comunicación que: “No provoquen con manifestaciones en ese lugar por respeto a la Iglesia y la manutención del orden público”. Contradicciones propias de nuestra gran ciudad. Otro de los espacios que no figuran, por así decirlo, en la “historia oficial” es el bulevar de Quilca donde confluye el arte en todas sus expresiones y personas de diversas edades y clases sociales encuentran un lugar común de aventuras y desventuras.

Consideramos así que los lugares descritos sintetizan de mejor manera lo que significa el Centro Histórico de Lima, lugar de frustraciones, tristezas y abusos, pero también de ideales, sueños y proyectos. En síntesis una contradicción permanente a partir de la cual; sin embargo, podemos luchar por un objetivo común: la construcción de una mejor ciudad.

Ensayo ganador del Primer puesto en el concurso “Un Ensayo para el Centro Historico de Lima por sus 20 años como Patrimonio Cultural de la Humanidad”, realizado por FORO PATRIMONIO VIVO Sigue leyendo

LOS ULTIMOS DIAS DE GARCIA

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Lo tuvimos en la década de los 80s al frente de un gobierno desastroso: terrorismo, grupos paramilitares, violación sistemática de los derechos humanos, guerra sucia, desapariciones forzadas, estatización de la banca, hiperinflación, etc. Nadie esperaba su regreso, pues más allá de su verbo florido y sus dotes de mozalbete rebeldebien pensante (características que poseía en aquella época), luego de lo vivido de 85-90 pocos pensarían que saldría nuevamente elegido. Mas no fue así. Año 2001, noche fría de verano, 9 años después de su exilio dorado reaparece en un concurrido mitin en la Plaza San Martin; con su oratoria avasallante se dirigió a los presentes diciendo que regresaba sin rencor -todo quedo atrás señaló- que regresaba sin vanidad, sin soberbia, para más adelante citar emocionadamente a Calderón de la Barca provocando llantos de emoción en muchos de quienes lo escuchaban. Sorprendió al pasar a segunda vuelta, dejando atrás a Lourdes Flores, para terminar perdiendo por muy escaso margen contra el mejor Toledo de la década. Ya para ese momento sabíamos que tarde o temprano regresaría y así es como efectivamente sucedió pues en 2006 y gracias al voto capitalino se hizo de la victoria frente a un novel Ollanta Humala. En los primeros meses de su mandato, existió temor por el desenvolvimiento estatal en el plano económico, temor quizá más emocional-determinista que real, el cual se difuminó con el transcurrir de su gobierno pues a nivel macro la economía se mantuvo estable, mérito no de García sino de la cosecha del gobierno anterior y consecuencia del “triunfo” de las políticas de ajuste estructural de los 90s. Se presentó también un venturoso factor temporal pues, así como el hijo predilecto de Haya tuvo la desdicha de ejercer su primer mandato en un contexto regional de crisis económica, tuvo ahora la suerte de cosechar la siembra -siembra de no muy buena calidad eso sí- de otros gobernantes. En base a lo señalado, observamos cómo día a día se menciona a través de los medios de comunicación masivos -sobre todo de parte de los gobiernistas- y de los círculos empresariales, acerca del supuesto momento cumbre del Perú en lo económico, la prosperidad que se va obteniendo gradualmente,la reducción de la pobreza y otras perlas; pero más allá de que tan ciertas o no sean estas afirmaciones, no logran percibirse por parte de la gran mayoría de peruanos, el supuesto desarrollo, las grandes cifras, la mentada prosperidad parece no llegar, ni siquiera por chorreo, hacia el pueblo, y al decir pueblo no se quiere hacer referencia solamente a las personas que viven en situación de pobreza o pobreza extrema, sino a la población ninguneada, vilipendiada y muchas veces invisible -la cual en el presente gobierno no fue únicamente la población de escasos recursos- por parte de quien jamás debió hacerlo: el Presidente de la República. El bajo nivel de aprobación con el que termina su gestión no se debe solamente al desgaste natural luego de 5 años de ejercicio del poder, sino también y principalmente al continuo maltrato por parte del Jefe de Estado hacia todos aquellos que no concuerdan con su pensamiento y/o con sus acciones; maltrato ya sea verbal, ya sea no verbal pero siempre mediático, el cual queda ejemplificado a través de 3 episodios, tomados ya sea por su importancia o por la manera en que grafica lo acabado de señalar, de los muchos que se suscitaron en el presente quinquenio:

1. La Huelga del SUTEP: Junio de 2007, los maestros realizan un paro de 24 horas en rechazo al dictamen de la Ley de Carrera Pública Magisterial, aprobado en la Comisión de Educación del Congreso. Más allá de si se trataba o no de un reclamo coherente, además de justo, el presidente realiza unas desafortunadas, a la vez que ofensivas, declaraciones en Puno, en donde fue objeto no sólo de pifias sino también de una lluvia culinaria como tomates, naranjas y huevos. Es así que luego de subir al estrado y largar a un policía que quería protegerlo con su escudo de los objetos que le lanzaban- Saque eso de aquí carajo, le dijo- señaló de manera desafiante: “A pesar de la protesta de los ociosos, a los ociosos que no saben enseñar, no vamos a permitir pretendan enseñar a nuestros hijos una educación de pésima calidad, pero les vamos a dar otra oportunidad para que vuelvan a la universidad para que aprendan. Qué bueno que el Perú pueda ver como enfrento a los ociosos y a los demagogos. Notifico al SUTEP y a los malos maestros, se acabó la mamadera”. De vuelta en la capital durante una ceremonia de entrega de llaves en un conjunto habitacional, tildó de comechados a los maestros y desde Palacio de Gobierno señaló: “El único argumento de estos dizque profesores es tener una piedra en la mano. Se trata de la justificación más primitiva de la historia, están casi homínidos, casi en el simio”. Días después se publicaría en el Diario Oficial “El Peruano” el Reglamento de la Ley que tipifica a la educación básica regular como servicio público esencial con las evidentes consecuencias jurídicas del caso. Vemos una vez más el desprecio hacia quienes no concuerdan con el pensamiento presidencial, el recurso facilista al insulto y la denigración, la animalización del contrincante como método, la promulgación de leyes con nombre propio. Además de la provocación. Lejano se ve ahora el históricamente buscado Frente Único Aprista, adiós aliados en el pueblo.

2. El Terremoto de Agosto de 2007: 7.9 grados, terribles consecuencias para las provincias de Pisco, Ica, Chincha, Huancavelica, Yauyos y Lunahuana, cientos de muertos, miles de heridos y damnificados, además de grandes pérdidas económicas. A dos horas de producido el desastre, García minimiza lo ocurrido al señalar: “No se produjo una catástrofe con un inmenso número de víctimas?, a la vez, disculpa indirectamente a Telefónica -por la falla en las vías telefónicas después de producido el sismo-, achacando la culpa a los alcaldes por la oposición a la instalación de antenas telefónicas. Días siguientes señaló: “Nadie va morir de sed ni de hambre en las provincias afectadas y quien quiera armar alboroto porque le gusta armar alboroto va a tener que sufrir las consecuencias”. Un año después cuando, el entonces Premier, del Castillo visitó Pisco para presidir la ceremonia por el 187 aniversario del desembarco de San Martin en la Bahía de Paracas, al momento de pronunciar el discurso respectivo fue pifiado por gran parte de la población, acusando de este hecho al propietario de Radio-Televisión Orión de Pisco, el Sr. Eloy Yong Meza de azuzar a la población y de tener un comportamiento subversivo e instigar a la violencia.Tiempo después al visitar Pisco para inaugurar un colegio acompañado de su casi gemelo político Álvaro Uribe; García sería pifiado también quedando como imagen digna de una postal la rápida huída emprendida al notar que los pobladores indignados se acercaban cada vez más a su comitiva. Soberbio, altanero, insensible ante el dolor ajeno, anteponiendo la amenaza y la represión sobre la humanidad y la ayuda inmediata, censurando fácticamente -mediante su cierre- a la emisora que según su premier incitaba a la violencia y en el colmo de la irracionalidad rechazar la ayuda extranjera brindada por el equipo de Bomberos Españoles de la ONG K-9 De Creixell, quienes se vieron obligados a dejar el país debido a la ausencia total de seguridad en la zona, mediante la frase:”el que tenga miedo que se marche”. La tristemente célebre iniciativa de un político de extrema derecha respecto a la creación y distribución del llamado “Pisco 7.9” como señal de agradecimiento hacia los países que colaboraron con las víctimas del terremoto fue calificada por como anecdótica por el presidente.

3. La Tragedia en Bagua: Un año antes sustentando sus argumentos sobre el “El Perro del Hortelano”, extenso artículo publicado en el diario “El Comercio”, García ya había dejado bastante clara su posición con respecto al desarrollo del país y en concreto al de la sierra y selva peruana. Criticaba al Parlamento por no aprobar leyes que otorguen la propiedad de determinadas áreas de la selva amazónica y añadía: “Tenemos 17 millones de hectáreas que para nuestros queridos hermanos y campesinos andinos no tienen valor, pero para cualquier inversionista con muchos recursos y tecnología tiene un inmenso valor, pero alguien ha inventado que esas son tierras sacras”; pensamiento que lamentablemente un año después se haría realidad: 5 de junio de 2009 , 33 compatriotas muertos, de ellos 24 eran policías y 09 nativos, más de 100 heridos como consecuencia de la aplicación de decretos legislativos que disponían de la propiedad de la tierra de los pueblos amazónicos en clara violación de los artículos 2º, 3º, 4º, 5º y demás del Convenio Nº 169 de la OIT de 1989 referido a los Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes. Días después un repudiable spot propalado por los medios de comunicación masivos, cuya voz en off señalaba que los policías fueron asesinados con ferocidad y salvajismo, que no hubo enfrentamiento, que fueron degollados; a la vez que se mostraban cruentas imágenes de los cadáveres de los policías y a los nativos como personas violentistas, como cuasi salvajes. Desafortunadísimas declaraciones nuevamente, tanto del Gabinete como del presidente, quien desvía la atención con respeto a la tragedia, señalando que se trataría de un complot internacional por parte de Venezuela para añadir al pasar los días una infame afirmación: “Esas personas no son ciudadanos de primera clase que puedan decir, 400 mil nativos a 28 millones de peruanos, tú no tienes derecho a venir por aquí; de ninguna manera eso es un error gravísimo, quien piensa de esa manera quiere llevarnos a lo irracional y al retroceso primitivo”. Discriminación étnica y de clase, equiparación de quienes piensan distinto con lo primitivo, como la antítesis del desarrollo, como seres carentes de raciocinio y racionalidad. Soberbia una vez más, ninguneo e invisibilidad de quienes no concuerdan con el discurso oficial o no encajan en el mismo, desconocimiento de la legislación nacional e internacional, ensalzamiento del mercado como verdad científica. Bye bye antiimperialismo.

Vemos a lo largo de estos 3 ejemplos una conducta sistemática, reiterativa de parte del mandatario por posicionarse de espaldas al pueblo, de ataques desmedidos, de insultos de diverso tipo, de ninguneo, ridiculización y humillación a todo aquel que no esté de acuerdo con sus ideas o que no se alinee a ellas. El García que regreso en 2001 y más aún el que asumió el gobierno en 2006 tuvo la oportunidad de apartarse de la imagen del político de orgullo desmedido, que cree saberlo todo, lejano para el peruano promedio, imagen que cosechó en los 80s, década en la cual también manejaba un discurso más orientado hacia la izquierda, enfocado hacia las clases populares, con un pensamiento más próximo al APRA primigenio, un pensamiento más idealista. Pero también más falso; y es que el García de la campaña presidencial de 2001 se pareció al de la de 2006 y también -a pesar de los años transcurridos- al de la campaña de1985, pues avalado en su carisma y verborrea denunció muchos de los viejos y nuevos males del Perú para una vez en el cargo hacer todo lo contrario; una vez más cargo con la izquierda y mató con la derecha. Fueron tan solo palabras, pues la actitud no cambió. Permaneció el doble discurso, que una vez en el gobierno se volvió uno solo con características de credo; dejo de lado las palabras rimbombantes y adornadas para mostrar su verdadero rostro, aquel que no cambio en más de veinte años. Quizá aprendió la lección demasiado en serio, quiso apartarse de cualquier discurso y acción de verdadera justicia social ejecutando el tiro de gracia al Programa Máximo del APRA al anular con sus acciones el quinto punto del mismo -el que junto al segundo podría mantenerse aún vigente- el cual es la solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo. Su falta de empatía -ponerse en el lugar del otro- ver a todo el que no pensaba como él como un obstáculo, como alguien que lo estorbaba, incluso en su libertad ambulatoria -sino recordemos la patada propinada a Jesús Lora-, su facilidad para agredir a todo aquel que lo criticara- como la cachetada propinada a Richard Gálvez. Las confesiones tristemente célebres hechas a Jaime Bayly como: “La plata viene sola”, “Si gana Ollanta hago golpe de Estado”, o sus declaraciones en 2009 en una Reunión de Ejecutivos Bancarios de América Latina cuando señaló: “En el Perú el presidente tiene poder, no puede hacer presidente al que él quisiera, pero si puede evitar que sea presidente quien él no quiere. Yo lo he demostrado”, no hacen sino confirmar lo ya señalado.
García llega al final de su gobierno demostrando que el cambio responsable proclamado en su campaña jamás se produjo, que el continuismo del crecimiento económico para unos pocos continua, que el pan con libertad jamás llego, solamente la libertad para atacar , minimizar y ningunear, tal como se hizo históricamente, de las más diversas formas, con los menos favorecidos; el imaginario popular negativo hacia las instituciones del Estado y a quienes las representan continua intacto, no se percibe el tan mentado crecimiento económico más si a la clase política -léase presidente- más lejos que nunca, pero siempre de espaldas al pueblo. Los actuales candidatos demuestran lo señalado, ninguno de ellos es el que la clase dominante quería; Ollanta Humala identificado con las clases menos favorecidas del país, Keiko Fuijimori identificada con el gobierno de su padre en el cual participó, gobierno que si bien cometió muchas atrocidades tuvo la “inteligencia” del clientelismo, del pan y circo, el oportunismo político de visitar y hacer obras en lugares a los que jamás llegaron anteriores gobernantes.
Luego de las elecciones, todo empezará de nuevo, ojalá esta vez elijamos mejor, porque la lección del malo conocido no la aprendimos y menos aún el protagonista hizo algo al respecto para cambiarlo. Como reflexión final, cabe citar al maestro Carlos Iván Degregori, recientemente fallecido, quien en una entrevista señaló: “García posee una concepción cultural del país que no coincide en absoluto con lo que es el Perú hoy, por lo tanto ¿en qué país vive?, ¿qué país conoce él?, ¿qué país cree que gobierna?; eligiendo la manera más dura de desarrollo más que pro-empresa, pro empresario, la política social del gobierno no ha beneficiado, no ha reducido las desigualdades y debe notarse el desprecio que él tiene, es el presidente que más desprecia a sus ciudadanos. Un Alan más papista que el Papa y por ende te cuadricula toda la selva, todo el subsuelo selvático, las gasíferas, las madereras, etc”.
Lo vamos a extrañar mucho maestro Degregori, respecto de quien habla, todo lo contrario.

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EL VOTO POR EL OLVIDO

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Luego de la encuesta propalada el domingo pasado por los medios de comunicación, vemos el panorama de forma más clara: La campaña de demolición contra uno de los candidatos a la presidencia, orquestada por los grupos de poder tanto económicos como mediáticos, está logrando su cometido. Se ve una vez más cómo –tal como ocurre a lo largo de la historia de nuestro país- el dinero, el poder, los intereses creados y la manutención de éstos se impone a lo que debería ser una norma generalizada en el proceder ciudadano y encontrarse anclado en el imaginario social de todos los peruanos: la Memoria. Memoria para recordar el autogolpe de Estado de abril de 1992, golpe que defendió encarnizadamente el ahora reaparecido y reciclado Hernando de Soto, autogolpe que puso los cimientos para la posterior dictadura o democradura, como mejor prefiera llamarse, de mediados y finales de los noventas.

La gente parece haber olvidado el asesinato de un niño abrazado a su padre en Barrios Altos, la matanza de los estudiantes y un profesor de la Universidad Enrique Guzmán y Valle, los crímenes sin nombre del Santa, la persecución y muerte de dirigentes sindicales , entre los que se encontraba el recordado Pedro Huillca, cuyo reclamo era por mejoras laborales -que hasta hoy parecen no llegar aun así se grite a los cuatro vientos desde Palacio de Gobierno del mal llamado “milagro peruano”-, la gente parece no recordar la gran cantidad de detenidos -desaparecidos, las ejecuciones extrajudiciales, el gatillo fácil al que se recurría cuando se producían motines en las cárceles, las esterilizaciones forzadas de miles de mujeres como parte de un supuesto plan de control de la natalidad, el control de los medios de comunicación, de cuyo olvido hace gala la Asociación Nacional de Radio y Televisión que en su último comercial -que más se asemeja a un microprograma con aires de publirreportaje al gobierno actual- proclama el respeto a la libertad de empresa y de expresión, libertades que se vieron seriamente afectadas durante el Fujimorato, recurriendo a la SUNAT en el primer caso como arma para atacar a las empresas que no le seguían el juego al Gobierno y en el segundo acabando con los sindicatos, persiguiendo a las organizaciones de estudiantes, ninguneando a los críticos del Régimen tal como ocurrió durante la campaña de 2000 al impedir difundir sus propuestas por los canales de señal abierta y de cable a los candidatos que competían con Fujimori como fueron los casos de Alberto Andrade -quien jamás pudo recuperarse de los ataques recibidos-, Luis Castañeda y Alejandro Toledo; tampoco parece que se recuerda el control del Poder Judicial y su sometimiento servil al Ejecutivo, la proliferación de los mal llamados diarios chicha que además de aniquilar opositores desviaban la atención de los temas de interés nacional- recordemos sino al invento de la prensa llamado “El monstruo de los cerros”.

Que todo esto sea desconocido o ignorado por parte de la población más joven parece –siendo bastante flexibles claro esta-entendible, pero ¿qué hay respecto de las personas mayores y/o de quienes vivieron en carne propia aquella época? Dicen algunos quienes votarán por Keiko Fujimori, que lo harán por convicción o porque no les queda de otra, que la candidata no debe cargar con los “pecados” del padre, sin embargo, cabe señalar que no fueron únicamente los crímenes de su padre, fueron también los crímenes de ella ; Keiko asumió el cargo de primera dama luego de que se suscitaran los problemas entre sus padres por la denuncia de Susana Higuchi por el mal uso de la ropa donada por el Gobierno de Japón por parte de la madre y la hermana de quien fuera su cónyuge; al ostentar el cargo tenía acceso directo al día a día de Palacio, a lo que ahí se tramaba y cocinaba, y en el remoto caso que no fuera así, la misma candidata despejó las dudas en el debate presidencial de la primera vuelta electoral al decir: “Represento al Fujimorismo , al gobierno que con eficiencia y capacidad de gestión pudo resolver los grandes y pequeños problemas en nuestro país”. Por ello, suena risible que diga no saber si Montesinos ha cometido delito alguno, que luchará por las madres de familia cuando avaló que a miles de mujeres se les quitara la posibilidad de traer vida, que diga que cree en la democracia cuando en los noventas el Perú se caracterizó por una institucionalidad aparente que en realidad era una dictadura, que luchará por los jóvenes cuando durante el Fujimorato todo aquel que alzaba su voz de protesta era tildado de terrorista, que respetará la ley cuando se cambió la Constitución para favorecer a los intereses del Régimen e inclusive se intentó denunciar tratados de derechos humanos, que brindará seguridad cuando durante el lapso 95-2000 los niveles delincuenciales aumentaron de forma más que alarmante Pero más aún cuesta creer que muchas personas de diversos estratos socio-culturales voten por una persona con tales antecedentes, sopesando la manutención de una supuesta seguridad económica en oposición a la memoria de tantas víctimas de crímenes, atropellos y abusos.

El triunfo de Keiko Fujimori supondría el reconocimiento al genocidio, reconocimiento a un asesino juzgado en un proceso histórico a nivel mundial en el cual se determinó su autoría mediata por los crímenes cometidos; no se trata aquí de elegir el mal menor entre dos candidatos, es el no permitir que retorne -ya que el 90% del equipo de Keiko es el que mismo que cogobernó con su padre- la corrupción, la injusticia, el descaro, la guerra sucia, el pan y circo, el servilismo hacia los poderosos de siempre y el ninguneo a los más necesitados, en especial, el no regreso de la injusticia hecha persona que nos muestra un rostro sonriente y amigable mientras que su pasado habla por sí solo.

Keiko tuvo la oportunidad de marcar distancias de su padre, mas no lo hizo cuando debía, ¿error de estrategia?, ¿de juventud? Debió reconocer los excesos -por no decir barbaridades- y marcar un antes y un después. Parece ser que tampoco tiene memoria, al menos una que le permita separar lo bueno de lo malo. A fin de cuentas, la candidata del Fujimorismo no es culpable de que un peruano no recuerde el dolor de otro peruano, o que quizá no le convenga hacerlo. El no recordar, el olvidar como mal estructural. Olvidar no como paso a perdonar o lograr una verdadera reconciliación nacional sino el olvidar como paso a la impunidad, como paso a la injusticia. Memoria para recordar lo que fue y lo que pudo ser, memoria que debería servir para aprender de los errores del pasado y no volver a cometerlos. Lamentablemente parece que la historia, una vez más, esta condenada a repetirse.

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