Archivo del Autor: Jan Marc Rottenbacher de Rojas

Acerca de Jan Marc Rottenbacher de Rojas

Licenciado en Psicología Social por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Profesor del Departamento de Psicología de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Miembro del Grupo de Psicología Política de la PUCP.

Conocimiento científico y conocimiento ordinario

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“No hay enfermedades, sólo enfermos”
Aserción de la Medicina Actual

“(…) una nueva verdad científica no triunfa por medio del convencimiento de sus oponentes, haciéndoles ver la luz, sino, más bien, porque dichos oponentes llegan a morir y crece una nueva generación que se familiariza con ella”
Max Planck

Pareciera evidente que debemos reconocer, ante todo, la prioridad de la experiencia inmediata. Esta experiencia tiene prioridad por su original inmediatez, porque la vivimos y experimentamos antes de cualquier conceptualización y aparición de significados, porque es el modo fundamental en que se nos ofrece el mundo y porque es el fenómeno básico para toda clase de actividades, incluyendo la misma ciencia. Sin embargo, también parece claro que esta experiencia, antes de ser ubicada en un contexto personal, cultural y social que le asigne significados, es simplemente amorfa y sin sentido alguno.
Pero la ciencia es, en último análisis, conocimiento, como lo indica su nombre. Sin embargo, suele ser considerada como conocimiento de un género determinado, conocimiento de leyes generales observadas en casos particulares. Este rasgo diferenciaría el conocimiento científico del conocimiento local y ordinario referido a un caso, entidad, hecho o individuo particular. Ya los filósofos escolásticos solían repetir que scientia non est individuorum (la ciencia no trata de individuos o casos particulares).

Según esta orientación, las ciencias serían –utilizando la terminología de Windelband– disciplinas nomotéticas, es decir, que estudiarían solamente leyes de amplia aplicación, preferiblemente universales, y la individualidad sería estudiada solamente por la historia, el arte o la biografía, cuyos métodos son idiográficos.
No obstante, el estudio de la individualidad puede alcanzar también una “universalidad” o generalidad en algún aspecto y en alguna medida, nada despreciable en cuanto a su importancia y utilidad. Por ejemplo, el estudio profundo de un individuo o de una entidad puede evidenciar una estructura personal o particular con un conjunto de rasgos y disposiciones peculiares que, aunque pertenecen únicamente a esa persona o entidad, describen y pueden predecir e incluso ayudar a “controlar” su conducta a lo largo de un extenso período de su vida. Aquí tendríamos un tipo de universalidad “temporal” –porque se extiende a muchas situaciones en el tiempo–, que puede ser más útil, en relación con el individuo o entidad, que la universalidad “espacial” o “extensional”, referida a un elemento de muchos sujetos o entidades.
Por otro lado, es posible que la naturaleza del objeto sea única, tan irrepetible e irreproducible como la explosión de una estrella nova, la erupción de un volcán, un terremoto, determinada revolución política o el fenómeno de doble personalidad. En casos similares, a la ciencia no le queda otra alternativa que estudiar esos casos únicos en sí, ayudada, naturalmente, por su mejor equipo teórico.
Otra característica, objeto de frecuente discusión, es la comunicabilidad de la ciencia. Si un conocimiento no es comunicable -suele decirse- no es científico. La razón principal de ello es que el conocimiento se considera como algo intersubjetivo que debe gozar de cierto consenso entre la comunidad científica.
En gnoseología se estudia un tipo de conocimiento estrictamente personal, el conocimiento vivencial, el comprender (Verstehen) profundo, tan frecuente en las disciplinas humanas y tan experimentado y vivido por los psicólogos clínicos y por los artistas. Estos hombres pueden captar una realidad singular y particular a un gran nivel de profundidad, y comprender los nexos y las complejas interrelaciones que constituyen ese ser individual, así como tener una vivencia muy peculiar y casi mística que les lleva a una cierta identificación con el objeto de estudio. En este caso, el sujeto poseería un conocimiento cierto, pero no científico; es decir, hablando etimológicamente, un conocimiento no-conocedor, cosa absurda.
En cuanto al hecho de que se dé cierta intersubjetividad o consenso –otro criterio de la “cientificidad”– recordemos que Galileo estaba solo con sus teorías y que los “sabios” del tiempo, los doctores en filosofía, en derecho, en astronomía y en teología, calificaron sus teorías como “absurdas y filosóficamente falsas”. Y mucho tiempo antes, el astrónomo Ptolomeo había considerado la idea de que la tierra se movía, como extraña, vieja (de los griegos) e “increíblemente ridícula”.
Así como el que canta extra corum, por muy bien que lo haga y sea el único que está en lo cierto, siempre da la impresión de estar “desentonado”, así las comunidades “científicas” censuran duramente al que rompe la “armonía” del paradigma aceptado y compartido, aun cuando ello sea para corregir falacias inveteradas.
En general, la gran mayoría de los hombres destacados y, sobre todo, los que han dado origen a las revoluciones científicas (como Copérnico, Galileo, Newton, Darwin, Planck y otros), se han quedado solos durante mucho tiempo y, en repetidas circunstancias, se les consideró como faltos de “sentido común” (y con razón, pues ese sentido común estaba errado) y alienados (cosa igualmente cierta en cuanto separados del común pensar y obrar). Por esto, Max Planck escribió con tristeza en su Autobiografía que “una nueva verdad científica no triunfa por medio del convencimiento de sus oponentes, haciéndoles ver la luz, sino, más bien, porque dichos oponentes llegan a morir y crece una nueva generación que se familiariza con ella”.

El conocimiento ordinario

En los diferentes discursos sociales de algunos postmodernistas, como Michel Maffesoli, aparecen continuamente los términos “país”, “territorio”, “espacio”, cosas todas que indican un sentimiento de pertenencia, algo emocional: el lugar constituye un vínculo, un lazo que no es abstracto, teórico, racional. Un lazo que no está constituido a partir de un ideal lejano, sino, más bien, lo contrario, se apoya, orgánicamente, sobre la posesión común de valores enraizados: lengua, costumbres, cocina, posturas corporales; cosas todas cotidianas, concretas, unidas en una paradoja, que es sólo aparente, y que constituye lo material y lo espiritual de un pueblo. Debemos reflexionar sobre esto: tal ‘materialismo espiritual’ (sic), vivido localmente, es el que va a tomar, cada vez más, el lugar de la política en sus diferentes modulaciones (Maffesoli 2000b).
Estamos, entonces, ante “el fin de las ideologías”, de los “grandes relatos de salvación al estilo de una metafísica o ideología”; “hay un primado de la singularidad de las formas antes que de la universalidad de los valores, de la inteligencia de las situaciones antes que de la vanidad de las generalizaciones” (Maffesoli, en Champetier 2003), y su transfiguración en los “pequeños relatos”, específicos, propios de la “tribu” que los detenta, ligados a un territorio dado, a los lenguajes juveniles, a los dialectos locales, a los sincretismos filosóficos o religiosos; son nuevas formas de sociabilidad unidas en un compartir de emociones, en las cuales lo no-lógico, la pasión y lo imaginario juegan un papel importante (2003).
En su obra Elogio de la Razón Sensible (1996), enfatiza Maffesoli las intuiciones y destellos de esta “razón sensible”: que considera como una manera de aproximarse a lo real en su más fluida complejidad; una conjunción de lo material y de lo espiritual y no una oposición. La razón sensible se dedica a destacar el papel de lo afectivo, de las interacciones y de lo subjetivo. Es una razón abierta hacia lo imaginario, lo lúdico, lo onírico social y es aún más rica porque sabe integrar, de manera homeopática, estas obras que nos constituyen. La verdad absoluta se fragmenta en verdades parciales que conviven.
Serge Moscovici, por su parte (1983, 1984), acentúa la postura fenomenológica, dándole el rango epistemológico de ciencia (frente y en oposición al conocimiento científico clásico), al considerar las “representaciones sociales” como una forma de conocimiento social específico, natural, de sentido común y práctico, que se constituye a partir de nuestras experiencias, saberes, modelos de pensamiento e información, que recibimos y transmitimos por la tradición, la educación y la comunicación social.
Las “representaciones sociales” son modalidades de pensamiento práctico orientadas hacia la comunicación, la comprensión y el dominio del ambiente social, material e ideal. En este sentido, presentan caracteres específicos para el plan de organización de los contenidos, de las operaciones mentales y de la lógica, y para cuya plena comprensión habrá siempre que referirlas a las condiciones y contextos en que emergen, a las comunicaciones por las cuales circulan y a las funciones que desempeñan en la interacción con el mundo y con los otros. Así, pues, “las representaciones sociales son sistemas cognitivos que tienen una lógica y un lenguaje particular… destinados al descubrimiento de lo real y a su ordenamiento” (1984: 380). “La ciencia –dice Moscovici– estuvo, en otro tiempo, basada en el sentido común e hizo que el sentido común fuera menos común; pero, ahora, el sentido común es la ciencia hecha común” (1983: 221).

Fragmentos tomados de: Martínez-Miguélez, M. (2006). Conocimiento Científico General y Conocimiento Ordinario. Cinta Moebio 27, 1-10. Para acceder al texto completo de Miguel Martínez-Miguélez haga click Aquí

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La Etnometodología

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La etnometodología empieza a ser conocida en los sesenta y parece proporcionar la crítica más drástica de la sociología establecida. Parecía dinamitar las concepciones epistemológicas que subyacían a la sociología positivista, sustituyéndolas por otras completamente distintas. En una época en la que se competía por adoptar las posturas más radicales, la etnometodología parecía «llevarse la palma» del radicalismo. Las primeras impresiones sobre la etnometodología se formaron con muy poca información (en buena parte sobre la base de rumores). Los escritos existentes tendían a circular mimeografiados entre un grupo de iniciados. A medida que se dispuso de más información, se fue disipando la idea de que la etnometodología suponía un fuerte reto para la sociología, al que ésta debía hacer frente. Va surgiendo la impresión de que se trata de una especie de juego, de una nueva pequeña locura de la California de los sesenta. Se fija la atención en los «experimentos disruptivos» de Garfinkel y se tiende a pensar que la etnometodología sólo consiste en eso. Sin percibir que esos «experimentos» tenían un puro carácter ilustrativo, se los utiliza para estereotipar estigmatizadoramente a la etnometodología, considerándola una excusa para hacer tonterías, para embarcarse en juegos provocativos.

Algunos conceptos básicos:

1) La realidad como actividad reflexiva. Para los etnometodólogos, todos estamos embarcados en un proceso de creación de realidad social a través de nuestros pensamientos y acciones. Sin embargo, raramente somos conscientes de este proceso (en general, porque nos lo ocultamos a nosotros mismos). Por eso utilizan los etnometodólogos los «experimentos disruptivos».
2) La realidad como cuerpo coherente de conocimientos. Las personas en sus vidas cotidianas, así como los sociólogos que las estudian, organizan el mundo en realidades coherentes. Pero surgen problemas cuando el científico social impone un orden que no es el mismo que el de los actores. Los etnometodólogos, con su compromiso básico con el estudio de la reflexividad, son más conscientes de este problema y se esfuerzan por limitar las distorsiones.
3) La realidad como actividad interactiva. La realidad social no está simplemente «ahí fuera». Su existencia depende más bien de la incesante interacción recíproca y construcción social de la realidad de los participantes.
4) La fragilidad de las realidades. Las realidades sociales no son sólidas estructuras, sino creaciones muy frágiles que pueden quebrarse de diversos modos. Dada su fragilidad, las realidades sociales pueden ser quebradas tanto por el etnometodólogo como por el profano, con la diferencia de que el etnometodólogo puede forzar conscientemente esa disrupción («experimentos disruptivos») para estudiar el proceso de construcción de la realidad.
5) La permeabilidad de las realidades. Las personas viven en diversos mundos sociales, pudiendo moverse de una a otra realidad. Así, conductas que resultan reprensibles en un determinado contexto social pueden ser aceptables en otro contexto distinto.

Explicaciones
El proceso de explicación (accounting) es aquel mediante el cual las personas dan sentido al mundo. Las explicaciones (accounts) son los modos como los actores hacen cosas tales como describir, analizar, criticar e idealizar situaciones específicas. Los etnometodólogos dedican mucha atención al análisis de las explicaciones de las personas, así como a los modos como las explicaciones son ofrecidas y aceptadas (o rechazadas) por los demás. Esta es una de las razones por las que a los etnometodólogos les interesa el análisis conversacional. También el trabajo de los etnometodólogos (y, en realidad, el de todos los sociólogos) debería ser considerado como una serie de explicaciones que son analizables del mismo modo que todas las demás explicaciones.

Indicialidad
El término «indicialidad» procede del campo de la lingüística, donde se refiere a aquellas frases que tienen distintos significados en distintos contextos. Los etnometodólogos consideran que todas las explicaciones deben ser interpretadas dentro de su contexto específico. Esto significa que los etnometodólogos no quieren imponer a los actores su visión del mundo, prefiriendo intentar empatizar con dichos actores, poniéndose en su lugar e intentando contemplar la realidad desde su perspectiva. El decir que una expresión es «indicial» equivale, pues, a subrayar que el significado de esa expresión está ligado a un contexto específico. El fenómeno de la indicialidad dirige la atención hacia el problema de cómo los actores en un contexto construyen una visión de la realidad en ese contexto, desarrollando expresiones que invocan su común visión sobre lo que es real en su situación.

Acción e interacción reflexivas
Gran parte de la interacción humana es reflexiva. Los humanos interpretan señales, gestos, palabras y otras informaciones de otros humanos de modo que se sostenga una determinada visión de la realidad. Incluso la evidencia contradictoria es interpretada reflexivamente para mantener un cuerpo de creencias y de conocimientos. El concepto de reflexividad se refiere, pues, a cómo las personas en interacción mantienen la presunción de que están guiadas por una determinada realidad. Gran parte de la investigación etnometodológica se ocupa de cómo se produce la interacción reflexiva (es decir: de qué conceptos y principios pueden desarrollarse para explicar las condiciones bajo las cuales es probable que ocurran distintas acciones reflexivas entre partes interactuantes).

Fragmentos del artículo: Etnometodología: Una explicación de la construcción social de la realidad (Caballero, J.J. 1991) Para revisar el artículo de Juan José Caballero Romero, haga click Aquí Sigue leyendo

Epistemología Evolucionista

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Antonio Diéguez (2003) realiza una revisión muy precisa de acerca del problema de la naturalización de la epistemología a través de su artículo: ¿Qué es la Epistemología Evolucionista? A continuación presentamos la introducción del artículo:

“La epistemología o teoría del conocimiento tradicional presuponía que la tarea de analizar el conocimiento humano, en la medida en que era una tarea filosófica, podía hacerse de un modo a priori, ya fuera mediante el análisis conceptual, lógico, o trascendental; sin necesidad, por tanto, de recurrir a los resultados de la investigación empírica. En 1969, en un trabajo titulado “La naturalización de la epistemología”, el filósofo norteamericano W. v. O. Quine defendió la tesis de que este modo de proceder era erróneo y que la epistemología debía naturalizarse. Dicha naturalización significaba que la epistemología debía abandonar los procedimientos especulativos y a priori que la venían caracterizando y pasar a formar parte de las ciencias empíricas; en particular, según Quine, de la psicología. Esta propuesta de naturalización de la epistemología ha tenido un éxito creciente desde entonces y ha tomado diversas formas. No todos sus defensores aceptan, sin embargo, la disolución de la epistemología en una ciencia empírica, sea la psicología o cualquier otra. Para muchos, de lo que se trata es de propiciar un acercamiento entre la epistemología y las ciencias empíricas, de modo que la epistemología deje de ser una disciplina con pretensiones de fundamentación de la ciencia y pase a ser un campo en el que la investigación se produzca tomando como base los resultados de aquellas ciencias que, de un modo u otro, tienen algo que decir sobre el conocimiento. En todo caso, la corriente en favor de la naturalización de la epistemología ha tenido el efecto positivo de propiciar un intenso debate interdisciplinar en el que los filósofos y los científicos pertenecientes a distintas disciplinas han participado de manera fructífera.
A partir de la década de los 80 -si bien las obras pioneras puedan datarse mucho antes- este proceso de naturalización de la epistemología ha tomado dos orientaciones principales, en modo alguno excluyentes. Por un lado están los trabajos cuyo punto de partida han sido los avances recientes de la psicología cognitiva (estudios empíricos sobre razonamiento, percepción, clasificación, etc.) y de las restantes ciencias cognitivas, especialmente la Inteligencia Artificial. Ronald Giere, Alvin Goldman, Paul Thagard y Paul Churchland son algunos de los nombres más destacados en este ámbito (cf. Martínez Freire 1997). Por otro lado están los trabajos que recurren a la biología para indagar las bases evolutivas de las capacidades perceptivas y cognitivas humanas; y dado que es la teoría de la evolución la que suele utilizarse como recurso explicativo principal, este enfoque suele denominarse “epistemología evolucionista”.

Para acceder al artículo completo en PDF publicado en Teleskop haga click Aquí
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La Historia Oficial y la Identidad Nacional

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“En la antigua Grecia, Clío, musa de la historia fue, según el mito, hija de Zeus y de la diosa Mnemósine. Esta última era la personificación de la memoria, ella sabía todo lo que ha sido, es y será. La relación mitológica entre madre e hija, haría pensar que, para los antiguos griegos, la historia era fruto de la memoria y no al revés (Regalado, 2007).
En los pueblos que utilizan la tradición oral esto puede ser, en gran medida, aceptado como cierto. Los hechos retenidos en la memoria, transmitidos de generación en generación, contaban la historia de los grupos, la que se tomaba por cierta (Portocarrero y Oliart, 1989).
El desarrollo de la escritura, el crecimiento de las sociedades y su complejidad, y el establecimiento de instituciones políticas, cambió dramáticamente la aparente sencillez de la relación inicial entre la memoria y la historia (Hobsbawm, 1991).
Como vamos a exponer en esta tesis, esta relación se invirtió, siendo, en las sociedades contemporáneas, la memoria fruto de la historia que se narra a través de la educación escolar, y que define en última instancia, qué es lo que debe recordarse y cómo debe recordarse (Portocarrero y Oliart, 1989).
Las naciones como concepto y realidad, de origen bastante reciente, se convirtieron en las unidades políticas que conforman el mundo actual. Surgió la necesidad, si no la obligatoriedad, de la identificación colectiva con esta nueva forma de organización política, generalmente, muy compleja, de extensa dimensión geográfica y numerosa población. Esta identificación con algo espacialmente tan extenso y socialmente tan complejo, debía basarse en símbolos más que en relaciones personales de consanguinidad o parentesco (Pérez, 1999). La mayoría de estos símbolos los podía proporcionar la historia: banderas e himnos, héroes y batallas, victorias o derrotas, monumentos y estatuas (Mendoza, 2004), se convirtieron en los referentes para poder identificarse con la nación cuya aprehensión mediante otros medios resultaba casi imposible. Los grupos gobernantes y las élites intelectuales fueron definiendo, a través del tiempo, la historia que debía ser recordada y aún más, respetada por los habitantes de una nación (Pérez, 1999).
De la misma manera, personas identificadas fuertemente con las naciones y su historia, resultaban en grupos más consolidados, unidos por lazos comunes (Pérez, 1999). Finalmente las naciones, para asegurar su estabilidad en el tiempo y en el espacio, se sirvieron del establecimiento de una identidad nacional única, fuerte e incuestionable, relacionada siempre con la propuesta de una Historia oficial (Portocarrero y Oliart, 1989; Wertsch, 2002; Mendoza, 2004).
Hemos revisado que sentimientos de orgullo hacia la historia nacional o la percepción de una herencia histórica valiosa promueven la existencia de una Identidad Nacional fuerte (Wertsch, 2002; Evans y Kelley, 2002). Hemos revisado también, que ciertos grupos que poseen el dominio en la producción y difusión del conocimiento histórico, utilizan este fenómeno en el intento de conformar naciones socialmente homogéneas y minimizar en conflicto social dentro de ellas (Palacio y Gosling, 1997; Liu, J., Goldstein-Hawes, R., Hilton, D. et al, 2005 ).
En esta tesis nos hemos propuesto investigar acerca de las relaciones entre la Memoria Histórica Colectiva, el Clima Socio-emocional y la Identidad Nacional Peruana. No hemos partido de hipótesis previas, pero la revisión de estudios psicológicos, sociológicos e históricos, nos ha permitido esbozar una propuesta acerca de las relaciones conceptuales entre la Nación, la Identidad Nacional, la historia, la Memoria Histórica Colectiva y el Clima Socio-emocional.
Esta propuesta sugiere que la Identidad Nacional no es una emanación espontánea y libre de una necesidad colectiva, sino, un producto de la existencia de las naciones como organizaciones políticas, que pretenden o necesitan ser socialmente homogéneas. El sentimiento de pertenencia a una nación y sus implicancias en la satisfacción colectiva con esa pertenencia en el presente, guardan estrecha relación con las versiones oficiales de la historia de las naciones. Siendo estas últimas, producidas por grupos que se encuentran en una posición privilegiada, sea ésta, política, académica o cultural (Portocarrero y Oliart, 1989; Durán-Cogan, 2001; Wertsch, 2002, Liu et al., 2005).”

Jan Marc Rottenbacher, 2008

Para acceder al archivo completo en PDF de la tesis de Jan Marc Rottenbacher haga clickAquí Sigue leyendo

La habilidad para improvisar conducta: la función adaptativa de las representaciones mentales

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Solo de congas

Foto: Ray Barreto improvisando un solo de congas.

Antonio Diéguez, profesor de filosofía de la Universidad de Málaga nos ofrece un panorama fascinante en un texto muy breve sobre la capacidad humana de improvisar conducta a partir de la utilización de un entorno interno en el que manipulamos nuestras representaciones mentales del mundo:

Representación, cognición y evolución (2005)

En esta entrada presentamos sólo algunos fragmentos:

“El objetivo de este trabajo no es terciar en estos debates. Por el contrario, asumiré aquí sin mayor discusión una posición de partida que puede ser discutible e incluso rechazable para muchos, pero que no intentaré justificar. Asumiré que al menos algunos sistemas cognitivos tienen representaciones mentales y que sólo mediante el recurso a las mismas puede explicarse su función y la conducta que generan. Mi propósito es mostrar que desde un punto de vista evolutivo cabe defender con pleno sentido la existencia de mecanismos cognitivos representacionales tomando como base para explicar dicha existencia la función biológica desempeñada por esos mecanismos. Es decir, trataré de defender, a la luz de ciertos argumentos evolucionistas, un enfoque teleológico de la representación. El enfoque teleológico, que a su vez forma parte de la concepción naturalista de las representaciones mentales, se caracteriza por sostener que las representaciones existen porque cumplen ciertas funciones biológicas (cf. Papineau 1987, cap. 4). No obstante, creo que muchas de las cosas que se dirán a continuación son compatibles con otras concepciones distintas de la representación. En todo caso, no se debe dejar de reconocer, con los críticos del enfoque evolutivo de la cognición, que se trata de hipótesis que no cuentan por el momento con evidencias empíricas suficientes para establecer la cuestión fuera de toda discusión.”

“(…) Parece haber hoy un amplio consenso en que las diferencias que puedan establecerse entre hombres y animales son de grado. Se admite, por ejemplo, que podemos atribuir cognición en sentido amplio, esto es, como capacidad para procesar o manipular información, a una amplia variedad de animales, incluyendo algunos invertebrados (moluscos, anélidos, artrópodos, etc.). (…) No obstante, resulta también innegable que las capacidades cognitivas humanas son muy superiores a las de los otros animales, incluidos nuestros parientes más cercanos, los primates no humanos. Esto marca una discontinuidad sorprendente. Al fin y al cabo nuestro parecido genético y proteico con los chimpancés y los gorilas está en torno al 98 por ciento y, sin embargo, las diferencias cognitivas entre éstos son mucho menores que entre ellos y nosotros (cf. Lewontin 1998). Esta circunstancia ha permitido decir que lo propio del ser humano es haber ocupado lo que cabe denominar el ‘nicho cognitivo’, es decir, “el uso de información contingente para la regulación de la conducta improvisada que se adapte exitosamente a las condiciones locales.” (Cosmides y Tooby 2000).”

¿Pueden las representaciones mentales tener una función adaptativa?

“Si el organismo lleva en la cabeza un “modelo a pequeña escala” de la realidad exterior y de sus propias acciones posibles, es entonces capaz de intentar varias alternativas, de concluir cuál de ellas es la mejor, de reaccionar a situaciones futuras antes de que surjan, de utilizar el conocimiento de los sucesos pasados para tratar con los sucesos presentes y futuros, y, en todos los aspectos, de reaccionar a las emergencias que arrostre de un modo mucho más completo, seguro y competente. (Craik 1943, p. 61).”
En todo caso, es evidente que no todas las representaciones mentales de los distintos seres vivos pueden considerarse iguales, y ni siquiera ponerse al mismo nivel. Peter Gärdenfors (1996a, 1996b y 2003) ha distinguido entre representaciones suscitadas (cued) y representaciones desvinculadas (detached). Las primeras representan algo que de algún modo está presente en la situación externa actual del organismo: alimento, pareja, etc. El objeto representado mismo puede estar ausente, pero debe haber algo en la situación en la que está el organismo en ese momento que desencadene la representación de dicho objeto. Las segundas, en cambio, representan objetos o eventos imaginados que no están presentes ni son desencadenados por situaciones presentes, y que incluso podrían ser completamente inexistentes, como la representación de un centauro. Entre este segundo tipo de representaciones se incluyen los recuerdos o los mapas mentales, que pueden ser evocados sin ningún desencadenante externo. El conjunto de las representaciones desvinculadas constituye una especie de “entorno interno” (inner environment) para el organismo. Sobre él se puede edificar posteriormente el universo simbólico y el uso del lenguaje. Gärdenfors cree –aunque califica esto de “especulación salvaje”– que las representaciones desvinculadas sólo aparecieron en los seres vivos con el desarrollo del neocórtex en los mamíferos. En apoyo de esta idea menciona el hecho de que mientras que los mamíferos juegan, los reptiles no lo hacen. Y el juego es un modo de desarrollar conductas para usarlas en el futuro. Asimismo aduce que sólo los mamíferos sueñan.
Esta distinción es muy útil, en mi opinión, para vislumbrar lo que caracteriza a las representaciones propias de los sistemas cognitivos más sofisticados. Los organismos con el tipo de sistema cognitivo que capacita para tener representaciones desvinculadas pueden realizar mediante ellas simulaciones subjetivas del medio, lo cual les permite a su vez una previsión de las posibles intervenciones sobre él, evitando los riesgos de poner a prueba realmente ciertas conductas. Es importante también destacar que el “entorno interno” constituido por estas representaciones posibilita la aparición del lenguaje, pero no es necesario disponer ya de un lenguaje para el despliegue de representaciones desvinculadas sobre el mundo.”

Conclusiones

“Las aportaciones realizadas en las últimas décadas por diversas disciplinas al estudio evolutivo de la cognición pueden ser muy iluminadoras acerca de la propia naturaleza de los procesos cognitivos y de qué criterios deben seguirse para su atribución. Sea cual sea, la explicación del origen de las altas capacidades cognitivas humanas, puede decirse que, en general, la cognición es una adaptación para el manejo de la complejidad. Y dentro de las capacidades cognitivas, la capacidad para formar representaciones mentales del entorno puede encontrar también una justificación evolucionista. Estas representaciones son la condición de posibilidad de conductas más flexibles y no predeterminadas, y permiten, cuando se trata de representaciones desvinculadas, una simulación mental del medio que ahorra esfuerzos y evita peligros reales al organismo.”

Fragmentos del texto publicado en: P. Martínez-Freire (ed.), Cognición y representación, suplemento 10 de Contrastes, Málaga: Universidad de Málaga, (2005), pp. 15-38.

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Interdisciplina: Riesgos y Beneficios del Arte Dialógico

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Dra. Denise Najmanovich. Epistemóloga. Doctora por la PUC-San Pablo. Master en Metodología de la Investigación Científica. Bioquímica, Universidad de Buenos Aires (UBA), Argentina. Profesora a cargo del Seminario de Epistemología del Doctorado de la Facultad de Arquitectura de la UBA. Profesora a cargo del seminario de Epistemología del Doctorado Interdisciplinario de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Entre Ríos, Argentina. Profesora Titular de “Epistemología de las Ciencias Sociales” y de “Epistemología de la Psicología Social”, Universidad CAECE, Argentina. Asesora Académica de FUNDARED (Fundación para el Desarrollo y la Promoción de las Redes Sociales). Trabaja en temáticas relacionadas con el enfoque de la complejidad, los nuevos paradigmas, subjetividad y redes.

Interdisciplina: Riesgos y Beneficios del Arte Dialógico (Fragmentos)
(Publicado originalmente en “Tramas”, Revista de la Asociación Uruguaya de Psicoanálisis de las configuraciones vinculares.)

“Hace muchos años escuché con gran deleite una conferencia sobre interdisciplina en la cual se planteó que “El mundo tiene problemas pero la universidad tiene departamentos”. Con el transcurso del tiempo yo misma comencé a ser invitada para exponer mis puntos de vista sobre este tema y me remití con frecuencia a aquella frase, que en su momento me había permitido comprender la distancia entre las instituciones académicas, cada vez más fosilizadas, y “el mundo nuestro de cada día”. El hechizo del eslogan se deshizo cuando en vez de focalizar mi atención en la rigidez de la universidad -que cada día es más evidente-, lo hice en la sustancialización de los “problemas”. A medida que nos vamos alejando de las concepciones positivistas, nos damos cuenta de que ni los hechos, ni los datos, ni los problemas son cosas del “mundo en si”, sino que surgen en nuestra interacción con él. Algo es un problema para alguien, respecto de algún punto de vista particular, de alguna esperanza o de una expectativa: no hay problemas “in abstracto”, somos nosotros y no un supuesto mundo “en si” u objetivo, los que tenemos problemas.”

“Al comprender que tanto las instituciones como las teorías de la modernidad tienden a fosilizarse y -peor aún- a “naturalizar” sus puntos de vista, nos ponemos en contacto con la gigantesca dimensión del peligro que entraña la “estabilidad” y la “objetividad”. Dice Humberto Maturana que todo aquel que habla desde la objetividad está haciendo una petición de obediencia a su interlocutor. Cuando un discurso se erige en fundamento de lo real, cierra las puertas al diálogo, al cambio, a la evolución y las abre a la muerte. La segunda ley de la termodinámica expresa que en los sistemas aislados, la entropía aumenta hasta un máximo (es decir que aumenta el desorden hasta que al llegar al equilibrio ya no hay más procesos). Para los sistemas biológicos o sociales, el equilibrio es la muerte y la aislación sólo puede conducir a este desgraciado final.”

“Las comunidades cerradas, sean científicas o de cualquier otro tipo, se encaminan inexorablemente hacia la muerte, hacia el fin de los procesos, el fin del conocimiento. Aquellos que creen que existe una sola Verdad – que casualmente coincide siempre con la propia- pretenden que su voz es la voz de los hechos, y por lo tanto cierran sus “puertas y ventanas ” al mundo y se abroquelan detrás de sus certezas, que actúan como murallas que impiden el paso de cualquier disidencia (diferencia o novedad). Ahora bien, si consideramos que los hechos sólo pueden aparecer en el lenguaje a partir de nuestras palabras, y que éstas sólo surgen de nuestra interacción con otros sujetos hablantes, debemos aceptar que todo conocimiento del mundo no puede ser un reflejo de éste, sino que es una creación surgida de nuestra interacción con el mundo. El conocimiento no es algo que esté en las cosas o en “nuestra cabeza”, el conocimiento es fruto de la interacción sujeto-mundo. Mientras estemos vivos, mientras interactuemos, el conocimiento no será nunca algo fijo o acabado, algo completo o totalmente definido. Sin embargo, todo conocimiento tiene una cierta configuración, un campo de posibilidad, una consistencia y una posibilidad -e imposibilidad- de cambiar.”

“Los conocimientos no planean sobre nosotros en el “Topos Uranos”, sino que somos nosotros los que los producimos y reproducimos, los creamos y matamos. El conocimiento no es nunca un proceso abstracto -y mucho menos un producto-. Es algo que ocurre en el espacio “entre”: entre un sujeto y otros sujetos, entre el sujeto y sí mismo, y en la interacción del sujeto y el mundo.”

“Las disciplinas no existen en abstracto, sino que son la producción de comunidades científicas. Los conocimientos que producen están enraizados en las prácticas – teóricas y pragmáticas- de esta comunidad. Los “objetos” de estas disciplinas son productos emergentes de los modos de interacción de esa comunidad con el mundo. Los problemas que estudia sólo serán tales en los términos específicos de interrogación que esa comunidad adopta.”

“Un hito clave del surgimiento de la Modernidad es la invención del sujeto cartesiano. Paradójicamente podemos plantearnos que Descartes hace nacer la criatura para esconderla inmediatamente debajo de la alfombra. Recién nacido, el sujeto es aplastado por el peso de la racionalidad matematizante. El Sujeto Cartesiano, sujeto de la objetividad, no podía dar cuenta de sí mismo porque no podía verse: era un hombre desencarnado, una pura racionalidad abstracta. El cuerpo de ese sujeto despedazado fue considerado el campo de estudio de la biología y la medicina. La psiquis en cambio quedó flotando varios siglos en el limbo a la espera de una comunidad que la adoptase. La propia metodología cuantitativa era un verdadero chaleco de fuerza que ahogaba todo intento de pensar el psiquismo más allá de una recolección de datos triviales.”

“Freud fue un verdadero pionero que se animó a caminar por los bordes de la medicina decimonónica, a tender puentes entre una teoría fosilizada y una práctica que requería de nuevas categorías. Nunca dudó en buscar metáforas en otras áreas, desde la literatura hasta las artes plásticas, la filosofía o la religión. Todas eran fuentes legítimas donde abrevó su pensamiento. No podía ser de otra manera, ya que los nuevos conceptos y categorizaciones sólo surgen de nuevos modos de experienciar el mundo y producir significado. “Sólo la diferencia puede producir diferencia”. La novedad sólo nace de un encuentro con el otro (interno o externo).
A pesar de lo profundamente revolucionario de su pensamiento, Freud quedó atrapado en una epistemología positivista, en una metáfora termodinámica clásica -cuyo eje central era el equilibrio- y en una concepción causalista del devenir psíquico. Sus herederos raramente se han atrevido a ir más allá del maestro en relación con estos aspectos, de manera tal que hoy sufrimos un profundo desajuste entre los modos específicos de subjetivación y las teorías que intentan dar cuenta de ellos.”

“La mentalidad moderna nos condena a una mono-lógica, a la repetición, a la identidad esencial absoluta. Necesitamos crear otras perspectivas que nos permitan abordar estas cuestiones clave de la contemporaneidad: ¿Cómo construir un diálogo entre distintas disciplinas, entre distintos modos de conocimiento? Consideramos que el primer paso consiste en reconocer las diferencias, no para integrarlas, sintetizarlas o producir una nueva totalidad más abarcadora, sino para aprender a navegar en la diversidad, dando lugar a que aparezca un acontecimiento, una nueva metáfora que nos lleve hacia nuevos espacios cognitivos o que enriquezca nuestra paisaje actual.”

“Sólo al reconocer que ninguna perspectiva particular puede ser completa, al aceptar la necesidad del vacío y de la incertidumbre, podremos participar de un encuentro dialógico en el que se produzca una fertilización cruzada, en el que podamos nutrirnos en el intercambio. La interdisciplina es el diálogo entre diferentes, manteniendo y disfrutando el poder creativo de la diferencia, enriqueciéndonos con ella. El cultivo de esta práctica implica el abandono del totalitarismo monológico, de la creencia en que una disciplina puede recubrir completamente un objeto que le es propio, que existe un solo método de interrogación.”

“Desde las perspectivas que dan lugar a la complejidad, el sujeto no es meramente un individuo, es decir un átomo social, ni una sumatoria de células que forman una aparato mecánico, sino que es una unidad heterogénea y abierta al intercambio. El sujeto no es una sumatoria de capacidades, propiedades o constituyentes elementales, sino que es una organización emergente, que sólo adviene como tal en la trama relacional de su sociedad. Esta es la forma peculiar que adopta la metáfora de redes fluyentes en el campo del pensamiento sobre el sujeto y la subjetividad. El sujeto complejo no es concebido como una sustancia, una esencia, una estructura o una cosa sino un devenir en las interacciones. Las nociones de historia y vínculos son los pilares fundamentales para la construcción de una nueva perspectiva transformadora de nuestra experiencia del mundo no sólo en el nivel conceptual, sino que implica también abrirnos a una nueva sensibilidad y a otras formas de actuar y de conocer.”

“Desde esta mirada resulta claro que el pensar la subjetividad es una tarea inmensa que excede largamente la competencia de un solo grupo disciplinario. Muy por el contrario, se trata de una búsqueda sin término, que se transforma con cada hallazgo, una búsqueda en la que todos somos a la vez exploradores y explorados, sujetos y objetos, medio y fin. Desde esta perspectiva el diálogo interdisciplinario no es una herramienta más, sino un desafío imprescindible.”

“Dijo Kafka: “Aunque no ha sucedido, es quizás imaginable la posibilidad de que alguien se haya salvado del canto de las sirenas, pero de su silencio ciertamente no”. Tomando esta deliciosa metáfora, creo que muchos podrán atarse al mástil disciplinario para no escuchar a las sirenas u otros seres fantásticos que encarnan otras disciplinas u otras perspectivas, modos o estilos de conocimiento. Pero nadie podrá dejar de sentir el efecto de su silenciamiento.”

Najmanovich , D. (1998) Interdisciplina: Riesgos y Beneficios del Arte Dialógico. Revista TRAMAS. Publicación de la Asociación Uruguaya de psicoanálisis de las configuraciones vinculares. Tomo IV, Nº 4. Sigue leyendo

Sobre un concepto histórico de ciencia (fragmentos)

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Carlos Pérez Soto


Académico chileno. Profesor de Estado en Física. Se desempeña desde 1986 [hasta, por lo menos, agosto de 1998] como profesor de Epistemología en la Universidad Arcis, en la Escuela de Psicología de la Universidad Diego Portales y en la Facultad de Ciencia Sociales de la Universidad de Chile.

Las ideas y revisiones teóricas de Carlos Pérez Soto, quizás complejas para el lector promedio, son de vital importancia para aquellos a quienes les interesa pensar acerca de lo que hacen. Hemos recogido sólo algunos fragmentos de una extensa publicación de lectura más que recomendable.


Pérez Soto, C. (1998). Sobre un concepto histórico de ciencia. Santiago de Chile: LOM Ediciones.

Los fundamentos epistemológicos de las Ciencias Sociales

“(…) Hay, generacionalmente, una orientación desde el saber de los fundamentos hacia la experiencia. En el caso de la fundación de las disciplinas en Ciencias Sociales, hacia la técnica. Y entonces lo que había sido problema para el ciclo desde Descartes a Hume deja de ser un problema para estos filósofos. Ya no se trata de encontrar un fundamento. Ahora de lo que se trata es de describir cómo hacerlo.”

“Cómo hacer, sobre todo en Ciencias Sociales, lo que los físicos y los químicos hacen de manera exitosa. Es por esto que más que “Filósofos de la Ciencia” estos pensadores se constituyen, más bien, como «Filósofos del Método». Impera, también en esto, un ánimo tecnológico.”

“El punto central, es que estos filósofos ya no buscan un fundamento para la ciencia, asumen la ciencia como un hecho. Asumen que la ciencia es la mejor manera de conocer y, en pleno optimismo inicial, asumen que la palabra ciencia, como figura en el diccionario hasta el día de hoy, es simplemente sinónimo de saber. Lo que no es ciencia no es saber.”

“Hay ciencia y en seguida opiniones, superstición, creencias, y se podría revestir esto de un buen aura clásica distinguiendo entre «doxa» y «episteme», y llamando «episteme» al conocimiento, que tendría que ser el conocimiento científico. De tal manera que para los Filósofos de las Ciencia que surgen, que frecuentemente son los mismos fundadores de las disciplinas, la ciencia es un dato y el problema real es encontrar cómo aplicar ese dato del saber científico a un objeto que se presume más complejo, que es el hombre, la intersubjetividad, la sociedad.”

“Pero en principio, y ese es el modelo unánime en Fechner, Helmoltz, Wundt, en el caso de la Psicología, en Comte, y dos generaciones después en Durkheim, en Sociología, en
Cournot y Say, en el caso de la Economía, en Malinowski en el caso de la Antropología, el lugar común es : ¿cómo hacer eso que hacen los físicos, los químicos, los biólogos, ahora, en este objeto más complejo?”

La “distinción” entre las disciplinas

“Todos los que trabajan en el campo de las Ciencias Sociales, se habrán enfrentado, ya como alumnos, ya como profesores, a los Cursos de Introducción a la Sociología, Introducción a la Psicología, Introducción a la Educación, Introducción a la Antropología, donde siempre aparece como objetivo el explicarle a los estudiantes que los dos problemas iniciales de toda Ciencia Social son: el objeto de la disciplina y el método de la disciplina. Esta es una herencia propia de la época de los fundadores, y de sus necesidades gremiales.”

“Estas explicaciones iniciales, que distinguen una disciplina de otra, son una de las supersticiones básicas de las Ciencias Sociales, y se cree que es necesario impartirlas hasta el día de hoy. En primer lugar el objeto de la disciplina, que es un objeto disputado, porque los psicólogos tienen un ámbito en el que los sociólogos no deberían meterse y, ay! de la Psicología Social, por ejemplo, que no sabe aún cual es su ámbito, o la relación entre la Psicología Social y la Antropología. ¿Habrá Antropología Urbana?, ¿no ocurrirá que para eso están también los Psicólogos Sociales?, etc. O el cuento de las “disciplinas integradoras”, como otro ejemplo. En la Educación sí se encontrarían todas las ciencias o, no, es en la Antropología donde se encuentran realmente o, no, más bien es en la Economía, etcétera. Y en segundo lugar el método, ¿cuál es el método de la disciplina? Hay aquí un problema general y un problema específico. El problema general es: ¿cuál es el Método Científico? Luego, el problema es cómo aplicarlo en particular a la Psicología, a la Antropología, a la Sociología.”

El inductivismo

“Bajo la mirada clásica, el problema de la Filosofía de la Ciencia no es qué han hecho, el problema es qué debieron hacer. Es un problema lógico no es un problema histórico. A esta actitud es la que llamo «Filosofía Clásica de la Ciencia» y, desde luego hay, hasta el día de hoy, inductivistas, convencionalistas, empiristas lógicos y falsacionistas. Cuando sostengo que los objetivos que estas posturas se trazaron no pudieron cumplirlos, desde luego que hay gente que sostiene que sí, que se avanzó decisivamente al respecto. En particular la clase de profesionales que se llaman “metodólogos”, que son distintos de esta otra clase de profesionales que se llaman “epistemólogos”. Los metodólogos son, como ya he dicho, en general, personas positivas, bien intencionadas, integradoras, que quieren sacar lo mejor de cada postura y ayudar al avance de la ciencia, y le recomiendan a uno como hacer las Tesis de Grado, o como presentar los trabajos de investigación, y hay unos manuales para hacerlo, eso es una clase de profesional. En cambio ya he caracterizado al epistemólogo como un tipo más bien desconfiado, más bien especulativo,… bueno antes de que cayeran tantos muros había ese viejo vicio crítico, hay todavía por allí esos críticos …, lo que implica una actitud hacia el objeto de estudio muy distinta. Por eso digo, entre los profesionales que se llaman metodólogos esta actitud sobrevive intacta: debe haber algún modelo de ciencia, ya sea metodológico o demarcatorio, un modelo que define a la ciencia. Una vez que lo tenemos en la mano podemos juzgar qué científico ha sido realmente un científico, y de qué manera.”

La ciencia como “forma de ser [¿producir?]” la realidad

Hay una idea muy curiosa, una idea muy increíble, en el sustrato del cuento que quiero contar. La idea, que es muy rara, hay que pensarlo así, porque me interesa que se note que es una idea inverosímil, no me interesa presentarla como una idea verosímil sino al revés, es que la realidad misma es producida. A lo largo de este texto voy a ir insistiendo en lo extraña que es esa idea.
Entonces, según este concepto histórico de la verdad misma, las distintas prácticas humanas de producción constituyen la verdad de distintas maneras. Y uno se encuentra en esa historia de las prácticas humanas con la magia, el mito, la fe universal, la ciencia, como prácticas históricamente determinadas, es decir, como prácticas que expresan y, también, coinciden con la producción social de la vida en cada uno de estos momentos. Para los más eruditos voy a enfatizar un aspecto. Estas formas de saber no representan la producción de la vida, sino que coinciden con la producción de la vida. Digo esto para los más eruditos, los que estén más enterados de los avatares de la filosofía actual, porque lo que quiero evitar expresamente es el concepto de representación.
Pero esto tiene como consecuencia el que la racionalidad científica es una forma de ser el mundo, no es una forma de ver el mundo. Es una forma de ver que coincide con una forma de ser el mundo. Y que, como toda forma histórica, tiene límites. Voy a usar, bajo estos términos, la palabra “Ciencia” de manera histórica. No siempre ha habido Ciencia. Siempre la habrá, pero no siempre ha habido ciencia.

“Aténgase a los hechos, no haga hipótesis, no especule (…)”

“Hay inductivistas que quieren encontrar un aval en Newton. A Newton le preguntaron:
«¿por qué la Tierra atrae a las manzanas?», Newton decía : «las atrae así, las atrae asá», y los críticos insistían : «bueno, pero, ¿por qué?». Entonces Newton, astutamente, presenta las cosas de otra manera: «a mí me interesa cómo la Tierra atrae a las manzanas y no por qué las atrae», la ley de gravitación no explica sino que describe el fenómeno. Acerca de las causas de la gravitación dice Newton : «hypotesis non fingo», «no hago hipótesis». Los inductivistas le creen a Newton. Newton no habría hecho hipótesis. Pero luego se lee a Newton y se encuentra que hizo hipótesis toda su vida. Pero los inductivistas creen que ese epigrama de Newton debería figurar como un mandamiento para todos los científicos: “aténgase a los hechos, no haga hipótesis, no especule”. Voy a decirlo de una manera técnica: considere los hechos en su positividad, asuma la positividad del hecho, ahora estoy hablando de una manera técnica, lo que quiero decir es que el hecho que hay ahí no tiene que ver con Usted. Por lo tanto, de manera correspondiente, una de las tareas principales de los inductivistas será denunciar, combatir, prevenir el prejuicio, las ideas previas, los prejuicios que tienen que ver con límites sensoriales, con límites personales y con límites culturales, con límites intersubjetivos. Quizás cada uno no sabe qué prejuicios tiene, pero otro sabrá mi prejuicio, yo sabré los de él y un control intersubjetivo del prejuicio permitiría ir acotando la positividad del hecho, la ciencia tendría que ser una tarea colectiva.”

Ver para Ser

“Hay una diferencia entre ver mesas y haber mesas. Cuando alguien dice: “esto es una mesa”, ¿cómo lo sabe?, “pues lo estoy viendo”, sin embargo, entre la existencia de la mesa y el que alguien vea una mesa hay una diferencia. Desgraciadamente no se puede demostrar que el ver mesas implique que existen mesas. Una desgracia, porque es una conexión que parece muy obvia. Los sentidos serían transparentes en el sentido de que si veo debe ser porque hay.”

Fuente: Pérez Soto, C. (1998). Sobre un concepto histórico de ciencia. Santiago de Chile: LOM Ediciones. Sigue leyendo

Lima – Tarapoto – Tabatinga: Dibujando identidades (inter)nacionales

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En esta entrada quisimos salir de lo estrictamente académico, para descubrir que también desde el arte se puede proponer la comprensión de lo social.

“Dibujando B… – Dibujos realizados durante y después de un viaje hacia la frontera con Brasil” (Mantilla – Chaves, 2006)

Quieren que dibujemos Brasil. Aceptamos el envite. Sin embargo Brasil suena enorme y no hay tiempo material para hacerlo. ¿Por dónde empezar? ¿Y cómo manejar el deseo de alguien que quiere que dibujes algo? ¿En qué estarán pensando? ¿Será buena idea empezar a dibujar Brasil desde el Perú? ¿Cómo se dibuja eso? ¿Qué buscar? ¿Qué herramientas de este arte es válido aplicar acá? ¿Qué es Brasil?

De una manera un tanto errática y asistemática, decidimos buscar rastros, señales, indicios de Brasil -o lo brasileño- en el Perú. Una manera de preguntarse sobre “lo ajeno” en “lo propio”, y nos apetece más esa búsqueda que el ir tras alguna esencia. ¿En qué fijarse? Y aunque pensemos en la música, en la comida, en el baile, en la ropa, en el hablado, en el contrabando y en los bienes que trae y lleva el comercio, la pregunta sigue ahí… ¿qué será eso de Brasil que quieren que dibujemos?

Aceptamos el envite pero le damos la vuelta al guante. Mejor lo dejamos en Dibujando B…

Iniciamos el viaje por avión hasta la ciudad de Tarapoto y desde allí por tierra hacia el puerto fluvial de Yurimaguas en la selva baja del Perú. Luego navegamos hacia Iquitos por los ríos Huallaga, Marañón y Amazonas, para continuar después hacia el pueblo fronterizo de Santa Rosa, desde donde cruzamos a Leticia en Colombia y Tabatinga en el Brasil.

Los resultados de esta experiencia se volcaron como dibujos sobre papel y murales en una instalación presentada junto a Dibujando América en la reciente Bienal de Sao Paulo. Próximamente se presentarán en DIBUJANDO AMÉRICA a realizarse en febrero en el Centro Cultural de España en Lima.

Gilda Mantilla y Raimond Chaves, setiembre 2006

Los links hacia las páginas de Raimond Chaves y de Gilda Mantilla están como enlaces en este blog. Sigue leyendo

El estilo APA: ¿Un estilo editorial o una epistemología para la psicología?

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MANUAL DE ESTILO APA
Los estudiantes de psicología deben lidiar, por lo menos alguna vez durante su formación, con el “estilo APA”. Generalmente estos encuentros no son del todo afortunados, debido, entre otras razones, a que desde 1952, la American Psychological Association ha publicado alrededor de ocho ediciones sucesivas en las que se han incorporado importantes cambios a las normas de publicación propuestas (1952, 1957, 1967, 1974, 1983, 1994, 2001, 2006); por lo que pocas personas conocen las normas actualmente vigentes o, simplemente no las conocen bien.

En esta entrada vamos a presentar fragmentos y comentarios de un artículo: El lenguaje no es neutral. Comentarios sobre el estilo APA, de Juan Delgado Sánchez-Mateos de la Universidad de Salamanca.

El autor defiende con cierta lógica en su razonamiento, el uso del estilo APA para crear una “comunidad de discurso” (Delgado, 2007, p. 303) dentro de la disciplina psicológica. Sin embargo, el autor llega a afirmar que el “estilo APA”, puede ser considerado como una epistemología para la psicología. Con respecto a esto último no podemos estar más que en desacuerdo.

Podemos sostener, que por debajo de las normas de publicación que propone el estilo APA, subyace una forma de entender a la psicología como disciplina científica, pero que un manual de publicación sea lo que le otorga el sustento epistemológico a una disciplina, es demasiado ingenuo o, lo que es peor, muy poco serio.

Al autor no le faltan argumentos. Sin embargo, para nosotros, alguien que sostiene que “No todo merece ser investigado. No todo lo investigado es interpretable. No todo lo investigado debería haberlo sido.” (Delgado, 2007, p. 304), posee una visión bastante estrecha de las posibilidades de la investigación.

Revisemos algunos de los argumentos del autor:

“(…) Madigan, Johnson y Linton (1995) señalan el papel que el estilo APA desempeña como sustentador de valores, como socializador, como lenguaje compartido por una comunidad que, al mismo tiempo, y tomando el estilo como vehículo, comparte también una visión epistemológica común. La enseñanza del estilo a los estudiantes, sostenían, o a los neófitos, constituye al mismo tiempo la enseñanza de los hábitos de investigación, de la circunspección argumental, de la limitación de las conclusiones a las justificables en el método. El subtítulo del trabajo de Madigan et al. (1995) era: el estilo APA como epistemología.

El estilo APA como epistemología

El “estilo APA” es un sistema de convenios que sanciona cómo organizar los informes de datos o hallazgos empíricos, cómo citar las referencias a trabajos publicados, cómo presentar tablas y gráficas, y cómo, en general, resolver los problemas técnicos que surgen cuando se preparan manuscritos que presentan resultados de investigaciones empíricas en Psicología.

Además, esas normas, esos convenios, han pasado a formar parte de los currículos de los estudiantes de Psicología: se enseñan en cursos metodológicos, los trabajos de curso, tesinas de licenciatura y tesis doctorales se escriben siguiendo estas normas, y juegan así otro importante papel: el estilo APA contiene —y se constituye en el vehículo de— los valores, las actitudes y la epistemología centrales de la Psicología, constituyendo un modelo de pensamiento acerca de los fenómenos psicológicos, y estableciendo los cauces que permiten la socialización de los psicólogos en su comunidad de discurso. Madigan et al. (1995) agregan:

a) El estilo APA como género literario incorpora prácticas concretas respecto de diversos aspectos editoriales: citas textuales, evitación de notas a pie de página con contenido textual, impersonalidad del estilo, etc.

b) Pero, además, las redes de escritores y lectores que se someten a esos convenios constituyen una comunidad de discurso, comparten (o han de compartir) metas y objetivos comunes. Esas redes constituyen y reflejan un medio intelectual en el cual el acuerdo en detalles triviales implica el acuerdo en aspectos mucho más importantes. La red de escritores y lectores que siguen el estilo APA compartirían una visión del mundo, y serían permeables a un modo de pensar característico de la Psicología.

c) La adopción del estilo APA constituye una forma concreta de plantearse la retórica, la forma de presentar los argumentos, los hallazgos o las conclusiones, retórica o estilo que se propone como un medio transparente de presentar información objetiva acerca de una realidad externa.

d) Cuando se pide al autor de un trabajo que lo redacte siguiendo el manual de estilo APA se le está obligando explícitamente a adoptar un conjunto de convenios basados a su vez en un conjunto de actitudes y valores respecto de cómo se realiza una investigación empírica científica en Psicología. Poco importa que el estudio se refiera a tareas de decisión léxica, a relaciones psicofisiológicas o a evaluación de un programa de intervención sobre el entorno social de una persona con discapacidad. Lo importante es el apellido de la investigación empírica como científica.

“(…) El estilo APA ¿favorece una visión simplista acumulativa del progreso científico? Hay diferentes tipos de investigación. Entre ellos, el experimental se suele utilizar en una dialéctica de preguntas planteadas por las anteriores respuestas a preguntas resueltas con otros experimentos. El proceso experimental, aparentemente lineal y acumulativo, es el proceso tipo sobre el que se modela la retórica del estilo APA. Pero no todo es tan simple, y puede que lo que los filósofos de la ciencia gustan debatir (revolución, inconmensurabilidad, progreso acumulativo, etc.) tenga relevancia como reconstrucción racional de lo que los científicos hacen. Aunque lo que los científicos hacen, lo siguen haciendo, y deben seguir haciéndolo, al margen de si algún filósofo relativista considera que con ello no se acumula conocimiento. Por si se aprende algo nuevo con cada estudio.”

“(…) Pero nuevamente no es el estilo APA el problemático, sino el compromiso de quienes lo usan con un modo de investigar. El estilo APA es análogo a los estilos utilizados en las disciplinas del sistema ciencia-técnica. Se adapta mal a las disciplinas que forman parte de otros sistemas de conocimiento. (…)”

“(…) El estilo APA ayuda en la comunicación concisa, directa y fluida de contenidos científicos en Psicología, entendiendo por ello contenidos de estudios realizados dentro del sistema ciencia-técnica (acción orientada por reglas técnicas, utilización de lenguaje libre de contexto, proposición de pronósticos dependientes de condiciones previas, orientado a la solución de problemas, a la consecución de fines en relaciones medio-fin, a la extensión del poder de disposición técnica).

El estilo APA, en cambio, es inadecuado para la comunicación de contenidos provenientes del sistema interacción-comunicación, caracterizado por la acción orientada por reglas prácticas, por la utilización de lenguaje ordinario socialmente compartido (no sólo en la red de insiders), en el que los pronósticos dependen de la asunción de roles sociales, de expectativas recíprocas de comportamiento, orientado al mantenimiento o al cambio reglado de instituciones sociales, a la emancipación individual, al ajuste del sujeto al ambiente laboral, social, etc. (Habermas, 1989). Desde esta distinción entre sistemas, el alineamiento del llamado estilo APA con el primero es evidente.

La mayor parte de las objeciones que se oponen al uso de este estilo provienen de la no distinción (Habermas dice que interesada) entre los dos ámbitos. La indagación sistemática que organiza áreas de saber especializado no es necesariamente ciencia (aunque se hable de “ciencia del derecho “, en otro sentido, por supuesto), ni necesariamente ha de plegarse a las reglas que sigue la investigación científica. Así, exigir a un estudioso de estas áreas que se someta a la utilización del estilo APA es inconveniente: la epistemología de base es diferente. No se está diciendo que toda Psicología sea científica, sino que ha de analizarse en qué medida la epistemología de base de las áreas en las que trabajamos los psicólogos mantiene los supuestos del sistema ciencia-técnica.”

“Llamar “científica” a un área o a una investigación no es otorgarle una etiqueta de respetabilidad, sino aludir a sus características que la incluyen, o no, en un tipo de conocimientos, en un sistema de acción racional. Se está diciendo, en cambio, que la utilización del estilo APA no es suficiente para que una investigación sea respetable. Después, el estilo APA, dentro del sistema ciencia-técnica, puede ser restrictivo: el director de la investigación tiene frecuentemente que tomar decisiones, como las que estudia Rosenthal
(1994), que tal vez habrían de ser comunicadas en el paper. Las investigaciones las realizan individuos que tienen responsabilidades.”

No se puede caer en la falta de sentido de los autores de una investigación que cita (en nota a pie de página, por cierto) McGuigan (1960). El fallecimiento de uno de los autores del trabajo se narró así: “Después de que este artículo fue escrito, desafortunadamente uno de nosotros murió”. En ésta, como en tantas otras cuestiones debatibles, es preciso evitar el diletantismo, y aclarar el sentido de las objeciones planteadas.

El lenguaje no es neutral. Si Fierro (2004) pretendía señalar eso, no cabría sino asentir. Pero que el lenguaje no sea neutral no quiere decir que cualquier lenguaje sirva para cualquier propósito, sino todo lo contrario.”

Fuente: Delgado, J. (2007). El lenguaje no es neutral. Comentarios sobre el estilo APA. Psicothema, Vol. 19, 2, pp. 302-307.

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Socio-antropología de las profundidades: el estudio de la vida cotidiana clandestina

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Llamó nuestra atención el siguiente fragmento de un artículo de Ángel Enrique Carretero, que pone énfasis en algo que podría ser estudiado desde la psicología social: la existencia en toda sociedad de una “(…) permanente vida subterránea, sorda, oculta, que no se deja ver ni atrapar con facilidad desde una mirada institucional.”

Con el pretexto de comentar la obra de Maurice Halbwachs sobre la memoria colectiva, Carretero introduce un campo de estudio fascinante.

“(…) El acceso a la visualización de la subterránea operatividad de la memoria colectiva requiere adoptar como perspectiva teórica la de una socio-antropología de las profundidades que posibilite ir más allá de una óptica positivista dominante en las ciencias humanas y sociales. Para ello es preciso dejar apuntalado que la sociedad real difícilmente se ha identificado nunca con la sociedad institucionalizada.

La auténtica vida social se dirime en dos planos diferentes que se retroalimentan en una dialéctica permanentemente. Por una parte, un plano de la vida social que bien podríamos catalogar como oficial, aquel circunscrito al mundo socialmente institucionalizado. Este es un régimen de lo social que se correspondería con la actuación de las diferentes instituciones, bien sean políticas, económicas, educativas, culturales o religiosas, en donde se entreteje y despliega la actividad global de una sociedad. Es el espectro central de la sociedad en donde gobierna lo institucional y en el que, al menos en apariencia, reina la transparencia.

Ahora bien, es importante subrayar que la vida de una sociedad no se constriñe exclusivamente a este plano central. Por el contrario, hay un plano de la vida social, si se quiere marginal, con una vida propia, y en ocasiones en tensa y conflictiva oposición, en relación a la sociedad institucionalizada. En toda sociedad existe una permanente vida subterránea, sorda, oculta, que no se deja ver ni atrapar con facilidad desde una mirada institucional. Su vida independiente nace de su rechazo a ser plegada, urbanizada, encorsetada, en última instancia vampirizada, desde los parámetros de poder de la sociedad y la cultura institucional. Es el reservorio cultural, tan rico simbólicamente, en donde anida un crisol de costumbres, prácticas, tradiciones o cosmovisiones colectivas fuertemente arraigadas en el ámbito de la cultura popular.

Dado que un ingrediente consustancial de su naturaleza es el de no dejarse mostrar, el hallarse siempre yuxtapuesto que no aletargado, dicho plano es extremadamente resistente a ser visualizado por parte de una ciencia social marcada desde sus orígenes por una impronta positivista. El lugar operativo asignado por Halbwachs a la memoria se ubicará precisamente en este segundo plano, en el dominio social opaco a lo institucional. La socio-antropología de las profundidades anteriormente mencionada, vía de acceso privilegiado a la persistente presencia de la memoria halbwachsiana, tiene como objetivo radiografiar la opacidad de la vida social y exige un distanciamiento del positivismo.

Tan sólo una sociología de lo cotidiano plenamente distanciada del marco teórico epistemológico de la sociología positivista ha posibilitado el acceso al desvelamiento del peculiar modus operandi de esta vida social, por así decirlo, clandestina, que no se deja ver. Las perspectivas en torno a lo cotidiano propuestas al unísono, a final de la década de los setenta del pasado siglo, por Michel de Certeau y Michel Maffesoli se presentan como dos modelos teóricos semejantes que, por una parte, ejemplifican una genuina óptica desde la que afrontar el estudio de lo cotidiano a partir de una sociología de las profundidades y que, por otra parte, permiten también ubicar correctamente la auténtica naturaleza y actividad atribuida por Halbwachs a la memoria. Así, De Certeau ha sabido mostrar toda una constelación de minúsculas prácticas diseminadas en el orden de lo cotidiano, arts de faire, mediante las cuales la astucia inherente a la cultura popular ha logrado sortear y substraerse a la microfísica de actuación del poder institucional. Así, alude a una marginalidad masiva, en referencia a un conjunto de subterráneas prácticas cotidianas enraizadas en el universo popular que, a modo de «fondo nocturno de la actividad social», constituyen el rumor sordo de una sociedad, el ser y el actuar de una «mayoría silenciosa».

En su terminología, la noción de táctica condensa un conglomerado de prácticas cotidianas ligadas a través de un nexo prácticamente orgánico con el espacio de lo local. A diferencia de las tácticas, las estrategias representan las distintas variantes de una racionalidad formal, objetiva, de un saber/poder, expresado en términos políticos, económicos o científicos, sobreimpuesto sobre la experiencia social.

No obstante, De Certeau revela como el desorbitado énfasis de la razón científicotécnica por imponerse y llegar a colonizar toda la riqueza de la existencia cotidiana, por organizarla de acuerdo a los parámetros de la racionalidad estratégica, nunca llega a fructificar totalmente. El hombre ordinario no es un mero receptor pasivo de las estrategias dominantes, recurre a tácticas que le sirven de resistencia silenciosa frente al imperialismo del saber dominante.

De manera que, retomando el hilo discursivo de nuestro trabajo, la memoria colectiva de Halbwachs se debiera incluir en el espectro social de las tácticas a las que hace mención De Certeau. Al esclarecimiento de este modo de operar social clandestino, permanentemente presente en toda sociedad, Michel Maffesoli ha propuesto catalogarlo epistemológicamente como hipótesis de la centralidad subterránea. Estableciendo un parangón con el ámbito de la economía, se trataría, a su juicio, de desvelar la existencia de una socialidad negra o sumergida, de un abanico de minúsculas y balbuceantes manifestaciones cotidianas en las que la existencia social logra evadir la lógica de una triunfante racionalidad instrumental colonizadora de las distintas instituciones.

La centralidad subterránea es, entonces, el privilegiado escenario en donde van a cuajar y desenvolverse las libertades intersticiales, los microespacios cotidianos en los que el hombre ordinario sortea, utilizando recursos como la astucia o el doble juego, la omnipresencia de control y de la dominación social. De modo que solamente una sociología de las profundidades sería la actitud intelectual pertinente para poner de relieve la silenciosa vida de las sociedades, para desentrañar una cenestesia social que estaría siempre actuando en el trasfondo de la trama social. En lo que atañe específicamente al objeto de nuestro estudio, la naturaleza y operatividad de la memoria halbwachsiana tendrían su razón de ser y su específica ubicación, asimismo, en la centralidad subterránea resaltada por Maffesoli.”

Fuente: Carretero, A. (2008). Maurice Halbwachs: Oficialidad y clandestinidad de la memoria. Athenea Digital, 13, 95 – 103. Sigue leyendo