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Nada nuevo: el estilo editorial APA

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“Con el formato editorial dominante no será posible ningún hallazgo sorprendente, sólo los previsibles. En realidad no habrá hallazgos propiamente tales, ni grandes, ni tampoco menores. (…) A falta de sorpresas se pierde el gozo de la investigación, del descubrimiento propio o ajeno. La impresión que proporcionan las revistas de psicología es la del «déja vu»: ya visto, ya leído.”

Ya hemos dedicado una entrada en este blog a cuestionar el estatus epistemológico del formato editorial APA. Esta vez, presentamos un artículo de Alfredo Fierro de la Universidad de Oviedo, quién no sólo critica duramente el formato editorial dominante en la psicología sino que, de forma extremadamente lúcida, pronostica el fin de una época: el fin del dominio del formato por sobre el contenido.
Nosotros presentamos algunos fragmentos que consideramos geniales y colocamos el artículo a disposición de los que deseen leerlo completo.

“En la psicología actual lo que realmente rige o impera no es el método o algún método en particular. (…) Lo que realmente domina (…) toda la producción o, más bien, la publicación científica, con la fuerza de un canon e inviolable tabú es, ni más ni menos, un formato editorial estándar, el dictado por el Publication Manual de la American Psychological Association.”
“El informe de investigación ha venido a representar en psicología no ya sólo el prototipo, sino el producto único de revista y de comunicación científica. El resto de los géneros usuales en las ciencias está no sólo en descenso, sino en trance de desaparición. Fuera del informe, la única variedad que todavía resiste y se admite como editorialmente correcta es la revisión bibliográfica. Pero incluso ésta se halla en horas bajas, como avergonzada de sí misma y no siempre confesada a las claras.”
“Los artículos en psicología han venido a parar, en consecuencia, en un fárrago de citas en amplia medida prescindibles más un cúmulo de cifras yuxtapuestas indistintas y en buena parte no significativas. La pleitesía a la cifra es paralela y complementaria de la veneración por la referencia: un doble homenaje positivista al dato, a los hechos y a los dichos.”
“En orden de ganar respetabilidad y rigor científico, ese positivismo burdo se sirve de análisis estadísticos cada vez más sofisticados, que sólo a duras penas lo enmascaran.”
“Con el formato editorial dominante no será posible ningún hallazgo sorprendente, sólo los previsibles. En realidad no habrá hallazgos propiamente tales, ni grandes, ni tampoco menores. (…) A falta de sorpresas se pierde el gozo de la investigación, del descubrimiento propio o ajeno. La impresión que proporcionan las revistas de psicología es la del «déja vu»: ya visto, ya leído.”

“¿Qué porcentaje de investigadores lee a fondo algún artículo de revista, si no es de su misma línea de investigación y con intención de poderlo utilizar en referencias?”

Para revisar el artículo completo de Alfredo Fierro, haga click Aquí

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El pensamiento crítico: entrevista a Loïc Wacquant

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miseria

¿Qué es para usted el pensamiento crítico?
“Se pueden atribuir dos acepciones al término “crítica”. En primer lugar, una acepción que podría denominarse kantiana, que designa, en la línea del pensamiento del filósofo de Königsberg, el examen evaluativo de las categorías y formas de conocimiento con el fin de determinar su validez y su valor cognitivos; en segundo lugar, una acepción marxiana, que se dirige con las armas de la razón hacia la realidad sociohistórica para sacar a la luz las formas ocultas de dominación y de explotación existentes, con el fi n de hacer aparecer, en negativo, las alternativas que dichas formas obstruyen y excluyen (Max Horkheimer definía como “teoría crítica” aquella teoría que es a la vez explicativa, normativa, práctica y reflexiva). A mi juicio, el pensamiento crítico más fructífero es el que se sitúa en la confluencia de estas dos tradiciones y que, por tanto, une la crítica epistemológica y la crítica social, cuestionando de forma constante, activa y radical las formas establecidas de pensamiento y las formas establecidas de vida colectiva, el “sentido común” o la doxa (incluida la doxa de la tradición crítica), y las relaciones sociales y políticas tal como se establecen en un determinado momento en una sociedad dada.”

“Puede y debe existir una sinergia entre estas dos formas de crítica, de tal modo que el cuestionamiento de la crítica intelectual, la historia de los conceptos, el examen lógico de los términos, las tesis y las problemáticas, la genealogía social de los discursos, la arqueología de sus presupuestos culturales (todo aquello que el primer Foucault denominaba épistemè) nutran y acrecienten la fuerza de la crítica institucional. El conocimiento de los determinantes sociales del pensamiento es indispensable para liberarlo, en la medida de lo posible, de los determinismos que pesan sobre él (al igual que sobre cualquier otra práctica social) y, por tanto, para hacerlo capaz de proyectarnos mentalmente más allá del mundo tal como nos ha sido dado para poder así inventar otros futuros distintos que el que está inscrito en el orden de las cosas. Para decirlo brevemente, el pensamiento crítico es aquel que nos proporciona a la vez los medios para pensar el mundo tal y como es y tal y como podría ser.”

“(…) sin embargo, este mismo pensamiento crítico es terriblemente débil, por una parte, porque con demasiada frecuencia se deja encerrar y ahogar en el microcosmos universitario (algo particularmente evidente en Estados Unidos, donde la crítica social funciona en el vacío y da vueltas sobre sí misma para terminar mordiéndose la cola, como un perro que se vuelve rabioso tras ser encerrado en un vestíbulo), y, por otra, porque en la actualidad se encuentra frente a una verdadera muralla china simbólica formada por el discurso neoliberal y sus derivados, que han invadido todas las esferas de la vida cultural y social, y porque debe hacer frente, además, a la concurrencia de un falso pensamiento crítico que, bajo la apariencia de un lenguaje aparentemente progresista que se refiere al “sujeto”, la “identidad”, el “multiculturalismo”, la “diversidad” y la “mundialización”, invita a la sumisión a las fuerzas del mundo y, concretamente, a las fuerzas del mercado. Sólo cuando la estructura de clases se osifica y se polariza, cuando la hipermovilidad del capital proporciona a la burguesía transnacional una capacidad de dominación sin precedentes, cuando las élites dirigentes de las grandes potencias desmantelan de común acuerdo los dispositivos de protección social puestos en marcha tras más de un siglo de luchas salariales, y cuando formas de pobreza que recuerdan que las existentes en el siglo XIX surgen de nuevo y se extienden, los representantes de ese falso pensamiento crítico hablan de “sociedad fragmentada”, de “etnicidad”, de “convivencia”, de “diferencia”. Cuando más nos hace falta un análisis histórico y materialista sin concesiones, nos proponen un culturalismo light absorbido enteramente por las preocupaciones narcisistas del momento. En realidad, nunca el falso pensamiento ni la falsa ciencia han sido también tan prolijos y omnipresentes.”

¿Cuáles son las principales formas que adopta este falso pensamiento?
“En Estados Unidos adopta la forma de policy research, que desempeña un papel principal de parachoques y de escudo contra el pensamiento crítico y sirve, al mismo tiempo, como imagen de marca para aislar el campo político de cualquier investigación independiente y radical sobre las políticas públicas, tanto en su concepción como en sus implicaciones. Cualquier investigador que quiera dirigirse a los responsables del Estado deberá pasar obligatoriamente por este campo bastardo, superar ese “filtro anticontaminante” y aceptar someterse a una censura severa que le obliga a la reformulación de su trabajo y a recurrir a categorías tecnocráticas que garanticen que su investigación no se anclará ni tendrá efectos sobre lo real. De hecho, los políticos norteamericanos únicamente invocan la investigación social cuando va en el sentido que a ellos les conviene; de otro modo, la dejan de lado, como hizo el presidente Clinton cuando propuso su “reforma” de la ayuda social (es decir, cuando abolió el derecho a la ayuda social y lo reemplazó por la obligación del salario precario a través del workfare), pese a que una ingente cantidad de estudios mostraba que esta medida suponía una regresión social que afectaba negativamente a los más desfavorecidos. (…)”

Fuente:
Wacquant, L. (2006). Pensamiento crítico y disolución de la doxa: entrevista con Loïc Wacquant. Antípoda, 2, 43-50. Para revisar el texto completo de “Pensamiento crítico y disolución de la doxa: entrevista con Loïc Wacquant” , haga click Aquí

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