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Aquello de lo cual nada mayor puede decirse

Efemérides 5 de junio: Breda

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Un día como hoy, en la ciudad flamenca de Breda (no confundir lo flamenco con lo español), se produce un evento extraordinario desde varios puntos de vista: La ciudad de Breda, tenida por inexpugnable, cae tras lo que la Historia considera una de las maniobras estratégicas de asedio más exitosas de la Edad Moderna. El hecho se conoce aún hoy como la Rendición de Breda, nombre que utiliza el genio español Velásquez para inmortalizar una de sus obras más famosas y de mejor acabado estético, y a la cual debe en buena parte su fama y recordación este hecho histórico.

Un hecho que para muchos resulta anecdótico, pero que me parece interesante considerar, es que el momento de la capitulación -precisamente el que Velásquez representa-, no consistió en un acto de humillación y escarnio como era el uso de la época. Spinola, general del ejército español -aunque de origen italiano-, reconoció la valentía y heroicidad del enemigo derrotado, y expresó su reconocimiento dando la orden de inviolabilidad de los vencidos a sus comandados, impidiendo además que durante la entrega de las llaves de la ciudad, el gobernador de la ciudad -por cierto, hijo del célebre príncipe Guillermo de Orange- haga el gesto de derrota conocido como genuflexión (ponerse de rodillas). Algunos críticos de arte e historiadores sugieren que este hecho, representado también en el cuadro de Velásquez, podría ser producto de la imaginación española, sobre todo si se tiene en cuenta que la información que pudo obtener el pintor fue de muy segunda mano, y que además fue amigo personal del general de la Armada Invencible. De hecho, el artista le hace un retrato poco antes de su muerte, el cual se conserva en el Château de Villandry, en el Loire. Yo diría que, en todo caso, es bastante probable que haya sido una rendición caballerosa, teniendo en cuenta el número de sobrevivientes del ejército local, entre quienes se incluye el propio gobernador.

Hablando en términos estrictamente artísticos, la obra no tiene comparación dentro del barroco pictórico. No he visto otra obra de corte marcial que se le asemeje siquiera; la disposición de los protagonistas es de una maestría artística difícilmente igualable, sólo comparable quizás a la del gran Vermeer de Delft. El manejo de los colores se convierte en una herramienta de perfección que esculpe los claroscuros más delicados y refleja muy precisamente los matices de la guerra. La perspectiva está a la vez proyectada desde la proximidad del tema central de la obra, y desde la mirada panorámica del transfondo bélico, que resulta sesgado en la sugerencia de un final honroso para los combatientes, cuyos bandos parecen mezclarse en un juego de simetría de suma elegancia, al que contribuye por oposición el enorme aunque inmejorablemente representado corcel del general Spinola, en su mimetización con la totalidad del lienzo.

Estamos hablando pues de una de las obras más importantes de la Historia del Arte español, y yo diría que del Arte de todos los tiempos. Puede verse en el Museo del Prado, en Madrid.

El cuadro

El lienzo mide 3 x 3.6 metros, así que esta pequeña y difusa imagen no permite entender nada de él y solo sirve como referencia. Sigue leyendo