Archivo por meses: mayo 2008

Des nouvels projets (Continuación)

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Hace unas semana comencé un proyecto de diseño y construcción de un biombo. Lamentablemente, el tiempo no me había alcanzado para darle curso hasta hace unas semanas, cuando pude al fin hacer la compra de las piezas de madera y trazar los cortes, hacer el cepillado de las piezas, medirlas y cortarlas. Comenté en su momento que este proyecto tenía como objetivo pasar un poco más de tiempo con mi abuelo: pues bien, estuve yendo a verlo tres fines de semana seguidos, para trabajar con él en su taller. De hecho, él trabajó más que yo: hizo la mayoría de los cortes, cepilló la madera (que no es fácil, yo casi malogro una pieza de 1.80m) y talló las uniones. Finalmente, luego de bastante tiempo, sudor y lágrimas (el serrucho puede ser peligrosísimo en manos inexpertas), logramos tener todas las piezas listas para el armado.

El armado básicamente consiste en la unión de todas las piezas con cola y clavos, y su éxito depende en gran parte de la disposición de las piezas, del cálculo de los engastes y uniones, y de la técnica para medir las posibles desviaciones de las partes luego de ser clavadas entre sí.

La verdad esto no lo hice tan mal, pues la tira de cuadre marcó lo mismo para todos los marcos. Por eso, me complazco en presentar las fotos de los marcos armados.

El famoso soporte cilíndrico -donde irá la tela-, con el corte para encajar en la parte superior del parante

El celebérrimo parante lateral, con el corte para el soporte cilíndrico. Vista del extremo superior.

El ya no tan conocido travesaño superior del marco, unido al parante lateral con cola y un clavito, ja!

En un post posterior (espero que no mucho) colocaré las fotos de los marcos barnizados y posiblemente vistas del proceso. Finalmente, colocaré las telas y colgaré las fotos respectivas…

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Marx sobre Feuerbach (Continuación)

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El profesor Camino propone realizar un análisis de la afirmación contenida en la undécima tesis: “Los filósofos sólo han interpretado el mundo de distintas maneras, de lo que se trata es de transformarlo”.
Para él, es importante entender el contexto filosófico (Marx escribe las tesis alrededor de 1845 -el mismo año en que se publica la Ideología Alemana, texto de gran importancia para la comprensión de las mismas) e histórico (Engels decide publicar las tesis ya en 1888) en que se produce tal afirmación, a fin de obtener información que permita inferir los posibles destinatarios de la denuncia hecha por un ya no tan joven Marx.
Precisamente por este medio, y tomando como dato el conocimiento de Marx de la Historia de la Filosofía (Marx no podría haberse referido a los filósofos en general), llega el profesor Camino a afirmar que el texto podría estar dirigido a los neohegelianos llamados de izquierda -entre quienes figuran Strauss, Stirner, Bauer y Feuerbach-, y a quienes agregaría yo a los neohegelianos en general. 1
Indica el profesor Camino que para fundamentar esta suposición es útil entender lo que Marx y Engels dan en llamar la “crítica de la crítica crítica” 2.
Para ellos, el error cometido por los neohegelianos habría sido el de asumir la identidad hegeliana entre crítica y realidad -teoría y práctica-, en el sentido de que “todo lo real es racional y todo lo racional es real” 3, teniendo por fin último la racionalización del mundo existente 4, a partir de cuya realización se desplegaría la “fuerza trascendente” de la crítica.
En esa misma línea, Marx afirma que el considerar a la crítica por sí misma como la efectivación práctica de su contenido crítico -o como un estado final de la comprensión, o simplemente como valiosa en tanto comprensión crítica- es una toma de postura radical y errónea que resulta nociva en vistas de la modificación del status quo, por permanecer en la mera especulación teórica. 5 Para él, en cambio, la teoría y la práctica son “momentos complementarios en la totalidad dialéctica de la acción humana”. 6 Su unidad tal como se da en la actividad racional – real humana no supone su identidad, sino un necesario correlato entre la interpretación y su realización práctica, siendo ambas efectivamente distintas.
Finalmente, y para cerrar este punto, menciona el profesor Camino un apelativo con que Marx y Engels se dirigieron a los neohegelianos en alguna ocasión: “intérpretes filosóficos”. 7
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1 Marx, Karl. La ideología Alemana : crítica de la novísima filosofía alemana en las personas de sus presentantes Feuerbach, B.Bauer y Stirner y del socialismo alemán en las de sus diferentes profetas.
Cuarta Edición. Montevideo, Barcelona : Pueblos Unidos, Grijalbo, 1974. p. 17
“La sumisión a Hegel es la razón por la que ninguno de estos modernos críticos ha intentado siquiera una amplia crítica del sistema hegeliano, por mucho que cada uno de ellos afirme haberse remontado sobre Hegel”.
2 Marx, Karl. La sagrada familia y otros escritos de primera época.
Segunda Edición. México, D.F. : Grijalbo, 1967.
3 Hegel, Georg Wilhelm Friedrich. Filosofía del derecho.
Tercera edición. Buenos Aires : Claridad, 1944. Prefacio.
4 Marx, Karl. La ideología Alemana. p. 18. “los neohegelianos coincidían con los viejos hegelianos en la fé, en el imperio de la religión, de los conceptos, de lo general dentro del mundo existente”.
5 Ibíd., p. 45. “Feuerbach aspira, pues, […] a crear una conciencia exacta de un hecho existente, mientras que lo que al verdadero comunista le importa es derrocar lo existente”.
6 Camino, Federico. La undécima tesis de Marx sobre Feuerbach.
Lima : Pontificia Universidad Católica del Perú, 1993. p. 12
7 Ibíd., p. 14

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La mort et l’occident

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El mundo para el hombre es una sinuosa continuidad de percepciones.
Su éxito en él depende de su habilidad para aislarlas convenientemente en función de un propósito determinado. En tal sentido, todo arrebato de omnisciencia puede ser perjudicial para la estructura de la mente humana, pues le remite a su ineludible finitud y, aunque no ocurra así para el individuo, ocurrirá para la posteridad.
La casa del silencio es una de las primeras obras del reciente premio nobel turco, Orhan Pamuk.
En el texto -entre otras experiencias relatadas en paralelo- se cuenta la vida de un hombre obsesionado con el conocimiento enciclopédico del Siécle de la Lumière francés y con la teoría evolutiva de Darwin. Para él, estas dos aproximaciones al conocimiento representan el paradigma de la superioridad occidental.
Supone el protagonista una relación directamente proporcional entre la capacidad de formar el conocimiento a partir de la experiencia y del uso experimental de la razón, y la superioridad
intelectual de la cultura en que se reproduce tal formación. Se aboca entonces a la redaccion de una “Enciclopedia de Oriente”, en la cual intentará plasmar
su propio concepto de las voces que figuran en la Enciclopedia de Diderot – D’Alambert. Al llegar a la letra M, y al formular su propia definición de muerte, descubre su finitud,
el miedo a la nada y el nihilismo occidental.
Partiendo de este despertar a la conciencia de la muerte, plantea la hipótesis de que el punto crítico de la separación entre oriente y occidente se encuentra al final del mundo, en el Finisterre, el lugar sin retorno (Lasciate ogni speranza voi che entrate), en la identidad entre muerte y desaparición física y ontológica.
Atribuye este fenómeno a la ruptura con la fe oriental, fundamentalista, imperativa y casi connnatural al hombre pre moderno; la misma que le permite creer en la transcendencia del alma
más alla de la muerte y, en ese sentido, no temerle (“¡Teme a la muerte, estúpida mujer oriental, pues después de ella está la nada más absoluta!”).
Orhan Pamuk aborda el tema desde la locura del protagonista y, ciertamente, desde una noción vaga y limitada de la Ilustración y, sin embargo, toca un importante aspecto del fundamentalismo oriental como siendo un criterio funcionalmente constitutivo de la división abstracta entre oriente y occidente.
El entendimiento de la muerte como consolidación de la nada, como decíamos en las primeras líneas, provoca la angustia de desaparecer que Sarte interpreta como náusea. En un espíritu suficientemente obsesivo, puede acelerar la marcha hacia el confín de la vida tal como ocurre, efectivamente, en el caso de nuestro neurótico -y alcohólico- enciclopedista turco.
Portada del libro

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Pixies

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Tengo un especial interés por el tema de los duendes, pues pienso que podría haberme cruzado con alguno (no suelo afirmar algo de lo que mis sentidos no se hayan percatado), indirectamente y sin haber sido consciente de ello.
Cuando nació mi hija -que ahora tiene 3 años- nos fuimos a vivir en Puente Piedra, en casa de mi abuela, donde creció mi madre.
Se trata de una casa cuadrangular, situada en el medio de una finquita de unas 2 hectáreas, sembradas principalmente con vides e higueras. Nos instalamos en un cuarto pequeño, al lado del edificio principal. Había una cama mediana y, por no contar con recursos en ese momento, no había cuna todavía. Mi hija tuvo que dormir en su coche de paseo.
Recuerdo que se durmió pronto, mientras que yo, cosa rara, no podía conciliar el sueño. No sé exactamente en qué momento me dormí, pues las pesadillas que sufrí me impidieron establecer una división clara entre la vigilia y el sueño.
Lo que recuerdo claramente y nunca olvidaré, fue el llanto leve y apagado de Aline, que se traslapaba con el terrible ensueño en que me encontraba.
Súbitamente me desperté, al mismo tiempo que mi mujer, sudando y agitados ambos. Mi corazón se detuvo y Evelyn pegó un grito terrible. ¡Aline no estaba en su coche!
Debo decir que para una bebé de 1 mes de nacida, la hazaña de salir por cuenta propia del coche es más que imposible, es impensable (de hecho, nunca volvió a ocurrir, incluso mucho tiempo después).
El silencio de la noche -profundo como solo puede serlo en el campo- me permitió escuchar, ahora despierto, el leve llanto de mis pesadillas. Busqué desesperadamente a mi hija, siguiendo su quejido en la oscuridad. Estiré una mano ciega bajo la cama y ¡ahí estaba!. La saque, la cargué y la abracé con el alma sobrecogida y un sólido escalofrío en todo el cuerpo.
En ese momento exacto, mi abuela apareció en el umbral del pequeño cuarto, asustada y llorosa: había despertado de un terrible sueño en el que un pequeño y monstruoso duende arrastraba a mi hija al submundo, mientras cantaba una ininteligible y deforme melodía.

Imagen tomada del blog de sebscorner
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