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Acabo de llegar de mi viaje de semana santa. No conocía la selva y decidí ir a Junín, lo más cerca de Lima que hay. El itinerario es el siguiente: Lima – La Merced – Oxapampa – Pozuzo. Teníamos hechas las reservaciones en el albergue Frau Maria Egg, el cual incluye una habitación con dos camas matrimoniales -raro pero cierto-, desayuno continental, lavandería y piscina. El precio por noche es de 80 soles, por lo que hubiera valido la pena conseguir otra pareja que ocupe la cama matrimonial extra -difícil pero no imposible. Lamentablemente no se encontraba la señora María Egg, co propietaria del lugar, sino solamente su esposo, cuyo nombre es poco memorable, así como su nivel de atención, lo cual no tuvo mucha importancia porque nos atendió su nuera, de quien nunca supimos el nombre, pero tampoco importaba mucho. El desayuno era bastante bueno, consistía en jugo de frutas del lugar (naranjito o carambola), leche fresca con café, varios tipos de pan, Apfelstrudel, queque de vainilla, mantequilla hecha a mano, queso, mermelada de varios sabores (naranja, guayaba y algo que no reconocí) y huevos fritos con tocino. Con este desayuno, servido a las 7:30 am, era posible hacer unas 5 horas de caminata y regresar al pueblo con ánimos para el almuerzo.
Las actividades más usuales eran: El circuito del puente Kaiser Wilhelm II hasta la casa típica Egg, La caminata del puente Vogt por la carretera Mayro – Prusia, y la visita a Guacamaya, localidad donde se puede ver al gallito de las rocas en su hábitat natural.
Llegamos al pueble el día jueves 20, luego de casi 14 horas de viaje, por lo cual no pudimos hacer mucho más que almorzar y descansar. Para el almuerzo lamentamos nuevamente la ausencia de la señora María, pues no había quien atendiera en el restaurante del albergue. Nos recomendaron ir a comer al restaurante típico pozucino, un par de cuadras hacia el sur, y así lo hicimos.
Una vez allí, se nos acercó el dueño del lugar, Andrés Egg Gstir. Se trata de un hombre de 64 años, alto y seguramente alguna vez rubio -ahora con un cabello casi completamente blanco-, quien se presentó a sí mismo como el empleado de su mujer, ja. Nos recomendó algunos platos de su menu y siguió conversando con sus amigos.
Terminamos de almorzar muy rápido pues no habíamos probado bocado desde Oxapampa, casi 5 horas antes, y luego dormimos en el albergue hasta las 7 de la noche. Salimos a reconocer el pueblo y terminamos en el restaurante típico para cenar. Comimos unas salchichas con plátano y tomamos jugo de naranjito con carambola (imperdible). Andrés, ya menos ocupado, se nos acercó para mostrarnos fotos de su viaje al Tirol, tierra de sus ancestros, y para alcanzarnos un pequeño folleto con historias escritas por él mismo. Mientras nos mostraba las fotos, iba contando sus aventuras en el viaje con una gracia y un ingenio envidiables. Más tarde, leyendo sus historia, encontraríamos que su habilidad para transmitir emociones no se limitaba a la comedia, sino que se extendía mucho más allá…
Antes de irnos, nos prestó el folleto para terminar de leerlo en el albergue y se ofreció a llevarnos a su criadero de peces por la mañana. Le habíamos caido en gracia, tal vez por haber regresado a cenar.
LA SEGUNDA PARTE DE ESTE POST HA SIDO PUBLICADA EL 10 DE ABRIL. LOS QUE QUIERAN LEERLA PUEDEN HACERLO DESDE AQUI. Sigue leyendo →