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MITOS Y RETOS: EL INDULTO

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Es mucho lo que ya se ha dicho, principalmente desde la capital, sobre el posible indulto presidencial al señor Alberto Kenya Fujimori Fujimori. Las opiniones van de un lado y del otro, y los mitos que se han tejido son dignos de un cuento (no precisamente de hadas, sino más bien de brujas) o de una novela de suspenso, y es que la historia de nuestra república parece una prolongada incógnita. Aquí desempeñaré mi oficio como “abogado del diablo” para enfocar algunos argumentos.

 

1. Naturaleza del indulto y confusión de “armas” legales

Básicamente, el indulto es una atribución conferida al Presidente de la República a través de la cual se renuncia al poder punitivo del Estado. No implica una anulación del delito cometido por el reo, ya que no se trata de una amnistía, esa es otra figura legal.

En los medios de comunicación se ha llegado a hablar de la existencia de hasta tres tipos de indulto, con lo cual simplemente se está desinformando a la población. Si revisamos el Reglamento Interno de la Comisión de Gracias Presidenciales, que fue aprobado en julio del año 2010 mediante Resolución Ministerial N° 0162-2010-JUS, queda claro que los indultos son únicamente de dos tipos: 1) el indulto común; y, 2) el indulto humanitario y excepcional. Hay abogados que se han querido aprovechar de esa palabra “excepcional” para hacer creer que existen tres tipos de indulto. Lo cierto es que en el referido Reglamento de la Comisión de Gracias Presidenciales se menciona el término “excepcional” como asociado al “humanitario”, pero luego el término ya no vuelve a ser mencionado ¿Alguien quiso generar confusión? No me extrañaría, éste es un Estado en el que se deja cabos sueltos legales para poder beneficiar a quien se presente, para generar “errores” legales basta una palabra a la deriva.
Lo cierto aquí es que sólo existen dos tipos de indulto: el común y el humanitario. Es una lástima que muchos juristas repitan lo que otros malos abogados (algunos realmente deficientes en el ejercicio de su profesión y otros que lo hacen adrede) dicen sobre la existencia de hasta tres tipos de indulto, lamentablemente nadie los enfrenta.

Sigamos con la tragicomedia legal, ya que nuestro Estado se caracteriza por operar desordenadamente y sin la menor vista de planificación. Hasta antes del 2010 existieron cuatro comisiones distintas a cargo de las denominadas “gracias presidenciales” a saber: 1) Comisión Permanente de Calificación de Indulto (Decreto Ley N° 25993); 2) Comisión Especial de Alto Nivel encargada de calificar y proponer al Presidente de la República, en forma excepcional, la concesión del derecho de gracia a los internos procesados en los casos en que la etapa de instrucción haya excedido el doble de su plazo más su ampliatoria (Ley N° 26329); 3) Comisión de Indulto, Derecho de Gracia y Conmutación de Penas (Ley N° 27234); 4) Comisión de Indulto y Derecho de Gracia por Razones Humanitarias y Conmutación de la Pena (Decreto Supremo N° 004-2007-JUS).

¿Sorprendente? No, así funciona el Estado. Denles una nueva lectura a todas estas Comisiones, encontraremos términos muy familiares: indulto, excepcional (vocablo que algunos han querido mal emplear), derecho de gracia, conmutación, humanitaria. En medio de este desorden es como se ha querido resucitar viejas fórmulas legales. Nuevamente, es una lástima que muchos profesionales y comunicadores usen indistintamente los términos como si todos éstos significarán e implicaran lo mismo. Todas estas Comisiones fueron fusionadas por absorción en una sola, mediante Decreto Supremo N° 008-2010-JUS, así se dio paso a la única “Comisión de Indulto y Derecho de Gracia por Razones Humanitarias y Conmutación de la Pena”. Es aquí donde se tramita el posible indulto al señor Alberto Fujimori. Esta Comisión con sus disposiciones rige actualmente, el resto es historia.

En el mismo Reglamento de dicha última Comisión encontramos la especificación de todos los términos que fueron reincorporados en este único documento: la “gracia presidencial” es la potestad del Presidente de la República para conceder indulto, ejercer el derecho de gracia, y conmutar penas. Es decir “gracia presidencial” es el término general. Precisando ahora, tenemos al “indulto” como la potestad del Presidente para renunciar al poder punitivo del Estado (mediante el indulto común o el indulto por razones humanitarias). También tenemos el “derecho de gracia” (común y humanitaria) que es la potestad del Presidente de extinguir la acción penal a los procesados en casos cuya etapa de instrucción haya excedido el doble del plazo más ampliatoria. Y la “conmutación de pena” que es la otra potestad del Presidente pero para reducir la pena privativa de libertad por una menor. Entonces, queda claro que el “indulto” es sólo uno de los tipos de gracia presidencial. Los partidarios de Fujimori también pudieron recurrir a una conmutación de pena, pero ya el trámite de indulto por razones humanitarias (ese ha sido el escogido) está en curso.

Se desató una polémica respecto a la necesidad, o no, de que el pedido de indulto sea firmado por el preso. La respuesta está en el mismo Reglamento, artículo 16°: “La solicitud de gracia presidencial deberá ser efectuada mediante el formulario correspondiente que como anexo forma parte de la presente resolución y contendrá los datos del posible beneficiario y firma del solicitante”. Es decir, la firma se requiere para todos los tipos de gracia presidencial, por lo tanto, también es requerida en el indulto. Hay quienes dicen que exigirle eso a Fujimori es humillarle, a aquellos yo les pregunto ¿cuándo vamos a empezar a ser una nación de leyes? ¿Para que existen las normativas? Finalmente, el solicitante Fujimori tuvo que cumplir con estampar su firma.

Para que la Comisión pueda aconsejar al Presidente de la República que otorgue específicamente el indulto humanitario a alguien, el preso debe estar en alguna de estas condiciones:
a) Los que padecen enfermedades terminales.
b) Los que padecen enfermedades no terminales graves, que se encuentran en etapa avanzada, progresiva, degenerativa e incurable; y además que las condiciones carcelarias puedan colocar en grave riesgo su vida, salud e integridad.
c) Los afectados por trastornos mentales crónicos, irreversibles y degenerativos; y además que las condiciones carcelarias puedan colocar en grave riesgo su vida, salud e integridad.

Esto lo dice el artículo 31° del Reglamento de la Comisión. Aquí ya no se trata de simpatías o antipatías hacia Fujimori, se trata de normas, de procedimientos hacia un resultado. Si el reo está en alguno de estos casos, entonces la Comisión procederá a sugerirle al Presidente de la República que otorgue el indulto humanitario.
El Presidente tendría que orientarse por la sugerencia de la Comisión, pero sus potestades cuasi virreinales pueden hacerlo decidirse sin tomar en cuenta el trabajo de dicho grupo, esas son algunas de nuestras prácticas poco democráticas dándole a un simple mortal poder para decidir sobre vida y muerte. Y aquí enlazo este escrito con la naturaleza de la figura presidencial.

2. El Presidente – Virrey

Será pues nuestro Presidente de la República quien decida la suerte final de Alberto Fujimori. Vivimos en una democracia liberal, es decir, creemos en la división de poderes, pero ¿qué implica el indulto? A mí entender el indulto como gracia presidencial vulnera esa división de poderes.
Hablaré aquí en general, todas las personas que se encuentran en estos momentos en prisión están allí por una sentencia emitida por el Poder Judicial, uno de los poderes del Estado. Pero cuando se le otorga al Presidente de la República la facultad de otorgar “gracias”, como el indulto, lo que tenemos es que él como representante del Poder Ejecutivo se pone por encima de los fallos ya emitidos por el Poder Judicial ¿eso es división de poderes? Seguramente muchos dirán que es un desvarío lo que estoy diciendo, pero analícenlo con un poco más de detalle, si fue el Poder Judicial quien dictó sentencia y envío a prisión a alguien, lo justo es que ese mismo poder del Estado sea quien renuncie a su poder punitivo.

Un boceto que tengo en mente como propuesta es que la “Comisión de Indulto y Derecho de Gracia por Razones Humanitarias y Conmutación de la Pena” luego de haber analizado las solicitudes enviadas por los reos, envíe sus sugerencias a una segunda Comisión integrada por magistrados del Poder Judicial ya jubilados, y que ahí en votación se decida indultar, dar derecho de gracia o conmutar penas a dichos reos solicitantes. Preciso que se trataría de magistrados jubilados, así menguaríamos la interferencia con colegas en ejercicio. Es una idea, no estoy dando una ley, así que acepto críticas y mejores alternativas. Ello implicaría quitarle al Presidente de la República la atribución que le confiere el artículo 118° de nuestra Constitución.
Sé que nadie me hará caso, pero esa es mi manera de mantener la división de poderes, y evitar poner en una sola cabeza cuasi coronada (Presidente de la República) el poder de decidir el destino de los mortales en prisión ¿soltarlos o no? Insisto, el Poder Ejecutivo no tiene porqué interferir en las decisiones que ya tomó el Poder Judicial.

Volvamos con el caso del señor Fujimori. Algunos manifiestan que se trata de un Ex Presidente de la República y que por eso “merece” una “consideración”. No creo en ello. En primer lugar, a ningún ciudadano se le obliga a postularse a un cargo público, ya sea el Presidente de la República, del Gobierno Regional, el Alcalde o tantos otros puestos de poder político, todos ellos han buscado esos cargos, la pregunta es ¿para qué? Y ahí surge el problema, si fue para construir el bien común, entonces estaban en el camino correcto; pero si fue para construir su propio beneficio, he ahí una razón de nuestros males nacionales. Y somos nosotros mismos quienes ayudamos a que nuestros políticos pierdan el rumbo, cada vez que nos desvivimos en agradecimientos, en regalos, en adulaciones, medallas van y vienen, pero ¿qué queda? La imagen que nos queda es la de alguien que vive en la soberbia desde un puesto al que nosotros le hemos llevado porque la soberanía es popular, no divina. Lamentablemente, buena parte de nuestros políticos han pasado a creerse reyezuelos envueltos en el manto de vanagloria que les hemos tejido.

No basta que alguien haya sido Presidente de la República para que se tenga que otorgársele el indulto, tampoco basta lo bueno o malo que pudo hacer en el tiempo que gobernó el país. Ya he presentado, línea arriba, los casos en los que es posible sugerir el indulto humanitario.
Luego de nuestra “década perdida”, el gobierno de Alberto Fujimori estabilizó el país, se combatió el terrorismo, se niveló nuestra deplorable situación económica y el Perú volvió a insertarse en la esfera internacional. De igual modo durante este gobierno se fue avanzando hacia el autoritarismo (parece que al peruano le gusta la llamada “mano dura” para solucionar los problemas, claro está, cómodamente, siempre y cuando esa “mano dura” no caiga sobre su propia cabeza), medios de prensa inescrupulosos vendieron sus líneas editoriales, nos estalló basura mediática, se hicieron compras de material bélico de modo irregular dando paso a corruptelas de alto vuelo (literalmente, por ejemplo, nos dimos cuenta que los aviones adquiridos no funcionaban). Lo peor de todo ello es cuando, en todos los niveles socioeconómicos, escuchamos la trillada frase “no importa que roben mientras hagan obras”. He ahí la tragedia nacional.

Los jueces, haciendo uso de la teoría de la “autoría mediata” sentenciaron a Fujimori a 25 años de prisión por los crímenes de La Cantuta y Barrios Altos, en memoria de quienes ahí fueron ejecutados por comandos paramilitares. Hay quienes afirman que esos fueron los costos menores de la guerra que vivió internamente el país, pero ¿se pensaría lo mismo si un ejecutado hubiera sido un padre, madre, o hermano? Fácil es ver el tema de lejos, y más aún ser indiferente cuando tenemos una gran dificultad en el país para vernos como parte de una unidad, de una nación. Mientras la matanza criminal de Sendero Luminoso y el MRTA desangraba los pueblos de la sierra y parte de la selva ¿quiénes levantaron su voz de protesta?

Es necesario reconciliarnos como nación, algo complicado hasta en los símbolos, recordemos toda la polémica que se generó ante la idea de construir un Museo de la Memoria, justo y necesario es señalar que los terroristas de Sendero Luminoso y del MRTA son los principales responsables de las violencia que vivimos desde 1980, su demencia e insania les llevó a destruir a la población por la que decían luchar, los más pobres del país. Pero en ese fuego cruzado, el Estado no estuvo preparado para enfrentarse con esos enemigos, y también cometió errores, en las fosas comunes muchos peruanos seguramente aún esperan ser identificados ¿decir eso es ir contra el Estado? Sólo los más escasos de mente podrían pensar que es así, obviamente se necesita pacificación ¿se ha cumplido con las reparaciones a las poblaciones afectadas durante la guerra subversiva?

La estrategia inicial con la cual se intentó combatir a los subversivos no sirvió de mucho, las matanzas continuaron ¿alguien se acuerda de la matanza de Putis por ejemplo? Aquel pueblo ayacuchano que fue masacrado en 1984 por efectivos del Ejército, se les hizo cavar sus tumbas y luego se les eliminó, 123 ejecutados ¿eran todos terroristas? Y cuidado con la respuesta que aquí demos ¿el Estado puede descender y actuar al mismo nivel de la barbarie subversiva? ¿Se puede ser tan cobarde como Sendero Luminoso o el MRTA? Cuando los disparos ocurren lejos, es fácil decir que sí. En los años 90 la estrategia cambió a la “guerra de baja intensidad”, la violencia prosiguió en un “ojo por ojo”, es recién con el impulso del Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) que se empezó a ganar la batalla al terrorismo, muchos de aquellos integrantes, de la inteligencia militar y policial, luego han sido lamentablemente olvidados. Héroes anónimos que cambiaron la estrategia y supieron enfrentar la cobardía de Sendero Luminoso y del MRTA.

Procesar a un Jefe de Estado puede traer una enseñanza, por más alto que alguien llegue en el ejercicio del poder político, la justicia igual puede alcanzarlo. Si revisamos la guerra interna, no sólo Fujimori tendría que haber sido investigado, sino también los gobernantes predecesores y los principales comandantes. Tal vez su caso sirva de moraleja para los futuros gobernantes. Nadie tiene coronas por más poder político que pueda ostentar temporalmente.
Muchos han cuestionado el Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR), este documento ha sido atacado y catalogado como obra de izquierdistas. Esa es una visión cerrada, los muertos siguen estando ahí, y no se puede ocultar lo ocurrido. Se discute si la cifra de 69 mil muertos y desaparecidos es correcta ¿nos hace mejor país el que hayan sido sólo 20 mil muertos? Es una completa mezquindad desestimar el trabajo de la CVR, que básicamente constaba en tomar declaraciones de las víctimas, peruanos y peruanas que narraron cómo fueron obligados a presenciar el asesinato de sus familiares y vecinos o que sobrevivieron a las torturas ¿se puede ser tan poco caritativo con el dolor de esos connacionales o tal vez algunos piensan que era puro teatro el llanto de su prójimo? ¿Será tal vez que el hecho de ser pobres no les permite entrar en una política de reconciliación nacional? ¿Preferían que se queden callados? Aquí no se trata de ensalzar a una izquierda política dividida en pedazos y que a veces no sabe si azuzar las calles o usar las urnas, tampoco se trata de defender a una derecha política que busca el orden sólo porque así asegura la estabilidad de sus inversiones. El real reto está en reconocer al “otro” como un ciudadano con derechos y deberes, como cada uno de nosotros. Dice el Informe: “La CVR entiende que la reconciliación debe ocurrir en el nivel personal y familiar; en el de las organizaciones de la sociedad y en el replanteamiento de las relaciones entre el Estado y la sociedad en su conjunto. Los tres planos señalados deben adecuarse a una meta general, que es la edificación de un país que se reconozca positivamente como multiétnico, pluricultural y multilingüe. Tal reconocimiento es la base para la superación de las prácticas de discriminación que subyacen a las múltiples discordias de nuestra historia republicana” ¿Aspiramos realmente a ello?

Ese trabajo de reconciliación es mancomunado, ahí tienen que sumar esfuerzos los partidos políticos, las iglesias, los gremios, las universidades y demás organizaciones de las sociedad. Por ejemplo en nuestro sistema educativo ¿se conoce el terror de Sendero Luminoso y del MRTA? Se ha creído erróneamente que con ocultar el Informe de la CVR, o que con anular la bibliografía “peligrosa” (vale decir, El Capital de Karl Marx, por ejemplo) sería suficiente para evitar ideas “peligrosas”. No es así. Si queremos tener peruanos preparados integralmente para el mañana es necesario que debatan hoy, que se formen y que conozcan lo que ocurrió desde 1980. Las ideas no se pueden suprimir, pero sí se pueden debatir y conocerlas mejor para contra argumentarlas, esa es una tarea de largo aliento, nadie dijo que sería fácil. Lo otro es prohibir temas, ese es el camino del facilismo, lo que no se conoce en el colegio o en la universidad, se aprenderá en la calle y de cualquier modo. No podemos tener una educación de vitrina, de burbuja. Si no vamos a encarar los problemas reales del país ¿nos limitaremos a las cartillas de instrucción? ¿Nos limitaremos a ver cómo los jóvenes de hoy confunden el infame rostro de Abimael Guzmán con el de cualquier actor de teatro?
Recién ahora que el paradójicamente llamado Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales (Movadef) ha salido a la luz pública es que todos han vuelto a hablar sobre la violencia pasada. Nadie se ha puesto a pensar ¿los presos por terrorismo habrán renunciado a sus viejas consignas? Muchos ya están cumpliendo sus condenas y quedando en libertad ¿los hemos recuperado para la vida democrática? No podemos simplemente volver a encerrarlos, los tendremos en las calles. El Movadef no ha hecho un deslinde claro al pasado subversivo del denominado “pensamiento Gonzalo”, delincuencial planteamiento que sólo puede traerle más desgracias al país ¿cómo lo vamos a enfrentar desde nuestra democracia? ¿Simplemente cubriéndoles los ojos y oídos a los escolares y universitarios? Creer que la política no tiene nada que ver con la vida universitaria es el peor riesgo del pragmatismo imperante, la universidad es también un espacio de formación cívica, pues ahí están quienes tomarán decisiones políticas el día de mañana, desde aprender a vivir en comunidad, sufragar racionalmente, o ejercer autoridad desde un puesto público.

Tengo gusto de que en las aulas a mi cargo, desde el 2009, siempre he procurado debatir con los alumnos en un proceso de aprendizaje mutuo, así nos preparamos para la realidad que encontramos cruzando las rejas de los centros de enseñanza. Conocer y sobre todo analizar los devaneos de nuestra vida republicana, así como los aciertos y desaciertos de quienes han dirigido este país es clave en los procesos formativos, eso también es hacer política y sin publicidades electorales.

3. Indulto ad hoc

Muchos están a favor del indulto a Fujimori porque se trata de un Ex Presidente de la República, esa razón no basta para mí. Si cumple con algunas de las causales estipuladas en el Reglamento de la Comisión que ve el tema, entonces sí podría estar a favor del otorgamiento de la gracia presidencial. Pero sólo porque se cumple con alguno de esos casos (ya mencionados líneas arriba), no porque haya tenido la banda presidencial sobre el pecho, no porque me caiga bien o mal.

Hay quienes apelan al sentimentalismo, siendo así, tal vez sea propicio para el Presidente Humala (si es que piensa otorgar el indulto) hacerlo en tiempo de navidad, cuando la gente suele ser más vulnerable emocionalmente. Los sentimentalismos no son suficientes por una simple razón, Fujimori no es el único que ha presentado un pedido de indulto, se conoce de 117 solicitudes ¿tiene derecho a trámite preferencial? En una democracia, no hay tratos preferenciales, al menos ello es lo ideal. Esto no es ser cruel, simplemente es respetar las normas.

Se entiende que la familia del señor Fujimori y sus amigos cercanos estén preocupados por su salud y estén buscando que él sea indultado lo más pronto posible, ello es perfectamente comprensible. Lo que no se entiende es que cierto sector dentro de su misma agrupación política lo adulen al punto casi de endiosarlo ¿no puede haber “partido naranja” sin un Fujimori a la cabeza? El reto para esa fuerza política está en construir liderazgos alternativos, que vayan más allá de la marca registrada de un apellido.
Por otro lado, observando a los principales y más enconados detractores del indulto, respeto su posición si es que la mantienen con argumentos, valiéndose de las reglamentaciones sobre dicha gracia presidencial, también les respeto si es que se oponen a la impunidad por coherencia. Pero me temo que en cierto sector de esos opositores se esconde el miedo a un fujimorismo (no me gusta el término porque no creo en apellidos, ni familias como ideología) revitalizado que pueda pelear con fuerza la dirección del país en el 2016 ¿tienen temor a ser barridos electoralmente? Las agrupaciones políticas rivales deberían preocuparse por fortalecer a sus partidos antes que vivir únicamente pendientes en la suerte de un reo de otra tienda política. Un Alberto Fujimori libre ¿catapultaría a uno de sus hijos? Otros dicen, un Fujimori muerto en la cárcel sería un “mártir”. A eso se resume el debate sobre la vida o muerte de una persona, lamentable también.
Mientras las fuerzas políticas sean dependientes de caudillismos, y los militantes y simpatizantes alaben esas prácticas, toda agrupación política tendrá cerca una fecha de defunción.

En los medios de comunicación, en ciertos sectores de la jerarquía eclesiástica y otros líderes de opinión se han sumado a una campaña a favor del indulto, son libres de hacerlo, sin embargo no se trata de centrarnos meramente en un “preso famoso” ¿alguien hace campaña a favor del indulto de otro preso N.N? ¿Por qué no hablar sobre las malas condiciones carcelarias de tantos otros hombres y mujeres? No olvidemos el hacinamiento de tantos otros penales o la desesperación de tantos detenidos esperando aun sentencia ¿sólo cuándo la figura es un Ex Presidente los temas cobran importancia? Ese parece ser el mensaje que nos envía Lima a las provincias, concentrando el debate en la figura de Fujimori.

Nuevamente ha saltado a la palestra también el tema de las esterilizaciones forzadas de mujeres durante el gobierno del hoy candidato a indulto ¿aquellas mujeres esterilizadas no tienen quien las defienda? ¿Sólo se trató de un error del gobierno? ¿Dónde queda la dignidad menoscaba en ello?
Estamos llamados a ver de modo sistémico los problemas, verlos en amplitud, y procurar dar una orientación a los mismos. El indulto humanitario para Alberto Fujimori está ahora en manos de la Comisión de Indulto, luego pasará a manos del Presidente Humala, el mecanismo actual (que denota una clara irregularidad a la división de poderes del Estado) no me parece el más adecuado, pero Humala tendrá que decidir, esperemos que bien asesorado. Es una atribución constitucional, la regla de la mayoría aquí no prima, los sondeos de opinión, las marchas y contramarchas en las calles son referenciales.

Estos son los temas sobre los que la universidad y las distintas opiniones tienen que darse, el debate se ha vuelto prerrogativa exclusiva de un sector en la capital ¿qué pasa en Lambayeque? ¿Nadie tiene algo que manifestar al respecto? En este tema puntual, los médicos y abogados son los primeros llamados a sentar posición con los argumentos de sus respectivas ciencias, no porque dichos argumentos vayan a decidir la suerte de Fujimori sino porque así se mantiene informada adecuadamente a nuestra población, algo necesario en este tiempo de desinformación y nulidad de debate. Somos laicos y esa es nuestra tarea, el mismo documento de Aparecida, la reunión de Obispos en aquella ciudad brasilera el año 2007 nos exhorta: “Por tratarse de un continente de bautizados, conviene colmar la notable ausencia, en el ámbito político, comunicativo y universitario, de voces e iniciativas de líderes católicos de fuerte personalidad y de vocación abnegada, que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas. Los movimientos eclesiales tienen aquí un amplio campo para recordar a los laicos su responsabilidad y su misión de llevar la luz del Evangelio a la vida pública, cultural, económica y política”.

Suena bien, pero hay que materializar esa aspiración. El primero paso es ser consecuente con uno mismo, somos libres, manifestémonos con argumentos.

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EL TERRORISMO DEL SILENCIO

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Da escalofríos la gracia con la cual varios jóvenes pueden confundir el rostro del infame Abimael Guzmán con el de cualquier director de cine. Son sucesos de hace unas décadas, no es tiempo remoto, esto es historia reciente ¿qué está pasando? ¿Por qué tal desconocimiento? Hemos creído que obviar la enseñanza de una etapa de nuestra historia nacional sería suficiente para curar las heridas del terror.

Algunos ultramontanos se han limitado a enfilar su puntería contra el Informe Final que elaboró la Comisión de la Verdad y Reconciliación, el cual es una política de Estado ¿habrán leído bien dicho documento? Claramente identifica a Sendero Luminoso como el máximo responsable de las matanzas desatadas, pero también se reconoce responsabilidad en agrupaciones políticas y miembros de las fuerzas del orden que cometieron excesos ante la población que debían proteger ¿eso es herejía?
El 4 de enero de 1994, en Chiclayo fue asesinado Gilberto Díaz, presidente de las rondas campesinas, le dispararon dos veces y fue acuchillado por tres encapuchados ¿quién lo asesinó?
Hemos llegado a la mezquindad de debatir si fueron, o no, 69 mil las víctimas de estos terribles años ¿acaso siendo menor la cifra de muertos y desaparecidos seremos un mejor país?

Saltan muchas preguntas, los todavía presos por terrorismo ¿han renunciado a sus consignas de lucha armada? Las víctimas de la violencia ¿han sido reconocidas? ¿Cómo avanzan los procesos de reparación? A todo esto se enfrentarán los ahora jóvenes. El reto es que desde las escuelas y universidades se aborde el tema, pero no como una anécdota, sino empezando a formar ciudadanos conscientes y capaces de decir: ¡Nunca más terrorismo!

Esto no se trata de derechas o de izquierdas, esto se trata de mostrar un poco de respeto por el dolor, que no puede verse como ajeno; es el dolor de peruanas y peruanos que padecieron el terror subversivo. Habría que recordar la gran Marcha por la Paz, que fue convocada por Henry Pease, en 1989, bajo el lema de “No matarás, ni con hambre, ni con balas”. Ahí se encierra el verdadero reconocimiento de la dignidad humana.

* Publicado en Peru.21 Norte, el 27 de enero del 2012.


Imagen: Mario Molina

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