MONSEFU: UNA MIRADA A LA HISTORIA LOCAL EN TIEMPOS DE FIESTA

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Fue el realista ruso Liev Tolstói quien afirmó “Pinta tu aldea y serás universal”, eso es lo que busco hacer en este breve artículo. Yo, nacido en Chiclayo, de alguna forma soy hijo de Monsefú por mi ascendencia y por ser el espacio vital en buena parte de mi desarrollo personal. En esta ocasión le obsequio a nuestra ciudad algo no tangible, algo no bebible, algo no bailable, le obsequio algunos destellos para alumbrar pasajes de su devenir histórico, una historia que va más atrás del mentado 1888, cuando un 26 de octubre de aquel año la villa de Monsefu pasó a ser ciudad. Espero que los gustosos de la historia se sientan parte de estas líneas, y los más desafectos conozcan un poco más del suelo que pisan cada día.

Mi basamento está en las fuentes escritas y parte de la oralidad, una presentación de procesos y pasajes de la historia tal vez no muy difundidos, partiendo en el coloniaje por ser área de mi mayor interés. Empecemos el viaje.

 

LA MUDANZA DEL PUEBLO. CALLANCA Y MONSEFÚ

Es conocido el dato de que la cuna de Monsefú estaría en el cerro San Bartolo y los terrenos de Alicán en Callanca y que luego la población fue mudada hacia la ubicación que mantenemos, aproximadamente a inicios del siglo XVII.

Las poblaciones indígenas originarias vivían dispersas, para poder adoctrinarlas en la religión católica, hacerlas trabajar y cobrarles el tributo era necesario concentrarlas en una sola ubicación, a esto se dedicaron las autoridades virreinales en un proceso iniciado por el Virrey Don Francisco de Toledo. De esta manera se conforman las “reducciones de indios” o “pueblos de indios”, en este proceso mucho tuvo que ver el Doctor Gregorio Gonzáles de Cuenca, Oidor de la Audiencia de Lima, con sus “Ordenanzas sobre Caciques e Indios Principales” de 1566, Gonzáles de Cuenca visitó el norte en ese tiempo y a él se debe la conformación de los pueblos indígenas como parte del reordenamiento administrativo de la zona, podemos decir que es aquí cuando nacemos como pueblo concentrado en las inmediaciones de Callanca.

Según indica el extinto historiador Jorge Zevallos Quiñones (Apuntes históricos de la ciudad de Saña en el corregimiento y valle de su nombre), Callanca para el año de 1583 contaba con 716 tributarios siendo su Encomendero Don Pedro Olmos de Ayala. Hacia 1593 tenía “una buena Iglesia y una cofradía”. La presencia de una “buena Iglesia” en Callanca nos permitiría marcar la importancia que tuvo este lugar, pero este dato aún es materia de estudio.

 

Zevallos dice que para el año de 1607 “lluvias torrenciales destruyen el pueblo y derribaron la Iglesia y las sementeras” y es aquí cuando una población ya mermada es llevada en reducción a lo que conocemos como Monsefú por una Real Provisión, es decir una orden del gobierno virreinal.

Así tenemos ya a Monsefú con sus parcialidades: la del Cacique, la del Segunda Persona, la de Guzmán, y la de forasteros.

 

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Junto a mis abuelos Pablo Vallejo Flores y Graciela Uceda Diez, faldas del San Bartolo, año 2006. Foto propia.

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Hoy aún vemos al cerro San Bartolo como sitial emblemático (que urge sea revalorado y no quede como un potrero abandonado), dicho nombre debió ser “San Bartolo de Callanca”, pues todo pueblo recibía el nombre de algún santo patrono tutelar, en el caso de Monsefú sería “San Pedro de Monsefú”.

El llamar al cerro mismo San Bartolo nos haría ver la extirpación de idolatrías, los antiguos cerros y huacas ya no deberían ser objeto de culto, y la nueva religión bautizaría a estos lugares con nombres propios del santoral católico.

 

LA ÉLITE GOBERNANTE. CACIQUES, PRINCIPALES Y NOTABLES

El ordenamiento virreinal no destruyó a las viejas autoridades sino que las mantuvo para que sean nexo entre las autoridades de la corona española y la población indígena del común. Es así como los viejos Caciques fueron mantenidos en sus puestos y adoptados como súbditos del rey de España, pero no como súbditos ordinarios sino como parte de la nobleza misma, una nobleza india con privilegios. La élite indígena no pagaba tributos, y entre sus prerrogativas estaba la de poder montar a caballo o tener asientos preferenciales en las iglesias, por ejemplo. Debemos recordar también que tenían fueros especiales para sus trámites judiciales pudiendo apelar al mismísimo Rey de España. De igual modo fueron luego asimilados a la oficialidad de las Milicias de Naturales, es decir, rangos militares en las compañías marciales de la “República de Indios”, llamada así por el orden virreinal.

Los nobles como es lógico se casaban entre ellos, amasaban fortunas, y como en todo grupo humano y en toda época debió haberlos habido matonescos, así como también hubo quienes se preocuparon por las condiciones de vida de las poblaciones a su cargo.

 

En el pasado prehispánico el Cacique, o mejor dicho el “Filca” (o sea el “Señor” en mochica) era tenido como un ser cuasi divino y por lo tanto seriamente acatado y obedecido en sus mandatos.

Así tenemos Caciques Principales y Gobernadores, seguidos por Caciques Segunda Persona (una especie de lugartenientes que hacían las veces de los anteriores y también debieron tener mando sobre determinadas parcialidades o grupos de pobladores) y los Indios Principales y Pachacas (el resto de nobles bien considerados).

Para el caso de Monsefú se conoce como Cacique remoto al Señor Cuncu Chumbi y su consorte Xoyen Catell como “Señores de Callanca, Chuspo, Omonsebu y Reque”. Jorge Zevallos realizó un profundo estudio sobre estos cacicazgos (Los cacicazgos de Lambayeque) y nos muestra una relación de los gobernantes de Monsefú (en el otrora viejo señorío de Chuspo compuesto por Monsefú, Callanca y Reque, luego divididos):

Cuncu Chumbi y Xoyen Catell tuvieron como hijo a Quesquen Chumbi.

Quesquen Chumbi a su vez fue padre de Don Francisco Llontop (quien también litigó para gobernar el pueblo de Reque, por su origen dinástico, aunque no tuvo éxito). Heredó luego el mando su hijo Don Juan Llontop.

Luego vendrían (obviamente emparentados con los anteriores jerarcas) según atestiguan los documentos parroquiales y del Archivo Departamental que también he podido leer:

Don Joseph Llontop Chumbi casado con Doña Margarita Limo, su hijo fue Don Baltazar Llontop.

Don Baltazar se casó con Doña Jacinta Chamochumbi, su hija fue Doña Rosa Llontop Chumbi Limo.

Doña Rosa se casó con su tío Don Francisco Policarpo Llontop Chumbi Limo, fue hijo de ambos Don Gaspar Valeriano Llontop.

Don Gaspar casó con Doña Ana Florencia Fayso Farrochumbi, fue hijo de ambos Don Apolinario Antonio Llontop.

Don Apolinario casó con Doña María de las Nieves Suñi Noyochumbi, y no tuvo descendencia. Sin embargo este Cacique tuvo prole en Doña Narcisa Efio (una mujer de la élite local) y aquí nació Don Gabriel Llontop y Efio.

Don Gabriel comprometido con Doña Bárbara Laynez tuvo a la familia Llontop y Laynez, y aquí se extingue oficialmente el cacicazgo de Monsefú, para este tiempo ya estamos en la República, estos títulos nobiliarios son abolidos por el Libertador Simón Bolívar en 1824.

 

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 Firma de Don Gabriel Llontop y Efio. Archivo Parroquial de Monsefu, año 1818. Foto propia.

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Como podemos ver, las alianzas son continuas, los gobernantes de Monsefú enlazan con la familia Limo (Caciques Segunda Persona de Lambayeque), con los Chamochumbi (Caciques en Chérrepe), con los poderosos Fayso Farrochumbi (Caciques de Lambayeque y de Ferreñafe), con los Noyochumbi (relacionados a los Caciques de Chiclayo).

Finalmente la unión con los Efio, quienes gozaban del cargo de Caciques Segunda Persona de Monsefú. Hace un tiempo encontré, en el Archivo General de la Nación, la Real Provisión de su Majestad Don Felipe IV refrendando dicho cargo en el siglo XVII a nombre de Don Pablo Efio.

Ostentaron ese título Don Pablo, Don Diego, Don Pedro Felipe, Don Pedro Marcos, Don Thomas Ignacio, Don Antonio, Don Santiago, Don Antonio Efio, todos ellos sucesivamente entre los años 1600 y 1800, esta relación la he construido luego de revisar más de 200 años de historia presente en los Libros Parroquiales de Monsefú de gran valor (agradezco las facilidades que la Parroquia me brindó para ello).

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Rescato la imagen de Don Santiago Efio cuya muerte debió ser sorpresiva en el año de 1801 a quien “le trageron muerto de su chacra donde le hallaron qe le habian traspasado una sien, y quebrado el medio lado de la cabeza…” (ello exactamente dice el Libro Parroquial en las defunciones del 27 de abril de 1801).

Don Santiago había tenido altercados y un litigio con el Cacique Principal Don Apolinario Antonio Llontop (como éste último consigna en su testamento del año de 1799), líos al parecer puramente familiares pero que bien pudieron tener un trasfondo político por el control de la población y que aún son materia de mi investigación.

La figuras de Don Santiago Efio y de su padre Don Antonio Efio, cobran relevancia en tanto los documentos del siglo XVIII en Monsefú consignan este apellido como “Efio Omonsefuc”, es decir, esta línea de los Efio usó el nombre actual del distrito como timbre de apellido ¿es que acaso querían hacer ver que ellos tenían más derechos al gobierno de la población indígena que la línea de los Llontop?

Los Llontop se ven ligados a las tierras de Callanca (donde se ubicaría al viejo pueblo) hasta entrado el siglo XIX, tal y como se corrobora con la venta de tierras en “el paraje denominado Callanca” que hacía esa familia a Don Máximo Carranza en 1857, por ejemplo.

Los Efio, usando como apellido la voz de Omonsefuc, parece que buscaron marcar su mando más vinculado a la ubicación territorial actual del distrito.

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Documentos del siglo XVIII. Archivo Parroquial de Monsefu. Foto propia.

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Los pleitos que ambas líneas de gobernantes tuvieron en el siglo XVIII tendrían alguna salida con el nuevo heredero, que combinó a ambos bandos, Don Gabriel Llontop y Efio, hijo de Don Apolinario Llontop y de Doña Narcisa Efio, si bien hijo natural tendría altos cargos en el mando de Monsefú como Recaudador de los Reales Tributos y Alcalde del Cabildo de Indígenas. Fue Don Gabriel tuvo que ser el último Cacique de Monsefú, nacido en el año de 1775 y fallecido el año de 1829.

Fue su hijo Don José Ramos Llontop y Laynes (cuya tumba aún existe en nuestro cementerio) y a quien la oralidad considera el último Cacique, de haber perdurado este cargo sin duda lo hubiese ejercido. Don José Ramos fue Alcalde de la Agencia Municipal, Gobernador, y uno de los promotores en la construcción de la nueva iglesia hacia el año de 1844 junto con el Gobernador Don Nicolás Yaipen. Don José Ramos falleció el año de 1873, hizo testamento solemne, dejaba 5 hijos legítimos y 22 hijos naturales, a sus exequias asistieron el cura de Eten, el cura de Chiclayo y 7 sacerdotes más quienes ofrecieron una misa solemne por su alma con toda la pompa debida.

Sobrino de Don José Ramos Llontop fue Don José de los Santos Flores y Llontop (hijo de Don Juan Flores y Doña Manuela Llontop y Laynez), comerciante importante y parte de los llamados “vecinos notables”, quien a su vez fue padre de Don David Sisto Flores (mi tatarabuelo) participante en la política del distrito e integrante de la Comisión que hacia el año de 1880 habría traído el antiguo reloj suizo que adornaba la torre de nuestra iglesia.

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Lápida de mármol de Don Santos Flores y Llontop, año 1888. En propiedad de la familia Vallejo.

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No puedo dejar de lado a una de mis figuras preferidas de estudio y de tertulia, el Cacique Principal y Gobernador Don Apolinario Antonio Llontop Chumbi Limo Fayso Farrochumbi cuyo prolongado nombre da cuenta de lo lustroso de su origen. Este caballero nació el año de 1742 y murió el año de 1806. Es digno de recuerdo pues fue él quien impulsó como Mayordomo la festividad de “El Señor del Cautivo” prácticamente como se conoce hasta ahora, con la Misa del 14 de septiembre, fue Apolinario quien le regaló la corona con sus potencias y quien le obsequió igualmente la cadena de oro a la imagen. Todo ello lo dejó consignado en su testamento del año de 1799.

Don Apolinario Antonio se muestra como el gobernante más poderoso que Monsefú tuvo en tiempos virreinales, hombre de fortuna, enfrentó movilizaciones populares en el año de 1783, y él mismo parece tuvo participación en tiempos de la agitación del año de 1804 en Lambayeque.

Su título fue de “Cacique Principal y Gobernador de Monsefú, Callanca, Chepen, Tecapa, Guadalupe, Moro, La Trinidad y Segunda Persona de Lambayeque”. Su relación con la historia del Patrono “El Señor del Cautivo” (imagen tan relevante en la vida de nuestra ciudad y cuya historia viene siendo trabajada por el investigador David Martín Ayasta Vallejo), hace que miremos a este personaje histórico con especial atención.

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El Cautivo de Monsefu, fotografía del alemán Hans Heinrich Brüning, año 1899.

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También fueron tenidos como nobles una línea de los Azabache (como Pachacas) y de los Puemac (éstos últimos llegados en el siglo XVIII de la nobleza indígena de San Pedro de Lloc).

Habría que revisar bien las bases del mercado actual pues fue allí donde estuvo ubicada la vieja iglesia colonial, y es allí donde fueron enterrados los Caciques y demás pobladores en ese tiempo, es decir, hoy por hoy caminamos y transitamos sin darnos cuenta con la “compañía” de quienes nos han precedido.

Las alianzas familiares se mantuvieron y buena parte de esta élite del Antiguo Régimen colonial transformó sus cargos adaptándolos a la República Peruana naciente tras la Independencia de España. Es así como sus descendientes serán Alcaldes del Cabildo de Indígenas, funcionarios públicos y posteriormente también Alcaldes Municipales a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Como suelo afirmar “el poder no se crea ni se destruye, sólo se transforma”.

 

VISTAZOS A LA REPÚBLICA

No quiero ahondar en la historia de la Guerra del Pacífico pues es bien conocida la presencia heroica de un viejo vecino nuestro Don Diego Ferré, muerto en Angamos. De igual manera que los poblados vecinos, en esta coyuntura crítica, Monsefú tuvo su “Batallón Movilizable”, entre los que figuraron Don Eusebio Ferré (padre de Diego) como 1° Jefe Coronel, mi pariente Don Juan Diez como 2° Teniente Coronel, y Don Jacinto Farro como 3° Sargento Mayor.

Brevemente como cierre, y ya que estamos ad portas de la batalla electoral, creo necesario que los temerarios candidateables conozcan la historia de lo que piensan gobernar, “nada nuevo hay bajo el cielo”, tal vez sería justo y a la medida cerrar con datos municipales. Municipalidad que empezó a funcionar en 1872 pues antes era una Agencia Municipal.

Se conoce (me cuenta mi abuelo Pablo Vallejo) que el antiguo local de la municipalidad estuvo en la calle de la Independencia (hoy 7 de junio), luego se trasladó hacia el Palacio Municipal de la década de 1930 al lado del mercado y que hoy parece una casa del terror, este podría ser un digno espacio para una biblioteca municipal (buena falta que nos hace leer) en el centro mismo de la población o bien para un Museo Etnohistórico que nos ubicaría muy bien en la región. Luego la municipalidad se pasaría a la actual armazón de cemento.

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 Antiguo Palacio Municipal de la década de 1930. Urge su restauración. Foto propia.

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Espero algún día volver a leer cifras como las que encontré en la Memoria del Subprefecto de Chiclayo Don José María Arbulú para el año de 1874. Esta Memoria hace mención especial de Monsefú y como va logrando su “progreso desde los Municipios” y con sus “7 calles de largo por 6 calles de ancho”. Un Monsefú con variadas Mayordomías pero a la vez con varios trapiches e ingenios de fuerza animal e incluso a vapor (como en Larán). Es decir, un Monsefú de fiesta pero a la vez de trabajo.

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Gran parte de estos datos los he presentado en conferencias y reuniones, ante la curiosidad de no pocos asistentes que empiezan a seguir el hilo en la relevancia de conocer más sobre lo que es nuestro, lo que tenemos cercano.

Esta es parte de nuestra historia local, de ese Monsefú de indígenas que se encontraron con los barbudos españoles hace tantos siglos, que vieron llegar a los asiáticos, a los negros, y demás extranjeros y foráneos para trabajar, y que de toda aquella mezcla de sangres nos han hecho nacer. Un pueblo elevado a ciudad un 26 de octubre de 1888 y con una historia que da para mucho más, una ciudad de hondas raíces prehispánicas e hispánicas que deben mantenerse firmes pero sin dejar de mirar al siglo XXI. Ese es el reto pendiente para las autoridades actuales y para todos los ciudadanos de bien.

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P.D. Escrito dedicado a la memoria de Don José Rodolfo Vallejo Uceda, el primer Vallejo monsefuano y uno de sus preclaros hijos (1886 – 1971). Publicado en el Semanario Expresión, octubre del año 2009.

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 José Rodolfo Vallejo Uceda (1886-1971)

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Puntuación: 5 / Votos: 6

8 pensamientos en “MONSEFU: UNA MIRADA A LA HISTORIA LOCAL EN TIEMPOS DE FIESTA

  1. Maria Esther Flores Salazar

    Un relato acerca de mi querido Monsefu muy buena y concisa, que orgullo tener a un politólogo momsefuano muy bueno, leer el presente te traslada al antiguo monsefu y su historia, a todos los monsefuanos que conocemos en algo su historia nos alegra saber detalles que no conocia.
    Un buen articulo y sobre todo muy profesional, felicitaciones Jorge Vallejo!!

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    1. JORGE VALLEJO Autor

      Muchas gracias por su comentario. Aún nos hacen falta más investigaciones que rescaten el acervo material e inmaterial, el rescate de archivos y fomentar una revaloración de la identidad local. Por ejemplo, tener un Museo en Monsefu, es uno de mis proyectos. Un abrazo.

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  2. Ricardo Orellana Millones decendientes del fundador de Monsefú

    Es bueno saber los origenes de nuestra ciudad y seguir indagando, pero no hay coerencia en el año de la llegada del señor Cautivo y Monsefú

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    1. JORGE VALLEJO Autor

      No hay partida fundacional de Monsefú porque no tiene fundación española, la reorganización del emplazamiento es propia de las Reducciones y debió darse con las Ordenanzas de Gregorio González de Cuenca a fines del siglo XVI. Sobre el posible año de llegada del Señor Cautivo no existe ninguna prueba documental, salvo datos de una leyenda o tradición oral que no ha sido verificada (1547), el rastreo con documentos probados ha llevado hasta mediados del siglo XVIII, se tiene por ello que seguir investigando.

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  3. WILLIAM

    Muy interesante aporte, esperemos lleguen mas investigaciones para nutrirnos con la valiosa información que se descubra, del mismo modo exista el apoyo para continuar con la investigacion
    Graciaaas

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  4. ROBERTO PUEMAPE CAMA

    Gracias por este aporte, al conocimiento de los orígenes de un gran pueblo y su linda gente, esto animara a otros a tomar la posta y hacer nuevos aportes a la historia de un noble pueblo como es Monsefu la ciudad de las flores y que viva el Peru y las alforjas de Monsefu.

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