Los seres humanos somos seres vivos autopoiéticos, que provienen de un linaje de homínido. Somos mamíferos amorosos, colaboradores y éticos. Maturana afirma “Los seres humanos tenemos nuestro origen en una línea de primates bípedos que se puede seguir hacia atrás unos tres y medio millones de años” (1995: 146). En la evolución biológica lo importante es lo que se conserva y siempre vive el apto. En el caso de lo humano conservamos un modo de vida en la aceptación alrededor de la mujer que expandió su sexualidad al pasar de ciclos anuales a una sexualidad permanente en torno a la ternura y sensualidad. La ternura expande la intimidad y el placer de la coexistencia como fuente de bienestar. La sensualidad expande la sensibilidad de los sentidos hacia el disfrute del vivir en lo que constituye la belleza. Este modo de vivir conservado a través de generaciones dio origen a la familia ancestral.
“Lo humano surge en la historia evolutiva a la que pertenecemos, al surgir el lenguaje, que permite la conservación de un modo de vivir centrado en el compartir alimentos, en la colaboración de machos y hembras en la crianza de los niños” (Maturana 1996b). En otras palabras el modo de vivir propiamente humano, se constituye cuando se agrega el conversar al modo de vida homínido y comienza a lenguajear como parte del conservarse el fenotipo ontogénico que nos define.
Los seres humanos somos entes biológicos que existimos en un espacio biológico cultural y como entidades biológicas hombres y mujeres somos sexualmente clases distintas de animales. Pero como entidades biológicas culturales somos iguales, capaces de todo lo humano. Las diferencias de género no tienen fundamento biológico, son sólo formas de culturales particulares de vivir, redes particulares de conversaciones. La historia cultural humana es un fenómeno de la conservación de modos de vivir, modos de convivir.
LOS SERES HUMANOS COMO SERES AMOROSOS QUE VIVEN EN EL LENGUAJE.
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