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La Educación y La Pobreza

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Los mundos que vivimos se crean con el lenguaje .

El científico Humberto Maturana obtuvo el doctorado en la Universidad de Harvard, pero antes ya había comenzado su apoteósica carrera intelectual.

Ha publicado decenas de libros, siendo su obra más famosa “El árbol del conocimiento”, escrita conjuntamente con Francisco Varela.

En una entrevista con Albino Gómez para La Nación, Maturana afirma rotundamente que “el crecimiento continuo de la población es, inevitablemente, generador de pobreza”, y destaca su convicción de que esa pobreza no puede ser combatida con paliativos como el asistencialismo, sino con las dos únicas armas efectivas para controlarla: la educación y el trabajo.

Pregunta: Los intelectuales no tienen una mirada esperanzada sobre el mundo de nuestros días. ¿Cuál es su visión, como hombre de ciencia y especialista en temas educativos, sociales y políticos?

Respuesta: Vivimos una cultura centrada en el desarrollo tecnológico y en la búsqueda del éxito individual y social en un ámbito de competencia, desconfianza y control. Esta conducta genera dolor e incertidumbre. La ampliación de nuestro entendimiento del vivir humano libera el alma, la inteligencia y la creatividad de la incertidumbre cultural que padecemos.

P: ¿Su mirada tiene que ver con el concepto del fenómeno biológico y con el fenómeno cultural?

R: Se trata de análisis sobre el dolor y el sufrimiento que nuestra cultura genera.

Nuestra tarea en el Instituto de Formación Matríztica es enseñar las características del hombre, entendiéndolo como un ser biológico y cultural, y conocer los fundamentos biológicos que tienen que ver con la naturaleza de los seres que somos.

Preguntarnos cómo es que los seres humanos somos seres amorosos, aunque cultivemos la agresión y muchas otras cosas negativas.

En todo ser humano se da siempre la posibilidad de ver a los otros como seres vivos, se trate de seres humanos, de animales o de plantas, con toda su legitimidad.

P: ¿En el odio se produce la ilegitimidad del otro?

R: Sí. Es la conducta de la negación del otro, que es lo odiado. Pero este otro puede no enterarse y, por ende, no sufrir por ello. Sin embargo, ese odio recae sobre mí como persona, ese odio altera mi fisiología.

P: ¿No se puede odiar impunemente?

R: No.

P: Para usted es muy importante el poder de la palabra. Creo que es muy grave su empobrecimiento. ¿Piensa lo mismo?

R: Es erróneo creer que mediante la palabra sólo estamos mostrando o describiendo cosas. Los mundos que vivimos se crean en el lenguaje. Y cuando decimos que los niños están creciendo -ya sea por la TV o por las circunstancias familiares- con un lenguaje reducido, es cierto que se les está reduciendo el mundo, lo cual tendrá para ellos tristes consecuencias.

P: ¿Cuál es su opinión sobre la cuestión social y la pobreza?

R: La convivencia con una población en crecimiento continuo es inevitablemente generadora de pobreza. Porque la pobreza aparece cuando uno extrae del entorno con más rapidez que la que el entorno utiliza para reponer lo extraído.

Si la población se duplicara y se duplicaran también las circunstancias adecuadas para vivir, podría no haber pobreza, pero eso no pasa, porque los ritmos de crecimiento son distintos.

Además, podría ocurrir que se equiparara el ritmo, pero que en lugar de una justa distribución hubiera acumulación. Esto rompería la equiparación. La riqueza global puede producirse, pero el tema es quiénes la acaparan.

La pobreza, básicamente, se genera porque parece que no queremos aceptar la relación entre el crecimiento poblacional y lo que el medio produce, más la relación entre lo que el medio produce y lo que se le quita.

También se mantiene, de algún modo, la pobreza por la solidaridad, por el altruismo, por la beneficencia, que son meros paliativos, no destierran la pobreza, y sólo tranquilizan la conciencia de los donantes.

Sólo la educación vence a la pobreza. Creo que el tema del crecimiento de la población es el más importante.

P: Usted dijo en una de sus obras que Jesucristo era un gran biólogo. ¿Cómo llegó a esa conclusión?

R: Porque sus referencias eran ecológicas. Toda la prédica de Jesús es una invitación a acabar con la angustia a través del desapego. Como cuando dice que hay que ser como niños para entrar en el reino de Dios y vivir en la inocencia del presente.

P: Parecería que para encarar a fondo la problemática nacional, la regional e incluso la mundial habría que partir del amor y de la educación. ¿Es así?

R: Sí. Uno tiene que actuar en este cambio para vivirlo dentro de un sistema democrático, y no a través de una tiranía.

Pero la democracia debo vivirla, no exigirla. Vivirla de tal modo en la forma de comportarme que se pueda decir que ésa es una conducta democrática legítima.

Y lo interesante es que eso llega a la gente, lo acepta y le gusta, porque se siente reflejada o, al menos, porque lo ve como modelo de lo que quisiera hacer y cumplir. Pero esto hay que aprender a vivirlo desde niño, porque el niño va a ir transformando sus propias vivencias a través de los adultos que tenga a su lado, y no por lo que le digan, sino por lo que vea que hacen.

Se entiende la educación como una transformación en la convivencia, que comienza desde que el niño llega al mundo, y no a partir de la escuela. Si nosotros queremos que nuestros hijos crezcan como personas éticas, tenemos que conducirnos con ellos como personas éticas.

P: En noviembre de 1987 usted redactó un texto muy importante, que firmaron varios premios nacionales de Ciencias, donde decía que las acciones que constituyen una sociedad democrática no son la lucha por el poder ni la búsqueda de una hegemonía ideológica, sino la cooperación que crea una comunidad donde los gobernantes acepten ser criticados y cambiados cuando sus conductas se alejan del proyecto democrático con el que fueron elegidos. Y hacía un llamado a todos los chilenos para incorporar la sensatez a la vida nacional y recuperar la dignidad. ¿Por qué lo hizo?

R: Porque siempre creí que había que hacer de la democracia un espacio político para la cooperación en la creación de un mundo de convivencia en el que ni pobreza, ni abuso, ni tiranía surgieran como modos legítimos de actuar, en el saber de que no se es dueño de la verdad y de que el otro es tan legítimo como uno. Tal obra exige la reflexión y la aceptación del otro y la audacia de aceptar que las distintas ideologías políticas deben operar como distintos modos de mirar los espacios de convivencia.

Periodista Digital. Humberto Maturana.

Tomado de : http://www.yomujer.org/?a=3594 Sigue leyendo

El amor como propuesta para el cambio

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El avión se retrasó. Doce y treinta y entraba al salón el Dr. Humberto Maturana. A pesar del pomposo título, dista el profesor de la imagen estereotipada que tenemos del profesor universitario: hablar sereno, bufanda que por lado y lado cae hasta la cintura, cabellos blancos resaltados solemnemente por sus negras vestimentas. “No creó que logre llenar sus expectativas, ni las mías”, dijo, y una carcajada al unísono distendió el ánimo del auditorio que se dispuso atento a escuchar la charla del académico.

“La educación desde la biología cultural” es el título de la conferencia dictada en las dependencias de Inacap este 10 de julio. En ella trato el tema de la educación desde una perspectiva sugerente: el amor, como emoción primera conque surge la vida, es la que se ha reproducido desde la familia ancestral. Así, donde aprenden los niños es en el convivir diario y la educación no sería más que la expansión de ese vivir. Antes de desenredar la madeja de argumentos que conducen esa tesis, responderemos a la siguiente pregunta: ¿quién es Humberto Maturana?

Científico, biólogo, pensador

Humberto Maturana es Premio Nacional de Ciencias 1995 y académico del Departamento de Biología de Facultad de Ciencias de Universidad de Chile. Sus inicios como estudiante se encuentran en Escuela de Medicina de la Universidad de Chile bajo la guía del Profesor Gabriel Gasiç. Más tarde, en Inglaterra (1954) y bajo la dirección del profesor J. Young comenzó a comprender a los seres vivos no como conglomerados de propiedades o componentes con importancia funcional, sino como entes dinámicos, autónomos, en continua transformación.

En 1956, aceptado en la Universidad de Harvard como candidato al Ph. D. en biología, se interesó en la neuroanatomía y la fisiología de la visión, pero su interés biológico general fue siempre la comprensión del modo de operar sistémico del sistema nervioso y la organización sistémica de los seres vivos. Obtuvo su doctorado en 1958 con una tesis sobre estructura del nervio óptico de la rana (Rana pipiens).

A partir de 1970, Maturana trabajó en el desarrollo de la llamada “biología del conocimiento” así como en las implicaciones de la teoría de la autopoiesis en distintos ámbitos de la fenomenología biológica, en particular en el antropológico social, en el origen de lo humano, y la evolución biológica. Su último desarrollo conceptual es la “biología del amor”, en la que postula que las emociones se especifican el curso de las relaciones del organismo en el medio, y de hecho constituyen un factor guía en el devenir de la historia evolutiva de los seres vivos. Con el desarrollo de este tema, nos deleito en su conferencia.

Amor y educación

Desde un comienzo, como buen biólogo, Maturana quiso remitirse a los orígenes de la humanidad. “La historia humana evolutiva comienza hace tres millones de años y nosotros somos el presente de linajes de primates bípedos. Ellos son los australophitecus.”. En ellos se encontraría el origen de la familia ancestral; y en su sobrevivencia y en su manera de relacionarse con el medio, aún encontramos vestigios en nuestras actuales familias. Los linajes, según Maturana, se conservan según un modo de vivir, en la reproducción sostenida que se aprende de una generación a otra. Es en el placer de juntarse, en la reunión con los otros donde el niño aprendería a convivir y sólo el lenguaje, como modo de coordinar los haceres y las emociones, permitiría esto. Por esto mismo, el profesor fue enfático al señalar: “La educación es una transformación en la convivencia, por lo mismo, todos somos igualmente inteligentes, pues las dificultades son de la emoción y de la convivencia y no de la inteligencia”.

Si aún parecieran demasiado oscuras estas afirmaciones, debiéramos remitirnos a la siguiente distinción propuesta por Maturana: Educación es distinto que Enseñar. Educación se refiere a modos de conducirse, involucra emociones, y, en ese sentido, requiere la participación de otros en el proceso. La enseñanza, en cambio, se relaciona con los saberes y estos no serían más que manipulaciones del enseñado por medio de materias.

¿Qué resulta de esto? Que si de generación en generación vamos educando a nuestros hijos a través de relaciones de amor, emoción que ya estaría presente en el primer linaje humano, encontraríamos respuesta para un gran cambio en nuestro entorno. La educación debe estar centrada en la conducción de esta particular emoción y si ella es transmitida de linaje en linaje, lograríamos mejorar no sólo la misma educación, sino a la sociedad en su conjunto.

Si embargo, el profesor, interrogado sobre las posibilidades de este cambio, respondió intransigente, “este es un cambio que no sólo debo hacer yo, sino que es un deber de todos”. Sólo en la reflexión y en la capacidad de diálogo con las autoridades políticas y con instituciones educativas es posible realizar metamorfosis. Finalmente, si lo pensamos, el discurso de este destacado científico logra una cercanía tal con nuestro sentir, que aunque podamos criticarlo, no nos deja de indiferentes ante sus palabras.

Tomado de:
http://www.elvacanudo.cl/admin/render/noticia/15428 Sigue leyendo