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La objetividad entre paréntesis

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Objectivity in Brackets: Humberto Maturana at the Aim
Jorge LIBERATI
Centro de Educación Natural e Integral (CENI), Montevideo, Uruguay.

RESUMEN
Retrotrayéndose a los trabajos iniciales de Humberto Maturana acerca de las condiciones básicas del origen de la Vida a través de la conjunción de `clausura´, `autonomía´ y `estructuración´ de una primigenia célula en tanto sistema `autopoiético´, se avanza hacia un comentario panorámico de dos campos centrales en los trabajos ulteriores del pensador chileno hacia los que éste proyecta el proceso autopoiético: la realidad física y el conocimiento humano. Lo que lo lleva a abordar una concepcion de los sistemas sociales y su surgimiento (en la que se inspirara Niklas Luhmann), y a un tratamiento de la `objetividad´ (que podría haber tenido un precedente en Leibnitz) en términos de `dominios de coordinación de acciones´ tramadas en el lenguaje, a partir de constituirnos en `observadores´ que tributan a una Ciencia para la comprensión de la naturaleza y no para su control y dominio, y a una conducta social no de competencia sino de cooperación.

Palabras clave: Autopoiesis, mundos posibles, objetividad, observador.

ABSTRACT

Going back to Humberto Maturana´s initial works about the basicconditions for the origin of Life through the conjunction of `closure´, `autonomy´ and `structure´ of a primary cell as an autopoietic system, an overview is made about two central areas towards which the Chilean thinker projects the autopoietic process: physical reality and human knowledge. Thus approaching social systems and their coming to being (in what Niklas Luhmann took inspiration), and addressing `objectivity´ interpreted in terms of `domains of action coordination´ weaved in language (that could have had Leibnitz as a precursor), from our position of `observers´ who relate to a Science intended for the understanding of nature and not for its control and domination, and to a social conduct not of competition, but of cooperation.

Key words: Autopoiesis, objectivity, observer, possible worlds.

Recibido: 19-05-2007 · Aceptado: 25-07-2007

El biólogo chileno Humberto Maturana (1928) es reconocido mundialmente por su original concepción sobre las condiciones básicas merced a las cuales se originó la vida, expuesta desde 1973 en los cursos de la Universidad de Chile y en el libro De máquinas y seres vivos1, escrito en colaboración con su discípulo Francisco Varela.

Para que la vida se hiciera posible, sostiene, era necesario que una molécula se “clausurara” ante el medio ambiente, valiéndose de membranas estables ya la vez plásticas. De esta manera se aseguraba –fue el caso de las moléculas de proteína– la formación de redes o cadenas de reacciones que dieran como resultado, en forma circular, la producción de las mismas moléculas en reacción. Quedaba así constituida una molécula orgánica o, en otras palabras, un sistema capaz de autosostenerse y de autogenerarse.

A primera vista, y en lo que se refiere a la noción de sistema, no aparece nada radicalmente nuevo desde que otro biólogo, el austríaco Ludwig von Bertalanffy, hacia la década del 50, hiciera conocer su “teoría general de sistemas”. Pero Maturana agrega que esta molécula, o la célula a que dio lugar, pudo establecer cierta distancia con respecto al entorno, tomando de él lo necesario (por ejemplo, iones de sodio y calcio) y no otra cosa, procurándose de manera autónoma determinada estructura, es decir, un sistema controlado “desde” la célula.

Esta célula fue capaz de generar mediante operaciones recursivas las estructuras de los estados siguientes al estado en que realizó la operación, llegando posteriormente a desarrollar los recursos necesarios para constituir lo que llamamos “ser vivo”. El fenómeno inicial, definido por las operaciones fundamentales de autonomía, clausura y estructuración, y que dan lugar a la aparición de nuevos órdenes a partir del orden anterior, constituye a grandes rasgos lo que Maturana llamó un “sistema autopoiético” (derivado del griego: “auto”, por sí mismo; “poiesis”, hacer).

La nota que imprime la mayor novedad a este sistema es aquella que permite observar la participación no tanto de las particularidades físicas de la célula o de la energía que es tomada del medio sino, más bien, de la forma en que la célula está estructurada: “Ios seres vivos son sistemas que en su dinámica estructural se constituyen y delimitan como redes cerradas de producción de sus componentes a partir de sus componentes y de sustancias que toman del medio”.

DOS CONSECUENCIAS IMPORTANTES

En obra más reciente somete su teoría a la infinitamente difícil prueba de explicar la realidad física y el conocimiento humano, aventurándose en el campo de la filosofía, aunque siempre con confesado ajuste a la visión de biólogo. Existen en su intento dos motivos de particular interés: su concepción de los sistemas sociales y el método por el cual la objetividad (la objetividad de las explicaciones científicas) debe ser “puesta entre paréntesis”. El primero llegó a inspirar al sociólogo y pensador alemán Niklas Luhmann (1927) parte no secundaria de su teoría sociológica. Luhmann aplica el concepto de autopoiesis al análisis de las sociedades2.

Sostiene que éstas deben ser vistas como sistemas dotados de significado y, en consecuencia, como redes de comunicaciones, por lo que su tradicional unidad básica, el individuo, pasa a metamorfosearse en lenguaje observado bajo el patrón de la inter y autoactividad de los sistemas autopoiéticos. Pero la idea reside ya en el propio Maturana. El segundo parece exhumar la antigua teoría de los mundos posibles, de Leibniz, pero filtrada por la lente cibernética de la circularidad y de la autoproducción.

LOS MUNDOS POSIBLES

El mismo Leibniz creía que cada mundo posible contiene su correspondiente conjunto de leyes, y que el individuo de cada mundo se guía por las leyes que en él reinan. Pero la discusión de Leibniz derivó en problemas ideológicos (su expresión sobre “el mejor de los mul1dos posibles” enfrentó a optimistas y pesimistas). Que haya muchos mundos y que el que conocemos es el que se “actualiza”, según el citado filósofo, cobra vigencia en el campo de la lógica de nuestro tiempo, ciencia que para algunos sugiere la aceptación tácita de un modelo de “mundo” desde el momento en que se admite el cumplimiento o la validez de ciertas reglas y no de otras.

Pero si hay muchas lógicas -de acuerdo a lo que el lógico actual tiende a considerary no una sola que sigue desde su época a Aristóteles, habrá muchos “mundos”. Esta plasticidad de la lógica de nuestro tiempo es una de las vertientes que suministra novísimo instrumental a la teoría biológica de Maturana. El modelo de surgimiento de la vida se trasplanta al problema de la dinámica de las sociedades.

El sistema social obra en forma “cerrada”, como el sistema celular, procurándose sus cambios estructurales desde el mismo sistema, tomando del medio sólo aquello necesario para su supervivencia. Puede entrar en interrelación con otro sistema social, pero merced a la capacidad de confeccionar por sí propio la modificación y la adaptación de su estructura; y también porque puede conservar esta nueva organización.

OBSERVADORES EN EL LENGUAJE

Los seres humanos son observadores, y sólo como tales pueden rendir cuenta de la realidad, insertos en su “praxis del vivir”. Llegan así a las explicaciones, las que no formulan en otro dominio que no sea el lenguaje. Pero cada observador dispone de su propio criterio de validación de la realidad: por tanto hay diversos dominios explicativos.

El ideal de objetividad (esto es, el ideal por el cual fuera aceptado un solo y único dominio explicativo) no puede sostenerse. Es necesario poner entre paréntesis la objetividad, puesto que, de no hacerlo, habrá que aceptar la fuente de validación de las explicaciones (y de los conocimientos) que proviene de lo que no depende del observador.

“Cada dominio cognoscitivo –afirma Maturana–3 es un dominio de coordinaciones de acciones en la praxis del vivir o de una comunidad de observadores. Debido a esto, cada aseveración cognoscitiva tal como ”yo sé” es una operación en un dominio de coordinaciones de acciones que es diferente, dependiendo del dominio explicativo explícito o implícito en el cual el observador y observadora se encuentra”. Así “existimos en comunidades constituidas por sistemas de coordinaciones de acciones en el lenguaje; esto es, como redes de conversaciones, bajo determinadas emociones”.

UNIVERSUM CONTRA MULTIVERSA

Estos pistoletazos echan abajo el criterio de objetividad científica. Igualmente –y es especial tema de confrontación respecto a Popper– no existe posibilidad alguna de verificar y aun menos de refutar teorías. La frecuente incapacidad para distinguir una percepción de una alucinación no es una limitación sino una particularidad del sistema. La objetividad no se necesita para montar una explicación científica. “Todo lo que sucede es producido por el observador en su praxis de vivir como condición empírica primaria”.

El universum es una suposición para la cual la existencia es independiente del observador. Pero ella conduce a reducir la existencia a un único y último dominio. La objetividad puesta entre paréntesis, en cambio, supone una existencia que se produce mediante las distinciones del observador.

Se sigue, de esta manera, “que la existencia es constitutivamente dependiente del observador, y que hay tantos dominios de verdades como dominios de existencia que quien observa puede producir en sus distinciones (…). Finalmente, bajo la objetividad entre paréntesis cada versum del multiversa es igualmente válido si bien no como parte idénticamente idónea del conjunto, y los desacuerdos entre los observadores, cuando surgen no de errores lógicos triviales dentro del mismo versum, sino de la posición de los observadores en diferentes versa, tendrán que resolverse no por el reclamo de un acceso privilegiado a una realidad independiente, sino mediante la generación de un versum común a través de una coexistencia de aceptación mutua. En el multiversa la coexistencia exige consenso. esto es, un saber común”4.

ALGUNAS CONCLUSIONES

El procedimiento de la ciencia consiste en la explicación y en la comprensión no de la naturaleza sino de la experiencia humana. Pero ésta se realiza en el lenguaje. La vieja sospecha de que el lenguaje interpone una traba para conocer es terminantemente despejada. El lenguaje es el dominio de existencia del hombre.

Éste realiza todas sus operaciones en el lenguaje y, es de destacar, “en el flujo de nuestra capacidad de emocionarnos”. Aún cuando de él no se pueda salir, ‘porque estamos constituidos dentro de él”, el lenguaje hace posible las explicaciones. y cualquiera cosa que se ponga de manifiesto se convierte en parte de la existencia como ser humano. El lenguaje sería una limitación si se deseara referir una realidad independiente o universum.

De tan sencilla parece inapresable. “Al explicar científicamente nuestra experiencia ésta se convierte en el mundo que vivimos. Ya no podemos pretender inocencia”.

Por otra parte, Id ciencia no debe ser entendida como posibilidad de control y de dominación de la naturaleza. Hay que comprenderla y no controlarla. “Los conceptos de control y dominación implican Id negación de aquello que es controlado y dominado, a la vez que lo coloca como algo distinto e independiente de uno”5.

Por último, la conducta social “está fundada en la cooperación, no en la competencia. La competencia es constitutivamente antisocial porque como fenómeno consiste en la negación del otro. No existe la ”sana competencia” porque la negación del otro implica la negación de sí mismo al pretender que se valida lo que se niega. La competencia es contraria a la seriedad en la acción, pues el que compite no vive en lo que hace, se enajena en la negación del otro”6.

Notas

1 MATURANA, H & VARELA, F (1973): De máquinas y seres vivos, Editorial Universitaria, Santiago de Chile. A esta obra se suma en (1984): El árbol del conocimiento, OEA, Santiago de Chile. También escrita en colaboración con F. VARELA y Humberto MATURANA. (1995) La realidad: ¿objetiva o construida? Anthropos-Univ.Iberoamericana-lteso. Barcelona: T. 1. “Fundamentos biológicos de la realidad”.; (1996) T. II. “Fundamentos biológicos del conocimiento”.

2 Puede consultarse: Niklas LUHMANN (1990): “Sistema y función”, en: Sociedad y sistema: la ambición de la teoría, Paidós, Barcelona. También: Ignacio Izuzquiza (1990): La sociedad sin hombres. Niklas Luhmann o la teoría como escándalo, Anthropos, Barcelona.

3 MATURANA & VARELA (1973): Op. cit.

4 Ibid.

5 Ibidem.

6 Ibidem.

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LA MENTE NO ESTÁ EN LA CABEZA

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Comentario de Humberto Maturana Romecín a la nota “A critique of the modern concept of localization”,de F.Aboitiz. Ambos aparecen en J. Social Biol. Struct. 1985 8; 307-312.

La esencia de lo que Aboitiz dice en su artículo, es que la sintaxis del operar del sistema nervioso y la sintaxis del operar de la conducta son diferentes, ya que el sistema nervioso es un sistema determinado estructuralmente, y como tal no puede operar, y de hecho no opera, con representaciones del mundo exterior, que es donde ocurre la conducta. Él dice además, que en estas circunstancias una lesión localizada en el sistema nervioso, no importa lo discretas que sean sus consecuencias conductuales, no puede ser vista como reveladora de una localización funcional de acuerdo a tales consecuencias conductuales, sino que debe ser vista como reveladora de una interferencia discreta con la producción, en el sistema nervioso, de algunos de los patrones de actividad neuronal, a través de los cuales se generaba el comportamiento original. Como era de esperar, yo estoy de acuerdo con esto. Sin embargo, me gustaría agregar algunas reflexiones que no puedo fundamentar plenamente aquí, pero que considero pertinentes para la presente discusión, y que presentaré haciendo referencia a algunos errores conceptuales que nosotros, los neurobiólogos, frecuentemente cometemos, y algunas consecuencias operacionales y conceptuales que debemos admitir si no cometemos tales errores.

Errores que frecuentemente cometemos

(a) Nosotros, explícita o implícitamente, operamos como si en una explicación científica estuviéramos haciendo una reducción fenoménica al expresar los fenómenos de un dominio como fenómenos de otro dominio; y no vemos que las explicaciones científicas son proposiciones de mecanismos generativos que conectan dominios fenoménicos disjuntos, que están ligados por una relación generativa, y los tratamos como si uno estuviese incluido en el otro.

(b) Aunque como biólogos sabemos que debemos tratar al organismo, al sistema nervioso y al medio, como sistemas determinados estructuralmente, de modo de explicar científicamente los fenómenos propios de ellos, no procedemos conceptualmente de acuerdo a todas las consecuencias que esto necesariamente implica en los dominios de operación del sistema nervioso y la conducta. Como resultado, no vemos que el sistema nervioso y el organismo, como sistemas determinados estructuralmente, no admiten interacciones instructivas, es decir todo lo que ocurre en ellas está determinado en sus estructuras.

(c) Comúnmente, en nuestros intentos de explicar el operar del sistema nervioso, ignoramos el hecho de que nosotros, seres humanos, no podemos como individuos distinguir experiencialmente entre lo que denominamos percepción e ilusión, Como resultado, no vemos que la distinción que hacemos entre percepción e ilusión en relación a cualquier experiencia sensorial particular, se genera sólo como una reflexión a posteriori, ya sea por referencia a otra experiencia sensorial igualmente dudosa o por referencia a otros seres humanos iguales a nosotros en este respecto; y continuamos tratando de explicar el operar del sistema nervioso y la conducta como si fuera posible hacer tal distinción.

(d) Usamos nociones y conceptos que arrastran la suposición, implícita o explícita, de que los fenómenos biológicos que comúnmente llamamos funciones mentales elevadas, tales como el pensamiento abstracto, la autoconciencia, los estados de vigilia y el lenguaje, ocurren en el sistema nervioso como propiedades del operar de sus centros superiores, Como resultado, confundimos dominios fenoménicos, y tratamos de entender las complejidades contextuales de una conducta particular (que como tales son propias del dominio de interacciones del organismo), como propiedades de los procesos neurofisiológicos que la generan.

Consecuencias que debemos aceptar si no cometemos estos errores

(a) Que lo que nosotros como observadores vemos como una conducta adecuada cuando observamos un organismo particular en un medio dado, es expresión de la congruencia estructural (acoplamiento estructural) que necesariamente se mantiene entre un organismo (con su sistema nervioso si tiene uno) y el medio como una condición de existencia, que debe ser conservada a través de todos los cambios estructurales que el organismo y el medio experimentan juntos en su historia de interacciones mientras el organismo está vivo (Maturana, 1980).
(b) Que la conducta consiste en las acciones y coordinaciones de acciones que el (la) observador(a) distingue como ocurriendo cuando los organismos interactúan entre ellos y/o el medio abiótico, y que él o ella describe haciendo referencia a la historia de esas mismas acciones y coordinaciones de acciones, y no es lo que ocurre al interior de los onanismos.

(c) Que el sistema nervioso, como un sistema celular, es una red internamente cerrada de elementos neuronales en interacción (sensores, neuronas, efectores); que también se cierra sobre sí misma externamente, mediante interacciones sensomotoras que ocurren a través del medio como si éste sólo fuera un espacio sinóptico.

(d) Que el sistema nervioso, como una red cerrada de elementos neurales que interactúan, opera como una red de cambios recursivos de relaciones de actividad entre los elementos neuronales que sólo generan más cambios de relaciones de actividad dentro de la misma red, los que, entonces, son sus estados como un sistema dinámico.

(e) Que la estructura dinámica del sistema nervioso, como un sistema celular, (conectividad y estructura de los elementos neuronales), determina en todo momento los patrones de cambios de relaciones de actividad que ocurren en él y constituyen su dinámica de estados.

(f) Que la estructura dinámica del sistema nervioso, como un sistema celular componente de un organismo, está experimentando un cambio continuo que sigue un curso contingente a la secuencia de interacciones del organismo.

(g) Que un (a) observador (a) ve que la participación del sistema nervioso en la generación de la conducta se da a través de cambios de relaciones de actividad entre las superficies efectora y sensorial del organismo, en un dominio de existencia que él o ellas específica a través de su observación.

(h) Que la participación del sistema nervioso en la generación de la conducta es en cada momento expresión de la congruencia estructural dinámica que necesariamente se mantiene entre organismo, sistema nervioso y medio en el dominio de existencia en el cual es distinguida, y no expresión del operar del sistema nervioso como una representación de un medio ambiente. Y, finalmente en esta lista,

(i) Que los fenómenos complejos que nosotros observamos en la conducta de un organismo en cada momento, y que normalmente describimos en términos de contenido y significado, son propiedades contextuales de las circunstancias históricas particulares que configuran la conducta, y no del operar del sistema nervioso.

Las complejidades de la conducta y las complejidades de los procesos neurofisiólogicos que la generan son de diferentes tipos y ocurren en dominios fenoménicos que no se intersectan, por lo cual deben ser entendidas en forma diferente, cada cual de acuerdo a la sintaxis o coherencias del dominio fenoménico en la cual ocurre, y sin considerar la relación generativa que nosotros vemos entre ellas. Para lograr este entendimiento, se debe aceptar que a través de las diferentes propiedades de su estructura un sistema puede existir simultáneamente en muchos dominios fenoménicos que no se intersectan. En realidad, las explicaciones científicas, por ser noreduccionistas, validan la existencia simultánea de todo sistema determinado estructuralmente en muchos dominios que no se intersectan y nos permiten entender cómo nosotros, como seres humanos, pertenecemos operacionalmente a muchos dominios de existencia, igualmente legítimos, que no se intersectan.

Finalmente, si aceptamos que los seres vivos, como sistema determinados estructuralmente, puede existir solamente en correspondencia estructural con su medio, entonces debemos aceptar también que un observador distinguirá que la dinámica de estados del sistema nervioso genera en un organismo una conducta adecuada a las complejidades de sus circunstancias solamente como resultado de la correspondencia estructural (dinámica) que existe entre él y el medio, en el presente de la historia ontogénica y filogénica de conservación de la correspondencia estructural (dinámica) entre organismo y medio al cual pertenece, en el dominio en el cual es distinguido (ver Maturana 1980). En estas circunstancias, cualquier relación entre un estado de actividad del sistema nervioso y lo que un observador distingue como una propiedad del medio del organismo al cual pertenece, puede ser una relación de representación del medio ambiente en la operación de tal sistema nervioso, pero sólo en la descripción del observador y por el observador, no en el operar o por el operar del sistema nervioso en sí mismo. Además, en estas circunstancias, cualquier lesión en el sistema nervioso necesariamente interferirá con algunas de sus coherencias internas, y aparecerá ante un observador como alterando alguno de los patrones de correlaciones sensomotoras del organismo en el dominio de existencia en el cual es observado. Al mismo tiempo, este cambio en las correlaciones sensomotoras del organismo necesariamente aparecerá ante un(a) observador(a) como una conducta cambiada, que él o ella puede visualizar como deficiente en alguna de sus propiedades comunes de contenido y significado. Ya que todos los sistemas en juego, organismo, sistema nervioso y medio, son sistemas determinados estructuralmente, lesiones similares en sistemas nerviosos similares necesariamente resultarán en cambios conductuales similares en organismos similares bajo circunstancias similares, que es lo que uno, de todos formas, encuentra. Es esta regularidad lo que nos seduce a creer que las consecuencias conductuales de una lesión en el sistema nervioso revelan que la parte del sistema nervioso que la lesión destruyó ha sido directamente responsable del contenido y significado de la conducta perdida a través de ella. Aceptar que éste no es el caso, aceptar que constitutivamente no hay mareo posible entre la sintaxis del operar del sistema nervioso y la sintaxis del contenido y significado de la conducta que éste genera, no es fácil, requiere un salto conceptual. Requiere aceptar que los fenómenos mentales (como los fenómenos de significado, intención, lenguaje o autoconciencia), y que los fenómenos fisiológicos (como los fenómenos de relaciones o interacciones moleculares, celulares u hormonales), ocurren en fenómenos disjuntos cada uno definido por sus coherencias o sintaxis, y que en general todos los seres vivos, y nosotros los seres humanos en particular, existimos en cada uno de ellos en formas distintas, pero todas legítimas. La mente no está en la cabeza, la mente está en la conducta.

Referencias
Maturana, H.R., 1980 Autopoiesis: reproducción, heridity and evolution,
En: “Autopoiesis, Dissipative Structures and Spontaneous Socal Orders”. Editado por Milan Zeleny. AAAS Selected Symposium 55, Westview.
Maturana, H.P., 1983 What is it to see?
Arch. biol. med. Exp. 16, 255-269
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