En el año 1999 en reflexiones compartidas Maturana y su colaboradora Ximena Dávila se dan cuenta que el dolor y el sufrimiento en el vivir y convivir del ser humano tiene un origen cultural. Fue Ximena Dávila quien sugirió desde su experiencia de psicóloga que los problemas por los cuales la gente solicita ayuda son de naturaleza cultural. Afirma ella “ he hecho un descubrimiento, el dolor por el que se pide ayuda […] en nuestro presente cultural , surge siempre de la negación, sistemática y recursiva a que nos somete la cultura patriarcal – matriarcal en que vivimos” (Porksen 2004: 6). A partir de este descubrimiento Maturina y Ximena Dávila entrelazan la biología del conocer y la biología del amar que lo expresan en el siguiente diagrama :
El diagrama representa la dinámica reflexiva de un observador a la que puede tener acceso desde la curiosidad o desde el dolor. En las distinciones, algo me asombra y me pregunto ¿porqué?, se ingresa a la reflexión desde la curiosidad o algo me duele y me pregunto ¿porqué? Se ingresa a la reflexión desde el dolor.
Este entrelazamiento permite a su vez visualizar los caminos de salida del dolor, al darnos cuenta que si es de origen cultural, depende de las conversaciones que se conservan, en consecuencia el cambio consciente de las conversaciones es la puerta de salida de dicho entrampamiento. A estas conversaciones Dávila las denomina Conversaciones liberadoras (2007).
Estimado Jesús,
La realidad es que en el año 1983 se publico la obra central de Klaus Holzkamp que fundamenta el actuar central y primario que tiene lo biológico en el desarrollo de la existencia humana.
Este libro reconstruye detalladamente el devenir biológico y describe al ser humano como un ente biológico por excelencia. "Descubrir" el origen cultural de nuestra existencia puede ser nuevo para Maturana y Dávila pero en la ciencia esto ya se discute hace mucho tiempo. Klaus Holzkamp desarrolla la "Grundlegung der Psychologie" (Fundamentación de la Psicología) respetando la lógica del devenir, alejándose de toda interpretación metafísica. Una deuda pendiente del "Giro Lingüístico"
Andrés Zöllner Sánchez
Estimados amigos de este Blog
Se anuncia un cambio paradigmático en la ciencia nos dice con toda razón (esto no significa otra cosa que yo desde mi lenguaje coincido con esta “propuesta”) Rafael Echeverria. Pero cuidado, el lenguaje tiene que ser caracterizado como todo fenómeno: un momento de la existencia humana (en este caso un momento estructural). La calificación como “momento” es justamente lo que evita que se comience a absolutizar su significado en el contexto de la existencia humana. El “Giro Lingüístico” critica la “deriva metafísica” y con eso la absolutización de la “razón”, pero comete el error de absolutizar el lenguaje. En otras palabras el “Giro” no logra todavía superar el problema metafísico. Este solo se puede enfrentar aplicando consecuentemente la “lógica del devenir” como un criterio “universal” de todo lo que conocemos. Un problema central es por ejemplo no discutir el lenguaje como un fenómeno en movimiento. El proceso comienza dándole nombre a las cosas (Dinge) de la vida humana como un fenómeno transgeneracional. Hoy cuando emerge una nueva vida humana estamos frente a un ente biológico que no habla. En algún momento esta nueva vida humana “aprende” (atributo biológico), a partir del lenguaje ya desarrollado históricamente, que se encuentra representado a nivel concreto por el contexto especifico de su vida entre personas que en sus biografías ya aprendieron a hablar, también a “lenguajear”. Justamente en ese proceso de aprendizaje del habla se encuentran los momentos centrales de la existencia humana. Siempre estamos frente a momentos constitutivos de nuestra existencia. Aquí discuto dos momentos de suma importancia: El Lenguaje y el hecho que todo lo que conocemos se encuentra en un proceso permanente de “Transformación en Relación”. Estos dos hechos son estructurales de nuestra existencia.
Recién después de esto podemos discutir porque razón desde la metafísica cuestionamos el valor de la “experiencia humana” y con eso nos introducimos a un mundo de la “interpretación” (alejarse de la experiencia es lo que permite la interpretación) donde el lenguaje se desarrolla desde el lenguaje mismo y no “piensa” que siempre una nueva propuesta lingüística esta intermediado por la experiencia humana. Justamente el hecho que el ser humano experimenta el mundo en el (Sentido de Vida, Estado Anímico) es lo que “orienta” su existencia. La dirección que todo ser humano le quiere dar a su vida (estructura motivacional central) es el desarrollo de su sentir en dirección a la felicidad. Amar y ser amado son los momento de mayor “Bien-Estar en la vida. Y este fenómeno es biológico.
El “Giro” hay que darlo completo. Biológicamente aprendemos primero a hablar y después y por eso se desarrolla el fenómeno de lo que llamamos el pensamiento. Y esto sucede tanto en la ontogénesis como también sucedió así en la filogénesis.
Lo que falta por discutir es lo que sucede cuando el ser humano le comienza a dar nombre a todo aquello que actúa sobre su sentir. Ahí nos daremos cuenta que la diferenciación entre lo interno y lo externo solo se trata de un fenómeno relacionado con la estructura central del lenguaje que esta en relación directa con el proceso inicial de darle nombre a lo que actúa sobre nuestra existencia. Darle nombre es lo que nos permite “observar” los fenómenos. Y desde la observación creamos esa diferenciación entre lo interno y lo externo. Hablar aquí de un problema tautológico es solo un problema de la estructura del lenguaje y no de la existencia. Lo que actúa sobre nuestro sentir de la vida es la suma de lo interno y lo externo.
Pero esta conclusión solo es posible desde la “lógica del devenir” que es la única herramienta que nos aleja de lo metafísico.
Saludos Cordiales
Andrés Zöllner Sánchez