Archivo por meses: febrero 2008

LOS SERES HUMANOS COMO SERES AMOROSOS QUE VIVEN EN EL LENGUAJE.

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Los seres humanos somos seres vivos autopoiéticos, que provienen de un linaje de homínido. Somos mamíferos amorosos, colaboradores y éticos. Maturana afirma “Los seres humanos tenemos nuestro origen en una línea de primates bípedos que se puede seguir hacia atrás unos tres y medio millones de años” (1995: 146). En la evolución biológica lo importante es lo que se conserva y siempre vive el apto. En el caso de lo humano conservamos un modo de vida en la aceptación alrededor de la mujer que expandió su sexualidad al pasar de ciclos anuales a una sexualidad permanente en torno a la ternura y sensualidad. La ternura expande la intimidad y el placer de la coexistencia como fuente de bienestar. La sensualidad expande la sensibilidad de los sentidos hacia el disfrute del vivir en lo que constituye la belleza. Este modo de vivir conservado a través de generaciones dio origen a la familia ancestral.
“Lo humano surge en la historia evolutiva a la que pertenecemos, al surgir el lenguaje, que permite la conservación de un modo de vivir centrado en el compartir alimentos, en la colaboración de machos y hembras en la crianza de los niños” (Maturana 1996b). En otras palabras el modo de vivir propiamente humano, se constituye cuando se agrega el conversar al modo de vida homínido y comienza a lenguajear como parte del conservarse el fenotipo ontogénico que nos define.
Los seres humanos somos entes biológicos que existimos en un espacio biológico cultural y como entidades biológicas hombres y mujeres somos sexualmente clases distintas de animales. Pero como entidades biológicas culturales somos iguales, capaces de todo lo humano. Las diferencias de género no tienen fundamento biológico, son sólo formas de culturales particulares de vivir, redes particulares de conversaciones. La historia cultural humana es un fenómeno de la conservación de modos de vivir, modos de convivir.
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IMPLICANCIAS POR CARENCIA DE AMOR

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El ser humano se enferma si se le priva de relaciones de aceptación (Maturana 1994). Esta situación la vivimos en nuestro presente cultural cuyo fundamento patriarcal / matriarcal esta en la desconfianza, la apropiación, el poder las jerarquías. Dichas relaciones generan espacios de indiferencia y agresividad matizados por la competencia entre seres. La competencia niega el ser del otro, colocándolo como enemigo permanente en la convivencia.
El amor como dominio de acciones relacionales de aceptación gatilla cambios fisiológicos y estos a su vez refuerzan dichos cambios (Maturana 2001).
Riane Eisler citada por Maturana afirma que el amor es el fundamento de la convivencia matrística (1994, 1996). La cultura matrística giraba en torno al amor, es decir entorno a la aceptación de si mismo y de los otros u otras que generó la formación de la familia ancestral. En esta familia ancestral se configuró un estar en la conversación que implicaba un entramamiento entre emoción amorosa y lenguajear.
El amor, la ser una emoción nos sucede, nos pasa al igual que la experiencia de vivir , estamos en una u otra emoción en el fluir del vivir. Y lo más importante es que es que el curso que sigue el vivir en la amorosidad genera armonía en el vivir y convivir.
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EL ORIGEN DE LA BIOLOGÍA DEL AMOR.

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Biológicamente el amor es la emoción que constituye el dominio de las acciones en que el otro es aceptado como él o ella en el presente, sin expectativas acerca de las consecuencias de la convivencia aún cuando sea legítimo esperar algunas consecuencias de ella (Maturana 1995).

El amar como emoción que permite el acoplamiento entre sistemas vivos surge del proceso de aceptación . Aceptación de si mismo y aceptación de los demás como legítimos otros en convivencia con uno.

La biología del amor es la dinámica relacional que da origen a lo humano en el devenir de nuestro linaje. Humberto Maturana al reflexionar sobre las condiciones en que son posibles las interacciones recurrentes ( convivencia) se dio cuenta que la emoción que permite el encuentro de dos o más sistemas autopiéticos y su recurrencia interactiva que genera una historia común, es la emoción a la que cotidianamente la denominamos amor. Para Maturana el amor o el amar lo define como “conducta en la que tratamos al otro como un legítimo otro en convivencia con nosotros” (Maturana 1994: 36). En esta emoción, el otro u otra no tiene que disculparse por ser. Uno lo acepta sin exigencias, ya que la exigencia lo niega no permitiendo la recurrencia consensual. Igual pasa con las expectativas, con los debe ser, con lo deseable, atrapan al ser en el hacer enajenado y de esa forma se estabiliza el cambio. El amor , promueve el cambio desde el deseo, desde la preferencia y abre espacios multidimensionalidades a todo lo posible en el hacer.
El amor es una emoción, un modo de convivir, una clase de conductas relacionales entre seres vivos. Como aspecto de la relaización del convivir es un fenómeno biológico. Se lo puede caracterizar haciendo referencia a cuando hay amor: El amor ocurre en el fluir de las conductas relacionales a través de las cuales la otra, el otro, o lo otro, surge como legítimo otro en conviviencia con uno (Maturana 1997: 10).
La metáfora que utiliza Maturana para comprender las emociones y la emoción matriz que denominamos amor es la relación que se establece entre la llave y la cerradura correspondiente. Entre ellas al haber congruencia, en su acoplamiento surge la aceptación, la llave abre la cerradura y eso genera una dinámica interactiva recurrente y creativa. Una llave diferente no podría abrir una determinada cerradura como la anterior y por lo tanto habría rechazo y en este espacio relacional no habría historia de interacciones recurrentes.
El amor como dinámica relacional que permite la colaboración, la solidaridad , hace responsable al que actúa porque el hacer surge desde el querer, desde el desear. Bajo esta condición él o ella acepta lo que vive y convive con el otro u otra en una historia común de interacciones que van surgiendo momento a momento en el fluir del vivir. El amor es una característica de la especie humana. Abre la posibilidad de reflexión y se funda en una forma de percepción que permite visualizar al otro en su legitimidad, haciendo posible al cooperación.
De esta emoción fundamental surgen los valores: respeto honestidad, cooperación, lealtad, generosidad, responsabilidad, justicia, etc como “ distinciones de configuraciones relacionales en la convivencia” (Maturana 1994: 244). Son la expresión de la armonía social. El respeto se da en la aceptación del otro como un legitimo otro en la convivencia. Los valores se viven o se niegan.
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LA RACIONALIDAD COMO EXPRESIÓN DE NUESTRA COHERENCIA OPERACIONAL HUMANA EN EL LENGUAJE.

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En el camino explicativo de la realidad entre paréntesis “La razón aparece como la distinción por un observador de las coherencias operacionales del observador en su praxis del vivir en el lenguaje. […] es la operación del observador de acuerdo a las coherencias operacionales en el lenguajear, en un dominio particular de realidad. Y por consiguiente hay tantos dominios de racionalidad como dominios de realidad traídos a la mano por el observador en su praxis del vivir como tal” (Maturana 1997: 45).

Cada dominio de realidad es un dominio de racionalidad. Cada sistema racional es un sistema de discursos coherentes cuyas coherencias resultan de la impecable aplicación recursiva de las características constitutivas de las premisas básicas aceptadas a priori. “Cada sistema racional esta fundado en premisas no racionales” (Maturana 1977: 45).

En este camino explicativo constitutivo la razón no da acceso a una realidad asumida como independiente del operar del observador, el poder convincente de la razón deviene de la aceptación de argumentos por el observador, si no los hay surge la discrepancia y la irracionalidad fundamentalista.
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LA REFLEXIÓN COMO ACTO EN LA EMOCIÓN Y POSIBLE SOLO EN EL LENGUAJE.

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El lenguaje posibilita la reflexión, sin lenguaje no hay reflexión posible. La reflexión es un acto en el desapego que suelta una certidumbre, una verdad, una creencia, etc. La reflexión ocurre en el lenguaje como conducta de distinción, de la distinción que el observador hace al mirar su circunstancia, y surge como acción desde la emoción de desapego, en la que “se suelta lo que se tiene, para poder, así, mirarlo” (Maturana 1996: 299). El acto de reflexionar es un acto muy especial. “Es un acto de soltar la certidumbre” (López y otros 2003: 71).

La reflexión en el lenguaje ocurre cada vez que nuestras interacciones nos llevan a describir nuestras circunstancias al gatillar en nosotros un cambio de dominio que define una perspectiva de observación. Esto ocurre principalmente de dos maneras:

a) Por falla en el fluir de nuestros actos en algún dominio de nuestro mundo cultural, al interrumpirse nuestro acoplamiento estructural en ese dominio de éste.
b) Porque el operar en el amor (la simpatía, el afecto, la preferencia) nos lleva a mirar las circunstancias en que se encuentra el ser u objeto amado y a valorarlas desde ese amor (preferencia).

La primera manera de pasar a la reflexión en el lenguaje no es necesariamente social ; la segunda si es social , el amor en cualquiera de sus formas, involucra las fuentes mismas de la socialización humana y, por lo tanto, al fundamento de lo humano.
Lo significativo de la reflexión en el lenguaje es que nos lleva a contemplar nuestro mundo y el mundo del otro, y a hacer de la descripción de nuestras circunstancias y las del otro parte del medio en que conservamos identidad y adaptación. La reflexión en el lenguaje nos lleva a ver el mundo en que vivimos y a aceptarlo o rechazarlo concientemente (Maturana 1999: 30).
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EL LENGUAJE COMO LO DISTINTIVO DEL SER HUMANO.

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Los seres humanos somos el presente de una historia de cuatro mil millones de años de interacciones (filogenia) en la que primariamente se ha conservado la producción de sí mismo o sea nuestra autopoiesis y en algún momento de nuestra historia, hace aproximadamente tres millones de años (Maturana 1993), empezamos a conservar generación tras generación un modo de vivir en coordinaciones (comunicación) de coordinaciones recurrentes consensuales en el fluir de nuestro vivir al que hoy denominamos lenguaje.
“Hay comunicación cada vez que hay coordinación conductual en un dominio de acoplamiento estructural. […] . El fenómeno de comunicación no depende de lo que se entrega , sino de lo que pasa con el que recibe” (Maturana 1973: 130).
Fue la conservación de un modo de vivir , de una manera de vivir que involucraba coordinaciones conductuales consensuales en la ternura y sensualidad, bajo la emoción del amor en la dinámica de la aceptación mutua en una convivencia cercana, lo que hizo posible el origen del lenguaje (Maturana 1995). Lo que constituye al lenguaje como fenómeno biológico relacional es un coexistir en interacciones recurrentes bajo la forma de un fluir recursivo de coordinaciones conductuales consensuales (Maturana 1995). Todo lenguajear ocurre sobre un soporte emocional que puede cambiar con el curso del lenguajear y al revés, el fluir del cambio emocional resulta en un cambio en el lenguajear (Maturana 1995).
El entrelazamiento del lenguajear y emocionar denominamos conversar. La conversación es el entrelazamiento de las coordinaciones de acciones conductuales que constituyen al lenguaje y las emociones (Maturana 1994). Los seres humanos siempre estamos en la conversación (Maturana 1994). Y al existir en el lenguaje los seres humanos podemos reflexionar. Y es la reflexión la que nos permite salirnos de cualquier parte (López y otros 2003) . La reflexión es un acto de abrir la mano, es un acto de soltar lo que se tiene para poder verlo, es un acto amoroso, es un acto en la emoción.
Por otro lado el lenguaje como un fluir de coordinaciones de coordinaciones recurrentes permite realizar distinciones y generar infinitos dominios de realidades . “Un acto de distinción implica el acto de señalar cualquier ente, objeto, cosa o unidad como distinto de un fondo” (Maturana 1973: 24) y es aquí donde aparece el universo de realidad en el cual vivimos. El lenguaje nos permite generar mundos posibles, mundos deseables, mundos que podemos definir como visiones compartidas del vivir y convivir.
En este proceso de generación de realidades, una unidad queda definida por un acto de distinción. Y podemos afirmar con seguridad que algo existe si es distinguido. Y ¿quién puede hacer distinciones?. Quien tiene la operacionalidad para hacer distinciones, o sea el ser humano que ha conservado un modo de vivir en la aceptación de si mismo y de los demás en su proceso, en su historia de interacciones filogénicas y ontogénicas.
El lenguaje es un instrumento para realizar distinciones. En consecuencia cuando un ser humano (observador) hace una distinción (observar) surge lo distinguido y el universo en el cual lo distinguido tiene existencia. Los seres humanos somos el centro del universo porque somos los únicos que podemos hacer distinciones en el lenguaje y generar con este instrumento el mundo que vivimos que al morir (la producción de si mismo desaparece) también desaparece el mundo que ha sido traído en el lenguaje.
Por otro lado el lenguajear implica coordinación consensual recurrente que se da en dominios de acción (emoción) fundados en la aceptación de sí mismo y en la aceptación del otro u otra en los procesos de convivencia (amor) al que hoy denominamos conversar. El conversar requiere entrelazar un dominio de acción de aceptación del otro u otra (emoción) para poder generar coordinación (comunicación) de coordinación recurrente al que denominamos :lenguaje (Maturana 1995). “El vivir humano consiste en un vivir en conversaciones y redes de conversaciones” (Maturana 1995: 21).
Toda vez que un observador describe las conductas de interacción (conducta lingüística) entre organismos hace una descripción en términos semánticos. Los seres humanos operamos en el lenguaje cuando un observador ve que tenemos como objetos de nuestras distinciones lingüísticas a elementos de nuestro dominio lingüístico (Maturana 1973). Las palabras son modos de coordinaciones de conductas y acciones, su significado está en las coordinaciones de conductas que connotan (Maturana 1996). Las palabras constituyen el fluir del hacer en las coordinaciones de coordinaciones de conductas consensuales que el lenguaje es (Maturana 1996). El vivir en el lenguaje da origen a muchos dominios diferentes de haceres (Maturana 1996 : 101).
“Los seres humanos jamás hacemos, ni podemos hacer lo que hacemos como seres humanos […] fuera de nuestro ser en el lenguaje” (Maturana 1996: 161). El lenguaje en un sentido antropológico es, por lo tanto, el origen de lo humano propiamente tal, a la vez que su caída y liberación. El lenguaje saca la biología humana del ámbito de la pura estructura material, e incluye en ella el ámbito de la estructura conceptual, al hacer posible un mundo de descripciones en el que el ser humano debe conservar su organización y adaptación. Así, “el lenguaje da al ser humano su dimensión espiritual en la reflexión, tanto de la autoconciencia como de la conciencia del otro” (Maturana 1999: 34).

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LA REALIDAD PERTENECE AL EXPLICAR DEL VIVIR Y CONVIVIR HUMANOS.

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Las experiencias simplemente ocurren como viniendo de ninguna parte.
·La explicación de la experiencia es secundaria aún cuando ocurre en ella (las experiencias no necesitan ser explicadas)
·Las explicaciones o descripciones no reemplazan lo que explican o describen.

Observar es el punto esencial de partida como la pregunta más fundamental en cualquier intento de entender realidad y razón como fenómenos del dominio humano.
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IMPLICANCIA ONTOLÓGICA AL ASUMIR LO VIVO COMO UN SISTEMA AUTOPOIÉTICO : LA REALIDAD COMO ARGUMENTO EXPLICATIVO.

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Los seres humanos somos seres vivos y en consecuencia todo lo que se aplica a los sistemas vivos se aplica a los seres humanos. Los seres vivos conservan en su vivir la autopoiesis, los seres humanos también.

Hablamos de la realidad pero los sistemas autopoiéticos no representan ninguna realidad y entonces ¿Qué es realidad?. Pues la realidad surge, se genera en el dominio relacional como un argumento explicativo de la experiencia de vivir (Maturana 1997).

No existe la realidad como ente independiente del operar del ser vivo, existe la experiencia de vivir que configura la realidad que se vive. Lo que explicamos en consecuencia no es la realidad, lo que explicamos es la experiencia de vivir de un sistema autopoiético en una circunstancia determinada.

Si reflexionamos desde nuestra experiencia como observadores, descubrimos que todo lo que hacemos como tales , solo nos ocurre cualquier explicación o descripción de lo que hacemos es secundaria a nuestra experiencia de encontrarnos nosotros mismos en el hacer de lo que hacemos (Maturana 1997). Las explicaciones y descripciones no reemplazan lo que ellas explican o describen (Maturana 1997).

Es sólo cuando el observador acepta la pregunta sobre el observar como un fenómeno biológico, que los caminos explicativos de la objetividad con paréntesis y sin paréntesis aparecen, y es sólo entonces que es posible para el observador reflexionar sobre sus implicancias ontológicas y epistemológicas (Maturana 1977). Un observador sigue un camino u otro según sus preferencias, según sus emociones. En el camino constitutivo se explica la experiencia y no la realidad.

La experiencia es lo que distinguimos (distinción que hacemos en el lenguaje) que nos pasa preguntándonos por lo que nos pasa. ¿Cómo hacemos lo que hacemos en tanto observamos nuestro hacer?. El punto de partida es el observador en la experiencia del observar como el ser que distinguimos en la experiencia de observar. Explicamos nuestra experiencia con las coherencias de nuestra experiencia y al hacerlo, las experiencias cambian.


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LAS EMOCIONES COMO DOMINIOS DE ACCIÓN QUE SURGEN EN LA RELACIÓN

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“La existencia de emociones no requiere el lenguaje, y es propia de todos los seres vivos” (Maturana 1996: 129). En la historia evolutiva de los seres vivos aparece primero el emocionar, luego el razonar (Maturana 1996). Es la emoción lo que da a la conducta, en cada instante, su carácter como una acción u otra (Maturana 1996). “La emoción define a la acción […] el observador ve la emoción del otro al atender a su dinámica corporal […] en el como vive. Las emociones ocurren en la relación” (Maturana 1996: 124). Las emociones no se expresan, se viven (Maturana 1996). Son distinciones que un observador hace sobre las regularidades del fluir relacional de otro ser, que puede ser él o ella misma abstrae la clase de conducta relacional que otro exhibe y denota la clase con un nombre especifico como un modo particular de relacionarse (Maturana 1996).
Una metáfora que permite entender la naturaleza de las emociones es la metáfora que relaciona las emociones con la caja de cambios de un auto (Maturana 1999: 250). El auto cuando esta en primera tiene una dinámica (emociones a) muy diferente a si se encuentra en cuarta (emociones b). El estar en una emoción implica haceres posibles y no posibles en ese estado, es como si abriera o cerrara las posibilidades para determinadas acciones.
El fluir de las emociones genera el emocionar. En el emocionar la dinámica relacional del ser vivo cambia al cambiar la configuración de su dinámica estructural interna, y este cambio modifica el ámbito de sus haceres posibles, el fluir del emocionar en cada ser vivo no es cualesquiera, es uno que surge de las coherencias de su vivir en la biosfera (Maturana 1996).
La vida humana, como toda vida animal, es vivida en el fluir emocional que constituye en cada instante el escenario básico desde el cual surgen nuestras acciones (Maturana 1995) . Las emociones existen en la relación, se genran en la relación, no en el cuerpo, aunque se realizan a través de él. Así las distintas emociones son distintas disposiciones corporales dinámicas que en cada instante especifican la clase de conductas relacionales que un organismo puede generar en ese instante (Maturana 1996).
Algo fundamental relacionado con las emociones es que estas nos suceden, estamos en una u otra emoción y al darnos cuenta mediante la reflexión en que emoción estamos ya no estamos en esa emoción.
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LOS DOMINIOS DE EXISTENCIA DE UN SER VIVO COMO SISTEMA AUTOPOIÉTICO.

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En un sistema autopoiético como un ser vivo, se distinguen dos dominios de existencia: El dominio fisiológico y el dominio relacional.
El dominio fisiológico corresponde a todo lo que sucede en la dinámica biomolecular del ser vivo en la que siempre se conserva la producción de si mismo (autopoiesis). En el dominio relacional se genera toda una fenomenología (conducta) que surge del proceso interaccional del sistema autopoiético con otro sistema autopoiético y / o con sus circuntancias , lo cual va constituyendo la historia de interacciones que le van configurando el modo de ser y de estar momento a momento en el surgir y devenir de su existencia presente. Todo lo humano se genera en este dominio relacional.
Los humanos vivimos en el dominio de la corporalidad molecular, y vivimos como tales en el fluir de nuestros procesos fisiológicos. Al mismo tiempo, existimos en el dominio de nuestras interacciones y relaciones, que se observan en nuestra conducta humana. Estos dos dominios de existencia no tienen intersección y, por lo tanto, los fenómenos o procesos de uno no pertenecen al otro. Existe, sin embargo, una relación generativa entre ellos. Veámoslo con un ejemplo: El caminar aparece en el momento que hay interacción entre los pies y el suelo, pero el caminar no es parte del suelo y tampoco es parte de los pies de la persona que dice que camina. El caminar se genera.
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