Es cierto, la Universidad Peruana no estaba preparada para impartir formación remota. En los últimos 20 años existieron algunas incursiones que combinan la presencialidad con la formación a distancia (B-Learning); pero no se asemeja a la real formación virtual. No obstante, se ha salvado la situación con voluntad personal e institucional aplicando los recursos más creativos que da la tecnología de las comunicaciones actuales.
Se ha respondido al desafío que permite esta emergencia mundial. No es para menos, y se ha asumido el reto de sobrepasar la incertidumbre de educar y de formar a los estudiantes deseosos de aprender, pero también sobrecogidos por la invasión de la peste que recorre las ciudades en busca de pobladores no avisados.
Lo que se ha aplicado es una educación presencial, con sus usos y costumbres, llevada a la formación remota de emergencia. Es decir, que el protagonismo del profesor orientada hacia dar conferencias y decir la última palabra en el salón de clases se ha trasladado a las pantallas de los ordenadores; proyectando mayor distancia que la que había antes.
Sin embargo, gracias a la voluntad de muchos profesores y los esfuerzos de varias instituciones universitarias, se ha vinculado la oferta de la tecnología en el mercado con el desempeño de los docentes y los estudiantes.
Softwares que facilitan el aprendizaje robustos e intuitivos están presentes en el mercado educativo desde hace varios años. Algunas universidades peruanas sincronizadas con el tiempo y la innovación ya utilizaban estos servicios en la formación que impartían. A la vez, que docentes de planta, generalmente jóvenes entusiastas con la novedad y el cambio, se capacitaban en estos recursos tecnológicos haciendo más impactantes sus clases. Pero se trata de grupos aislados de docentes, con ciertas características que tienen que ver generalmente con la edad y la actitud frente al cambio.
Sin embargo, tenemos que anotar que en el campo educativo, la tecnología no es todo. Si bien la innovación tecnológica siempre estará reluciente en el escaparate de la modernidad. La educación no debe perder de vista su fin formativo, vinculado a la pedagogía y la andragogía. La tecnología es un complemento importante, pero no un fin en sí mismo. El foco central de la formación es el aprendizaje; y si esta lanza su mirada desde el aprendizaje presencial hacia la formación B-Learning (semipresencial) y la E-Learning (a distancia); el aprendizaje también varía, renunciando a la reproducción mecánica de lo que se hacia en la presencialidad.
La reflexión de la formación a distancia en nuestro país provocada por la emergencia sanitaria, pasa básicamente por 5 aspectos: de planificación, de metodología didáctica, evaluación de los aprendizajes, relación con los estudiantes y recursos tecnológicos de apoyo. Donde los 4 primeros son temas bastante desarrollados por la pedagogía y la andragogía presencial.
Es así que, son transversales los conceptos siguientes: “aprendizaje significativo” de los estudiantes, la importancia de la “experiencia previa” o de los “esquemas cognoscitivos”, la “construcción de los aprendizajes” que paulatinamente se desarrollan a través de la interacción social, dentro de un “contexto sociocultural”. Del mismo modo es esencial comprender el “sentido personal” que aplica el estudiante cuando transforma los materiales de aprendizaje generando nuevo conocimiento. Ambos aspectos tienen que estar presentes en el debate. Así como, la concepción que analiza que, el estudiante aprende transformando su propia percepción de las cosas, haciéndola más comprensible e inteligible, disminuyendo así la incertidumbre de la realidad. Por eso nos educamos. Estos y otros temas más responden a la pregunta, para ¿qué educamos? y deben estar presentes en la discusión.
La educación a distancia exige que los contenidos que solíamos presentar tienen que transformarse con el apoyo de la tecnología en por ejemplo, contenidos breves, esenciales e impactantes, que rivalizan inevitablemente con los contenidos de la red internet. La metodología didáctica que enfatizaba la presencia del profesor a través de conferencias e instrucciones da paso al trabajo autónomo y creativo del estudiante. Nunca como ahora se debe recordar el aporte de Ausubel quien acuñó el término de “aprendizaje significativo” quien destacó “el nuevo rol de la exposición del docente”, que tiene que expresarse de forma sustancial, no al pie de la letra, de forma no arbitraria, haciendo uso de todas las formas simbólicas que tiene a su alcance (hoy la tecnología brinda variados recursos simbólicos), traza un puente con lo que el estudiante ya sabe, como esquemas cognoscitivos preestablecidos.
Del mismo modo, cuando destacamos el trabajo autónomo del estudiante, debemos recordar el aporte de los “constructivistas sociales” cuya figura preeminente fue Vigotszky; aquí el conocimiento se construye en la relación con el entorno social, no sólo en lo que es propio de la comunidad donde vive el estudiante (local), sino lo que pertenece también a la comunidad mundial (global). El estudiante frente a la pantalla de su computadora está en contacto con las últimas investigaciones científicas propias de su especialidad. En consecuencia, el profesor no es la única voz. El estudiante encuentra múltiples voces que necesitan ser ordenadas y asimiladas por su mente crítica.
Hoy más que nunca, el docente tiene que comprender que se ha convertido en un “facilitador” o un “intermediario”, que aplica diversas dinámicas participativas entre los estudiantes que buscan la “construcción de los aprendizajes” a través de la colaboración (“aprendizaje colaborativo”), la resolución de problemas (“ABP”, “método de casos”, “proyectos” y otros). Aplicando diversos softwares digitales que simulan la realidad y que permiten la práctica de lo aprendido con sus compañeros y su profesor. Por ejemplo, las aplicaciones: Padlet para el trabajo colaborativo o el Loom para hacer videos cortos para explicar procedimientos. La recolección de los saberes previos se puede realizar aplicando el Flipgrid que recoge respuestas de los alumnos a través de videos cortos de 5 minutos; o el Kahoot para evaluaciones rápidas aplicando el juego y la competencia.
Sincronía y asincronía, son dos momentos que expresan la participación en el tiempo de los profesores y de los estudiantes. En la sincronía hay presencia simultánea entre profesor y alumno pero con las condiciones descriptas por la pedagogía contemporánea. La asincronía favorece el trabajo independiente pero también colaborativo y crítico de la información de los estudiantes; estimulando incluso las capacidades de innovación y emprendimiento. El papel del profesor, como un “facilitador”, será de apoyo o un andamio que facilitará los aprendizajes y sobre todo estimulará la autonomía del estudiante. Hoy también se exige que el profesor con una mente abierta asimile racionalmente el aporte de las TICs en la virtualización de la experiencia educativa. Que asuma el reto de transformar la experiencia presencial en una vivencia formativa, diferente e impactante que estimule la generación de conocimientos y la innovación asimilando la cultura y la ciencia globales.