Una vez más se ha comprobado que la injerencia de la primera dama, Nadine Heredia, en asuntos de Estado le hace mucho daño al Gobierno y, por ende, a la política en general de nuestro país.

Solo cuatro meses duró la presencia de Villanueva como el “manda más” de los ministros. Recordemos que Cesar Villanueva, para asumir el encargo de Primer Ministro, renunció al cargo de presidente Regional de la Región San Marín. Ollanta lo convoca por la buena gestión y popularidad que tiene en su región y porque no estaba ligado al partido nacionalista.

A la salida de Juan Jiménez y ante la caída en las encuestas de la pareja presidencial, Ollanta Humala, su esposa y su gabinete (en ese orden) no tenían otra alternativa que llamar a un independiente para cubrir la plaza vacante, no tanto para manejar el Consejo de Ministros, sino para apagar el incendio provocado por las acostumbradas declaraciones de Nadine Heredia, las metidas de pata de Jiménez y la baja aceptación del Presidente en las encuestas.

Hace cuatro meses, Villanueva “asumía la dirección” del Consejo de Ministros y tenía como misión reanudar el Diálogo Nacional con los partidos políticos que había dejado cortado su antecesor, donde se tocarían los temas sensibles y que hasta ahora atraviesa el país, como la seguridad; y de paso levantar la credibilidad del gabinete ministerial y del Gobierno, así como proponer nuevas políticas o cambios para el 2014. Sin embargo, Villanueva renunció sin haber ejecutado ninguna reforma a favor del país; es decir, su presencia solo sirvió como un antiácido para frenar la aguda gastritis política que atravesaba el Gobierno.

La renuncia de César Villanueva como premier, ha confirmado dos cosas: que existe una clara estrategia para dejar de lado a ministros que no están, por decirlo menos, en sintonía con la Primera Dama y para demostrar que César Villanueva nunca estuvo en los planes de la pareja presidencial o del Gobierno (como se explicó anteriormente, este último).

La estrategia usada para dejar sin piso al exministro, Villanueva, es la misma usada en su antecesor, Jiménez, pero con más presión. El desplome de Villanueva se aceleró cuando Miguel Castilla, ministro de Economía, anunció el aumento de sueldo para los ministros (de S/. 15 400 a S/. 30 000). Luego, ingresó a la discusión política el aumento del sueldo mínimo (que terminó por enterrar al premier). Villanueva había asegurado ante la prensa que el aumento al sueldo mínimo estaba en la agenda del Gobierno y que, además, había conversado el tema con el ministro de Economía. En una declaración, la Primera Dama dijo que el tema (el sueldo mínimo) “no está en discusión en este momento”, desmintiendo totalmente al, hasta entonces, Primer Ministro. Finalmente, Miguel Castilla, dio la última estocada para que Villanueva se alejara del Gobierno, pues en el programa “Cuarto Poder” dijo que él (Castilla) nunca había conversado con el primer ministro, César Villanueva, sobre el aumento del sueldo mínimo, con lo cual no solo obligaba a Villanueva a renunciar, sino que también lo dejaba como un mentiroso.

Por consiguiente, el ingreso de Villanueva a las fauces del gobierno ha sido solo por conveniencia, pues solo fue llamado para apagar el incendio político y de paso subir el sueldo a los ministros.

Por otro lado, ayer juramentó el quinto Gabinete y esta vez está encabezado por el exministro de Vivienda, Construcción y Saneamiento, René Cornejo Díaz. Lamentablemente es un Gabinete parchado, que tiene nuevas caras pero que, sin embargo, en su núcleo mantiene los mismos nombres, como Ana Jara, Miguel Castilla o Pablo Cateriano, que seguirán desestabilizado al Gobierno y haciéndole un enorme daño a la política y al país en general. Atrás quedó la justificación del aumento a los ministros: aumentar para captar y retener a los mejores profesionales.

Finalmente, Cesar Villanueva así como llegó se fue. Estamos seguros que mientras dure un co-gobierno entre Ollanta Humala y Nadine Heredia; es decir, mientras que exista la injerencia de la Primera Dama en temas de Estado, los ministros seguirán siendo aves de paso o de temporada y otros seguirán paseándose por Palacio como ‘perro por su casa”, pero todos con un mismo destino: convertirse tarde o temprano en edecanes de la Primera Dama.

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