El expresidente, Alejandro Toledo, regresó a Lima, una vez más, para declarar ante la justicia, con respecto al supuesto enriquecimiento ilícito, por las compras inmobiliarias de 5 millones de dólares, aproximadamente, que realizó su suegra, Eva Fernenbug.
Recordemos que en las últimas averiguaciones, Alejandro Toledo había señalado que el dinero obtenido por su suegra para comprar las propiedades en Lima, corresponde de una indemnización que recibió la señora Fernenbug por parte del gobierno Alemán, como compensación por los daños sufridos en el holocausto nazi. Dicha versión fue desmentida por David Waisman, quien aseguró que, según sus investigaciones, la suegra de Toledo no había recibido nada, y peor aún, ni siquiera figuraba en la lista de beneficiados por el holocausto hecha gobierno alemán.
En todos estos escándalos, mentiras y confusiones, fue citado Josef Maiman, amiguísimo de Eva Fernenbug. Él (Maiman), declaró que las compras millonarias de la suegra de Toledo eran parte de una inversión que él estaba haciendo en esta parte del mundo; y, por tanto, todo le pertenece, y que los Toledo-Karp eran una especie de asesores financieros.
Con estos argumentos, quien le cree (o quien le creerá) a Toledo, pues sus declaraciones se han ido enredando cada vez más fuerte, haciendo que la teoría del enriquecimiento ilícito vaya tomando más cuerpo. Lamentablemente eso no es nada saludable para nuestro país, pues, que un Presidente de la República esté en líos de esta naturaleza da desprestigia aún más nuestra alicaída política, generando desconfianza en el ámbito internacional. A nivel nacional, la población, teniendo en cuenta, además, que Toledo fue el abanderado de la democracia en la Marcha de los Cuatro Suyos, rechazará con más fuerza a los partidos tradicionales, dándole mas presencia a los movimientos y agrupaciones independientes, locales y regionales, (en parte no está mal, porque renueva líderes políticos con nuevas alternativas de cambio). Todo ese descontento (muy justificado) alimentaría el deseo de los oportunistas, quienes aprovechándose de la situación, querrán trepar al poder para corromperlo y desprestigiarlo aún más…
Esperemos que esta vez, Alejandro Toledo, diga la verdad, asumiendo con ello todas las responsabilidades por el bien de la salud democrática de nuestro país y para retomar la confianza en los partidos políticos, que tanto daño ha causado al país.
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