Desde que los hombres obtuvimos nuestro Título de Libertad y nuestros derechos en general, nos da la impresión que solamente este Título afectaba única y exclusivamente a los varones; siempre se habló (se habla), se debatió (se debate), se escribió (se escribe) y se promulgó (se promulga) leyes que favorecen a todos sin importar distinción alguna, al menos en teoría.

Todas estas leyes, las que defienden los derechos del hombre y proclaman la igualdad, son leyes que están más ligadas al sector masculino que al femenino. Lamentablemente, pareciera que los varones tienen más derechos que las mujeres. Esto no es nuevo, las raíces de este problema se inicia desde que el hombre (varón y mujer) formaba sociedades bajo el gobierno de un líder que siempre era un varón.

La Revolución Francesa, una revolución que se caracterizó por la búsqueda de Libertad, de Igualdad y de Fraternidad tiene su lado “machista”, esto se demuestra en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Declaración que contiene los derechos fundamentales del hombre (varón); donde las mujeres, al parecer, solo obtenían Libertad, Igualdad y Fraternidad ante el régimen feudal, pero no de la sociedad nueva que se estaba formando.

En 1791, a raíz que se aprueba dicha Declaración, Marie Gouze, una escritora francesa, escribe la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, que fue una copia de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, pero en género femenino. Este fue un intento más de una mujer que quería reivindicar y hacer prevalecer la igualdad que debe existir entre el varón y la mujer.

En la actualidad, en muchas sociedades las mujeres siguen siendo tomadas en cuenta –equivocadamente– como segunda opción; en estas sociedades, el machismo “constituye la base de su superación”; estos grupos cerrados son reacios a comprender que todos tenemos las mismas oportunidades de competir en cualquier campo y con las mismas condiciones. Todo ello se da en un contexto en que las mujeres han demostrado dos cosas: gran capacidad para llevar adelante los encargos confiados y lo equivocados que estuvieron los varones al pensar que las mujeres no podían realizar una labor “hecho para ellos”. Hoy, ellas han demostrado, además, que realizar trabajos duros, tomar decisiones, dirigir o liderar grupos de diferentes sectores: social, político, militar, económico, etcétera, no es algo que les impida desarrollarse personal o profesionalmente en iguales condiciones que el varón.

Que este día, 8 de marzo, sea el día en el que damos mayor énfasis al trabajo de la mujer, en especial a la de la mujer peruana, dando mayor prioridad aún a las de escasos recursos económicos, por su Valiente, Sacrificada y Decidida labor, porque son ellas un símbolo de lucha y perseverancia, ya que en un país como el nuestro en donde las indiferencias son el pan de cada día ellas siguen adelante…

¡Feliz día Mujer Peruana!

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