Se conoce como Revolución de Mayo los acontecimientos ocurridos entre el 18 y 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires, capital del Virreinato del Rio de la Plata (habiéndole quitado este, años atrás, el protagonismo a Lima y en especial al puerto del Callao por la cercanía y accesibilidad de Europa hacia América), como consecuencia final se depuso al Virrey y el 25 de mayo asumió el poder la Primera Junta de Gobierno.

Estos acontecimientos fueron decisivos para lo que sería después la Argentina, proclamando la independencia formalmente el 9 de julio de 1916 en el Congreso de Tucumán y la seguidilla de concreciones independentistas a lo largo de América Latina.

Los movimientos insurrectos de América Latina se motivaron en la independencia de Estados Unidos en 1776 y fundamentalmente en la Revolución Francesa, en 1789, tomando como principio la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, cuyo principio manda “liberté, égalité, fraternité”.

Lo antes mencionado es sólo el rápido recuento histórico de los inicios de Argentina, como es obvio la historia nos enseña, nos sirve para no caer en lo mismo o por lo menos para intentar evitarlo. Este bicentenario que cumple hoy la Argentina no sólo es de importancia para los gauchos, sino para toda Latinoamérica, es preciso reflexionar acerca de los últimos 200 años de intentos democráticos, de búsqueda de igualdad entre los latinoamericanos, ¿realmente los pueblos latinoamericanos somos independientes? ¿podemos decidir soberanamente sobre nuestra vida interna? ¿vivimos sujetos a las grandes corporaciones, sean estos bancos, transnacionales o incluso gobiernos extranjeros? ¿qué hace que la visión de unión, como propuso Bolívar, no se concrete? La corrupción nos carcome por todos sitios, en todos los estratos sociales, económicos, intelectuales, etc; cualquiera se vende al mejor postor por dinero o por algo mejor que ofrezcan, algunos venderían a la madre o hasta a la abuela si es preciso, la cultura “dime que tienes para decirte que eres”, se valora más las posesiones materiales que las espirituales, los valores pasaron de moda, la ética ¿qué es eso, cómo se come?, bueno, en fin…

Debemos seguir los mejores ejemplos del Generalísimo del Ejército del Perú, Don José de San Martín, que cruzo la cordillera, siguió sus ideales libertarios, lidero su ejército luchando, que no se vendió a la corona española, que siguió sus convicciones por el bien de sus prójimos, seguir el ejemplo del no bien ponderado oficialmente en toda Latinoamérica, Ernesto “Che” Guevara, que fue capaz de dar todo lo que tenia, incluso la vida, siguiendo sus convicciones y dejando un ejemplo imborrable de trabajo duro y honesto, de incorruptible, que no se enriqueció ni el ni su familia, por supuesto que hay muchos argentinos muy valiosos, en todos los ámbitos, me he permitido nombra r sólo a dos.

En lo que concierne a la vinculación histórica de la Argentina con el Perú, sintéticamente diré que los hechos más saltantes de hermandad lo constituyen la venida de San Martín con su ejército libertador y últimamente –históricamente hablando- el envío de aviones de parte de Perú en plena guerra de Las Malvinas, muestras que marcan el carácter de la unión entre los pueblos.

Giancarlo Brizuela