En un país como el nuestro, en que la legislación electoral obliga a los ciudadanos a participar en comicios y donde se castiga su ausencia, es importante intentar explicar la realidad y significado de este comportamiento. Si se observan las cifras, es notorio percibir un incremento del ausentismo desde el año 78 y luego un decrecimiento del mismo hacia el año 85 (debido a al reinscripción de año anterior), para volver a tener un impulso y colocarse este año a un quinto de la población total. Se puede señalar, en general, que existen elementos que tienen impacto en cada elección y otros que son más permanentes. Por ejemplo, las elecciones municipales concitan un interés menor del electorado. Estas se realizan de manera dispersa en múltiples minicampañas –poco menos de doscientas provinciales- con el objetivo de conquistar una institución que salvo excepciones, se debate entre el inmovilismo y la precariedad. No aspiran pues a soluciones globales. El elector sabe sus limitaciones y muchos optan por no asistir, como ocurrió en los casos de los años 80, 83, 86 y 89. Con mayor razón si su participación se enfrenta a dificultades. El terror es una de ellas. Los grupos, como Sendero Luminoso, tienen más posibilidades de evitar la realización de comicios municipales, especialmente en las provincias altas de los Andes, en la medida que el aparato electoral se encuentra disperso en todo el territorio nacional. Liquidar a alcaldes, concejales, candidatos, así como líderes políticos locales les resulta mucho más fácil que en comicios nacionales, en donde el aparato electoral está concentrado en las capitales de departamentos, por lo general, más protegidas, y donde los candidatos -que desarrollan campañas no necesariamente personales- son menos numerosos.
Por otro lado, hay elementos del aparato electoral que influyen en el ausentismo. Uno de ellos es el Registro Electoral (RE). Este que inscribe a todos los ciudadanos mayores de 18 años en forma permanente. El mismo que fue renovado tanto en 1962 como en 1984, manifiesta siempre una serie de errores debido a su bajo nivel de desarrollo tecnológico. Muchas personas fallecidas, los que migran al extranjero, los suspendidos de sus derechos ciudadanos, no son inmediatamente retirados del RE. De esta manera, mientras más antiguo es el RE, mayores son las posibilidades que los errores se acumulen, por lo que la realidad se aleja de las cifras oficiales. Tenemos luego aquellas personas que cambian de domicilio. Estos electores encuentran, muchas veces, grandes impedimentos para desplazarse a su lugar de origen y ejercer su derecho a votar. Este sector ha aumentado en gran número en razón de la violencia política. Particularmente, estos electores se ven imposibilitados de viajar y, hasta prefieren pagar la multa. Asimismo, es necesario precisar que desde antes de 1980 las zonas rurales -como por ejemplo las provincias en estado de emergencia- siempre han concentrado un alto porcentaje de ausentismo. Esta dinámica, por tanto, es anterior al terrorismo. ¿Se desprende de esto que el terrorismo no incide en el ausentismo? Sería necio negarlo. Las cifras muestran con claridad que este porcentaje de electores es significativamente alto. A ello hay que agregar que en estas dos últimas elecciones, la planificación de protección antisubversiva tuvo un doble efecto. La conformación de núcleos electorales, es decir la mayor concentración de mesas en menor número de locales, permitió una mayor seguridad de los comicios, pero a la vez alejó a muchos electores de su centro de votación, incrementándose, de esta manera, el ausentismo. Si, a su vez, SL desarrolló sus paros armados en los días de los comicios, muchos pobladores y comunidades cuidadosamente no arriesgan sus vidas.
Nulos y blancos ¿votos violentistas?
Los votos no válidos o inválidos son de dos tipos: nulos y blancos. Los votos nulos, sin embargo, agrupan dos tipos de posibilidades: el anulado y el viciado. El anulado es aquel voto que se invalida por una imperfección en el momento de sufragar. El viciado es aquel voto que concientemente invalida el elector. No existe, sin embargo, ninguna diferencia en el momento de realizar el escrutinio. Existe, por otro lado, un tipo de voto denominado impugnado. Este, en realidad, es aquel que es discutible si se considera válido para algún partido o se anula. Una segunda instancia, el Jurado Departamental o quizá Nacional, determinará el resultado final: el voto será nulo o válido. De esta manera, es errado considerar todos los votos nulos como producto de la subversión, teniendo en cuenta, además, que el JNE realizó una inadecuada e insuficiente propaganda educativa de la forma de votación. Al igual que en el caso anterior, en las zonas rurales los votos nulos siempre fueron muy altos. Por el contrario, por ejemplo el departamento de Tacna tiene los menores porcentajes, siendo un departamento costeño y muy urbanizado. Al rechazo a las candidaturas en competencia se agrega, en gran medida, el equívoco en la forma de votar. El factor analfabetismo juega también en este sentido. Rechazo a las candidaturas, errores en el acto de votar y un apoyo, difícil de calcular, a los grupos armados suman este sector del electorado. El voto en blanco es uno que denota rechazo a las candidaturas, desconocimiento de las mismas, indecisión no resuelta o indiferencia ante el proceso eleccionario. Probablemente, si el sistema no fuera obligatorio este tipo de voto no existiría o, quizá, se reduciría a su mínima expresión. Comparadas con las elecciones municipales las cifras de la primera vuelta en relación a las nacionales no han tenido variación importante. Aquí el cálculo es inequívoco, no existe interferencia como en los casos anteriores. De esta manera, no es posible señalar que existe una actitud unilateral de los electores que apuestan por las tácticas de los grupos armados. Se ha señalado que existen varias razones que se conjugan y dibujan esta realidad.
Los problemas planteados
Más allá de las explicaciones anotadas, no es posible dar la espalda a una realidad que es contundente: el sistema político y los partidos que no lo integran no logran seducir a un importante sector de la ciudadanía en función de sus proyectos más caros. De esta manera, si bien los electores ausentes y los que blanquean y anulan sus votos no necesariamente abrazan los planteamientos de los grupos terroristas, no se sienten atraídos tampoco por sus partidos en competencia. En los lugares más empobrecidos del país, en muchos de los cuales se desarrollan a su vez los más cruentos conflictos con los grupos terroristas y narcotraficantes, un porcentaje mayoritario se encuentra al margen de los partidos. Si alguno de ellos hubiera comprometido a su favor a este porcentaje de la población quizá otros hubieran sido los finalistas de la segunda vuelta o quizá también uno de los dos partidos en actual competencia estaría celebrando el triunfo en primera vuelta. Si esta actitud electoral fuera muy variable pertenecería al mundo de la normalidad electoral, pero si son los mismos electores que recurren a las posibilidades aquí explicadas (ausentarse o votar nulo o blanco), estamos delante de un sector de la población potencialmente antipartidos y quizá antisistema político. Para estos últimos, el reto está planteado.
(La República 3 de Junio de 1990)
hola! en mi opinion, este informe es demaciado largo para que obtenga el
beneficio de mi lectura, por lo tanto no serán favorecidos con la presencia en el
trbajo que he estado realizandoesta tarde
saludos
atentamente
profesora stabile
profesora del instituto libre de segunda enseñanza (preferencia por sus alumnos de la tarde)
querida profesora,
me gustaría primero que nada aclararle que la palabra “demasiado”, se escribe, como bien lo hice con S. Si quiere le puedo recomendar unas páginas de Internet interactivas para practicar su mala ortografía. Me indigna, que se haga llamar profesora cuando ni siquiera puede escribir correctamente, y, si me permite, el que mal escribe , mal piensa.
Además, quería preguntar qué quiere decir con “preferencia por sus alumnos de la tarde” porque todos las personas que conozco, que tuvieron la pésima suerte de tenerla a usted como “docente”, me han comentado que su materia fue una tortura. Que nunca, sí,nunca, les había parecido menos interesante y más molesta la geografía. Por favor implemente otro método de enseñanza, o vuelva a la facultad ( si es que realmente fue) y aprenda un poquito más porque en sus clases se nota que no sabe nada. Por favor, responda a este comentario. Estoy dispuesto a responder inquietudes.