Hemos insistido en esta columna en que las propuestas –en algunos casos, proyectos de ley– que tengan como propósito resolver los problemas que se puedan presentar en relación con las elecciones del próximo año deben de tener un claro objetivo: garantizar el cambio de gobierno y Parlamento el 28 de julio del 2021. En consecuencia, todas las medidas deben de tener sentido y ser reordenadas alrededor de ese propósito principal. Si bien falta mucho para aquella fecha, las decisiones que se tomen ahora tendrán impacto en lograr aquel objetivo. Por eso, discutir sobre cambiar o no una fecha de elección en particular, o modificar una que otra norma puntual, es un gran error. De lo que se trata es de enfrentar el proceso electoral teniendo en cuenta tres aspectos fundamentales y relacionados: garantizar la participación ciudadana, ofrecer seguridad sanitaria a los votantes y completar la reforma política.
Los proyectos de ley presentados al Congreso no responden a uno u otro de los aspectos señalados, al no observar que un proceso electoral es un conjunto de procedimientos normados, con etapas preclusivas, que convoca a 25 millones de electores, a más de medio millón de miembros de mesas (titulares y suplentes), en el que se gastan millones de soles (800 millones para el 2021) y se contrata a decenas de miles de trabajadores, a quienes se debe capacitar. Todo esto en alrededor de medio año.
¿Cómo enfrentar, entonces, una elección en medio de la pandemia? Las respuestas deben de cubrir los tres aspectos antes señalados. Una primera medida es reducir las tres elecciones para las que seremos convocados (elecciones primarias, primera y segunda vuelta electoral) a una, que debiera realizarse en junio. Las primarias se postergarían para octubre del 2022, con motivo de las elecciones regionales y municipales. Realizar una sola elección con mayoría relativa. Esto último ha despertado preocupación, pues se cree que el ganador lo sería con un porcentaje bajo. Sin embargo, las elecciones en una sola vuelta desarrollan en el elector un voto llamado “estratégico”, concentrándose en pocos candidatos. El elector sabe que tiene “una sola bala”, lo que produce un ganador con altos porcentajes. El más bajo ocurrió en el Perú en 1962, en el largo período que se utilizó este mecanismo entre 1931 y 1980. Con estas dos medidas se gana tiempo mientras se descubre la vacuna y se aplica en todo el mundo. Asimismo, se ahorran cerca de 500 millones de soles.
Pero las elecciones internas de los partidos la ONPE debe organizarlas por medio del voto electrónico no presencial (VENP), que permite la participación sin riesgos de la gran mayoría de militantes. Se materializa aquello de un militante un voto. Ninguna otra modalidad lo garantiza. Esto se puede hacer, si se modifica el calendario electoral, en el verano próximo. No es posible que los partidos quieran elegir a los candidatos por delegados. No hay razón para que este tipo de elección no sea altamente participativa, lo que es posible por Internet.
En ese contexto, se debe proveer de recursos presupuestales, así como normativos, para que los organismos electorales puedan ejercer de manera eficaz sus funciones, implementando medidas de seguridad para la salud de los electores, con el intensivo uso de las tecnologías de la información en las diversas áreas y etapas del proceso electoral.
Pero nada de esto tendrá sentido si no se completa la reforma política que abarca eliminar el voto preferencial, lograr la paridad y alternancia, completar los artículos sobre el financiamiento de los partidos e iniciar el debate sobre la bicameralidad.
La mayoría de los proyectos de ley solo se han centrado en eliminar las elecciones primarias, que nunca quisieron, u otro aspecto de las leyes de manera puntual. Los partidos tienen la obligación de entregar al país una mirada completa, con decisiones que cumplan cabalmente con garantizar la participación ciudadana, la seguridad para los electores y la reforma política. No hacerlo así es no entender un proceso electoral o actuar irresponsablemente cuando está en juego la democracia y la vida de los peruanos (El Comercio, jueves 23 de abril del 2020).