Bajo el paso del COVID-19 las medidas gubernamentales son cada vez más exigentes y los sacrificios de las familias y empresas son mayores, y los infectados y los fallecidos crecen. La preocupación, interés y esfuerzos están concentrados en cómo combatir al coronavirus. Por eso, para la gente, la política, cuando la entiende como la actividad de los partidos y representantes, le importa poco o nada. Sin embargo, en sistemas como el nuestro, democráticos, el poder tiene límites espaciales y temporales. Esto quiere decir que el 28 de julio del 2021 debe iniciarse un período quinquenal con un nuevo presidente y un renovado Parlamento. Eso no se puede ni se debe postergar, pero para que eso ocurra, deben tomarse medidas, con independencia del interés de la gente. ¿Cómo hacemos entonces para mantener la alternancia en el poder, pilar fundamental de nuestro régimen democrático, en medio del recorrido mortal de una pandemia, el entendible desinterés ciudadano y su alto apoyo al Gobierno y sus medidas?
Los procesos electorales constituyen una mayor movilización y participación ciudadana que ningún otro evento político y social puede desarrollar. No solo el día de la elección, sino durante la campaña electoral, donde los candidatos van al encuentro de los electores para ganar su voto. En otras palabras, estamos delante de eventos masivos y concentrados. Se trata, por lo tanto, de observar y decidir de qué manera y cómo llegamos al 2021. Vale la pena recordar que serán convocados para elecciones internas los miembros de los partidos (quizá setiembre del 2020); y la ciudadanía en su conjunto, a elecciones primarias (octubre o noviembre 2020), primera vuelta electoral (abril del 2021) y segunda vuelta presidencial (mayo del 2021). Cuatro procesos electorales en medio año. Sobre esa línea de tiempo se debe trabajar.
El presidente de la República debe convocar elecciones en los primeros días de julio, con lo que se inician las diversas etapas del proceso electoral y el consecuente desembolso de dinero. Sin embargo, ya hay otros plazos que se vencen. Este 11 de abril se cierra el padrón electoral. Si no se modifica, no se podrá realizar cambios domiciliarios. El 16 de abril se cierra el plazo para que los partidos se adecúen a la ley y entreguen su padrón de afiliados. Entre tanto, los partidos que buscan su inscripción han paralizado, como los antiguos, sus necesarias actividades.
No hay nada que indique que el coronavirus no tenga impacto en el cronograma electoral. Es probable entonces que algunos plazos internos se posterguen. Sin embargo, no se puede ni se debe prorrogar sin entender ni atender los procesos internos que manejan los organismos electorales y el marco normativo que abarca al conjunto de la elección.
En los casos en que los plazos internos se prorroguen, llegará un momento en que será imposible cumplirlos. Una forma de afrontarlo, solo si esto ocurre, es acortar la fecha entre el 28 de julio y la hipotética segunda vuelta electoral, hoy más de dos meses, y otra entre las dos vueltas electorales. Esto requeriría una modificación constitucional de la fecha de la elección en primera vuelta, en este caso, el 11 de abril. Esto permitiría aplazar las fechas de presentación de listas, elecciones internas, etc.
Pero solo modificar fechas sería limitado. El Congreso tiene la responsabilidad de aprobar las reformas políticas ya presentadas y discutidas desde el año pasado. Los organismos electorales deben ofrecer garantías a los electores para poder ejercer el derecho a voto en las mejores condiciones de seguridad y cuidado. No es poca cosa, cuando se trata de coordinar con partidos y candidatos que van en busca del poder. De estas decisiones dependerán la realización y la calidad del proceso electoral del 2021 que ahora no importa, pero cuyos resultados impactarán en la vida de todos los peruanos. Bueno, si el coronavirus lo permite (El Comercio, jueves 4 de abril del 2020).