Estamos delante del crecimiento del conservadurismo político como hace mucho tiempo no se veía. Desde la derecha se tenía una combinación de liberalismo democrático más cerca de sectores altos y medios, como tecnocráticos, y que políticamente se movía entre el vargasllosismo y PPK. El otro, más populista en lo económico, más cercano a sectores populares, políticamente autoritario y más cercano al fujimorismo de los noventa.
Pero el progresivo y rápido desgaste de los gobiernos, con imágenes corroídas por la corrupción, ha atizado un mayor rechazo a la política institucional y convencional, lo que está llevando a un distanciamiento del centro y una corrida a los extremos, tanto de derecha como de izquierda.
Paralelamente el conservadurismo fue creciendo en el presente siglo al lado de una mayor influencia de la Iglesia Católica en los asuntos públicos, encabezado por el Opus Dei y acompañado, en su momento, por el Sodalicio. Todo esto a falta de un partido político que lo cobijara. Pero el límite de esta corriente es que sus vínculos preferentemente han sido con las élites económicas y sociales. Por lo que ganar las calles con sus manifestaciones pro familia, si bien demostró su fuerza organizativa, también fue el espacio del encuentro con sectores de la Iglesia Evangélica, tal como sucedió en la campaña, con su apoyo a Fuerza Popular.
Sin embargo, la capacidad movilizadora y disciplinada del sector evangélico fue más allá de esta campaña de protección pro familia, para pasar a una oposición agresiva a la política educativa del Ministerio de Educación, lo que le ha permitido jaquear al Gobierno, siendo una de sus victorias la caída del ministro Jaime Saavedra.
La marcha del sábado último, Con mis Hijos no te Metas, mostró que los evangélicos solos podían movilizar a varios miles de personas y dotarlas de un discurso fuertemente conservador, construido sobre la base del desconocimiento y el miedo, y que produce una dinámica cargada de odio y homofobia. El miedo mueve montañas, por lo que su discurso propagandístico está dirigido a producir efectos irracionales. No es un discurso que se dirige a la cabeza, sino al corazón de sus dirigidos. No exponen ideas, gritan dogmas. No piensan, cantan o gritan a coro. Esto no es poco, pues aporta a estos grupos cohesión y espíritu de cuerpo. De esta manera, el conservadurismo evangélico ha ganado esta batalla y ha arrastrado a los católicos.
De allí a la palestra política hay un estrecho camino. Tienen congresistas en varias bancadas, pero les falta un líder cohesionador ecuménico, que esté quizá por encima de las diversas iglesias. Se ha asomado Phillip Butters, que tiene ese perfil y al que le agrega ser un buen comunicador y tener un discurso radicalmente machista, misógino y homofóbico, y con un enganche con sectores populares que lo acercan a ser una suerte de Trump local, pues no tiene límites, como todo radical. Todo esto puede ir realineando escenarios donde somos testigos del nacimiento de una derecha radical, fuertemente conservadora y popular (El Comercio, jueves 9 de marzo del 2017).
Buen análisis profesor Tuesta. En efecto, la sociedad peruana debe prepararse para la aparición de nuevos actores políticos, sobretodo en una época en la cual ésta no genera mayor atractivo. El tema también plantea como generar alternativas que puedan tener arraigo popular sostenido.
Lamentablemente, no existen voceros independientes de todo dogma religioso, detrás de este colectivo contrario a la imposición de la ideología de género desde nuestro sistema educativo.
Si esta preocupación se hace realidad, nos quedan pocas esperanzas de mejorar como país hacia el desarrollo.
Espero que este sector de gente plagada de ignorancia y fanatismo religioso no encuentre su Trump y que lo de Phillip Butters no prospere, ni aparezca otro igual.
Hablar es facil mucho mas si se tiene facilidad de palabra y se goza de cierto lexico.Pero no es suficiente para convencer a las personas que de buen corazon manifiestan su derecho a protestar ante un estado de cosas que quieren imponerles por la fuerza.El colectivo “Con mis hijos no te metas” ha recogido ese sentimiento y lo ha manifestado en la gran marcha de mas de millon y medio de personas en la marcha del dia Sabado 4 de Marzo. Para recordarle al gobiernos y sus ayayeros que que Peru no es su chacra donde se quiere hacer lo que se les viene en gana.RESPETO GUARDAN RESPETOS.Por lo demas no ha sido una marcha politica propia de un partido determinado. En ella han asistido simpatizantes y votantes de todos los partidos politicos que ahora estan arrepentidos de haber elegido a un Presidente y a un Congreso de los cuales se espera que les hagan caso a sus protestas. Ya el MINEDU ha dado ciertos pasos en esa direccion, pero no basta.Falta mucho mas por hacer.
Muy de acuerdo con el análisis y me parece importante que la población realmente muestre que busca un cambio. Estos vaivenes no son de temer. Antes (40 años atrás) se temía al socialismo, ahora todos los políticos son o socialistas o social demócratas o de centro. ¿Qué ha cambiado para el Perú? ¿Vivimos mejor que antes?
Pero para que haya “centro” debe haber posiciones antagónicas. Aunque “centro” ya no hay.
Es bueno que haya una posición antagónica a la tendencia actual pues eso estimula el intercambio de ideas y es bueno que la gente sea capaz de unirse fuera del paraguas de los políticos profesionales que han demostrado ser, en los últimos años, solamente comodines en el juego de poder.
Señores en la marcha no solo estaban evangelicos si no una buena cantidad de personas pertenecientes al Camino neocatecumenal y comunidades carismaticas que sonpertenecientes a la iglesia catolica.
Dr. Fernando Tuesta:
El supuesto surgimiento de una derecha radical como Ud. afirma sería el justo y necesario contrapeso a una autodenominada izquierda de intelectuales (con quienes los verdaderos izquierdistas han deslindado).
La verdad que me emocionó ver que los peruanos que estamos en desacuerdo con una minoría de intelectuales pseudoizquierdistas – que domina los medios, que se aumenta descomunalmente los sueldos en el sector público, que gobierna imponiéndonos sus cánones, que nos oprime, que nos margina, que nos discrimina y hasta nos denigra (como en mi caso que le hice conocer) – sean capaces también de marchar por sus ideales.
Mi corazón no puede estar nunca con la pseudo izquierda intelectual peruana, lo cual no es óbice para escuchar sus ideas y debatirlas en las arenas del diario quehacer. Mi corazón me dice por quienes y contra quienes debo marchar.
saludos,
José