Para ir al cine no necesitaba tomar auto u ómnibus. Había muchos cines cerca de casa. Sólo doblando la esquina de la cuadra, se encontraba el cine Country y, alrededor, cerca de una docena. Si bien de chico iba también al República (donde vi La aventura del Poseidón), Roma (El imperio de los Sentidos) o El Pacífico (no olvidaré El resplandor) u otros, no había como los cines de mi barrio. De mi casa, en dirección de las agujas del reloj y a una distancia máxima de un kilómetro, teníamos Ollanta (allí siempre, las de Semana Santa: Quo Vadis, Vía Crucis, Los 10 Mandamientos), Petit Thouars (Blue Balloon), Azul (Lo bueno, la malo y lo feo), Western (esas americanadas, como las Boinas Verdes), Independencia (en cazuela, Desnuda en la arena con la despampanante Isabel Sarli) , Alianza (tenía el nombre de mi equipo, pero nunca fui), Alhambra, San Isidro (el Discreto encanto de la burguesía de Buñuel), Orrantia (Jesucristo Superstar y Woodstock), Country, Ambassador. De ellos, Ollanta, Western y Alianza, particularmente este último, eran catalogados como cines de Barrio y los otros de Estreno.
La mayoría, grandes salas y espaciosas, como el Independencia, que albergaban a más de mil personas. Eran de dos pisos (platea alta y baja) o tres (con mezanine o cazuela, los de barrio). Como bien lo recuerda Víctor Mejía Ticona, en su extraordinario libro Ilusiones a Oscuras a (Cines en Lima: carpas, grandes salas y multicines), algunas tenían butacas cómodas, así como paredes labradas, un escenario grande y un telón (o cortina) cuya subida era el aviso para acomodarse. Lo hacía varias veces, entre otras para ver aquel extraordinario noticiero alemán en blanco y negro y traducido al español, El Mundo al Instante.
Se presentaban tres funciones de matiné (4pm), vermouth (7pm) y noche (10pm), con una censura escalonada (Apta para todos, mayores de 14, mayores de 18 y mayores de 21). Algunos cines, como en el teatro, vendían entradas numeradas con un acomodador que, conjuntamente con los otros trabajadores, eran miembros de un sindicato. Se permitía comprar gaseosas y golosinas fuera del cine o las deliciosas butifarras, al lado del Country, vendidas por la familia de Petar Stemankovic.
Pero, en los cines de mi barrio, no sólo se pasaban películas sino las recordadas Matinales de la Nueva Ola, los fines de semana a las 11am. El Ambassador, Western y sobre todo, el cine Country, fueron los cines a los que asistí para escuchar por primera vez Los Silverton, Los Doltons, Los Yorks, Los Hollys o a los de mi barrio, Los Saicos y Los Steivos (Soviets al revés). Eran conciertos que organizaban, para sacar fondos, las promociones de los últimos años de los colegios.
Ahora ya no existe mi barrio y tampoco sus cines. Hoy aquellos locales, son ocupados por iglesias de todo tipo. El otro día pasando delante donde quedaba el cine Country, recordé que allí vi cientos de películas, que por sus escaleras laterales nos metíamos a cazuela con los patas del barrio y por los pasillos angostos de las salidas de emergencia ingresaba, cargando parte de la batería de Los Doltons, para no pagar en las matinales. Recordé aquella infancia que se fue, como los cines de mi barrio.
que bonito y emocionante leer este artículo pero a la vez triste… porque es cierto…. ya no existen los cines ni nuestro barrio!
Tita
Te olvidaste de las películas “no aptas para señoritas” y la censura era, en ese tiempo, apta para todos, mayores de 12, de 18 y de 21. En Miraflores el Leuro, el Canout, el Marsano y el Montecarlo…
Marisol
Recuerdo el cine Roma donde vi Terremoto con la ‘nueva teconologia’ en sonido surroud (hoy usado hasta en los mp4), el República donde vi Poseidon, el Colmenadonde vi Cumbres Borrascosas, el cine Metro y sus estrenos, el Tauro con sus pelis de suspenso (hoy trillers). Vaya época y habia meses que salia del Instituto y pasaba directo a algún cine del centro de Lima. Por el barrio, era comun el domingo en “vermut” ir con mi familia vestidas con nuestras mejores galas a ver algún estreno en el Ollanta, Independencia o el Petit Thouars. Al Ambassador fui 3 veces a ver Encuentros cercanos del tercer tipo…
Qué suerte tuvimos de ser parte de tan maravilloso tiempo o visto de otra manera, qué suerte tuvo ese tiempo de compartir con nosotros esas experiencias…
Elizabeth
No olvidemos q entre LA pelicula y cortes publicitarios habia El famoso 5 minutos de espera,donde corrias para Los Banos o letrina, aquellos tiempos