Lima tiene alcaldesa, Susana Villarán (Fuerza Social), pese a que aun no se tiene los resultados finales de la elección municipal del 3 de octubre, situación que ha generado el desprestigio de los organismos electorales, que tanto costó recuperar luego de la caída de fujimorismo. El triunfo del centro izquierdista Fuerza Social, ha generado una serie de impactos, impensados hace algunos meses, de cara a la elección presidencial y parlamentaria de abril próximo.
El triunfo de Susana Villarán, es centralmente un triunfo personal de esta ex ministra de la Mujer, que tuvo la virtud de aprovechar la circunstancia que se le ofreció. Difícilmente podía producirse su despegue y, posterior, triunfo sin la salida de Alex Kouri (Cambio Radical), en un cuadro de competencia muy polarizado con Lourdes Flores (PPC-Unidad Nacional).
Lo que muestra el triunfo de Susana Villarán es, parte de los triunfos de las mujeres en esta parte de la región. No es por cierto un voto de género, sino la ampliación de un voto a todos los sectores. Pero, el triunfo de Villarán muestra también la alta volatilidad del electorado peruano, que hace que partidos y candidatos presenten adhesiones cambiantes de manera frecuente y drástica. Esta elección es un buen ejemplo de esta situación. Eso lleva a una candidata que ha logrado mucho apoyo en poco tiempo, a tener que enfrentar un encargo de autoridad, sin contar con una organización sólida. Susana Villarán, no cuenta, además, con ningún alcalde distrital de los 42 que hay en Lima. Y es que Fuerza Social, como el PPC, carece de una estructura nacional que atraiga los votos más allá de Lima.
Lo que deja la elección regional y municipal, es un país que económicamente crece y políticamente se debilita. La representación está fragmentada entre lo nacional y lo sub nacional. Los 27 partidos nacionales ganan muy pocos gobiernos regionales y municipios. Pero las organizaciones ganadoras a nivel regional, no han logrado, construir y reemplazar, desde su ámbito sub nacional, a los partidos políticos. Al carecer de vehículos de representación, los conflictos sociales –como ocurre actualmente- se desbordan en muchas oportunidades. Por lo demás, organizaciones de alcance tan limitado, no miran el desarrollo de manera amplia, que un partido nacional sí puede ofrecer.
Sobre esa base, los partidos y candidatos miran abril próximo. Fuerza Social está presionada para decidir cómo presentarse a las elecciones. Sus hasta hoy aliados, el maoísta Movimiento Nacionalista de Izquierda (MNI) desea aliarse con el Partido Nacionalista (PN) de Ollanta Humala. Esta alternativa, parece inviable para FS, por su distinta posición sobre varios puntos de programa y por su mirada crítica de Cuba y Venezuela. Fuerza Social, puede ir solo con la candidatura de Nano Guerra García o aliado de Perú Posible de Alejandro Toledo. Es decir, rompe el monopolio de izquierda encabezado por Ollanta Humala, buscando hacerse de un espacio en el centro, para competir en mejores términos, de cara a las elecciones del 2016.
Otro es el caso del PPC, pues si bien ha ganado en Lima muchos distritos, no ha ganado la alcaldía de Lima, escalón necesario para impulsar la figura de Lourdes Flores Nano, derrotada en las presidenciales del 2001 y 2006. Sin embargo, contra lo que varios opinan, la lideresa del PPC, puede todavía acompañar una lista presidencial y encabezar una parlamentaria en una coalición, en donde Solidaridad Nacional, del ex alcalde Luis Castañeda, parece ser el aliado más próximo.
Esta elección ha mostrado la alta fragmentación y debilidad de los partidos nacionales, por lo que se ingresa a una etapa de confluencia, con miras a establecer alianzas electorales, única salida para varios partidos que si no superan el umbral de representación mínimo del 5%, desaparecerán (Infolatam, 2 de noviembre del 2010).