87 kits electorales ha vendido la ONPE en lo que va del año. 87 peruanos sueñan con constituir organizaciones políticas de alcance nacional para los comicios de los próximos años. Su existencia visibiliza la fragilidad y la fragmentación de nuestro desconcertante universo electoral.
Por Ghiovani Hinojosa (La República, 13 de setiembre del 2009)
Dime cuántos partidos políticos tienes y te diré qué estabilidad democrática tienes”, le dice el politólogo Fernando Tuesta a esa entelequia llamada Perú. Y este país, frondoso en realidades alucinantes, le responde con la larga lista de agrupaciones que declaran poseer la fórmula para mejorar los destinos de la nación: surgen las épicas “Rescate Nacional” y “Soberanía Popular”, las religiosas “Gobierno de la Luz” y “Amen la Justicia ¡Busquen la Sabiduría Conozcan a Dios!”, y las culturalmente reivindicativas “Hijos del Sol” y “Tawantinsuyo Amazónico MIT-Perú”. Al costado, aparecen las ya populares “Bien Peruano” del ex general Edwin Donayre, y “Tierra y Libertad” del sacerdote cajamarquino Marco Arana. Todas juntas son una parte diminuta de las 87 propuestas de partidos políticos inscritas en el Organismo Nacional de Procesos Electorales en lo que va del año.
“Uva Perú”, por ejemplo, la organización promovida por la activista feminista Patricia Meseth Petruccelli, ya está corriendo los padrones para recolectar las 145 mil firmas de adherentes que exige la ley como primer requisito. Meseth, quien compró un kit electoral el 15 de mayo, es presidenta de la ONG “Mujeres Unidas” y afirma que, en un eventual gobierno suyo, las féminas serían la piedra angular del Estado: “Las mujeres de hoy, unidas a los hombres de buena voluntad deben concebir la esencia de un gobierno sustentado en valores y principios capaces de lograr que cada uno de los seres que habita este planeta tenga la legítima experiencia de vivir en plenitud”, se lee en su página web.
Para Tuesta, detrás de estas decenas de iniciativas no existe el respaldo ciudadano que sustente su constitución como organización política nacional. Según él, se trata de pequeños esfuerzos que, en la mayoría de casos, tienen vocación localista y carecen de una dinámica partidaria, como discusiones ideológicas y democracia interna. Pero aduce que, al otro lado, está un gobierno permisivo que promueve la fragmentación política.
Tuesta Soldevilla considera que la Ley de Partidos Políticos, aprobada el 2003, normó de manera precisa y exigente las obligaciones que deben cumplir los grupos aspirantes a ser partidos políticos: añadió a la alta valla del número de firmas, la red de 65 comités provinciales que tienen que estar distribuidos en 17 departamentos y tener, al menos, 50 militantes cada uno. El problema –sostiene– es que los organismos electorales encargados de supervisar el cumplimiento de estos requisitos han sido muy flexibles al momento de aplicar la ley. Esto se reflejó en la inédita cantidad de propuestas políticas que compitieron en las elecciones generales del 2006: 32, el número más alto registrado en toda la historia del Perú. “Estamos en el país de ripley: a mayor exigencia, más partidos inscritos”, ironiza.
Este escenario podría repetirse en los comicios regionales y municipales a fines del próximo año y en los presidenciales y parlamentarios, el 2011. Y es que las cifras dadas por Fernando Rodríguez, jefe del Registro de Organizaciones Políticas del Jurado Nacional de Elecciones, lo sugieren: por estos días, hay seis agrupaciones que están en proceso de inscripción (algunas de ellas son el Partido Humanista Peruano, de Yehude Simon, y el Movimiento Nueva Izquierda), que sumadas a las 22 que ya están inscritas (la última en ser aceptada es el Partido Fonavista del Perú), configuran un universo numeroso de propuestas. La cantidad subiría –y rebasaría a la del 2006– si solo diez de los 87 ciudadanos que compraron sus kits electorales este año logran juntar las firmas necesarias y organizar los comités provinciales para formalizar sus partidos en el JNE. En ese caso hipotético, tendríamos que ir en un par de años a las urnas pensando en cuál de los 40 postulantes a presidente es el mejor.
Archipiélago de intereses
La falta de respaldo de los partidos políticos en el Perú genera tal falta de cohesión entre sus representantes que los grupos o bancadas parlamentarias terminan desintegrándose. El actual Congreso, por ejemplo, ingresó el 2006 con siete listas parlamentarias y ahora dispone del doble de agrupaciones. Una muestra es Unidad Nacional, que se dividió en Renovación Nacional y Solidaridad Nacional. “Cuando en una elección todos ganan alguito y no hay una mayoría de dos, tres o pocos partidos, las instituciones no cumplen bien con sus funciones. Así, para organizar los temas de la mesa directiva en el Congreso, hoy se debe negociar con liliputienses que, con 3, 4 o 5 votitos, son poderosos”, interpreta Fernando Tuesta.
Soñadores inofensivos
“Que haya muchas personas soñadoras no indica nada negativo ni positivo para la democracia del país, simplemente no debería preocuparnos”, adelanta el sociólogo y analista político Carlos Reyna en alusión a los 87 ciudadanos peruanos que han comprado kits electorales este año para constituir un partido político. “Lo que nos debería llamar la atención es el desempeño precario de los partidos que existen hoy en el Congreso, pues estos ya están registrados y toman decisiones de interés nacional”, recalca.
Según él, la demanda de renovación política –por la ineficencia y corrupción de nuestros representantes– es muy alta en el país.
De hecho, 95 de los 120 parlamentarios en el Perú son nuevos y la tasa de reelección política total bordea el 25%, a diferencia del 80% de las autoridades de Estados Unidos. Este profundo ánimo de cambio, a decir de Reyna, justifica la necesidad de reformar tanto la Ley de Partidos Políticos como la manera en la que está organizada el Congreso. En el primer punto coincide con Tuesta en la conveniencia de eliminar las firmas como un requisito para la inscripción de los partidos –comprobar si son auténticas causa muchos gastos al Estado–; y en el segundo punto propone reducir el mandato congresal a dos años y medio y regular la elección de parlamentarios a nivel provincial. “De esta manera, la presión ciudadana mejorará”, asegura.
Es una verdad de perogrullo decir que los partidos políticos están desprestigiados en el Perú. La antipolítica ciudadana es hoy casi una moda. Pero son nuestra apatía y desinterés los que legitiman este caos representativo. Criticamos a diario a tránsfugas y otorongos y olvidamos que nosotros mismos los elegimos. No nos quejemos después.
Estimado Fernando Tuesta, sin duda coincido con mucho de lo señalado en este post, sin embargo, me llama la atención los dos ultimos puntos del mismo:
En el primer punto, la conveniencia de eliminar las firmas como un requisito para la inscripción de los partidos –comprobar si son auténticas causa muchos gastos al Estado–; y en el segundo punto propone reducir el mandato congresal a dos años y medio y regular la elección de parlamentarios a nivel provincial. “De esta manera, la presión ciudadana mejorará”, asegura.
Sobre todo el primero, le agradeceria si puediera sustentar los pros y los contra de eliminar la recoleccion de firmas, al margen del gasto publico generado, por un lado, y asi mismo sostener los beneficios que traeria tal medida a la politica peruana.
Atentamente
Omar Jaimes Santiago
Lectura perfecta de lo que viene ocurriendo en el desarrollo del sistema democratico del país, es decir, “…. hacer camino al andar…” En ese contexto y en el marco de la Ley de Partidos Politicos asi como la Ley de Vallas que much@s lo conocen pero no la practican, aún conservan la idea que el participar en un proceso electoral, de alguna forma alcanzaran representancion y por ende, vigencia en los gobiernos regionales, municipales provinciales y distrtiales, nacional presidencial y congreso, y por consiguiente, vale la pena el esfuerzo para constituir una organizacion politica.
Sin embargo, estoy convencido que la ambicion terminará por autoregularse puesto que la Ley de Vallas promueve la consolidacion partidaria en desmedro de la excesiva participacion de las organizaciones politicas en procesos electorales ejecutados y por ejecutar. Los representantes de los partidos electoreros (solo aparecen para procesos electorales y desaparecen hasta la nueva convocatoria) cuando evaluen los resultados alcanzados y las exigencias legales para su continuidad y vigencia en la ROP, entenderan que la inversion de tiempo, recursos economicos y logisticos para la inscripcion de una organizacion, es muy alta para no conseguir ningun resultado y por ende, su CANCELACION en la ROP.
De otro lado, es menester señalar que el elector en general así como los militantes de cualquier organizacion politica cual sea su ámbito, deben entender que la militancia significa compartir esfuerzos, ideales, doctrina y como tal, estar convencido que esa organizacion tiene los mejores cuadros profesionales y tecnicos, así como el mejor plan de gobierno para encaminarlos al desarrollo economico, cultural, etc, etc…….. que todos anhelan. Pero la practica enseña que es todo lo contrario, sin excepcion, militantes y simpatizantes ven una AGENCIA DE EMPLEO que les asegure un puesto de trabajo por cuatro o cinco años. Eso explica el grado de violencia Bandalica, verbal, fisica, destruccion de resultados electorales, impugnaciones y nulidades de resultados sin prueba que constituya indicio razonable de la vulneracion al debido proceso.
Finalmente, el candidato que gana las elecciones y asume el cargo, despide injustificadamente a trabajadores CAP, CAS (antes SNP) con muchos años de trabajo para pagar favores de apoyo en campaña de militantes y simpatizantes. Este vicio debe terminar y la solucion esta en el ámbito del Congreso o participacion de la ciudadania con propuesta legislativa.