Esta historia tiene en realidad su origen en EEUU, en donde la democracia representativa ha estado constantemente presionada por la seductora idea de la democracia directa. Ya en las elecciones presidenciales norteamericanas de 1992, el candidato independiente Ross Perot ofertaba la puesta en práctica de los ayuntamientos electrónicos en donde el ciudadano, desde la tranquilidad del hogar y frente a su computadora opinaría sobre los temas de interés general. Las encuestas de opinión han abonado en esta dirección, cuando son presentadas por lo medios como una base sólida para apoyar a candidatos y partidos. Por ello, la televisión, las encuestas y la inclusión de la gente directamente en el proceso se han convertido en los elementos centrales de la democracia norteamericana de los últimos años. A ello se le ha agregado las computadoras, por lo que tenemos delante los rasgos de una ciberdemocracia.
Sin embargo, el problema de fondo es que este hipotético ayuntamiento electrónico es que no es ni deliberativo ni representativo. En relación a lo primero, porque es imposible dada la cantidad de gente involucrada. El ciudadano sólo reaccionaría ante determinadas propuestas, pero no debatiría y menos sería deliberante. En relación a la representatividad, el problema es que al ser un número muy grande de ciudadanos, se tiene que trabajar sobre la base de una muestra acompañada de un método probabilístico. En caso contrario, los espectadores se eligen ello mismos como cuando optan por llamar por teléfono, en el denominado Televoto. Estos forman parte de lo que se ha llamado en EEUU, un SLOP (siglas de inglés de Encuesta de Opinión de Oyentes Auto seleccionados).
Este SLOP en la era de la comunicación política televisiva puede crear problemas. Un ejemplo lo tuvimos hace ya algunos años, en las elecciones presidenciales de 1980, cuando una encuesta auto seleccionada por medio de un canal de televisión, reportaba que en la polémica de Reagan y Carter, el primero salía victorioso en una relación de dos a uno. Más tarde las encuestas realizadas por empresas independientes sobre métodos aleatorios señalaban que la victoria no era holgada sino, por el contrario, ajustada. El impacto de la encuesta telefónica fue mayor.
Por otro lado, el llamado Televoto no basa su sondeo en una muestra representativa, por lo tanto está incapacitado a proyectar sus resultados a un universo. Lo único que se puede decir con reservas, es que las llamadas telefónicas conforman una muestra no aleatoria de los televidentes del programa que las auspicia. No representan, por lo tanto, a los televidentes en general y menos a los ciudadanos en particular. En realidad, este mecanismo empezó a ser utilizado en televisión por los programas de concursos, para pasar a ser un atractivo instrumento en noticieros y programas políticos. Lástima que no han existido iniciativas más audaces que tenga como objetivo una mayor participación de la gente en la política.
En otros países los medios han realizado experimentos interesantes. En Inglaterra, por ejemplo, en cinco elecciones británicas la Televisión Granada tomó una muestra representativa de 500 ciudadanos de forma aleatoria. Convocó a los escogidos y discutió temas electorales durante dos semanas y luego fueron llevados a Londres. Pese a que este grupo no votó, discutió temas de interés general, convirtiendo el evento televisivo en un foro de debate representativo. Asimismo, el año pasado, con motivo de las elecciones norteamericanas por primera vez todos los candidatos contaron con su páginas electrónicas vía Internet. A través de ellas se hizo propaganda, recogieron sugerencias y adhesiones. Las páginas Web de los partidos Demócrata y Republicano permitieron comunicarse con sus electores de manera interactiva.
Estos experimentos ha hecho que algunos consideren la posibilidad de realizar referéndums electrónicos y, otros más entusiastas, han soñado peligrosamente que en un futuro se podría incluso eliminar a los congresistas. Si bien estas proyecciones son un tanto exageradas y demuestran el entusiasmo del público de un país cada vez más computarizado, también es cierto que los medios electrónicos pueden permitir ampliar la cobertura de participación y, en consecuencia, recepcionar rápidamente las opiniones de los ciudadanos. Pero, aún así parece que esta participación siempre será limitada y menos podrá suplir a la democracia representativa, como algunos desean. Lo adecuado es que la ampliación de estos distintos experimentos deben encaminarse a cumplir el papel de complemento de un sistema de representativo y de deliberación político, pero no de su impensada anulación.
(El Peruano, 12 de Marzo de 1997)
Yo veo todos los día los sondeos de opinión de Habla el Pueblo (canal 11), creo que vale su aclaración. Los sondeos de opinión Televoto obviamente no representan a todos los peruanos, pero si sirven porque se puede saber cual es la voluntad de los televidentes del programa, y eso es algo que puede ser útil para los candidatos.
Pero es sobre ese programa únicamente. Lo que podría hacerse es preguntar al que llama, por quién vota otra persona que viva en la misma casa y que no ve el programa. Eso llevaría un poco más el resultado hacia lo real.