Se reafirmará, en parte, la distribución del último Parlamento, el CCD, que nació después del golpe de Estado de 1992. Pero, de la misma manera confirmará los cambios en los principales componentes del Parlamento, diametralmente distinto al de la década pasada, tanto por el tamaño -240 contra 120 el actual- como por la calidad de sus miembros.
El Parlamento entre 1980 y 1992
Los parlamentos constituidos en la década pasada tenían como componentes principales al PAP, PPC, AP e IU. Entre ellos se distribuía la mayor cantidad de escaños, dejando poco espacio para otras agrupaciones. El sistema político giró en torno a ellos, que compartieron gobierno y oposición. Se estableció un pluripartidismo basado en cuatro partidos políticos, con claros perfiles ideológicos. Los dos primeros gobiernos, encabezados por Fernando Belaunde y Alan García, gozaron de mayorías parlamentarias, gracias a respaldos electorales abrumadores. Respaldos que, sin embargo, fueron fabricados fuera de las urnas, sin que ello signifique fraude.
En el período anterior, la distribución geográfica, era fundamental para la conformación del Parlamento, en relación a la Cámara de Diputados, en tanto la de Senadores se elegía por distrito electoral único. Sobre esto último, queremos llamar la atención en relación a lo siguiente: la distribución de los diputados, entre 1980 y 1990, no reflejó realmente el sentido de los resultados electorales en el ciclo político aquí reseñado. Vale decir que, al traducir los votos en escaños, hubo una alteración de dicha relación. Distorsionando el principio de igualdad del voto. Como consecuencia algunos partidos perdieron y otros ganaron. La Asamblea Constituyente de 1978, cuya mayoría la conformaba la alianza PAP-PPC, tenía que elaborar la norma pertinente para la elección parlamentaria de 1980. En relación a los diputados, la ley fijaba su número. Se atendía a un doble criterio: demográfico y territorial. Se asignaba por lo menos 1 escaño por departamento y se distorsionaba con el quinto artículo de las disposiciones transitorias de la Constitución, al señalar que la "provincia de Lima tiene cuarenta diputados". El problema radicaba en que ese número representa el 22 por ciento de la Cámara de Diputados y, sin embargo, Lima representaba, el 32 por ciento del electorado nacional: la distribución de escaños no respondía a la realidad, por lo tanto, se distorsionaba el principio de la igualdad del voto, pues algunos votos valían más que otros, o en otras palabras, en algunos departamentos se podía ser elegido con menos votos que en otros.
Según esto, la distribución de los diputados para el período 1980-1992, respetando la norma que señala que cada circunscripción debe tener por lo menos un representante, muestra tres tipos de circunscripciones departamentales: 16 sobre representados, 10 permanecen igual y dos departamentos están subrepresentados.
Los efectos de esta imperfecta distribución los podemos observar en la Tabla No.1. Las cámaras de diputados de 1980-85 y 1985-90, que otorgaron mayorías absolutas a Acción Popular y al Apra, respectivamente, no hubieran sido tales si la distribución hubiera sido corregida según los criterios demográficos, que obedezca a la densidad relativa de cada departamento, y sin limitar territorialmente los departamentos (Lima) con una cuota señalada de antemano.
Se puede apreciar por ejemplo que AP, en 1980, con cerca del 40 por ciento de la votación para sus listas de diputados, conseguía el 54 por ciento de la Cámara. Por otro lado, el Apra, en 1985, con el apoyo electoral de poco menos del 50 por ciento, conquistaba cerca del 60 por ciento de la Cámara baja. Es interesante recordar que este último partido fue el promotor de esta distribución en el año 78, y es posible que supiera que la plaza de Lima no la beneficiaba. En todo caso, es el único partido que, en los tres procesos electorales (incluyendo el de 1990), obtiene un porcentaje en su representación parlamentaria superior a su respaldo electoral. El caso inverso ocurrió con la izquierda.
Es decir, los dos primeros gobiernos democráticos encabezados por AP y el Apra, obtuvieron destacadas mayorías parlamentarias gracias a una distorsionada distribución y tamaño de las circunscripciones. Si las elecciones se hubieran realizado bajo una adecuada distribución otra hubiera sido la composición del Parlamento y, con seguridad, el desarrollo del panorama político posterior. En otras palabras, las mayorías parlamentarias en esos períodos fueron fabricadas por el sistema electoral, influyendo en el sistema de partidos y la configuración de sus componentes como las características de su competencia.
El Parlamento expresa más que cualquier otra institución, cuando se trata de un sistema de representación proporcional, la expresión diversa de las corrientes políticas en una sociedad. El golpe de Estado de 1992 fue un golpe mortal para los partidos políticos, que al abstenerse de participar en las elecciones al CCD, perdieron un espacio político que fue ocupado, en parte, por los movimientos independientes y caudillistas. A diferencia del anterior, el CCD y el actual Parlamento son elegidos por distrito electoral único, como las anteriores cámaras de senadores. De esta manera no existe una distorsión tan grande entre porcentaje electoral y porcentaje de los escaños que obtiene un partido político, producto de una inadecuada
(El Mundo 15 – 16 de Abril de 1995)