Se trata de la simultaneidad o no de ambas votaciones. Por eso habría que recordar que desde la década del treinta, en el Perú, se realiza la simultaneidad de las elecciones tanto presidenciales como parlamentarias. Como el Parlamento se elige en su totalidad y no parcialmente, existe una simultaneidad perfecta. Esto no siempre ocurre, como lo demuestran otros países en América Latina, como por ejemplo Brasil, Colombia o El Salvador. El Perú es además el único país que teniendo boleta única, tiene voto múltiple, es decir, se vota separadamente para la lista presidencial y por la lista parlamentaria. En algunos países, el elector sólo tiene un voto: al votar por el candidato presidencial de su preferencia está votando también por los candidatos parlamentarios del mismo partido, como ocurre en Bolivia.
Esta particularidad -simultaneidad y voto múltiple- de nuestro país permitió, que en muchos casos, algunos partidos políticos obtuvieran mayor votación para su lista presidencial que para su lista parlamentaria. Fue el caso de AP, en 1980, quien obtuvo el 45 por ciento para Fernando Belaunde y el 41 por ciento para su lista senatorial. En aquella oportunidad al desarrollarse sólo una vuelta electoral, algunos grupos políticos -como en forma espontánea un sector del electorado- consideraron que, en la medida que la verdadera competencia electoral se realizaba entre Fernando Belaunde (AP) y Armando Villanueva del Campo (APRA), era mejor dividir el voto entre su lista parlamentaria y por el candidato presidencial más cercano ideológicamente. Así, gracias al voto múltiple, muchos simpatizantes de estos grupos votaron por Fernando Belaunde para la presidencia y mantuvieron su voto en las listas parlamentarias, permitiéndole, lograr una ventaja sobre el candidato aprista. Un hecho parecido ocurrió en la primera vuelta de las elecciones de 1990, con el apoyo obtenido por el ingeniero Alberto Fujimori. La segunda vuelta electoral confirmó esta tendencia.
Pero, hay otros elementos importantes que merecen anotarse y que inciden en la diferencia entre el apoyo entre las listas de un mismo partido. Una de ellas es la diferencia entre el número de candidaturas entre uno y otro nivel. Por ejemplo, para el 9 de abril compiten menos listas presidenciales que las parlamentarias. La mayor oferta de estas últimas, permite al elector mayores posibilidades de escoger. La pregunta es qué tipo de partidos o agrupaciones tienden a ser erosionadas por este voto diferenciado. Observando los resultados electorales de los últimos años entre el apoyo recibido para la lista presidencial y la lista para el senado -tomamos este referente y no diputados, por que el senado se basaba en el distrito nacional, tal como ocurre en la actualidad-, podemos ubicar dos tipos de causas. Hay una mayor diferenciación, a favor de su lista parlamentaria, si el partido político tiene menos capacidad competitiva. Fue el caso de AP y el PPC, en 1985 o la izquierda, en 1980 o el PAP en 1990. En todos estos casos dichas organizaciones estaban derrotadas de antemano. El otro factor se centra en el grado de cohesión ideológica y maquinaria política. Cuando esta es mayor, menor es la dispersión del voto del partido. Fue el caso, en la década pasada, del PAP. El ejemplo en contrario lo mostró Cambio 90. Su lista presidencial, encabezada por el ingeniero Fujimori, obtuvo un respaldo superior a su lista senatorial. Este fenómeno no ocurre sólo en el Perú, sino en otros países de la región. Por nombrar un ejemplo, en Ecuador, el ahora conocido Sixto Durán logró la presidencia, pero su lista parlamentaria obtuvo sólo poco más de la mitad del respaldo logrado por él. Su partido, el PUR, era un partido nuevo y no cohesionado.
Con todos los antecedentes antes señalados y observando el panorama electoral reciente, podemos señalar con bastante aproximación que la lista presidencial de Nueva Mayoría/Cambio 90 obtendría un respaldo muy por encima de su lista parlamentaria y por lo tanto incapacitada para lograr una mayoría en el Congreso, que tanto desea el oficialismo. Esto se debe a que el presidente-candidato tiene un protagonismo incalculablemente superior a su lista parlamentaria y por que ésta representa a una organización política carente de cohesión y estructura partidaria que no le permite canalizar el respaldo de su líder. De esta manera, el 9 de abril es posible que se pruebe, una vez más, que el personalismo desbordado cosecha su propio límite.
(La República, 26 de Marzo de 1995)
yo pienso que en el pais se deberia usar como forma de gobierno la democracia presidencialista en contraposicion con la republica presidencialista debido a que en la democracia el presidente no tiene tanto poder y se eviten muchas avivadas