Por el contrario, el complicado sistema electoral utilizado en esta oportunidad ha dado pie no a los fraudes, como se estilaba antes, en la toma de mesas y el cambio de ánforas, por señalar algunos de ellos; sino en el escrutinio de los votos preferenciales que motivaron que más de un candidato a parlamentario con personero y todo, intentara ganar en la mesa, lo que no consiguió en las ánforas. El problema suscitado no radica en el voto preferencial, sino en el "doble voto preferencial optativo", que lleva el sello de la paternidad populista. La posibilidad de fraude se deriva en el hecho que por ser optativo el voto preferencial -en la mayoría de los casos-, el número de ellos es inferior al número de votos por la lista. Con esto se abre la posibilidad de que cualquier persona coloque un número delante del real. Por ello, la cantidad de impugnaciones han estado a la orden del día sin que en muchos casos se corrija plenamente el vicio. Llama la atención por esto que el número total de votos emitidos que se consigna en la lista para presidente, senadores y diputados no resulte el mismo, cuando siempre debe cuadrar. Por ejemplo, en el departamento de Ucayali el número de sufragantes es de 77,166, siendo el mismo el número de votos emitidos para las listas presidenciales más los votos nulos y blancos. Sin embargo, para el caso de senadores este número desciende a 73,000 y para diputados a 61,286. La pregunta entonces es ¿en dónde están contabilizados los 4,166 y 15,880 votos, respectivamente, para llegar al mismo número de sufragantes? Al igual que en el caso de Ucayali se repite el mismo caso de otras circunscripciones, por lo que es necesario exigir que los jurados departamentales aclaren esta situación anormal.
Las cifras oficiales que tenemos a la mano y que consignan la votación presidencial, nos permite sin embargo, reafirmar algunas hipótesis que se han venido trabajando y, en algunos casos, negar otras. El ausentismo, por ejemplo fue y es un dolor de cabeza para políticos y gobernantes, porque en él creen percibir la presencia senderista con su llamado boicot o un rechazo al sistema político. En el ausentismo debe existir este tipo de motivaciones que, sin embargo, es difícil de comprobar. Lo que sí podemos añadir nosotros, es que en los lugares de mayor índice de ausentismo como Apurimac, Huancavelica o Ayacucho siempre han concentrado un porcentaje alto de este incómodo rubro, antes incluso de la presencia senderista en la zona.
Para alivio de muchos, el ausentismo descendió con respecto al 83 del 35% al 8.8%, sin llegar a ser el más bajo de la historia, que correspondió al año 63, en que la cifra se empequeñeció al 5%. Como muestran las cifras, aparte de las zonas de emergencia, una cantidad importante de ausentes se congregan en los departamentos del oriente peruano como Loreto, Madre de Dios o Ucayali. Esto se debe al grado de dispersión poblacional, en tanto son territorios grandes y los desplazamientos son más dificultosos, lo que permite un incremento del ausentismo. Caso contrario ocurre con los departamentos pequeños y de alta concentración poblacional, como Tumbes, Tacna y Callao. A su vez son departamentos costeños, por lo tanto, de mejor comunicación y poseen un bajo porcentaje de analfabetismo. Este último sí incide, en muchos casos, en el ausentismo como ocurre en Cajamrca, Cusco, Apurímac y Puno.
Otra preocupación en la elección presidencial era la importante composición de los votos nulos y blancos, que en las últimas elecciones llegaron a un 18% en conjunto. En esta oportunidad los votos nulos representan un 7.32% y los blancos un 6.5% es decir, juntos suman cerca de un 14%.
Si se mira con mayor precisión las cifras, lo notorio es la disminución de los votos nulos, si se lo compara con las municipales del 83. En aquella oportunidad todos los departamentos superaban, salvo Lima y Callao, los dos dígitos, llegando en el caso de Ayacucho y Apurimac al tercio de los mismos. En esta oportunidad si bien aquellos departamentos siguen siendo los de mayor incidencia en el voto nulo y blanco, es notoria su disminución. Por lo demás en todos los departamentos han disminuido los votos nulos. Esto se debe, por su lado, a una mayor experiencia del elector que evita anular el voto, en los casos que involuntariamente incurrían y, por otro lado, que el mayor número de nulos se encuentran en las listas de senadores y diputados donde, por la existencia del voto preferencial, se producen mayores vicios.
El Partido Aprista, como ya es conocido, se encumbra como la primera mayoría con el 45.74% de los votos válidamente emitidos. Le faltaron exactamente 321,562 para ser mayoría absoluta. No son pocos los votos que le faltaban, como al principio se suponía, para empezar es mayor que el número de votos obtenidos por las listas de IN, PST, FEDUN, PAN y 7 de Junio juntos. Eso no le quita, sin embargo, la característica de triunfo arrollador de Alan García, que si se le mide con la misma vara con que fueron medidos los otros presidentes electos, su porcentaje llegaría al 53.11 %.
El mensaje pluriclasista o no clasista de Alan García, la imagen ganadora, como la presencia de un joven candidato en un electorado joven, permitió conquistar a ese electorado flotante, que en su momento llevó a Belaúnde a triunfar en el 80. Si se comparan los resultados de ambas elecciones, es posible encontrar ese tipo de correlación. Al igual también que el 80, la lista presidencial del Apra obtiene mejores porcentajes que las parlamentarias. Los réditos conseguidos por el Apra se muestran en ser la primera fuerza en 22 de los 26 distritos electorales en competencia, y allí donde pierde lo hace por estrecho margen. Su votación es regularmente alta en todos los departamentos, siendo el más alto, como siempre, en el norte del país: Tumbes, La Libertad, Piura, Lambayeque, Cajamarca. También gana en Lima, siempre esquiva, por primera vez en su historia y, a su vez, en su interior, en la mayoría de los distritos de composición popular. Lo novedoso de la votación alanista, y acá su cuota personal, es el triunfo de Lima, la zona de oriente peruano (Loreto, Ucayali, Madre de Dios) y en la sierra sur. El caso más notorio de esto último es el concerniente al departamento de Puno, donde pasa de un 8% en el 83 a un 40%. El voto esperanzador que muchos le otorgan a Alan García le permite de esta forma tener una base de consenso de importancia capital. Su límite es su propio compromiso, no puede ser con todos a la vez.
Con un mensaje ambivalente, radical en algunos momentos, con serias concesiones en otros y sin la disposición de mostrar una imagen de gobierno, amén de la dificultosa responsabilidad edil, IU quedó en un segundo lugar de las preferencias electorales, llegando a nivel nacional a una 21.26% de los votos válidamente emitidos. La mayor repercusión de esta característica votación se percibe en Lima. En el año 83, en una feliz campaña electoral IU logró el 36% de los votos; en esta oportunidad su porcentaje descendió a 23.6%. Tan importante es la disminución en Lima, que en aquella oportunidad representaba el 55% de sus votos a nivel nacional ahora lo es en un 36%. En donde sí aumentó fue en varios departamentos entre los que destacan los del oriente y sierra central. En total aumenta en 17 departamentos. Pero pierde, como ya señalamos, en aquellos donde tiene responsabilidad municipal: Lima, Ancash, Cusco, Pucallpa, Puno. Sus porcentajes más altos los obtiene en Arequipa, Apurímac, Huancavelica, Tacna, Moquegua, zonas de concentración campesina y minera. Por el contrario, en el oriente como Ucayali, San Martín, Amazonas sus porcentajes son los más bajos, a pesar del aumento señalado. En conjunto, IU ha obtenido 49 diputados y 16 senadores: UNIR 17, PUM 16, PCP 10, PSR 5 y el resto lo comparten cinco organizaciones restantes (PCR, FOCEP, PADIN, APS, PC-M) más los independientes. Esta importante representación parlamentaria la coloca como la primera fuerza opositora al gobierno aprista siendo, por su cantidad y calidad, la más importante de su corta historia política.
Inicialmente, se pensó que el CODE había aumentado ligeramente su votación, aumento con el que Bedoya y compañía pensaban haber conseguido un premio consuelo. Esta primera afirmación, a la luz de los resultados oficiales, no es cierta. El PPC, que es lo mismo que el CODE, ha obtenido el 10.23% de los votos válidamente emitidos, es decir, menos de la mitad de los de IU y la cuarta parte de los obtenidos por Alan García. Con esta votación el pepecismo demuestra una vez más su incapacidad de erigirse como una fuerza electoral y de alcance nacional. El sentido de los números no miente, luego de cuatro procesos electorales. El PPC obtuvo en mayo del 80: 9.5%; en noviembre del 80: 10.9 %; en 1983: 13.8 % y este año el 11.8 % de los votos; esta ha sido la medida tomando en cuenta los votos válidos. Como en todas las elecciones, el pepecismo es más propaganda que realidad. En el momento de los resultados se derrumba como un castillo de arena. Su mensaje esta vez expuesto, como en el 80, por Luis Bedoya, es asumido por el elector como conservador, en un momento en que las preferencias se han desplazado al centro y a la izquierda. Igualmente, la presencia netamente urbano-empresarial del pepecismo lo impide captar el voto provinciano. De 26 distritos electorales en competencia, ha aumentado su votación sólo en el Oriente, Loreto, Madre de Dios y en la costa en Lambayeque, Ica, Arequipa y Tacna. En estas circunstancias los porcentajes son ligeramente mayores a los del 83, salvo los casos de Arequipa, que pasó del 7% al 17% y Tacna que también lo hizo en los mismos porcentajes.
Su mejor votación sigue siendo Lima con el 18% del total, acompañado siempre del Callao, ciudad natal del candidato presidencial, aunque nunca haya ganado. En los departamentos de la costa, en promedio, concentra el 13% de los votos que, de por si, no hace ganar a nadie. Lo contrario ocurre con los departamentos serranos, especialmente los más deprimidos, donde su presencia es mínima como los casos de Ayacucho (3.7%), Puno (3.4%), Cajamarca, donde incluso Bedoya bailó en las calles, pero no le sirvió de mucho: 2.7%.
En cuanto a los aliados, podemos señalar que no han conseguido nada para el CODE. Por el contrario, gracias a integrar sus listas han podido tentar buenos preferenciales. Como en el caso de Lambayeque, supuesto bastión del MBH, donde el incremento de las listas pasa de 3.4% el 83 a 7.3% el 85. Si asumimos que este porcentaje es responsabilidad del MBH, se puede concluir que su responsabilidad es mínima: 4%. En Lima ocurre algo parecido. Recordemos que la cabeza de lista era Francisco Diez Canseco Távara (del MBH aliado del PPC en el CODE), de quien sus bases se ufanan por tener el mejor preferencial. A pesar de ello la votación del CODE cayó en la capital del 21% al 18%. Es decir, el MBH nada le agregó a las listas conservadoras, en cambio ganó parlamentarios.
El cuarto y último lugar, entre los partidos considerados grandes, es ocupado por el partido de gobierno con el 6.25% de los votos. En términos reales (se considera los votos válidos) el 45% que logró Belaúnde en el 80 cuando llegó a la presidencia, fue reducido por Alva -con ayuda de Belaúnde por supuesto- al 7.3%. Esta vergonzosa votación del partido que intentaba permanecer en el gobierno, es el más bajo de sus nueve participaciones electorales. No existe en su votación ninguna mejor y mayor votación departamental que en año 83. Por el contrario, es el único caso en que no aumenta en ningún lugar. Salvo los departamentos del oriente, donde el gobierno ha construido en el mejor estilo belaundista, y Cajamarca, en todos los demás lugares obtiene votación por debajo de los dos dígitos. Su mayor castigo lo ha recibido en Lima y Callao, donde apenas logra un 4.7% de los votos. En total suma diez diputados y cuatro senadores, es decir, 14 representantes en el Congreso en contraste con los 128 representantes que obtuvo el 80. Este es el final infeliz del segundo belaundismo.
En cuanto al resto de partidos que compitieron el 14 de abril, la poca importancia que se les ha dado corresponde a su votación. En total, suman 198.930 votos, es decir, no llegan ni al 3% del nacional. Entre otros pequeños competidores salvo Pedro Cáceres (IN) en Puno, el resto no ha sacado ningún parlamentario. Vale la pena señalar que el FDUN de Morales Bermúdez ha recibido el rechazo unánime del electorado con el 0.7% de los votos, que demuestra que no es suficiente tener un apoyo económico y mucha propaganda para tener, igualmente, buenos resultados. Hay que representar a alguna fuerza social. Morales no representa a nadie. Un caso parecido se da en el IN (ex Fenatraca), que ha visto reducir sus cinco representantes del 80 a escasamente uno en la actualidad. El IN ya no es siquiera un partido departamental, sino provincial: Juliaca. En cuanto al PST, con su bajísima votación (0.3%), demuestra que por ahora es imposible tener un lugar en la izquierda fuera de Izquierda Unida. En cuanto al PAN y 7 de junio por su votación, desaparecerán tan pronto como aparecieron.
Finalmente, este grupo de pequeños, debería estar acompañado de otros tantos, como en procesos electorales anteriores, pero la oportuna alianza que entablaron, les permitió aprovechar una mejor cobertura y de esta manera ingresar al Parlamento. Estos casos se dieron en las listas del Apra, la Izquierda Unida y en el CODE. Por ello su presencia en la escena política está supeditada a sobrevivir a expensas de otros.
(La República 09 de Junio de 1985)