Si bien hasta la fecha aún no se han registrado casos autóctonos de Zika en el Perú, sí se han dado inicio a las acciones de prevención de esta enfermedad, causada por la picadura del zancudo Aedes aegypti, el cual transmite –adicionalmente– el dengue y la chikunguña, enfermedades que han cobrado varias víctimas en nuestro país.
A pesar de que este virus se originó en el año 1947 en África, hasta la fecha no se ha encontrado cura para este mal, debido a que es una enfermedad tropical desatendida (neglected tropical disease), causada por infecciones concentradas en los países menos desarrollados y que afectan a un número menor de la población mundial. Así, de acuerdo a la información brindada por el Ministerio de Salud, el Zika se ha presentado en 16 países de América: Brasil, Colombia, El Salvador, Guyana, Guatemala, Honduras, Martinica, México, Paraguay, Panamá, Suriname, Venezuela, Puerto Rico, Ecuador, Bolivia y Chile (Isla de Pascua), todos pertenecientes a zonas tropicales.
A diferencia de las enfermedades huérfanas –las cuales también afectan un porcentaje pequeño de la población, presentan dificultades para ser diagnosticadas y no tienen un adecuado seguimiento en su desarrollo (Fontana, Uema y Mazzieri, 2005)-, las enfermedades desatendidas, sean tropicales o no, afectan a un porcentaje minoritario de la población y son enfermedades propias y únicas del lugar donde se encuentran. Desde el momento en que la enfermedad se empiece a expandir a nivel mundial –como fue el caso del SIDA que en sus inicios afectó a una población minoritaria en los Estados Unidos y fue clasificada como enfermedad huérfana– ya no será catalogada como tal y pasará a tener otra condición.
Considerando que este tipo de enfermedades afecta a un porcentaje menor comparativo al de la población mundial, el desarrollo de medicamentos destinados a combatirlas suelen tardar no sólo años de investigación sino, que suelen ser costosos debido a que es desarrollado para un tipo específico de enfermedad y que afecta a pocos pacientes. Así, la carga de asumir el costo de recuperar la investigación y desarrollo del medicamento así como los costos regulatorios que se requieren –para la comprobación de la eficacia y seguridad del medicamento y su posterior puesta en el mercado– es soportada por pocos.
Lo expuesto mayoritariamente se ve reflejado en el caso de los países donde el Zika viene afectando, donde el promedio de los ingresos per cápita es bajo en comparación al de los países desarrollados, motivo por el cual resulta poco rentable para la industria farmacéutica invertir en la investigación y desarrollo de medicamentos para combatir este tipo de enfermedades.
No es ajeno a nuestra realidad que, la mayoría de la población, no sólo no tiene el acceso a los medicamentos que necesita sino que, abandona su tratamiento debido a condiciones de pobreza, por lo que el control de una determinada enfermedad dependerá del éxito del tratamiento en su conjunto.
La Ley N° 29698 –Ley que Declara de Interés Nacional y Preferente el Tratamiento de Personas que Padecen Enfermedades Raras o Huérfanas– no sólo excluye de su interés público la prevención, el diagnóstico, la atención integral de salud y la rehabilitación de las personas que padecen de las enfermedades desatendidas sino que no fomenta el desarrollo de la industria hacia dicho sector.
Ahora bien, debe tenerse en cuenta que los temas de salud pública se encuentran dentro de las circunstancias que podrían ser objeto de licencias compulsorias (interés público o situaciones de emergencia), como un límite al derecho de patente y como “alternativa” para garantizar el acceso de la población la producción de determinados medicamentos. No comentaremos en esta oportunidad si nos encontramos a favor o en contra de este tipo de licencias, únicamente nos limitaremos a señalar que a la fecha, nuestro país no ha hecho uso de dicha limitación de derechos.
A modo de comentario final, un asunto que nos preocupa es que el Estado ve como única medida de protección para las enfermedades que nos encontramos comentando, la intervención directa con la finalidad de corregir las fallas de mercado, existentes a su entender, no impulsando otro tipo de medidas para favorecer y/o impulsar el desarrollo de medicamentos para atender este tipo de enfermedades. Sería interesante poder conocer la posición del Estado sobre el particular y, sobretodo, conocer cuánta investigación existe en el Perú sobre el Zika y otras enfermedades desatendidas así como qué medidas y/o incentivos a futuro pretende realizar. Estaremos atentos.
Por: Maritza Aguero Miñano
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