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Era como decía Anthony, si es que las posibilidades era nulas, quizá teníamos que hacer lo Nash. Usar la teoría de juegos, y permitir que aquél con las mejores posibilidades consiguiera a la chica.
Quizá mi propio ego no me había permitido darme cuenta hasta ahora, que no era yo el tipo con las mejores posibilidades. Quizá, no era yo el que debía ser apoyado, sino el llamado a resignarse. A dejar su fantasía, sus intenciones, y sus sentimientos por más puros que fueran. Por intensos, por inevitables.
Anthony, eres un puto genio Anthony. Y gracias a ti soy tan miserable.
Entonces, me resigné. Y esa noche, esta noche, decidí usar la teoría de juegos. Iba a ayudar al tipo con más posibilidades a conseguir a la chica.