EL VELO DE VARGAS LLOSA

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En su último artículo publicado en el Comercio el domingo 07 de octubre de este año, Mario Vargas Llosa reflexiona sobre las condiciones que deben promover los Estados liberales para que no se vulneren derechos individulaes a través de prácticas culturales establecidas por las tradiciones. Lo pueden leer en el siguiente enlace: http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2007-10-07/imecportada0795418.html

Quisiera referirme a algunos de los puntos en los que se detiene Vargas Llosa. La situación en la que basa su reflexión es la siguiente: “La Generalitat, o gobierno autónomo de Cataluña, ha obligado a un colegio público de Gerona a admitir a Shaima, una niña marroquí de 8 años, que desde hacía una semana faltaba a clases porque las autoridades del plantel le habían prohibido el ingreso mientras llevara el ‘hiyab’ o velo islámico. El director fundó la prohibición en el reglamento del colegio, que rechaza en el atuendo de los alumnos “cualquier elemento que pueda causar discriminación”. Por su parte, la Generalitat considera que “el derecho a la escolarización” debe prevalecer sobre las normas internas de los centros educativos”. Según su opinión, “Lo ocurrido con la niña marroquí establece un precedente que, de prevalecer y extenderse, abriría las puertas de la instrucción pública al llamado multiculturalismo o comunitarismo. A mi juicio, semejante perspectiva es sumamente riesgosa para el futuro de la cultura de la libertad en España”..

Lo que hace Mario no es otra cosa que juzgar esta acción desde una perspectiva enteramente liberal, es decir, bajo el dogma de que nadie, ningún sujeto en el mundo, puede ver restringido sus derechos individuales a causa de prácticas comunitarias o culturales arraigadas en la tradición, aun cuando éstas puedan ser aceptadas por los propios sujetos, como en el caso de la niña Shaima. Se podría objetar, no sin razón, que siendo niña puede ser inducida fácilmente por sus mayores, aunque esto también pueda resultar bastante discutible en un tiempo como el nuestro donde, cada vez más, los niños y niñas desarrollan con mayor precosidad su juicio.

Sin embargo no es el caso de muchos hombres y mujeres adultas quienes en ejercicio de su libertad optan por mantener sus tradiciones, las cuales muchas de ellas son vistas por nuestras miradas occidentales-liberales como primitivas, inhumanas y degradantes. No me inquieta el que algunas de las prácticas de culturas ajenas a la nuestra puedan causar este tipo de sentimientos: ¿quién podría determinar y en última instancia juzgar un hecho desde un punto de vista neutral, desarraigado y ajeno a un tipo de concepción, que de alguna u otra forma determina nuestras opciones cualtitativamente valisosas para uno mismo? Me parece que nadie, y ello está bien. Sin embargo, pretender intervenir en prácticas aceptadas y valoradas por los propios sujetos ¿No contraviene el principio liberal de la libertad que tienen todos los sujetos para elegir lo mejor para sí mismos? ¿Acaso la postura de Mario Vargas Llosa no se parece -en la forma, más no en el sentido- a lo hecho por Estados Unidos en su justificación de ocupación de Irak? En última instancia, siendo los liberales los principales promotores de las libertadades humanas, ¿quiénes pretender ser para juzgar el ejercicio de libertad de otros, manifestado en prácticas culturales distintas a las occidentales?

Sin lugar a dudas estoy en desacuerdo en toda forma de discriminación y de degradación humana, desde mi propia concepción cultural. Creo en la libertad, y por ello mismo creo también que el límite de toda acción y práctica cultural o comunitaria se encuentra representado en el consentimiento o rechazo de una persona, en el ejercicio mismo sus libertades.

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