Con los años el hombre se ha dado cuenta que todos los hombres son iguales y que el discriminar por la raza, sexo o condición social es absurdo. Lamentablemente, pareciera que esta idea no se extiende hacia los animales de compañía. La gente sigue buscando tener animales de “raza pura”, de tal o cual apariencia, edad o tamaño.

Al estar buscando una mascota que cumpla con ciertas características superfluas se le está quitando la oportunidad a otro animal de la calle o de una albergue, solo por ser mestizo (o “chusco”), viejo, feo (según los cánones) o muy grande, de tener un hogar y ser feliz, condenándolos de por vida a ver consumir sus vidas solitariamente en las calles expuesto a mil peligros o en un albergue donde o serán sacrificados pasado un tiempo o estarán años esperando tener un hogar. Su único delito: no ser de raza. Los criadores que consiguen razas de tal o cual característica no solo están manipulando seres que tienen derechos, sino que los explotan (especialmente a las hembras) para conseguir camada tras camada. Estas manipulaciones hacen que todos los animales de raza “pura” sufran un montón de enfermedades (pueden comprobarlo viendo cualquier libro de perros o gatos). Además, estos animalitos al ser vendidos van a parar a cualquier hogar que los abandonará apenas haya alguna dificultad. O son los más expuestos a ser robados para conseguir más crías.

Por todo esto, no avalemos la discriminación de los perros o gatos. Cualquier animal es capaz de darnos el mismo amor y lealtad. Además, tampoco esperemos tener siempre animales cachorros, démosle una oportunidad a los animales adultos. Debemos tener en cuenta que estas características no son un punto en contra, los animales adultos demuestran más habilidad para concentrarse al educarlos y ya no cambiarán de aspecto ni tamaño por ello.

Aprendamos de ellos que lo único que buscan es un hogar y ser tratados con respeto. Erradiquemos la mentalidad discriminatoria.