Reseña: De manera característica, en nuestras sociedades hay una paradoja raramente discutida: se proclaman los ideales de una democracia constitucional como los cívicamente más deseables, pero las figuras de autoridad más efectivas suelen ser de carácter castrense o clerical. La consecuencia de tal estado de cosas es que la democracia no ingresa al espacio de las creencias cotidianas de las personas. La devoción de sotana y el nacionalismo de cuartel -tan distinto al del paladar y los oídos- aparecen como los recursos preferidos para suprimir cualquier debate público. En suma, un mundo público donde nada se tolera y todo se perdona.

Los ensayos reunidos en este volumen giran en torno a las maneras de ejercer la autoridad en la cultura pública y constituyen un esfuerzo por ampliar nuestra conversación ciudadana. Se trata de una invitación para pensar en público los silencios impuestos por el tutelaje a propósito de la educación, la sexualidad, el sentido de los recuerdos, y si en una democracia es conveniente que el perdón sea más importante que la tolerancia.