Una vez más las instituciones del Estado nos dejan el sin sabor de que no pueden concretar proyectos de gran envergadura con éxito. Es lamentable que haya 1,530 capitales de distritos del territorio nacional que no tienen acceso a Internet, y que no sea posible que 3.9 millones de compatriotas tengan al menos la oportunidad de acceder a servicios básicos en educación, salud y seguridad por Internet, habiendo una Red Dorsal con un tendido de 13,500 kilómetros de fibra óptica.
De acuerdo con el Diario Gestión, el Estado pagó por subsidios US$ 40 millones a Azteca por la Red Dorsal pese a su reducido uso (17% de su capacidad); por tanto, podríamos pensar qué interés podría tener una empresa en apoyar las actuales propuestas de solución por parte del Ministerios de Transportes y Comunicaciones (MTC) si está suficientemente subsudiada para mantener su negocio. Otro tema preocupante es la obsolescencia de los equipos de la red a medida que pasa el tiempo, me pregunto quién va pagar un futuro upgrade.
A continuación, el informe de Día 1 de El Comercio del 29 de octubre:
Desde el 2017, Azteca y el Estado coincidieron en que la Red Dorsal de fibra óptica no era rentable y estaba subutilizada. Este año, en vez de soluciones, se acentuaron los problemas.
La ley de banda ancha se diseñó en el 2012 con el objetivo de reducir la brecha digital y llevar Internet a los menos favorecidos del interior del país. Hoy, seis años después, dichos pueblos siguen desconectados.
La propuesta fue tender la fibra óptica en dos partes: una primera, la Red Dorsal, que conectaba las capitales de provincias, por un valor de US$323 millones, y quedó a cargo de Azteca. La segunda parte está compuesta por 21 redes regionales que se conectan a la dorsal y llegan a los distritos del interior. Se han ido concursando de a pocos y Gilat es el principal jugador, ya que ganó seis redes por US$548 millones.
La Red Dorsal estuvo lista a tiempo (2016), pero no logró el tráfico esperado. Hoy apenas se usa en un 17%, según el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC). En parte el problema es que no tiene el tráfico del sector público que debería venir por las regionales, pues estas, tras 83 adendas, se retrasaron y aún no operan.
La Red Dorsal se esperaba que atendiera a cientos de operadores privados interesados en contratarlos para el tráfico de datos. Eso no pasó, pues se sumaron al mercado hasta cinco jugadores y se volvió muy competitivo. Los precios hoy siguen descendiendo por la competencia, pero Azteca no puede bajarlos al tener tarifas reguladas.
Si solo cambiar la tarifa (o la forma de fijarla) fuera la solución a los problemas de Azteca, la adenda que diseñó este año el MTC, en base a la sugerencia de Osiptel, habría sido aceptada por el operador. Sin embargo, le envió una carta exponiendo la necesidad de reformular todo el proyecto. Además, redujo su oficina local y lleva un año diciéndole a sus inversionistas que está evaluando si continuará o no en el país.