En telecomunicaciones, la tecnología de paquetes ha traído al suelo la venta de equipos basados en la tecnología de circuitos. Ahí están los armatostes de las grandes centrales de conmutación telefónica, como en sala de museos, esperando que pase el tiempo para ser apagados y reemplazados por equipos de tecnología de paquetes. Gran parte de la legión de ingenieros que trabajaron en esta tecnología ahora ya no están. Compañías como Nortel y Lucent salieron del mercado y ahora Siemens acaba de retirarse del negocio de las telecom.
En pocos años, la telefonía móvil ha pasado a través de las generaciones 1G, 2G y 3G, y estamos ad portas de la 4G. Ya no solo tenemos teléfonos (si de hablar se trata) sino dispositivos inteligentes o smartphones, que manejan voz y datos, y además disponen de una gran cantidad de llamativas aplicaciones mayoritariamente dirigidas al segmento juvenil. Ni que decir del uso intenso de los smartphones que le dan las nuevas generaciones, que estando frente a frente en una mesa prefieren chatear que conversar. Datos y más datos.
Por todo esto, parece iluso escuchar a ingenieros preocupados por los despidos que podrían traer la introducción de una nueva tecnología o el despliegue de novedosos equipos, cuando esta situación es casi común en el ciclo económico actual; algunos terminan alistándose en sindicatos para “tener larga vida laboral” a expensas de evitar comprometerse en nuevos retos profesionales. Los despidos y las nuevas oportunidades de empleo son parte de la historia del avance de la tecnología que no se cuenta o que no queremos darnos cuenta. Lo que sucede ahora es que la tecnología evoluciona tan rápido que los cambios son más habituales y generan, a su vez, mayor incertidumbre. Así que tenemos que estar atentos a esto: o nos actualizamos o reinventamos o nos quedamos en el camino.
Por tanto, se vendrán nuevas restructuraciones y oportunidades cada vez con más frecuencia en la industria de las tecnologías de información y comunicación (TIC), y por supuesto en toda la industria. La caída de grandes íconos empresariales, con todo el impacto laboral y social que acarrean, es en parte consecuencia de lo que en Economía se conoce como proceso de destrucción creativa. Este concepto de destrucción creativa schumpeteriana (en honor a Joseph Schumpeter) parece estar hecho a medida para describir el proceso mediante el cual las TIC han acabado con las tecnologías previas y han arrasado a las viejas compañías para dejar espacio a nuevos actores.