El exministro de Syriza responde a las preguntas de Diagonal en el marco del Plan B organizado para la puesta en marcha de políticas alternativas en la Unión Europea
Yanis Varoufakis (Atenas, 1961) ha sido la principal atracción del Plan B, el encuentro para pensar alternativas a nivel europeo que ha tenido lugar en Madrid el fin de semana del 20 y 21 de febrero. Como cabeza visible del movimiento Diem25, Varoufakis propone una agenda que en diez años consiga la democratización de la Unión Europea y la creación de una carta constitucional común. Como economista, el exministro de Finanzas de Syriza, nos advierte de que queda poco tiempo antes del colapso del continente.
Como sabe, en el Estado español se habla de la recuperación económica, ¿cree usted en una recuperación a medio plazo de la economía europea?
En absoluto. Es una broma macabra, es como echar sal en la herida. Fracasan espectacularmente. Es lo que decían sobre Grecia en 2014. Proclamaban que la de Grecia era una historia de éxito, que Grecia estaba creciendo de nuevo, y usaron para ello el PIB real. El PIB real es una ratio entre la renta nacional en euros y el denominador es el promedio de precios. El PIB en euros estaba cayendo, pero los precios estaban cayendo más deprisa, así es que la ratio subía. Pero ese no es un signo de crecimiento ni recuperación, sino un signo de depresión. España está exactamente en la misma situación. Ha habido cierto éxito, es cierto, porque debido a la disminución de los salarios, especialmente en la construcción y en manufactura, se transfirieron empleos desde Francia e Italia, especialmente en el sector de la automoción, a España. Pero en conjunto en Europa el empleo ha disminuido. Así es que ésta es la historia en la que uno gana para que pierdan los demás, en la que tú estás robando de tu vecino. Esto es lo que pasó en los años 30, parte de la gran depresión. Y eso se ha mostrado como una historia de éxito para Grecia, Italia, España. Pero no es una historia de éxito, es una broma macabra. La razón por la que estoy extremadamente contento y optimista es porque los españoles no lo han comprado. Por eso en diciembre derribaron al Gobierno de Rajoy.
Con esa estructura económica prefijada, ¿es posible una democracia real en la Unión Europea?
Es una cuestión crucial, porque tenemos Estados democráticos. España es un Estado democrático, tienes elecciones, tienes un Gobierno que necesita el 51% de la representación parlamentaria. Lo mismo en Grecia, en Alemania, en Francia… El problema es que las decisiones importantes no se están tomando en estos contextos de naciones democráticas, se cambian a otra esfera, a Bruselas y a Frankfurt, principalmente. Todas las decisiones importantes, todas y cada una de ellas, se toman allí. Allí tienes a nuestros representantes sentados alrededor de una mesa, pero en una situación en la que ellos no son capaces de implementar los mandatos que sus pueblos les ordenaron implementar allí. Así que tienes comités en la sombra, burócratas, tecnócratas, etc. que están trabajando entre bambalinas preparando todas las decisiones que son servidas a nuestros representantes electos, que tienen poco margen para maniobrar. La mayoría de ellos ni siquiera tiene interés en enfrentarse a este terrible proceso. Y, al final, todos están de acuerdo en algo que no están de acuerdo, vuelven a España, vuelven a Grecia y dicen: “No estábamos de acuerdo, pero qué podríamos hacer si perdimos la votación…”. Todos perdieron la votación.
Así es que tenemos un cuerpo de toma de decisiones que no está respondiendo ante nadie, porque cada uno de ellos dice “esto es una decisión terrible, pero qué vamos a hacer, esto es Europa”. Al final, tienes una Europa que está gobernada por una banda de burócratas en la sombra, de los que ni siquiera conoces el nombre. No sabes que España está siendo gobernada por un tal mister Thomas Wieser, jefe del Grupo de Trabajo del Eurogrupo. Tiene mucho más poder que Mariano Rajoy o Luis de Guindos. Y no tiene rostro. Y él y toda esta gente –Thomas es sólo uno de ellos– siguen implementando políticas fallidas, pero nunca son despedidos por nadie porque nadie puede echarles. Cuando tus dirigentes no pueden ser despedidos por ti o por tus representantes electos, entonces ya no vives en una democracia.
Así que esto no puede ser reformado. Tiene que ser cambiado drásticamente, pero es importante para ir a la línea de salida de este profundo proceso de refundación, que estabilicemos Europa. De momento Europa se está desintegrando. Por eso necesitamos un movimiento popular y democrático en toda Europa. Eso es lo que empezamos a hacer en Berlín, al comenzar el Diem25, lo que estamos haciendo en Madrid y lo que vamos a seguir haciendo, y, si todo va bien, puede que consigamos un rayito de esperanza y de éxito. Porque si nosotros fracasamos, Europa fracasa.
¿Por qué diez años? ¿Qué alianzas se tienen que tejer en ese plazo?
Europa se está quedando sin tiempo. No sé cuántos años nos quedan. La UE, que fue construida como un cártel y ha desarrollado una forma de moneda, el euro, y que está intentando sobrevivir mediante austeridad y políticas fallidas, está colapsando a nuestro alrededor. ¿Va a llevar uno, dos, tres, cuatro años? ¿Podías imaginar hace un año que se volverían a levantar fronteras entre Francia, Italia, Austria, Alemania, etcétera? Es muy difícil de predecir, igual que el colapso de la URSS: sabíamos que iba a producirse porque no era sostenible pero era muy difícil predecir cuánto tiempo pasaría. Lo que decidimos hacer es decir “tenemos como mucho diez años”. Diez es un bonito número redondo. Es arbitrario, sin duda, pero no puedo imaginar que esto vaya a durar mucho más de diez años. Quizá tenemos dos o tres años, pero vamos a ponernos por lo menos ese horizonte de 2025. 2015 fue un año importante, con la primavera de Atenas, con la crisis de los refugiados, con el espectacular fracaso de la UE de cumplir con las expectativas de los europeos. Así que, proyectémonos entre 2015 y 2025, diez años, y digamos “éste es nuestro periodo, ésta es la oportunidad de nuestra generación para parar la caída al abismo”. Tenemos que hacerlo.
¿Por qué compara la situación actual con la de la Europa de los años 30?
Desafortunadamente, las semejanzas son muy fuertes. Piensa en ello. En los años 20 tuvimos un periodo de mucho crecimiento, los “felices años 20” –‘ragtime’ en los Estados Unidos–, que se basaba en la creación de una moneda común, uniendo muy distintas economías, hacia una moneda común basada en el patrón oro con tipos de cambio fijos. Eso creó un flujo masivo de capital, de dinero, de los países prósperos hacia los países deficitarios, que creó una apariencia de crecimiento y los mercados bursátiles evolucionaron, se acuñó dinero privado, se creó esa ilusión de un nuevo paradigma. Esto colapsó en 1929, con la implosión de Wall Street. Cuando creamos el euro, es como si estuviéramos copiando el patrón oro, era exactamente el mismo modelo, el modelo fallido de los años 20 se replicó en el corazón de Europa. Inmediatamente después de eso, hubo un tsunami de capital que llegó a España, empujando los precios de las casas hacia arriba, dando a España, Portugal, Grecia, Irlanda una falsa ilusión de crecimiento. Y luego vino el colapso. Nuestro 1929 ocurrió en 2008. Y poco después de eso, la moneda común de nuestra era, el euro empezó a fragmentarse, y esa es la historia. Y ahora Europa está fragmentándose igual que en los años 30.
Igual que en los años 30 hay un aumento de la xenofobia, del racismo, nuevos muros, nuevas divisiones en las mentes y los corazones, entre nuestros pueblos y en el interior de nuestros pueblos. Si no lo paramos, como se intentó sin éxito en los años 30, empezando aquí en España con las Brigadas Internacionales; si no tenemos brigadas internacionales paneuropeas y democráticas en Alemania, Finlandia, Eslovaquia, Grecia, España, vamos hacia una repetición de la historia no como una farsa –como dijo Marx–, sino como una distopía.
¿Qué consecuencias puede tener a nivel europeo un acuerdo entre Podemos y el PSOE? ¿Qué posibilidades de actuación tendría ese Gobierno?
Como griego, no español, no es mi labor decirle a Podemos, a los socialistas, a Izquierda Unida, a los verdes… qué tipo de Gobierno formar, son ellos quienes deben decidir. Pero, como economista, como animal político, que mira hacia España y ve una crisis en marcha, te puedo decir que, con el objetivo de que sea posible estabilizar la economía española, hay que implementar un enfoque completamente distinto del que el Gobierno de Mariano Rajoy ha adoptado. No se puede seguir más tiempo la línea de la devaluación interna. No se puede simular la devaluación de la peseta, con recortes más profundos en las pensiones, en los subsidios y en los salarios. Se puede hacer, pero fracasará. Porque si se hace eso, por supuesto, los ingresos se reducirán, igual se consiguen robar algunos puestos de trabajo más de Italia o Francia creando más problemas para esos países que son parte de la UE, pero lo que te aseguro es que la deuda no se va a reducir. No es que no vaya a descender, sino que esa deuda va a crecer en el ámbito privado y en el público. Éste es un impasse. La más utópica idea que he oído en mi vida es que España puede recuperarse a través de la perpetuación de las políticas actuales. Así es que el nuevo Gobierno, sea el que sea, tendrá que abordar la deuda privada de manera diferente, tiene que encontrar la manera de estimular inversiones, algo que no se está haciendo. No hay interés en inversiones en España, lo que hay es un pequeño boom del consumo, a causa del aumento de la deuda privada, y ese empobrecer al vecino robando algunos trabajos en la industria automovilística. Concretamente, tiene que ser un Gobierno que vaya a Bruselas y diga: “¿Sabes qué? Este plan, tu plan, para sacar a la Europa periférica de la depresión, de la recesión, ha fallado”. Vamos a pensarlo todo desde el principio. Si no acabas teniendo un gobierno dispuesto a ir a Bruselas a impugnar las políticas fallidas, si no consigues eso y tienes un nuevo Gobierno, me temo la democracia en España quedará gravemente herida. Porque la gente ha votado por un cambio. Si tienes un nuevo Gobierno (Podemos, socialistas, quien sea) que va a Bruselas y sucumbe a las mismas políticas fallidas, ¿qué sentido tiene votar? Wolfgang Schauble sabe cuál es el sentido de votar. Me dijo en el primer Eurogrupo al que fui que no se puede permitir que las elecciones en la Eurozona cambien las políticas económicas. ¿Queremos seguir este tipo de línea?
¿Cómo piensa usted que recordará la historia a los líderes que llevaron a Grecia a la situación en que se encuentra hoy?
Creo que ya los europeos, no sólo los de izquierdas, sino también progresistas, conservadores, liberales demócratas, saben en el fondo de sus corazones que lo que pasó junio y julio de 2015 fue un daño enorme para Europa. El alma y la integridad de Europa fue herida de muerte por la manera en que se aplastó a nuestro Gobierno democrático. No fue aplastado porque fuéramos idiotas, porque no supiéramos de qué estábamos hablando, tampoco porque nuestras propuestas no pudiesen tenerse en consideración, no pedíamos el sol ni la luna; pusimos sobre la mesa propuestas que incluso un banquero de Wall Street entendió que eran razonables, moderadas y mucho más racionales de lo que ya teníamos. La misma gente que me dijo que entendían que tenemos razón y que sus políticas probablemente no funcionarían, insistieron en que esas políticas fallidas continuaran porque, como me dijeron, habían invertido demasiado capital político en ellas, lo que quería decir que tenían que aplastar a nuestro Gobierno, así los españoles serían arrastrados al miedo y no echarían por las urnas al Gobierno de Rajoy, así los portugueses mantendrían el anterior Gobierno afín a la troika, así los irlandeses igual…
En respuesta a tu pregunta, eso será recordado en la historia como un capítulo muy triste en la historia de la Unión Europea. Y si nosotros, demócratas y progresistas, verdes, liberales, socialdemócratas, radicales, marxistas, etc., no nos unimos para enseñar la moraleja y reclamar democracia y poner de nuevo el demos de vuelta en la democracia en Europa, creo que la historia nos va a juzgar también muy duramente a nosotros.
¿Qué se plantea para el futuro? ¿Por dónde pasa su proyecto político?
Lo primero que tenemos que hacer es curar las heridas de la división. Es por ello que Diem empezó en Berlín. La división entre el norte y el sur debe acabar. Tenemos que entender que a los trabajadores infatigables alemanes que les cuesta llegar a fin de mes, que están sufriendo por los bajos salarios, los minijobs, etc. no tienen nada que los separe de las personas de España, Irlanda, Italia, Grecia, que están sufriendo la crisis. A no ser que consigamos superar la división norte-sur, la división este-oeste que se está desarrollando ahora, y mirar a nuestros problemas comunes de una manera que desarrolle soluciones comunes, estamos acabados, no tendremos más fuerzas. Por eso Diem nació en Berlín, ha venido a Madrid, irá a Roma, Eslovaquia, Finlandia. Debemos empujar todos juntos para impedir ese proceso de fuerzas centrífugas que nos separa o nos desgarra. En términos prácticos, lo que necesitamos es encontrar consensos en tres cosas: en primer lugar, necesitamos inmediatamente, mañana, presionar para que haya transparencia plena, necesitamos como ciudadanos saber lo que nuestros representantes están diciendo en nuestro nombre hoy, mientras hablamos, en el Consejo de la Unión Europea. Sería fantástico que hubiera una retransmisión en directo de esos consejos, así sabríamos lo que dice Rajoy en nombre de los españoles, lo que dice Tsipras en nombre de los griegos, lo que dice Cameron en nombre de lo británicos. Me gustaría que alguien del establishment nos dijera por qué nos están negando esa oportunidad. Ésa es la primera cosa que necesitamos. La gente necesita saber de qué manera se toman las decisiones en el núcleo mismo, porque si lo supiera, se enfadaría muchísimo, independientemente de que sea de izquierdas, de derechas o de centro.
Lo segundo que necesitamos es reconfigurar las políticas de las instituciones existentes: el BCE (el Banco Central Europeo), el Banco Europeo de Inversiones, el Mecanismo Europeo de Estabilidad, en concreto, dentro de los tratados existentes, porque no tenemos tiempo de cambiar los tratados. Tenemos que actuar en los próximos meses para reconfigurar esas políticas, para estabilizar la crisis bancaria, la crisis de la deuda privada y pública, las bajas inversiones y la pobreza. Una vez hayamos estabilizado Europa, no vamos a convertir Europa en un paraíso pero al menos será estable, para empezar a construir un consenso para establecer una Asamblea Constituyente donde discutir qué tipo de Constitución queremos en Europa para reemplazar todos los tratados existentes. Porque, vamos a reconocerlo, a no ser que nos unamos en los Estados Unidos de Europa, vamos a enfrentarnos a un abismo. ¿Qué mantiene a los estadounidenses unidos? Alguna gente dice que es el inglés. No es eso, tengo una opinión distinta sobre esto. Es un documento, un código llamado Constitución, que todos juran. Puede que te guste la Constitución estadounidense, puede que no, da igual, es un documento corto, fácil de leer (está muy bien redactado) y todos los estadounidenses lo juran. Necesitamos algo parecido en Europa, y necesitamos escribirlo como ciudadanos, desde abajo. Si hacemos estas tres cosas, tenemos una oportunidad.
DIAGONAL | 21 febrero, 2016 18.02
Entrevista de Pablo Elorduy y Gladys Martínez López publicada en Diagonal. Traducción de Mariajo Castro.