Generación del miedo


Mucha gente de mi generación sigue viviendo con el trauma del terrorismo de los 80s. Y creo que es entendible. El miedo es una emoción necesaria para protegernos. Frente al peligro inminente no tenemos muchas alternativas, tenemos que actuar rápido, casi por reflejo y sin pensar. Sin embargo, el miedo también nos impide ver la complejidad de las cosas. El miedo nos hace olvidar los muchos actores y las muchas variables de un problema, así como el nivel de importancia de cada una de ellas en un contexto dado. Nuestra percepción de la realidad se vuelve lisa, sin profundidad, sin matices. El miedo nos hace aplicar lógicas simples, dicotómicas: buenos o malos, amigos o enemigos, con nosotros o en contra nuestra. Así todo aquel que se vea distinto, hable distinto o piense distinto es sospechoso y se convierte en enemigo.

En contextos de conflicto y peligro el miedo nos permite estar alertas, ser desconfiados, encerrarnos en nosotros y los nuestros en contra de los otros, los enemigos. Pero dentro de la sociedad, las empresas, los colectivos o cualquier grupo de personas que buscan construir algo juntos, es imprescindible ser capaces de confiar en los demás. Sin embargo, el miedo nos hace desconfiar hasta de nosotros mismos, en nuestra capacidad de corregir nuestros errores y superar situaciones difíciles. Si no tenemos confianza en nosotros mismos, difícilmente podremos confiar en los demás. Difícilmente podremos construir algo juntos, difícilmente podremos construir un país para todas y todos. El miedo limita la posibilidad de dialogar, de pensar un proyecto común. Nos impide ser empáticos y compartir el dolor de nuestros semejantes. El miedo nos vuelve sordos a los argumentos de los demás. El miedo impide que nos abramos a nuevas ideas. Probablemente, el miedo con el que crecimos los de mi generación, nos impide a algunos confiar en nosotros mismos, desarrollarnos y crecer como país.

Actuar guiados por el miedo es actuar en lo inmediato, en lo urgente o como mucho en el corto plazo. El miedo nos impide soñar con el futuro, porque siempre hay cosas por arreglar, siempre problemas que solucionar. Después de un apagón, los de mi generación no sabíamos cuánto iba a durar, no sabíamos si nuestros padres iban a regresar sanos y salvos a casa. Crecimos viendo ese eterno retorno, salir de una para entrar en otra, pensando que este país no tiene arreglo, que todo está perdido, que todos son iguales, todos corruptos. El miedo nos hizo postergar una y otra vez para mañana, todo lo que queríamos hacer, porque siempre había una urgencia que atender. Al menos, esa es la percepción que teníamos y que muchos siguen teniendo. Así, terminamos renunciando a lo importante para estar concentrados en lo urgente.

Sin embargo, a pesar de todo lo malo que pudo haber sido, el pasado lo conocemos, sabemos como movernos ahí, porque ya estamos acostumbrados, porque estamos curtidos. Así son las cosas, esto no va a cambiar, cada quien baila con su pañuelo, el que puede puede y el que no aplaude o peor que se joda. Vivir con miedo nos hace mirar al pasado y querer volver atrás porque es lo que conocemos y eso nos da seguridad. El dar un paso adelante es un riesgo, el mañana nos asusta, porque no sabemos de qué estará hecho. Vivir con miedo nos impide tomar riesgos. Vivir con miedo nos hace desconfiar del porvenir.

Hoy, en pleno siglo XXI, la derecha fascista y conservadora del Perú es un gran aparato de miedo que vende una receta a los problemas del país basada en el patriotismo, el orden, la familia y los valores. Hablan de patriotismo cuando son los primeros en defender un sistema mercantilista, primario exportador, donde ellos son los intermediarios. Hablan de orden en lugar de decir “mantener el estatus quo”, cada quien en su lugar, pobres de un lado (la mayoría) y ellos, los menos, de otro. Y si para mantener ese orden hay que usar la mano dura y pasar por alto los derechos humanos, no hay lugar a dudas. La familia es usada como coartada para imponer sus creencias religiosas y justificar la discriminación ante la ley de las minorías LGBTI y de todo el que crea en modelos diferentes de familia. Hablan de valores sin saber lo que significa la libertad, la igualdad y la solidaridad.

Esa derecha fascista sigue agitando el miedo como si fuera un argumento y no descansará hasta volver a tomar el poder. Para ello cuenta con partidos políticos, canal propio WillaxTv, periodistas, jueces, fiscales y financistas. Existe una simbiosis entre los políticos del miedo y quienes se enriquecen financiando sus campañas por el poder. La coordinadora de viejos dinosaurios y sus partidos que protegen intereses de universidades basura, de la tala y la minería ilegal, del transporte informal. Son los que urdieron el golpe y pusieron a su monigote Merino como presidente y a algunos de sus ilustres y reaccionarios miembros como ministros.

Portada Caretas Junio 1997

Lamentablemente, el miedo aún funciona en mucha gente de mi generación y de generaciones anteriores. Ese miedo hace que todo lo que no sea conservador, reaccionario, aristocrático, fascista, discriminador o matonesco, se convierta por contradicción en progre, socialconfuso, caviar, marxista, rojo, terruco. Mi generación creció en el miedo, en la violencia, en el abuso, en la prepotencia y creímos que era normal. Nos educaron diciéndonos que debíamos estudiar para ser más, para tener éxito y no para ser buenas personas, menos para ser buenos ciudadanos.

Afortunadamente, los tiempos están cambiando. La generación del Bicentenario no creció como nosotros, en el miedo. Tal vez por eso la campaña de terruqueo y miedo emprendida por los dinosaurios lesbianos, no tenga el mismo efecto que en la gente de mi generación. Tal vez por eso, esta generación no le tenga miedo a lo nuevo y por eso sea más optimista y también más idealista. Hay que ser conscientes, que la generación del bicentenario está dando sus primeros pasos y no han logrado mucho por ahora. Lo más difícil está por hacerse, pasar a la construcción de ideas, de planes, de organizaciones y convertirse en una alternativa concreta en la transformación del Estado y del Gobierno. Para que no ocurra como con mi generación, que luego de sacar a la dictadura fujimorista volvimos a lo urgente y olvidamos lo importante.

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Acerca de Ser Social

Simplemente un ser social. Economista y PhD en Management Sciences. Intento comprender a las personas y sus interacciones en la sociedad. Creo que "La práctica sin la teoría es ciega y la teoría sin práctica es estéril" (Kant, 1793).

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