Un buen discurso, que atrapa desde el principio a quien lo escucha o a quien lo lee, rico en recuerdos personales y familiares, pero también marcado fuertemente por su visión política, hoy mucho más permeable y ecléctica que antaño, con las virtudes que otorga el paso del tiempo en un buen vino, atenuando algunos tonos y remarcando otros. Lo cierto es que también como en los vinos, el tiempo es algo que sólo hace bien a algunos, otros con el tiempo simplemente se convierten en vinagre, evidentemente no es el caso de Vargas Llosa. Pero, incluso entre los mejores vinos de guarda existen diferencias, gustos y preferencias, luces y sombras. Por esta razón el placer se encuentra: no sólo en beber por beber, como tampoco en el leer por leer, sino sobre todo en criticar y diferenciar lo positivo y lo negativo, con el espíritu abierto a la discrepancia buscando acercarnos un poquito más a la realidad, empresa, desde luego, nada fácil y emprendida sólo por aquellos que no temen equivocarse.
En esta nota, a sabiendas del riesgo en que incurro, intentaré procesar, no a Vargas Llosa, pero sí algunas de las ideas que expuso durante su discurso en Estocolmo. La motivación de esta nota es que ningún medio de comunicación, programa periodístico o persona que conozca, ha osado dirigir la más ínfima o microscópica crítica, todos los comentarios son laudatorios, muchos de ellos de lo más ramplones, en ningún caso, que yo haya visto, existe un intento de análisis, o comentario discrepante. Lo que dice muy mal de la prensa y los periodistas, esto es parte de un problema mucho mayor, este es el problema de una sociedad enajenada por el trabajo, los medios masivos, la religión y la educación, que modelan entes sin pensamiento propio, sin opinión, sin capacidad crítica, lo que es un gran peligro, porque sin estas capacidades el ser humano se hace fácilmente manipulable, dirigible, sin estas capacidades el hombre, valga la redundancia, pierde la capacidad de innovar, de crear y, lo más terrible, pierde la capacidad de soñar.
Es muy peligroso aceptar en bloque, como validas y verdaderas, o invalidas y falsas, ideas u afirmaciones, sin reparar en las sutilezas y matices que presentan en sus partes, pero sin perder de vista, obviamente, el todo.
El Perú y España: azar y necesidad
“Todos” vibraron de emoción, como sí de un partido de futbol se tratara, cuando Vargas Llosa dijo: “Al Perú yo lo llevo en las entrañas”, uno cero a favor del Perú, el escribidor tiene que reconocer que sus experiencias vitales en el Perú lo han marcado, su paso por Piura, Lima, Miraflores, etc. son parte de su historia, esta fue una frase sentida, pero contradictoria con su verdadero pensamiento cosmopolita, de ciudadano del mundo. Por ello, pone coherencia en su espíritu y se siente aliviado, cuando dos párrafos después señala: “Quiero a España tanto como al Perú”, igualando el partido Perú-España. Estás frases son representativas de la dialéctica relación entre Vargas y el Perú. Podemos decir que Vargas Llosa quiere tanto al Perú como a España, porque le han permitido nutrirse, a él, como escribidor, pero lo mismo hubiera nacido en Argelia y escrito en Francia, es decir, él considera resultado del azar el haber nacido en el Perú, por el contrario, considera una necesidad viajar a España para lograr lo que en su lugar de nacimiento le estaba negado, escribir. Como para reafirmar lo dicho cito: “Si no hubiera sido por España jamás hubiera llegado a esta tribuna, ni a ser un escritor conocido, y tal vez, como tantos colegas desafortunados, andaría en el limbo de los escribidores sin suerte, sin editores, ni premios, ni lectores, cuyo talento acaso –triste consuelo– descubriría algún día la posteridad.”
Cosmopolitismo y nacionalismos
La visión cosmopolita de Vargas Llosa es consecuente con su condena de los nacionalismos, cito: “Detesto toda forma de nacionalismo, ideología -o, más bien, religión- provinciana, de corto vuelo, excluyente, que recorta el horizonte intelectual y disimula en su seno prejuicios étnicos y racistas, pues convierte en valor supremo, en privilegio moral y ontológico, la circunstancia fortuita del lugar de nacimiento. Junto con la religión, el nacionalismo ha sido la causa de las peores carnicerías de la historia…”. En ella reitera el carácter azaroso del lugar de nacimiento y denuncia los privilegios que muchas veces produce esta “circunstancia fortuita del lugar de nacimiento”.
Sin embargo, esta visión de apertura y cosmopolitismo, es evidentemente contradictoria con “la circunstancia fortuita del lugar de nacimiento”, si consideramos que no sólo es azaroso el lugar geográfico donde nacemos, sino que también es azaroso, el origen étnico, racial, así como la posición económica de nuestros padres. Es decir que es el azar el que va a determinar la ubicación en la cartografía social, o mejor dicho la clase social es también producto del azar.
En consecuencia, esta idea del “ciudadano del mundo” siempre bien recibido en todo lugar en donde ha residido, cito: “Nunca me he sentido un extranjero en Europa, ni, en verdad, en ninguna parte”, es por decirlo menos naif, o simplemente, parcializada. Esto que puede ser completamente válido para Vargas Llosa, no lo es para millones de latinos, entre ellos peruanos, que viven amenazados con ser expulsados de los Estados Unidos, tampoco es verdad para los millones de afganos e hindúes que viven en Inglaterra, ni tampoco para los miles de rumanos y búlgaros que son expulsados de Francia, aun cuando forman parte de la Comunidad Europea. Y mucho más grave la existencia de peruanos que son extranjeros en el Perú, que son tratados como ciudadanos sin derecho, ciudadanos de segunda o tercera clase.
El Perú personal de Varguitas
Es cierto, el Perú para Mario Vargas puede ser “la prima de naricita respingada”, ¿cuántos tienen la primita de naricita respingada?, si no es por causas de la “circunstancia fortuita del lugar de nacimiento”, cierto el Perú para Vargas “Es la esquina de Diego Ferré y Colón, en el Miraflores limeño”, pero ese es el Perú verdadero para todos los que no tuvieron la misma “circunstancia fortuita del lugar de nacimiento”, es decir el Perú circunstancial, cuya visión depende del azar de la clase social de la familia en la que le tocó nacer a Vargas Llosa, ese es el Perú, pero sólo en su pequeño imaginario personal, por demás contingente. Pero el Perú, no es algo circunstancial, ni contingente, porque el Perú real, existe, y es mucho más que la suma de cada uno de los individuos que lo forman.
Mario Vargas apela a “Todas las sangres” de José María Arguedas, para intentar justificar su visión individual o contingente del Perú, desconociendo la reivindicación del indio al centro la identidad nacional del Perú, Vargas en su discurso tergiversa, o mejor dicho, pone de cabeza el sentir de José María Arguedas, al decir que: “Si escarbamos un poco descubrimos que el Perú, como el Aleph de Borges, es en pequeño formato el mundo entero. ¡Qué extraordinario privilegio el de un país que no tiene una identidad porque las tiene todas!”, que duda cabe, en el Perú no se puede hablar de una identidad nacional, pero no porque tengamos todas, sino porque no tenemos, todavía, ninguna, debido a que las identidades nacionales europeas se impusieron como superiores a todas las aborígenes: quechuas, aymaras, pueblos amazónicos, etc. Este “Aleph” borgiano es en realidad la anulación de la identidad nacional. Algo que ni siquiera en, su segunda patria, España ocurre, donde el Estado Español, ha tenido que terminar admitiendo las otras nacionalidades existentes, algunas con más o menos grado de autonomía política, por ejemplo Cataluña o el País Vasco.
Que duda cabe uno puede estar a favor o en contra, pero nadie puede negar que Vargas Llosa escribe muy bien. Pero no se puede poner en un pedestal como un santo intocable a una persona que, como todas, tiene contradicciones, pasiones y subjetividades, por eso considero que el mejor homenaje que se le puede hacer es leerlo y escucharlo con espíritu abierto y crítico, para no deshumanizar su obra, por demás humana y perfectible. Muy por el contrario, los medios de comunicación, los periodistas, los profanos, sólo han dicho amén ante el discurso, nadie lo ha analizado críticamente, todos han resaltado lo anecdótico y doméstico, como por ejemplo la mención que hizo a su esposa, algo que también es cuestionable si se toma en cuenta que Él queda como el “macho”, el creador inspirado, y Ella es la organizadora en la sombra, el “ángel del hogar”, más claro podría haber dicho que “detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer”, algo que, considero, evidencia una relación desigual, es una vida, la de ella, dedicada al servicio del otro, en donde ella no brilla por sí misma, sino tan sólo por ser la esposa del Nobel. Un autoproclamado “liberal” que continúa besando las manos de una realeza anacrónica, en pleno siglo XXI de capitalistas sin honor y muertos de hambre sin gloria. En fin, no quiero seguir desviándome, sólo dejo estas ideas, desde luego cuestionables y criticables.