Adiós Hugo, maestro y amigo entrañable.

Adiós Hugo, maestro y amigo entrañable.

Categoría : General

Solo gritándolo quizá pueda afrontar este dolor. Hugo Aldave ha muerto. Mientras más lo lamento, más cuestiono que esto sea cierto. Esta partida, mi íntimo amigo y maestro, será una tragedia difícil de entender y sobrellevar.

A Hugo y a mí nos unió un libro. Uno que le obsequié en agradecimiento por participar como panelista en un evento de protección de derechos laborales del sector agrícola de Trujillo, hace por lo menos diez años. Todos los expositores estuvieron advertidos que el evento sería un ocho de octubre, feriado, porque era el único día en que los obreros podían dejar las chacras y asistir al auditorio sin levantar sospechas del empresariado. Sin embargo, ese día, mientras a otros laureados laboralistas no les importó incumplir su palabra, Hugo llegó puntual y lo vi por primera vez poniendo en tierra firme su entendimiento de la obra de Gonzáles Prada, explicando que la filosofía y el derecho están, sobre todo, para sumar condiciones por aquellos que quieren encontrar un lugar más justo. Al terminar ese evento, quedé deslumbrado. Intercambiamos números de teléfono y le rendí honores por la forma heterodoxa de abordar los problemas, su originalidad e inteligencia. “Uno sigue las tendencias cuando no ve opciones”, me dijo, para pedirme que no me deje llevar por las corrientes y teorías del desarrollo que se publican en el periódico.

Un año después Hugo ingresó a mi aula de la Universidad para dictarnos historia del derecho y, unos ciclos después, filosofia del derecho. Esa era su pasión. Se sentaba en hombros de sabios a abordar díalógicamente los fenómenos jurídicos, los debates ético contemporáneos, las teorías de la hermenéutica o de proporcionalidad, reivindicando siempre el falsacionismo de Popper para dejar claro que nunca nada está dicho. Todo eso con la autoridad de un intelectual y lector comprometido, con la galantería que acompañaba a sus formas dentro y fuera del aula y un uso fino de ese lenguaje que amó tanto y rindió honores con su apasionado gusto por la literatura. No puede ser mi amigo quien no ha leído a Cortazar, me decía como amenaza.

Fue en ese momento, deslumbrado por el maestro, después de tres años, que tomé conciencia de estar en una universidad. Entonces dejé de pelearme por lo que dijo o quiso decir el inciso o el artículo del código y dispuse ese tiempo al estudio de humanidades y literatura, donde me sentí más cómodo. En su clase me tocó abordar la muerte de Sócrates y, luego de exponer, con el ceño fruncido, Hugo me brindó un aplauso. Al final del ciclo, me exoneró del examen y empezó a detenerse cada vez más seguido en los pasillos para hablarme de filosofía. Empezamos a forjar una amistad que dejó pronto de ser académica para convertirse en fraternal. Ribeyro y la higuerilla que crece en los acantilados marcó una feliz coincidencia, pues querer ambos con devoción al flaco nos puso al descubierto, sin caretas y con melancolía. Entonces nos juntamos más. Fue mi asesor de tesis, con la cual no sólo me gradué, sino que obtuvimos un premio de investigación en Lima. Me dijo en esa ocasión que aprendí a darle valor didáctico a la soledad.

He compartido estos años con Hugo y ha sido un amigo excepcional. Celebraba cada paso en mi carrera con el entusiasmo e intensidad de un familiar. Él, misteriosamente, me conoció en lo más profundo sin que le diga expresamente tantas preocupaciones, y supo poner los reflectores en mi camino cuidando de no decirme la verdad de la vida para que yo mismo la descubriera. Siempre tuvo elogios, cariño y un lugar en su mesa para compartir. Hace dos años, teniendo que regresar a trabajar a Lima, me dijo: eres para mi un hermano menor y nos despedimos con un beso en la mejilla.

Escribo esta parte y no puedo contener las lágrimas. Lágrimas que en la intimidad de nuestras reuniones estuvieron presentes por la emoción que nos causaba contar la anécdota trágica de algún extraño, leer un poema de Chirinos o escuchar a nuestros Panchos queridos con su Poquita fe. Hace un mes celebramos la vida escuchando pasos dobles, boleros, declamando, riendo, soñando, festejando las virtudes de Mauricio, dándole la bienvenida a Augusto, disfrutando el ser abuelo a través de tu querida hija Alejandra y evocando ese sublime cariño y admiración que le tenías a Areté. Pero cierro esta única manera que tengo de sacar mi tristeza y abatimiento, recordando, en tus palabras, que una tarde me dijiste que lo que el destino no te da, tu mismo tienes que fundar. Entonces salí de tu casa y decidí regresar a mi familia y hacer un hogar. No era cosa menor. Y en otra ocasión busqué nuevamente ese ser racional para que me ayude a entender la vida. Me abrazaste y dijiste que la filosofía no alcanzaba para lo que me sucedía, que quedaba corta, y extrañamente pediste que deposite mi fe en Dios. Lo hice con determinación y me sentí renovado, aunque hoy me toque cuestionar ante ese mismo Dios tu temprana partida. Entrañable maestro y amigo, siempre hay que cultivar la gratitud, como me decías.

Te agradezco por tenerme, inmerecidamente, entre tus ex alumnos, a los que nos has querido tanto, con Carlos Andrés, Osvaldo y Luis Alejandro. Te agradezco por cultivarme y hacer posible que siga entregado, con mis defectos, a la búsqueda de alguna virtud. Así como me llamabas preocupado para decirme que orabas por mí, demostrándome tu afecto sincero, hoy me toca hacer lo mismo y orar por el descanso de tu alma, pidiendo fe y mucha fortaleza para tu hogar.

La vida será más difícil sin ti.

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About Author

PERCY ANTONIO ESLAVA MORALES

Becado por la Pontificia Universidad Católica del Perú para estudiar en su escuela de derecho (intercambio académico en pregrado). Becado por la Escuela de Gobierno de la Organización de Estados Americanos (OEA) para el curso en gestión de compras públicas. Becado por Perú para el encuentro latinoamericano de liberalismo económico organizado por el Instituto El Cato de Washington. Becado por la fundación alemana Hanns Seidel en su programa de formación política. Becado por el Centro de Estudios Constitucionales del Tribunal Constitucional para su programa en argumentación jurídica. Primer puesto (categoría egresados) en el II Concurso Nacional de Ensayos en Derechos Fundamentales, organizado por el Ministerio de Justicia en colaboración con el TC y la PUCP (2016). Premios a la investigación jurídica por la Universidad Nacional de Trujillo (2011) y por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (2011). Finalista del Premio Copé de Cuento - PetroPerú (2020). Integrante del equipo semifinalista del IV Concurso Nacional MOOT Derecho Lima (2013).

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